Aspectos psicobiológicos del aislamiento social y la soledad
Es bien sabido que las relaciones sociales son críticas tanto para nuestro bienestar físico y mental. De hecho, tanto el aislamiento social –la falta objetiva de dichas relaciones sociales–, como el sentimiento de soledad –la percepción subjetiva y negativa de insatisfacción entre la cantidad/calidad de las relaciones existentes–, se consideran factores estresantes que se relacionan con una mayor incidencia de distintas enfermedades (hipertensión, problemas cardiovasculares, etc.) e incluso muerte prematura. Tanto el aislamiento social como la soledad pueden ocurrir en cualquier período de la vida, pero ¿qué grupos de personas padecen más soledad? ¿la pandemia COVID-19 ha incrementado el sentimiento de soledad y el estrés percibido? ¿la soledad afecta a nuestra cognición? ¿hay factores psicobiológicos que ayuden a predecir qué personas son más susceptibles de padecer soledad en una situación estresante y/o de restricción de los contactos sociales?
Las personas que padecen aislamiento social y/o soledad suelen mostrar una alteración de la actividad del eje hipotálamo-hipofisario-suprarrenal, con la consiguiente liberación de las hormonas del estrés, como el cortisol. Sin embargo, los mecanismos neurobiológicos que subyacen a los efectos perjudiciales que el aislamiento social y la soledad producen sobre nuestro cerebro todavía no se conocen en profundidad.
En esta charla se presentarán distintas evidencias obtenidas tanto en estudios de investigación en animales como de estudios clínicos, en los que se pone de manifiesto que el aislamiento social y el sentimiento de soledad pueden alterar la liberación de las hormonas del estrés, en especial los glucocorticoides, así como modular la liberación de factores de crecimiento e inflamación. Además, se mostrarán estudios en los que se muestra que el aislamiento social puede alterar la morfología de las neuronas en áreas concretas del cerebro, así como alterar la función neuronal y cognitiva. Asimismo, se comentará la relación entre la soledad en las personas mayores, el deterioro de la función cognitiva y la neuropatología asociada a la enfermedad de Alzheimer.
Avanzar en el conocimiento de los factores psicobiológicos asociados a la soledad y al aislamiento social pueden permitir llegar a desarrollar intervenciones que ayuden a prevenir y/o paliar su impacto negativo sobre la salud.