Relación con la comunidad
El estudiante maestro conoce los diversos contextos sociales que condicionan la enseñanza y la gestión escolar y establece relaciones con sus colegas, padres, familias y otros miembros e instituciones de la comunidad para apoyar el aprendizaje y bienestar de todos sus estudiantes.
Para ver las evidencias favor de acceder a la sección de Carpeta profesional: Competencia 9
Para demostrar el logro de la competencia 9 presento una reseña sobre algunas de mis labores con la comunidad en el Programa de Innovaciones Educativas (PIE). Esta evidencia fue creada para el curso FAED 4002, el 4 de diciembre de 2020. Debido a la pandemia del COVID-19 no tuve la oportunidad de participar activamente en muchas actividades comunitarias. Por ende, opté por utilizar mi experiencia de trabajo como tutora-mentora para justificar el desarrollo de esta competencia.
Mi experiencia trabajando en el PIE está directamente relacionada con la competencia 9. Dentro de mi trabajo he tenido que relacionarme con la población estudiantil y docente de la UPR. Particularmente, he laborado con alumnos que carecen de muchas herramientas y recursos educativos. Para brindarles tutorías, me he dado a la tarea de conocerlos y escuchar sobre sus necesidades. Igualmente, he desarrollado vínculos con colegas tutores, con profesores y hasta con familiares de mis alumnos. Gracias a estas relaciones tengo un marco más claro de cómo debo explicarle y enseñarle a cada educando. Con mi experiencia como tutora he aprendido que el conocimiento de un estudiante no depende de su edad, ni de su nivel académico. Todos los aprendices con los que trabajo a diario se han graduado de escuela superior. Sin embargo, los contextos sociales y económicos en los cuales han estudiado han incidido mucho en la calidad de su preparación académica. Conocer de dónde vienen nuestros estudiantes nos brinda una idea de las estrategias y metodologías que podemos utilizar para apelar a sus fortalezas y para maximizar sus capacidades.
Esta experiencia me ayudará a la hora de ofrecer clases, pues ahora comprendo que, más allá de la educación impartida, hay que considerar factores de tiempo, familiares, emocionales, económicos, etc. Aunque yo posea un dominio de mi materia, no podré ayudar a mis estudiantes si no tomo en consideración los diversos contextos y las diferentes situaciones que condicionan su aprendizaje.
Actualmente Puerto Rico vive un momento difícil a nivel nacional y educativo. Muchos estudiantes tienen dificultad en aspectos académicos, particularmente los de algunos sectores más pobre en Puerto Rico. Por tal razón, opté por participar de un programa de tutorías, para estudiantes de intermedia y superior, en el área de Río Piedras. La experiencia con estos jóvenes ha sido sumamente gratificante y he aprendido muchas cosas. A continuación, presentaré información del lugar y momento en el que realicé mi voluntariado y reflexionaré sobre algunas cosas que he aprendido.
Mediante un "email" institucional, me enteré de que CAUCE (Centro de acción urbana y empresarial de Río Piedras) estaba buscando tutores para estudiantes de escuela intermedia y superior. El 15 de octubre de 2018, tuve mi reunión de orientación sobre el programa: está organizado por Marcel Pérez y Marai Cepeda. En esta reunión, me explicaron que muchos jóvenes, en grados altos, tienen muchas dudas con temas de elemental. Cargan muchas lagunas y dudas que nunca fueron aclaradas en grados anteriores. Por ende, nuestras intervenciones debían ser minuciosas y detalladas. El miércoles 17 de octubre de 2018, brindé tutorías por primera vez. Quedé encantada. Posteriormente, seguí asistiendo al centro todos los lunes y miércoles de 4:00pm a 6:00pm. Por el momento, he completado un total de 10 horas como voluntaria y como evidencia presento una carta firmada por los coordinadores del programa.
Realmente ha sido una experiencia enriquecedora. He aprendido varios detalles, sobre la educación y el aprendizaje, que me servirán en un futuro. En primer lugar, entendí que debemos explicarle a los estudiantes de la manera más simple posible. No es cuestión de dudar de sus capacidades; es asegurarse de que dominen el material por el medio escogido. A veces, como instructores de matemáticas, queremos explicarle a los estudiantes todos los métodos para llegar a un resultado. No obstante, presentárselos todos, cuando aún no dominan uno de ellos, puede resultar contraproducente. Igualmente, he notado que a veces los maestros les explican el material de manera distinta a lo que uno conoce (algunas veces, de maneras más complicadas). Debemos intentar explicarles de la misma forma que se les explicó en clase. En primer lugar, porque algunos maestros quitan puntos si no siguen los pasos que se les mostraron en clases. En segundo lugar, porque presentarles dos métodos distintos los pueden confundir. Si uno comienza a explicarles de otra manera, ellos se desconectan porque no es lo que le han dicho en clase. No digo que sea erróneo mostrar otras alternativas. Digo que es importante saber en qué momento presentárselas.
Los jóvenes con los que trabajo provienen de comunidades pobres de Río Piedras, y de escuelas aledañas a sus comunidades. Me topé en una ocasión con un joven que necesitaba ayuda para completar unos folletos que contenían ejercicios de las distintas materias. Si los completaba correctamente pasaría el grado de undécimo. El joven no ha tomado ese grado y su esperanza es no tomarlo, al igual que el de duodécimo. Al preguntarle por las instrucciones del trabajo, me decía: “Yo no sé, eso me lo dieron sin explicarme nada”. Simplemente me parece triste la situación. A las personas alrededor de este joven parece no importarle mucho la calidad de su educación. Con que complete un panfleto en la casa, con ayuda de quien sea, puede pasar el grado. No pienso que recibir ayuda es malo, pero claramente se presta para que otros le hagan el trabajo y era lo que él mismo me confesó que pasaba. Esta situación me hace reflexionar sobre el apresuro de muchos estudiantes por graduarse y trabajar. Parecen no verle la importancia a los estudios. Más bien, ansían graduarse y trabajar, probablemente porque necesitan hacerlo. Esta experiencia me ha hecho tomar conciencia de la situación difícil en la que se encuentran muchas familias en Puerto Rico. Estos jóvenes van a este Centro de manera gratuita porque no tienen las ayudas, las herramientas, ni las personas que los ayuden a salir adelante.
Por otro lado, las quejas sobre la ineptitud de los maestros son frecuentes. Ahora bien, estoy consciente de que muchas veces los maestros intentan explicarles el material a los estudiantes y estos no les prestan atención. Luego indican que el maestro no explicó nada, cuando no es cierto. Siguiendo esta línea de pensamiento, he notado que una de las cosas que pasa frecuentemente es que los alumnos se desconcentran fácilmente. Cuando les explico el material que no entienden, normalmente prestan atención y comprenden mejor el trabajo. Sin embargo, cuando comienzan a contestar las preguntas por su cuenta, su atención se desvía constantemente. Se tardan mucho, no porque no sean capaces de resolver las actividades, sino porque pierden mucho tiempo. Igual, cometen errores por querer salir del trabajo para irse a hacer otra cosa. Cuando están conmigo siempre, de manera jocosa, les digo que se enfoquen para que puedan culminar. Lo hacen, pero momentáneamente. Con esto he aprendido que los lapsos de atención de los estudiantes son muy breves. Consecutivamente, terminamos explicando lo mismo varias veces. Es necesario buscar estrategias que cautiven la atención de los alumnos. Cada estudiante y cada grupo es diferente, pero siempre ayuda buscar maneras visuales y simples de que entiendan. Poder entender algo garantiza que se interesen un poco más.
Una gran preocupación que me surgió luego de esta experiencia es el nivel en el que muchos de estos jóvenes se encuentran. Me encontraba con alumnos de octavo grado que aún no dominaban las tablas de multiplicar, que olvidaban las reglas de los signos en multiplicación y suma, y que tenían problemas con la suma de dos dígitos. Esta situación me hace cuestionar la situación a la que se enfrentan en sus hogares, la motivación que reciben de sus familiares o amigos, y sobre todo la calidad de educación en sus respectivas escuelas en Río Piedras. ¿Qué ocurre en sus salones de clases? ¿Cómo es el comportamiento de los jóvenes? ¿Son cooperadores con sus maestros? ¿Se interesan por sus estudios? Igualmente, me hace pensar en el interés y motivación por parte de sus maestros. Según los estudiantes, a los maestros no les importa si aprenden; explican una vez y no quieren repetir. Parece ser que hay un gran desinterés por parte tanto de los jóvenes como de los adultos. Sin embargo, no quiere decir que no hayan jóvenes interesados en su aprendizaje, ni maestros que amen su trabajo.
En fin, esta experiencia me ayudó a entrar en contacto directo con jóvenes que no tienen las mismas facilidades de muchos estudiantes con los que comparto a menudo en la universidad. Verdaderamente, somos seres dichosos de recibir la educación que recibimos en la Universidad de Puerto Rico. Sin embargo, precisamente porque hemos recibido más, nos toca dar más. Es mi trabajo, como maestra y como estudiante, ayudar a estos jóvenes a entender sus clases y sentir inspiración y motivación para salir adelante. Debo poner mi conocimiento al servicio de quienes lo necesitan. Para sacar a Puerto Rico adelante, necesitamos un pueblo educado que crea en él. Es mi trabajo hacer que estos estudiantes, desde jóvenes, crean que son capaces de lograr sus metas y así ayudar en la construcción de un mejor país.