Boletín de literatura septiembre

Coordinación Bibliotecas

Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid

No 7 Sep 2020

Te invitamos a navegar por las letras de algunos de los siguientes libros. Viaja a los diferentes mundos creados por los autores, que sea tu mente la que se transporte por las letras de estas maravillosas historias y logres desconectarte por un rato de la realidad.

Recomendados del mes:

Especial literatura colombiana

Tia Oriane y otros cuentos

Autor: Marvel Moreno

Fragmento de El muñeco:

Aquella tarde, doña Julia la recordaría siempre. Había estado trajinando en la cocina antes de salir al corredor y con un suspiro tomar asiento en su mecedora de paja. El sol había calentado menos que otras veces y del patio llegaba un olor de alhelíes. Alzó los ojos y vio el palomar recortado en un cielo luminoso, el muñeco olvidado al pie de un tú y yo, y al fondo, junto a la riata de flores, vio a la muchachita correteando alrededor del niño.

Doña Julia sonrió mientras sacaba de una canastilla sus lentes y su labor de crochet. Era agradable tener momentos así, un día sin bochorno, un buen hilo, el encargo de ese mantel de doce puestos por el cual había convenido un precio razonable, y tejer tranquilamente sabiendo que el muñeco estaba a su alcance y el niño se veía distraído.

Las estrellas son negras

Autor: Arnoldo Palacios

Sentado en la nariz de la piragua estaba un viejo arremangándose los pantalones remendados. Él, con más de ochenta años de edad, cabeza pequeña, calvicie reluciente en su cráneo negro chocolatoso, orlado de cabello motoso hacia las orejas y la nuca, cara huesuda, sienes y mejillas hundidas; una mirada apacible emanaba de ojos pardos, oscuros y profundos. Su nariz chata dejaba escapar unos pelitos que se entrelazaban al áspero bigote amarillento, empapado de sudor. Los labios gruesos, salivosos, se mantenían abiertos, mientras cuatro dientes curtidos mordían el cabo de madera de la pipa de barro. Su rostro descarnado, relievado de arrugas, traslucía profunda conformidad, cierto desprecio por lo pasajero y fútil, recia responsabilidad ante la vida larga que lo había fustigado desde el momento en que le regaló el primer rayo de luz. [fragmento]

Tierra de promisión

Autor: José Eustasio Rivera

Edición: Fundación Gilberto Alzate Avendaño

Colección: Libro al viento

Tierra de promisión es un canto a la íntima relación del poeta con el paisaje. Resultado de un tema poético que trabajaba desde muy joven, José Eustasio Rivera ilustró en este libro la identificación de su palabra con una naturaleza autóctona, cuyos rasgos podrían hacer pensar también en un territorio primordial más allá del tiempo, y donde su mirada vital de testigo de excepción se cruzaba con los elementos esenciales de ese mundo tropical, dividido en las tres inmensas zonas del paisaje americano: la selva, o también el bosque tropical, las montañas y las llanuras. [Fragmento de la introducción]

Los Piratas en Cartagena

Autor: Soledad Acosta De Samper

Edición: El cid editor

El piloto sufrió los doscientos azotes en silencio y parecía que más le doliera la vergüenza de sufrirlos que el dolor de recibirlos. Arrojaba sobre el teniente Bejines, que era un gallardo mozo, muy favorito del gobernador Heredia, miradas tales de odio infernal, que éste no pudo menos que recordar lo que le había dicho el subalterno, a quien había confiado el castigo del delincuente. Pero cuando supo que el piloto había pasado por la dura prueba sin mayor deterioro en su salud, y que se había embarcado con rumbo hacia España, muy mohíno y cabizbajo, sintió gran dese canso y en breve olvidó el incidente.

Cocorobé: Cantos y arrullos del pacifico colombiano

Edición: Antonio García Ángel

Ilustraciones: Ivar Da Coll

Selección y prólogo: Ana María Arango Melo

Colección: Libro al viento

En el cancionero del Pacífico reposan sus formas de comprender la vida y la muerte, la cosmogonía, los mundos mágico-religiosos, los valores éticos y estéticos, y las formas de organización social que marcan los ciclos de vida de las poblaciones afrodescendientes. Este libro es, por lo tanto, una oportunidad para reconocer, valorar y celebrar la diferencia en medio de unas realidades sociales que cada vez nos aproximan más a un «otro».

Páginas de vuelta

Autor: Santiago Gamboa

Colección: Biblioteca Digital de Bogotá

Podría escapar a una zona selvática: el Amazonas, piensa, o tal vez el Pacífico. Pero, ¿escapar de qué? Le gustaría ser cónsul en alguna isla tranquila, con nativos que permitan montar un pequeño comercio, peces y perlas, frutas, un barco cada semana con noticias y comida, el correo oficial, tiempo para pescar y nadar. Robinson: una cabaña al lado de la playa, una nevera repleta de cervezas y ron. Tenderse en la hamaca hasta que el sol baje y ya se pueda salir al mar aguantando el tirón de la marea, saludando a los pescadores que vuelven a la playa con las redes llenas, ¿le dejamos algo? Y él: un par de pargos, para comerlos esta misma noche. Trabajar luego debajo de una lámpara asediada por los insectos; sí, pero, ¿qué hacer? No tiene respuesta.

La muerte en la calle y otros textos

Autor: José Félix Fuenmayor

Edición: Universidad del Norte

A mí ningún perro me ha molestado. Y algunos me siguen, desean vivir conmigo, eso muy claro se los comprendo. Ellos no buscan ni comida sino mi compañía, porque bien saben que yo no tengo comida porque demás que pueden oler mi mochila. Viene uno y me ve. Se estira, alzando la cabeza; luego se afloja, se me va poniendo detrás y continúa adelantando hasta que marcha a mi lado acomodando su pasito brincado al mío suave y largo. Así voy con él, vamos juntos, mirándonos.

San Antoñito

Autor: Tomás Carrasquilla

Fragmento: Aguedita Paz era una criatura entregada a Dios y a su santo servicio. Monja fracasada por estar ya pasadita de edad cuando le vinieron los hervores monásticos, quiso hacer de su casa un simulacro de convento, en el sentido decorativo de la palabra; de su vida algo como un apostolado, y toda, toda ella se dio a los asuntos de iglesia y sacristía, a la conquista de almas a la mayor honra y gloria de Dios, mucho a aconsejar a quien lo hubiese o no menester, ya que no tanto a eso de socorrer pobres y visitar enfermos.

De su casita para la iglesia y de la iglesia para su casita se le iban un día, y otro y otro, entre gestiones y santas intriguillas de fábrica, componendas de altares, remontas y zurcidos de la indumentaria eclesiástica, toilette de santos, barrer y exornar todo paraje que se relacionase con el culto.