DOCUMENTS: DE VOSTÈ O DE TU?

Rosa. vés a ca don Piu. sastre de s u m a q u e sra r, digue-li que porti prompte tota la roba que ell sap.

que no em puc esperar més. porta també un plec de guants de ca la senyora Mònica ...

Que no ho sents? ... Alça't.! Què ras!

Me doneu tots tants recados. que no em recordo de cap. per un costat la mestressa.

i vós per a l'altre costat ...

Vós. vós! La ntestressa! -Escolta: mira. d'avui endavant.

la mestressa és la senyora.

jo el senyor, i ens tractaràs de vostè. que això de vós sembla que ïa massa baix. que és cosa així. .. de gitanos. i no d'una gent com cal.

i sempre que ens anomenis,. no te'n desoblidis mai.

(AADD. Sainets del segle XIX. Edicions 62, 1ª ed. 1979. Barcelona. ISBN: 8429714855. 238 p. P. 174.).


Companys en el Concejo maneja millones y millones. Muchos de sus compañeros se enriquecen. El escándalo es notorio. Las depredaciones de los lerrouxistas alcanzan lí­mites novelescos. Una vez llegan al Parlamento, con el tur­bio negocio de la cal, el cemento y la arena. Son los propios republicanos (Azcárate, Carner) quienes excomulgan por inmoral a Lerroux, y es entonces cuando éste, en un rasgo de descaro, audaz, en lugar de exculparse, exclama: «En esta casa -el Congreso-, si se exceptúa al señor Maura y al se­ñor Azcarate, todos nos podemos llamar de tú». No tenía razón Lerroux; pero tenía gracia. 

Ángel Osorio y Gallardo. Vida y sacrificio de Companys. Diari Público, 2010, 336 p. Pàg. 50.

Muchos de estos motines fueron parte de una protesta general contra las con­diciones feudales que prevalecían en el Ejército. Tolstoi, que habia servido como oficial en la guerra de Crimea, las describió en su última novela, Hadji-Nlurad. Los soldados campesinos, en particular, censuraban la manera en que sus oficiales se dirigían a ellos con el familiar «tú» tyi, normalmente utilizado para los animales y los niños) en vez del mas correcto «usted» (vyi). Era como si, una vez mas, los amos se dirigieran a sus siervos; y puesto que la mayoría de los oficiales eran nobles, y la mayoría de los soldados eran hijos de antiguos siervos, esta forma de tratamiento simbolizaba la continuación del antiguo mundo feudal en el interior del Ejército. Lo primero que hacía un recluta al unirse al Ejército era aprender los diferentes títu­los de sus oficiales: «señoría» hasta el grado de coronel, «excelencia» para los gene­rales e «ilustrísima» o «muy ilustrísima» para los oficiales con titulo. Los coroneles y los generales tenían que ser saludados no sólo con el sencillo saludo realizado con la mano, sino deteniéndose y haciéndose a un lado para la revista, mientras el ofi­cial pasaba a un número de pasos estrictamente prescrito. El soldado era entrenado para responder a sus superiores según las diferentes títulos de éstos: «En absoluto, señoría»; «Feliz de servirle, excelencia» ... Cualquier desviación era susceptible de ser castigada. Los soldados podían esperar un golpe en la cara, un golpe en la boca con la culata de un rifle y a veces incluso la flagelación por faltas relativamente meno­res. A los oficiales se les permitía utilizar una amplia gama de términos insultantes, tales como «escoria» y «sabandija», para humillar a sus soldados y mantenerlos en su lugar. Incluso cuando se encontraba fuera de servicio, el soldado raso se veía pri­vado de los derechos de un ciudadano normal. No podía fumar en los lugares públi­cos, acudir a restaurantes o teatros, subir a los tranvías u ocupar un asiento de pri­mera o de segunda clase en un coche del ferrocarril. En los parques públicos aparecían letreros que decían: PROHIBIDA LA ENTRADA DE PERROS Y SOLDADOS. La determi­nación de los soldados por derribar esta «servidumbre del ejército» y obtener la dig­nidad de la ciudadanía iba a convertirse en uno de los episodios mas relevantes de la Revolución. 

Orlando Figes. La Revolución Rusa (1891-1924). Ed. Edhasa, Barcelona, 1ª ed. 2000. 1002 p. ISBN: 84-350-2614-0. Pàg. 93.

A medida que fueron desarrollando su propio sentimiento de autoestima, estos trabajadores exigieron un trato mas respetuoso por parte de sus empresarios. Deseaban que los llamaran por el educado “usted” (vyi) en lugar del familiar “tu” (tyi), que asociaban con el antiguo régimen de servidumbre. Deseaban ser tratados como “ciudadanos”.A menudo fue esta cuestión del trato respetuoso, más que la cuestión material de los salarios, la que provocó las huelgas y manifes­taciones de los trabajadores.

Orlando Figes. La Revolución Rusa (1891-1924). Ed. Edhasa, Barcelona, 1ª ed. 2000. 1002 p. ISBN: 84-350-2614-0. Pàg. 152.

Una característica de les llengües d’aquesta i d’altres sèries escandinaves –Borgen o Forbrydelsen, apareix quan es passa, per mirar-les, de subtítols anglesos a franceses. La impressió canvia radicalment perquè els autors dels subtítols francesos segueixen amb una escrupolositat desconcertant i excessiva la regla, tan sueca com danesa, de monopoli del tuteig. Així, un xofer tuteja la primera ministra danesa o un policia diu «estàs detingut» a un alt funcionari suec. La pèrdua del vós, o del vostè, fet en aquestes llengües seguint el camí invers de l’anglès, que ha abandonat el tuteig a les catacumbes de la llengua (tan sols en queden rastres en certes formes dialectals en declivi, el les obres de Shakespeare i a la –“Thou shalt not kill!” diu el sisè Manament). 

La preeminència del tuteig en el suec i el danès s'ha establert de manera bastant paral·lela, durant el segle XX, quan els canvis socials importants -l’invent de l’estat del benestar- van induir canvis mentals, reclamant noves formes de relacionar-se amb els altres, més espontànies i igualitàries. El tuteig es va anar imposant, fins a ser exclusiu. Ara bé, curiosament, des de fa pocs anys el tracte de vós toma a Suècia, en particular entre la població jove i en oficis socialment poc considerats. Com si l’espontaneïtat i la igualtat teòrica haguessin mostrat els seus límits en aquestes societats més justes, més tolerants i més pacifiques però que evidentment no han pogut anihilar ni la pobresa, ni el racisme, ni la desesperança. Com si ara es veiés aflorar sota el tuteig la hipocresia co1·1ectiva inherent a qualsevol ordre social i que es preferís tornar a la distància verbal com a reflex de les distàncies reals entre individus. I els suecs més vells, que recorden els canvis positius del segle XX, són els que es queixen més del ressorgiment d'un vós que veuen com un mal presagi per al futur del contracte social que fa tan única aquesta part del món. 

Joan Lluís Lluís. Una utopia escandinava malmesa. Article revista Presència, 18-24/01/2013, p. 16.

Tracte

Los antiguos términos respetuosos de trato fueron reemplazados por los términos grazhdanin y grazhdan­ka ("ciudadano» y «ciudadana»). 

Orlando Figes. La Revolución Rusa (1891-1924). Ed. Edhasa, Barcelona, 1ª ed. 2000. 1002 p. ISBN: 84-350-2614-0. Pàg. 405.

Tracte/Tuteig

También se produjo un nuevo énfasis en el propio sentido de dignidad de los trabajadores. Ahora eran conscientes de sí mismos como «ciudadanos» y del hecho de que habían «hecho la Revolución» (o que, por lo menos, habían desempeñado un papel importante en ella), y ya no estaban dispuestos a ser tratados sin respeto ni por los capataces ni por los administradores. Ésta, a menudo, fue la chispa que hizo estallar la violencia: los empleados de fabrica que se comportaban ofensiva­mente eran simbólicamente sacados «en carretilla», a veces literalmente en una carretilla, y después apaleados o tirados al canal o a un pozo negro. Muchos huel­guistas exigieron un trato respetuoso. Los camareros y camareras de Petrogrado, con carteles que exigían: ¡EXIGIMOS RES PETO PARA LOS CAMAREROS COMO SERES HUMANOS! ABAJO LAS PROPINAS: ¡LOS CAMAREROS SOMOS CIUDADANOS!

Los sirvientes domésticos se manifestaron exigiendo el trato formal de «usted», y no el familiar de «tú», previamente utilizado con los siervos. Los mozos de corral exigieron que su degradante denominación se cambiara por el de «directores domésticos». Las mujeres trabajadoras exigieron un salario igual al de los hom­bres, el fin de las «degradantes revisiones corporales», permiso de maternidad remunerado y la abolición del trabajo infantil. Desde el punto de vista de los tra­bajadores, éstos eran temas básicos de moralidad. 

Orlando Figes. La Revolución Rusa (1891-1924). Ed. Edhasa, Barcelona, 1ª ed. 2000. 1002 p. ISBN: 84-350-2614-0. Pàg. 416.

A medida que fueron desarrollando su propio sentimiento de autoestima, estos trabajadores exigieron un trato mas respetuoso por parte de sus empresarios. Deseaban que los llamaran por el educado “usted” (vyi) en lugar del familiar “tu” (tyi), que asociaban con el antiguo régimen de servidumbre. Deseaban ser tratados como “ciudadanos”.A menudo fue esta cuestión del trato respetuoso, más que la cuestión material de los salarios, la que provocó las huelgas y manifes­taciones de los trabajadores.

Orlando Figes. La Revolución Rusa (1891-1924). Ed. Edhasa, Barcelona, 1ª ed. 2000. 1002 p. ISBN: 84-350-2614-0. Pàg. 152.

Una característica de les llengües d’aquesta i d’altres sèries escandinaves –Borgen o Forbrydelsen, apareix quan es passa, per mirar-les, de subtítols anglesos a franceses. La impressió canvia radicalment perquè els autors dels subtítols francesos segueixen amb una escrupolositat desconcertant i excessiva la regla, tan sueca com danesa, de monopoli del tuteig. Així, un xofer tuteja la primera ministra danesa o un policia diu «estàs detingut» a un alt funcionari suec. La pèrdua del vós, o del vostè, fet en aquestes llengües seguint el camí invers de l’anglès, que ha abandonat el tuteig a les catacumbes de la llengua (tan sols en queden rastres en certes formes dialectals en declivi, el les obres de Shakespeare i a la –“Thou shalt not kill!” diu el sisè Manament). 

La preeminència del tuteig en el suec i el danès s'ha establert de manera bastant paral·lela, durant el segle XX, quan els canvis socials importants -l’invent de l’estat del benestar- van induir canvis mentals, reclamant noves formes de relacionar-se amb els altres, més espontànies i igualitàries. El tuteig es va anar imposant, fins a ser exclusiu. Ara bé, curiosament, des de fa pocs anys el tracte de vós toma a Suècia, en particular entre la població jove i en oficis socialment poc considerats. Com si l’espontaneïtat i la igualtat teòrica haguessin mostrat els seus límits en aquestes societats més justes, més tolerants i més pacifiques però que evidentment no han pogut anihilar ni la pobresa, ni el racisme, ni la desesperança. Com si ara es veiés aflorar sota el tuteig la hipocresia co1·1ectiva inherent a qualsevol ordre social i que es preferís tornar a la distància verbal com a reflex de les distàncies reals entre individus. I els suecs més vells, que recorden els canvis positius del segle XX, són els que es queixen més del ressorgiment d'un vós que veuen com un mal presagi per al futur del contracte social que fa tan única aquesta part del món. 

Joan Lluís Lluís. Una utopia escandinava malmesa. Article revista Presència, 18-24/01/2013, p. 16.

Tracte

Los antiguos términos respetuosos de trato fueron reemplazados por los términos grazhdanin y grazhdan­ka ("ciudadano» y «ciudadana»). 

Orlando Figes. La Revolución Rusa (1891-1924). Ed. Edhasa, Barcelona, 1ª ed. 2000. 1002 p. ISBN: 84-350-2614-0. Pàg. 405.

 Tracte/Tuteig

También se produjo un nuevo énfasis en el propio sentido de dignidad de los trabajadores. Ahora eran conscientes de sí mismos como «ciudadanos» y del hecho de que habían «hecho la Revolución» (o que, por lo menos, habían desempeñado un papel importante en ella), y ya no estaban dispuestos a ser tratados sin respeto ni por los capataces ni por los administradores. Ésta, a menudo, fue la chispa que hizo estallar la violencia: los empleados de fabrica que se comportaban ofensiva­mente eran simbólicamente sacados «en carretilla», a veces literalmente en una carretilla, y después apaleados o tirados al canal o a un pozo negro. Muchos huel­guistas exigieron un trato respetuoso. Los camareros y camareras de Petrogrado, con carteles que exigían: ¡EXIGIMOS RES PETO PARA LOS CAMAREROS COMO SERES HUMANOS! ABAJO LAS PROPINAS: ¡LOS CAMAREROS SOMOS CIUDADANOS!

Los sirvientes domésticos se manifestaron exigiendo el trato formal de «usted», y no el familiar de «tú», previamente utilizado con los siervos. Los mozos de corral exigieron que su degradante denominación se cambiara por el de «directores domésticos». Las mujeres trabajadoras exigieron un salario igual al de los hom­bres, el fin de las «degradantes revisiones corporales», permiso de maternidad remunerado y la abolición del trabajo infantil. Desde el punto de vista de los tra­bajadores, éstos eran temas básicos de moralidad. 

Orlando Figes. La Revolución Rusa (1891-1924). Ed. Edhasa, Barcelona, 1ª ed. 2000. 1002 p. ISBN: 84-350-2614-0. Pàg. 416.

De vos: Robespierre

De manera similar, un antiguo noble  y ahora diputado jacobino, Paul Barras, afirmaría después que Robespierre jamás tuteó a sus amigos, con lo que reforzaba la imagen de ser un hombre reprimido incapaz de liberarse de los hábitos del ancien régime. Pero de hecho, no era el caso: si bien antes había utilizado el “vos” más formal con todo el mundo menos con su familia, incluido Antoine Bruissart, en 1793 se dirigía con familiaridad a Bruissart, a amigos como Danton, a Camille y Lucile Desmoulins y a los jacobinos más próximos: Collot, Saint-Just, Marc-Antoine Jullien, Joseph Lebon, François Chabot, Saintanislas Fréron, André Dumont, Armand Guffroy y otros.

Andalusia, anys 1950, Tuteig

-La mujer que te dice que no, ¿quién es? ¿Quién te dice que no?

Habían pasado a tutearse. Tú no puedes imaginar la importancia que tiene el tuteo en este país. Lo tuteaba, es decir, que se hacían verdaderos amigos. ¡Y pensar que hace dos meses Curro quería matarme y suicidarse (ese era el firmamento que se derrumbaba) por culpa del abejorrito rubio!

Ramon J. Sender. La tesis de Nancy. Ed. Bambú, 60ª ed., Barcelona, 2012. ISBN: 978-84-8343-178-8. 320 pàgs. Pàg. 225.

Tuteig

En Wallander es va mirar en Martinsson per veure com reaccionava i provar de comprendre a què responia l'estranya afirmació de 1'Evert Truisson. 

-¿Et faria res explicar-nos què vols dir amb això? ¿Insinues que va ser ell qui va enterrar el cadàver?" 

-No en sé res, jo. ¿Què en sabem, de fet, deis nostres verns? Abans tothom ho sabia gairebé tot, deis qui vivien al seu voltant. Però avui dia en sa­bem ben poca cosa.

* El tuteig immediat entre desconeguts i persones de diferent rang és la forma habitual de comunicació a Suècia. (N de la t.)

Henning Mankell. Ossos al jardí. (Handen, trad. M. Casas). Ed, Tusquets, 3ª ed. Barcelona, 2014.ISBN: 978-84-8383-747-4. 188 pàgs. Pàg. 76.

Tuteig

Feia un any que es veien regularment i encara es tractaven de vostè. Dos mesos enrere, a la tornada del setembre, s'havien intentat tutelar, però ja era massa tard. Era com si haguessin introduït dos desconeguts en la seva intimitat. Dues persones que es tractaven de tu i que no coneixien. S'havien tornat a dir de vostè i, tot i ser sorprenent, s'hi sentienprou a gust. La seva manera de viure separats també els convenia: cadascú a casa seva, una independència primmirada. 

Katherine Pancol. El vals lent de les tortugues (Le valse lente des tortues, trad. O. Sánchez i Vaqué). Ed. Empúries, 3ª ed. Barcelona, 2012. ISBN: 978-84-9930-392-5. 620 pàgs. Pàgs. 18-19.

Tuteig (K. Marx / F. Engels)

Llegados a Londres, visitamos en primer lugar a Engels, que en aquellos momentos, entre las diez y las once de la mañana, estaba de­sayunando. Engels tenía la costumbre de no retirarse a dormir nunca antes de las dos de la madrugada. Nos recibió con gran amabilidad y me tuteó de inmediato, al igual que Marx, a quien visitamos por la tarde.

August Bebel [hacia 1914]    Diciembre de 1880 

Hans Magnus Enzensberger (ed.). Conversaciones con Marx y Engels. Ed. Anagrama, 1ª ed. 1999. ISBN: 84-339-2541-5. 586 pgs. Pg. 395. 

Posteriormente me enteré que Marx, muy lejos de haberse enfada­do por mi súbita salida, había mostrado gran respeto por mi acto. Y cuando el día de la partida me hallaba a solas con Bebel en el compartimento del tren, éste tomó una observación mía totalmente política como motivo para expresarme su satisfacción por mi actuación gene­ral en Londres y me ofreció tutearnos, cosa que acepté con alegría. 

Eduard Bernstein [1928]         Diciembre de 1880 

Hans Magnus Enzensberger (ed.). Conversaciones con Marx y Engels. Ed. Anagrama, 1ª ed. 1999. ISBN: 84-339-2541-5. 586 pgs. Pg. 402.