Quino
LA COMUNICACIÓN: SUS ELEMENTOS
La comunicación es la relación que se establece entre un emisor y uno o varios receptores para intercambiar información.
La función principal de la comunicación es transmitir información, dar cuenta de algo novedoso. La comunicación es consecuencia inmediata de la caracterización del ser humano como ser social: una necesidad inherente a las personas, es la base y el fundamento de las relaciones sociales y el instrumento imprescindible del progreso, vehículo de transmisión de las ideas, la cultura, la ciencia y la técnica.
La comunicación es una tensión dialéctica, un proceso dinámico en el que intervienen una serie de elementos imprescindibles, que aparecen en este esquema, siguiendo las ideas de Roman Jacobson:
En este esquema advertimos:
Un nivel social, constituido por los interlocutores que se comunican, que se relacionan para intercambiar información:
El emisor, que elabora, codifica y transmite el mensaje. El emisor puede ser individual, o un organismo, una asociación, un medio de comunicación, etc.
El receptor, que recibe la señal, la descodifica, la interpreta y comprende el mensaje.
Un nivel extralingüístico, constituido por el referente y el contexto:
El referente es aquella realidad ajena al lenguaje de la que trata la comunicación y a la que se refiere el mensaje: un hecho real o imaginado, una idea o un pensamiento.
El contexto es la situación física, social y anímica, en que se mueven el emisor y el receptor al comunicarse, el conjunto de circunstancias extralingüísticas que rodean el acto de la comunicación: el lugar, el tiempo, el estado anímico, la formación cultural y la intención de los interlocutores, ruidos, interferencias, etc.
Un nivel de transmisión, constituido por el medio y el canal, que es el medio físico a través del cual se difunde el mensaje (el aire, las ondas hertzianas, el hilo telefónico, el papel, etc.) y también el sentido con el que lo percibe el receptor (canales visuales, auditivos, táctiles…).
Un nivel lingüístico, constituido por el mensaje y el código:
El mensaje, es el contenido de la información que el emisor transmite al receptor.
El código está constituido por un número limitado de signos que se combinan mediante ciertas reglas para elaborar el mensaje: los 24 fonemas del castellano, los tres colores del semáforo, fumata negra/fumata blanca para la elección de un Papa, etc. Para que haya comunicación los códigos deben ser conocidos por el emisor y el receptor.
2. FUNCIONES DE LA COMUNICACIÓN
La intención comunicativa del emisor y el propio contenido del mensaje adquieren una función específica según se centre, con mayor o menor énfasis, en uno o en otro de los factores del proceso comunicativo. Así, Roman Jacobson, atribuyó una función a cada uno de ellos.
La función emotiva o expresiva se produce cuando el mensaje, impregnado de subjetividad, se centra en la expresión de reacciones afectivas del emisor, provocadas por estímulos externos o internos: sentimientos, emociones estados de ánimo (alegría, dolor, indignación,…).
¿En qué debemos fijarnos para justificar que en un texto predomina la función emotiva?
El lenguaje refleja esta función a través de interjecciones, de los diversos matices de la entonación (preferentemente, los exclamativos); de diminutivos, aumentativos y despectivos; de adjetivación afectiva; de tacos y expresiones malsonantes; de reticencias y “subrayados” intencionados de palabras; de reiteraciones expresivas o de silencios...
La función denotativa, referencial o representativa tiene lugar cuando el mensaje ofrece información objetiva sobre el referente, que es el mundo real o imaginario de los seres, objetos, hechos o ideas, sin que el hablante muestre su emotividad ante ellos.
¿En qué debemos fijarnos para justificar que en un texto predomina la función referencial?
Es una función neutra, sin rasgos lingüísticos marcados: entonación enunciativa, modo indicativo, ausencia de adjetivación afectiva. De carácter intelectual, predomina en la narración, los textos científicos,…
La función apelativa, conativa o persuasiva ocurre si el mensaje se orienta hacia el receptor, con el fin de influir sobre él y modificar su conducta mediante ruegos, exhortaciones o mandatos categóricos.
¿En qué debemos fijarnos para justificar que en un texto predomina la función apelativa?
Su forma más pura viene dada por el uso del imperativo y sus sustitutos, de las perífrasis obligativas y también de los vocativos, de formas corteses de ruego y exhortación, de preguntas, etc.; reforzados a veces con recursos de tipo emotivo, como la entonación exclamativa y las expresiones interjectivas bien o malsonantes para reforzar el mensaje persuasivo.
Es la función habitual en la conversación y en los manuales de instrucciones; y frecuente en el lenguaje publicitario y propagandístico,…
La función fática o de contacto se centra en el medio o canal, cuando el lenguaje tiene la finalidad de establecer, mantener o interrumpir la comunicación.
¿En qué debemos fijarnos para justificar que en un texto predomina la función fática?
En la relación social hay multitud de expresiones estereotipadas, vacías de significación, cuyo fin es mostrar la disposición de los interlocutores para intervenir o colaborar en el diálogo: apelaciones e invocaciones, fórmulas de cortesía, de saludo y de despedida; expresiones destinadas a mostrar interés y mantener el contacto con el interlocutor; alusiones triviales a temas como el tiempo, la salud, la familia; y el silencio.
La función poética o estética se centra en el mensaje, cuando se pretende embellecer la forma del enunciado mediante recursos expresivos o estéticos que lo apartan de la lengua común.
¿En qué debemos fijarnos para justificar que en un texto predomina la función poética?
Son factores estéticos todos los recursos de tipo fonético, léxico-semántico o sintáctico, que añaden al texto unos valores connotativos, además del mero valor informativo: aliteraciones, rimas, metáforas, reiteraciones expresivas, paralelismos, etc.
Además de estar presente en la poesía y en la literatura en general, la función estética es un componente esencial del lenguaje de las demás artes, como la música, la pintura, o la arquitectura.
La función metalingüística tiene lugar si el contenido del mensaje se refiere al código, cuando hablamos del lenguaje, lo analizamos o lo definimos.
¿En qué debemos fijarnos para justificar que en un texto predomina la función metalingüística?
La reflexión sobre el lenguaje requiere un cierto grado de objetividad y la utilización de una terminología técnica, que designe de forma referencial las unidades, procesos y normas gramaticales de los códigos lingüísticos que analizamos. Es la función predominante en el estudio científico de la lengua, aunque puede aparecer siempre que los interlocutores reflexionen, aunque sea de forma no rigurosa, sobre el lenguaje que utilizan.
DENOTACIÓN Y CONNOTACIÓN
Los denotativos son los componentes del significado objetivo del término. Lamamos denotación al significado o significados objetivos, referenciales, que tienen las palabras y que son comunes a todos los hablantes.
Gallina es un significado que tiene como semas+ ave, +doméstico, +femenino;
Suspender significa “interrumpir transitoriamente una acción”;
Los connotativos, que son las asociaciones subjetivas, emotivas, positivas o negativas, que en un determinado contexto o situación un hablante o un grupo de hablantes añaden a la denotación o significado objetivo del término. A veces las connotaciones son tanto o más importantes que el significado primario o denotación. Cuando decimos Ese hombre es un gallina, al significado denotativo de “gallina” se ha superpuesto el sema connotativo de “cobarde o apocado”, que ha llegado a cambiar su significación. Para cualquier estudiante la palabra suspenso está cargada de connotaciones negativas, que enturbian su significación objetiva, neutra.
El lenguaje científico es denotativo, pues es objetivo. Por el contrario, en la connotación se significa subjetivamente, con predominio de las funciones expresivas o poéticas. El lenguaje coloquial o familiar y literario son fuertemente connotativos. El uso de hipérboles, diminutivos o aumentativos, términos despectivos, tonos exclamativos, comparaciones expresivas y metáforas, acumulaciones retóricas de sinónimos y antónimos, etc., impregnan el lenguaje, ya sea coloquial, literario, publicitario o periodístico, de un fuerte tono connotativo, subjetivo, emotivo.
LOS CAMBIOS SEMÁNTICOS
El uso continuado de las palabras hace que, con el tiempo, al significado primario se vayan añadiendo asociaciones o connotaciones de tipo psicológico, social, ideológico o puramente lingüístico, lo que da lugar a un desajuste entre significante y significado, el cual puede sufrir ampliaciones o generalizaciones, restricciones o especializaciones, o cambios radicales.
Los cambios semánticos pueden deberse a distintas causas, debidas a la modificación de la realidad significada o a las connotaciones que el contexto situacional o lingüístico añade a la denotación.
Por causas históricas: Cambios debidos al espíritu conservador de la lengua, ya que las cosas cambian y evolucionan mientras que los nombres que las designan permanecen: pluma, carretera, etc.
Por causas lingüísticas: Provocados por las asociaciones que las palabras contraen en el contexto, de manera que el sentido de una puede transferirse a otra por “contagio”, al usarse frecuentemente juntas en un mismo contexto lingüístico. Se produce entonces la elipsis del término primario pasando su significación al contiguo. Por ejemplo, danone por yogur, habano o puro por cigarro,…
Por causas sociológicas o psicológicas: Basados en las connotaciones que añaden al significado primario múltiples factores situacionales: restricción o ampliación del ámbito de aplicación del significado, prejuicios sociales, asociaciones de tipo psicológico presentes en la mente del individuo o del grupo social: pensemos en los cambios que se han producido en siniestro, rústico, villano,…
La metáfora y el eufemismo son dos tipos fundamentales de cambio semántico debidos a causas emotivas, subjetivas, basadas en la pluralidad de asociaciones connotativas de tipo psicológico, religioso, moral, ideológico o simplemente estético, que el hablante atribuye a los significados.
La metáfora
Consiste en el cambio de significante del nombre de un objeto por el de otro con cuyo significado se observa una similitud real o imaginaria, al establecer asociaciones de tipo subjetivo y connotativo entre ambos.
La estructura de la metáfora tiene diversos grados: va del símil o comparación expresiva donde los dos términos (real y figurado) se relacionan por comparación explícita. (Felipe (A) es más antiguo que un dinosaurio (B)); pasando por la identificación de ambos términos presentes en el discurso (Felipe (A) es un dinosaurio (B)); hasta llegar a la metáfora pura, en la que el término primario ha sido sustituido por el imaginado (Me he encontrado con el dinosaurio (B)).
Podemos clasificar la múltiple variedad de metáforas en cuatro grupos:
Antropomórficas: cuando se atribuye sentido humano a objetos inanimados, designándolos con términos referidos al cuerpo humano: ojo de…, boca de…, pulmón de…, corazón de…, etc.
Zoomórficas: cuando se aplican a objetos o personas, casi siempre con una fuerte connotación peyorativa, cómica o caricaturesca, significantes referidos a animales: mastodonte, zorro, burro, rata…
Sinestésicas: basadas en la traslación de sensaciones de un sentido a otro: colores chillones, voz dulce, perfume fresco,…
La metonimia, a la que podemos considerar un tipo especial de metáfora.
La metáfora es tan usual en el lenguaje coloquial como en el literario, sin embargo, las metáforas comunes están ya tan asimiladas que no se perciben como tales.
Los eufemismos
Son cambios semánticos de carácter psicológico, emotivo, connotativo: por razones morales, sociales, políticas, de delicadeza o cortesía, ciertos significados se cargan de connotaciones peyorativas o incluso odiosas, con lo que los significantes que los designan se convierten en palabras tabú, por lo que se evita nombrarlas.
La palabra tabú es marginada y sustituida por un término neutro o con connotaciones positivas que pretende encubrir el significado desagradable. Existen multitud de eufemismos: de tipo piadoso para encubrir realidades dolorosas, de la decencia y el pudor, para no nombrar órganos o funciones fisiológicas y sexuales, de carácter social y político, con los que se intenta manipular a la opinión pública…
Fenómeno contrario son los disfemismos, casi siempre malsonantes, en los que el significado se carga intencionalmente de connotaciones humorísticas, hiperbólicas, o groseras y desagradables.
RELACIONES SEMÁNTICAS: CAMPOS LÉXICO-ASOCIATIVOS
Los significados de las palabras se relacionan en campos léxico-asociativos. Por ejemplo, la palabra “buey” hace pensar 1) Vaca, toro, ternero, cuernos, rumiar, mugir…, 2) en labranza, arado, yugo,…; y 3) Evoca la idea de fuerza y resistencia, de trabajo paciente, pero también de lentitud…
Campos semánticos
Un campo semántico está formado por todas aquellas palabras de la misma categoría gramatical relacionadas por su significado, compartiendo ciertas características comunes o semánticas.
En los campos semánticos se observa una jerarquización de los significados, que produce una relación de hiponimia, ya que existe un término de mayor extensión denominado hiperónimo que reúne los semas comunes a todos los elementos del campo, mientras que las demás palabras, de significado más restringido son los hipónimos.
Pueden formar parte del campo semántico tanto palabras de significado denotativo como términos de sentido figurado o connotativo: metáforas, metonimias, eufemismos y disfemismos; y además, pueden pertenecer a los distintos niveles del lenguaje: culto, coloquial, vulgar, jerga o argot, literario, científico, etc.
Relaciones de sinonimia
Sinónimos son dos o más palabras o expresiones con distinto significante pero con el igual o parecido significado. Hay que advertir que la sinonimia absoluta no es muy frecuente (asno y burro, senda y vereda). Lo habitual son los sinónimos relativos o parasinónimos, entre los que existe algún sema, denotativo o connotativo, diferente (asno y pollino, camino y vereda).
También cabe distinguir los sinónimos teóricos, que serían todos los significados de una palabra en todas sus acepciones. Y sinónimos contextuales, que son solo los términos que pueden intercambiarse en un determinado contexto sin que varíe la significación. (Una novela puede ser corta o breve, pero no tímida o apocada). Entre estos sinónimos contextuales destacan los sinónimos connotativos, de sentido figurado, en laos que las asociaciones metafóricas hacen sinónimas en el texto a palabras que denotativamente no lo son. (Aner es un burro, cafre, salvaje, bestia…)
Como recurso expresivo, la sinonimia es la acumulación retórica de sinónimos muy seguidos, para insistir enfáticamente en un mismo tema.
Cuando los términos de una serie de sinónimos se ordenan según un criterio de intensidad ascendente, se produce una gradación.
La polisemia y la homonimia
Fenómeno opuesto a la sinonimia, la polisemia es la asociación de dos o más significados bajo un mismo significante. La mayoría de las palabras son polisémicas, tienen más de una acepción.
La polisemia se encuentra en los recursos expresivos basados en el juego equívoco con los significados, muy abundantes en el lenguaje coloquial y literario: la disemia, al utilizar intencionadamente una palabra con doble sentido; y la ironía, que suele presentarse como un equívoco construido a base de disemias para dar a entender lo contrario de lo que dice: solo el contexto situacional, compartido por el emisor y el receptor, nos permitirá entender el sentido de la frase Estudiar es divertidísimo, dicha por un estudiante.
Homónimas son dos palabras distintas que tienen el mismo significante, debido a que estas dos palabras, en principio distintas en su significado y en su significante han sufrido una evolución fonética coincidente. Ante dos significantes idénticos muchas veces sólo el origen etimológico nos aclarará si se trata de polisemia o de homonimia.
Polisemia: columna (vertebral) y columna (de edificio)
Homonimia: pez (animal) y pez (betún)
Relaciones de antonimia
Son antónimas dos palabras de significado opuesto. Estas asociaciones léxico-semánticas de oposición son un importante factor estructurador del léxico, que se agrupa en muchos casos por parejas en que cada elemento se define por oposición al otro: Caín/ Abel, bien/mal, sí/no,…
La antítesis es un recurso expresivo que consiste en resaltar la oposición entre dos o más significados. Muchos textos tienen estructura antitética, ya que en ellos se desarrolla un contraste entre ideas opuestas.
La paradoja se produce cuando aplicamos expresiones que aparentemente envuelven contradicción.