Nuestro grupo de investigación lleva años estudiando el efecto que ejerce la ingesta de dietas ricas en grasa sobre algunos procesos cognitivos como el aprendizaje y la memoria y los procesos de plasticidad sináptica que subyacen a estos. Así, hemos demostrado que la ingesta crónica de este tipo de dietas cuando se consumen en la adolescencia induce serios déficits cognitivos que están relacionados con la resistencia a leptina cerebral que se produce tras este consumo y que produce una importante modulación de la plasticidad cerebral tanto desde el punto de vista funcional como del morfológico. Debido a que diversos autores especulan que este tipo de dietas producen procesos adictivos similares a los que se dan en el consumo de drogas de abuso, nuestros estudios también se han centrado en conocer los efectos de las dietas grasas sobre su componente hedónico y hemos demostrado que aunque en un primer contacto con las dietas, los animales ingieren una mayor cantidad de comida grasa, tras el consumo crónico de las mismas, aparece cierta anhedonia por los reforzadores tanto naturales como artificiales.
Nuestros primeros ensayos, así como los realizados por la mayoría de los grupos que investigan el efecto nocivo del consumo de dietas grasas sobre los procesos cognitivos, son de difícil interpretación en relación con el papel de las grasas, ya que las dietas que se utilizan, además de tener un alto porcentaje de grasas saturadas, contienen cantidades elevadas de sacarosa. Por esta razón, en los últimos años, nuestro grupo de investigación trabaja con dietas que contienen una elevada proporción de grasas sin azúcares añadidos con el fin de estudiar el efecto de las mismas. Así, utilizamos una dieta rica en ácidos grasos saturados (SOLF; saturated oil food) y una dieta rica en ácidos grasos insaturados (UOLF, unsaturated oil food). Nuestros datos muestran que la dieta SOLF produce un mayor deterioro de la memoria espacial que la dieta UOLF así como una mayor modulación de los procesos moleculares que subyacen al aprendizaje y la memoria, lo que podría indicar que son las grasas saturadas las responsables del deterioro de los procesos cognitivos que se asocian a la obesidad inducida por este tipo de dietas. Estos procesos parecen estar relacionados con cambios en la modulación de la expresión de determinados genes en el hipocampo, responsable del tipo de memoria que hemos estudiado.
Nuestros resultados ponen de manifiesto que los cambios morfológicos y funcionales que se producen en el tejido adiposo tras el consumo de dieta SOLF podrían estar relacionados con los cambios inducidos por ésta en el SNC, lo que pone de manifiesto la importancia de cómo los procesos periféricos pueden tener mucha influencia en el funcionamiento del cerebro y por tanto, cómo nuestro menú puede condicionar nuestra conducta.