Creación de ambiente de aprendizaje
El estudiante maestro utiliza el conocimiento del comportamiento individual para crear ambientes en la sala de clases que promuevan la interacción social positiva y la participación activa de todos(as) los(as) estudiantes en el aprendizaje.
Para ver las evidencias favor de acceder a la sección de Carpeta profesional: Competencia 5
Para mi clase de EDPE 4258, Metodología para enseñar matemáticas discretas en escuela secundaria, la profesora Wanda Villafañe nos pidió que realizáramos una actividad relacionada a un tema de matemáticas discretas. Debíamos elaborar una guía del maestro y una guía para el estudiante. La actividad curricular, sobre el principio fundamental del conteo, que desarrollé para este curso es mi evidencia para la competencia 5.
El trabajo fue entregado el 29 de octubre de 2020. La planificación no se llevó a cabo dentro de un salón de clases. Sin embargo, el trabajo se realizó tomando en cuenta las características de un grupo de duodécimo grado con el cual interactúo constantemente, como parte de mi pre práctica. A estos estudiantes les gustan los juegos. Por ende, opté por realizar este juego para descubrir la clave del candado. El educador iniciaría la clase colocando en el centro del salón una caja cerrada con un candado. Debe dividir al grupo en 6 subgrupos. Cada conjunto de estudiantes debe desarrollar un algoritmo para encontrar todas las posibles combinaciones de la cerradura. El maestro proveerá algunas claves para facilitar el proceso. Luego, un integrante de cada grupo tendrá la oportunidad de intentar abrir la caja, escogiendo una de las posibles combinaciones. El primer grupo que logre abrir el cerrojo se llevará el premio dentro de la caja (podrían ser puntos bonos). Esta actividad abrirá paso para discutir el principio fundamental del conteo.
Esta evidencia muestra que poseo la capacidad de crear ambientes motivadores de aprendizaje. El trabajo en equipo, la euforia por ser los primeros en descubrir la clave y el premio en juego, motivará a los alumnos a tener una participación activa en clase. Creará un ambiente llamativo que permitirá sembrar interés sobre el tema dado. Con este trabajo aprendí que para crear una atmósfera motivadora, ciertamente, es buena estrategia traer objetos y decoraciones que llamen la atención. No obstante, la clave está en la actitud del maestro: cómo vende su actividad, con cuánta emoción la realiza y cómo contagia a los estudiantes con esa energía positiva. Al final, eso es lo que definirá si el ambiente es motivador o no.
Una de las destrezas que quiero desarrollar, en este transcurso de mi educación, es la de crear ambientes que motiven a mis estudiantes. Uno de los mayores problemas en la educación, en Puerto Rico, es que los estudiantes muchas veces no sienten motivación para aprender. Los maestros se enfrentan a un gran reto: deben hacer las lecciones lo más llamativas e interactivas posibles. De esta forma, crearán ambientes dinámicos que animen a los estudiantes. Personalmente, pienso que a todos nos gusta aprender cosas nuevas. Ahora bien, no a todos nos interesa lo mismo. Por ende, como futura educadora debo ser creativa y buscar la manera de crear espacios donde el pensamiento sea visto como arte y no como algo aburrido. A continuación, presentaré una evidencia sencilla de cómo he creado ambientes de aprendizaje. Luego de contextualizar el momento en que la realicé, discutiré sobre mi aprendizaje al respecto.
En septiembre de 2018, como requisito de mi clase de Filosofía, debía ofrecer una clase de discusión, junto a 4 compañeras (Wanda Fargas, Gisell Camacho, Natalia Butt y Larissa García). En la misma, debíamos abundar sobre los temas discutidos en la lectura que nos fue asignada. La lectura, como mencioné en una reflexión previa, se trataba sobre la importancia de las humanidades en el currículo. Para comenzar la clase, optamos por realizar una dinámica para integrar a nuestros compañeros en la discusión. Les dijimos que realizaran un dibujo de lo que para ellos representaban las humanidades. Les ofrecimos materiales tales como: papel, marcadores, crayolas, etc. Luego de darles aproximadamente 6 minutos, recogimos las creaciones y las pegamos en la pizarra, alrededor de la palabra humanidades. La única desventaja fue que no hubo tanta asistencia como esperábamos. Por ende, no había tanta variedad artística como nos hubiese agradado. Ahora bien, más que la estética del “mural”, lo importante fue la interacción que se formó luego de que los estudiantes crearon sus respectivos dibujos. Les preguntamos, ¿qué significaba para ellos esos dibujos?, ¿por qué representaban las humanidades de esa forma?, etc. Cada uno pudo dar su opinión y comparar sus perspectivas con las de los demás. El beneficio de la dinámica fue que ellos pudieron reflexionar sobre las humanidades y debían intentar plasmarlo de manera concisa y creativa. En otras palabras, debían cuestionarse qué son y para qué funcionan, y debían manifestar su pensamiento crítico por medio del arte; por medio de las humanidades.
¿Qué ocurrió? Se abrió un espacio de cuestionamiento sobre el significado que tiene las humanidades para cada cual. Todo partió de los dibujos que estaban en la pizarra: “¿Por qué dibujaste eso?, ¿qué representa el libro?”. Posteriormente, se les dijo: “Esto es lo que están intentando quitar en las escuelas; este espacio para pensar libremente, para la creatividad, para la diversidad”. Una cosa es analizar la situación visualizandola como algo que ocurre fuera de mí y lejos de mí. Otra muy diferente, es ver la situación como algo que está ocurriendo en el sistema de mi país, en la vida de mis compañeros, en contra del arte que yo creé en esta dinámica (y creo a diario), y en contra de los procesos de reflexión que a menudo se derivan de esta materia. Esta simple dinámica representó lo que a gran escala se está perdiendo. Por eso, en un momento dado quitamos los dibujos de la pizarra y borramos la palabra humanidades. Esto significó que ese espacio de expresión creativa se está desvaneciendo y está siendo sustituido por la mecanización del conocimiento, la monotonía, la deshumanización… Eliminar sus piezas artísticas fue impactante para sus respectivos creadores y ayudó a transmitir la urgencia que representa la eliminación de las humanidades de la educación.
Gracias a esta dinámica solidifiqué mi percepción sobre la importancia de la interacción en las clases. A veces, comparo mis clases en la universidad. En algunas, entrar al salón resulta estresante debido al paso agitado que llevan los profesores y a la falta de dinamismo en las clases. En ocasiones, parecemos máquinas que van al salón a recopilar y copiar información. Sin embargo, como contraparte, he tenido cursos donde se promueve la conversación entre nosotros, se fomenta la participación en clase y el trabajo en equipo. En los mismos, el aprendizaje surge de manera más natural y divertida. Nunca se pierde de perspectiva que somos seres humanos y no máquinas, que necesitamos interacción con otros seres y experiencias para crecer en habilidades y conocimientos. Algo semejante ocurrió en la dinámica de la clase de discusión que ofrecimos. Se creó un ambiente de diálogo, en donde cada persona era escuchada y donde se fomentaba los cuestionamientos. Fácilmente, la clase pudo ser una presentación aburrida que los estudiantes tenían que tolerar, pero no lo fue.
El educador tiene un gran poder en la atmósfera que crea en el aula. Curiosamente el ambiente está vinculado al humor, interés y participación de los estudiantes. Cuando los educadores intentan ser más interactivos, la respuesta tiende a ser positiva por parte de los jóvenes. Algo tan sencillo como dibujos en la pizarra, trabajar en grupo, propiciar la participación… prepara al estudiantado para recibir una lección. Los motiva. Ciertamente, hay muchas más actividades que se pueden realizar en el salón para lograr este objetivo. Sin embargo, opté por resaltar esta, para evidenciar que algo tan sencillo, como dibujos, puede ser sumamente significativo. No hay que buscar algo complejo. Lo primordial es conocer al estudiantado y buscar la manera de apelar a sus intereses; explorar qué funciona y qué no. Me dedicaré a evaluar y conocer otras actividades y nuevas formas de dar clases para crear este tipo de ambiente. Mi mayor satisfacción será que mis estudiantes se sientan cómodos en el salón de clases, se sientan entusiasmados y aprendan.