Aunque el conocimiento tiene un precio, la vida misma debe tenerlo también y existe una sola manera de conocer su costo verdadero, transitarla, vivirla todos los días un minuto a la vez. Y si queremos atravesar los límites de ambos, debemos subirnos al bote del tiempo, dejándonos llevar hacia adelante por las olas del destino, aunque hay muchas maneras de llamarle, a mí me gusta decirle providencia.
Acumular conocimiento y experiencias es enriquecedor, sin embargo, el precio de acceder a ellos está sobre la mesa desde el primer día que nacemos. Entregamos nuestro cuerpo como pagaré, como garantía por todo lo que vamos a conseguir durante nuestra estadía en este lugar. Del otro lado del mueble, se sienta nuestro acreedor. La muerte, paciente y sabia a su manera, dispuesta a quitarnos una por una, las monedas de la vida. Hasta que finalmente se acaban, algunos tienen más para ofrecer, otros, menos créditos en sus bolsillos, de igual manera nos cobra el total de la deuda por haber venido aquí. Implacable en su accionar, severa también, pero justa e imparcial con todos, sin excepciones, el final es el mismo para cualquiera que firmara el contrato.
Algunos se enojarán por lo adquirido, otros le darán la mano satisfechos por lo conseguido, y unos pocos la abrazarán como una amiga, plenamente conscientes de lo vivido. A ella eso no le importa, cumplió con su parte, lo que tú hayas hecho con el tiempo que tuviste disponible, es pura y exclusivamente tu responsabilidad.
Siguiendo con el ejemplo anterior, podríamos decir que es una moneda extra. Hecha de un metal precioso, llamado energía vital, nos permite acceder a un nuevo nivel de vida y conocimientos más allá de los comunes terrenales. No tiene fecha de caducidad, no se devalúa con el tiempo, acumula valor infinito y nos permite burlar a la muerte. Por supuesto que "burlar" es en el buen sentido de la palabra, porque no le faltamos el respeto, simplemente la saludamos y continuamos navegando por el mar de la vida, bajo nuestra nueva condición de Inferas.
Además de ser la fuente de energía para los Guardianes e Inferas, la partícula los mantiene vivos en la atmósfera hostil de Harte. Si bien es un planeta rocoso que alberga formas de vida evolucionadas como los Indomes o los vegetales similares a la Tierra, su presión atmosférica es mucho más fuerte, ejerciendo su influencia sobre los cuerpos de manera similar a la que experimentan los peces a miles de metros debajo del nivel del mar. Lo mismo sucede con la gravedad, la cual es ligeramente superior a la conocida por los seres humanos, y de acuerdo a lo poco que saben los Guardianes y Adriel sobre el planeta, al poseer más atracción gravitatoria suponen que es más grande que la Tierra.
Un lugar no apto para la vida humana claramente, sin embargo, gracias a las capacidades evolutivas que poseía Angelo y que impregnó en las personas al morir, les otorgó la habilidad de adaptarse a distintos ambientes, modificando la fuerza de los músculos de acuerdo a la situación que lo requiriera para soportar esa pesada gravedad. La partícula actúa sobre el tejido humano realizando micro ajustes continuamente “acelerando” un proceso que llevaría generaciones enteras de adaptación evolutiva en los cuerpos terrestres, pero gracias a este efecto de la partícula es prácticamente instantáneo.
Si colocáramos a un hombre promedio con buena condición física, sin sobrepeso y en su completo uso de facultades en el patio de Inferania, este sería “aplastado” contra el suelo sin poder levantarse, sus pulmones colapsarían también, incapaces de expandirse para tomar aire.
Al medirse un ínfera contra un índome mano a mano, cuerpo a cuerpo, este último posee mucha más potencia física, porque sus músculos evolucionaron en ese planeta dotándolo de mayor capacidad de ataque en igualdad de condiciones. Por esa misma razón un ser humano normal no tiene posibilidades para defenderse o atacar exitosamente a un índome, no obstante, gracias al uso correcto de la partícula y un gran entrenamiento bajo esas difíciles condiciones, se pueden lograr resultados sobrehumanos espectaculares. Ya que una vez que aparece en juego la partícula de cada individuo “despertada” en aquel planeta, dota a su portador con la capacidad de defensa y ataque muy similares a los animales nativos de Harte, como si siempre hubieran vivido allí, equilibrando de esa manera los combates.
Todos los ínferas desde el momento que emergen, no necesitan comer para alimentarse, aunque sí necesitan agua para vivir, la partícula les provee lo que necesitan para sobrevivir reemplazando las comidas por energía pura, también mantienen las funciones del sueño y el descanso, trabajando biológicamente con al AGUAMANTIO. Está comprobado que mientras dormimos, muchas células y neuronas del cerebro principalmente se regeneran y reordenan preparando las funciones cognitivas para cuándo despertamos. Entonces, como las partículas de Angelo están depositadas en partes vitales como el corazón, la sangre, el cerebro y las neuronas, estas también necesitan del sueño para reponerse, manteniéndose activas y fuertes.
De igual manera como sucede con nuestros músculos, si realizamos ejercicios físicos se gastarán, por lo que necesitarán tiempo para recuperarse hasta hacer otro esfuerzo nuevamente y la única manera de que no nos cansemos o nuestro cuerpo sufra un colapso es durmiendo. Por eso la partícula también requiere de cierto descanso luego de explotarse y usarse, porque si bien actúa como una fuente de energía ilimitada, nuestros cuerpos siguen teniendo un desgaste biológico natural, el cual requiere tiempo para recuperarse, para "repararse". Esto se hace más que evidente, luego de un combate o una larga jornada de entrenamientos, donde las funciones de potencia aplicada sobre la biología humana son extremadamente importantes. Volviendo capaces a los seres humanos de proezas físicas increíbles como correr por más tiempo y a velocidad constante, realizar saltos más largos y altos, fuerza extra, velocidad, sentidos del oído y la vista agudizados, etc.
Además, muy importante, transforman al cuerpo humano en una máquina de aprendizaje mucho más radical y efectiva que son los propiamente dichos Ínferas, quienes rápidamente, se vuelven expertos en disciplinas como combate con espadas, cuerpo a cuerpo, arco y flecha, entre otras. En apenas unos meses, estos humanos prodigios, dominan con gran destreza artes y tácticas bélicas ancestrales para poder defenderse correctamente de los Indomes. Mientras que a cualquier mortal esto le demandaría toda una vida de aprendizaje, autodisciplina y control.
Debido al carácter de guerreros y fuerza de combate que llevan los ínferas del momento que emergen, los guardianes les enseñan a aplicarla en sus armas de defensa contra los índomes.
¿A qué se debe esto? A que los humanos no tenemos la menor posibilidad de lastimar a estos seres con nuestros propios medios. Incluso si sostuviéramos en nuestras manos la espada más afilada y mortífera del mundo, e intentáramos atacarlos, no lograríamos dañarles ni un pelo. En contadas ocasiones registradas, ínferas inexpertos debieron enfrentarse contra centinelas cuerpo a cuerpo, y los resultados han sido siempre los mismos, llegando a una inevitable y dolorosa muerte para el joven guerrero. Si bien la partícula es la que los mantiene vivos en el inhóspito planeta, no lo es todo, la realidad es que solo es el comienzo, porque debe ser manejada a la perfección y exteriorizada correctamente. De la misma manera como Angelo lo supo hacer en su momento, explicándoles a Lucio y Adriel en primer lugar, cómo funciona esta maravillosa energía.
Para que un arma de carácter, fabricación y manipulación terrestre se vuelva útil, esencialmente mortal para los originarios de Harte, debe cargar con la partícula de su portador. Angelo descubrió que transmitiendo su energía a cualquier objeto que tomaba con sus manos, podía defenderse y lastimar satisfactoriamente a sus agresores. Del momento que hizo este descubrimiento se dio cuenta que delante suyo tenía a sus opuestos y era su obligación defender a toda costa a los indefensos humanos con los cuales ya había tenido contacto previo, estableciendo lazos emocionales.
Las enseñanzas de Angelo y las técnicas de combate fueron transmitidas primero de Adriel a los Guardianes y luego a los ínferas, quienes con el tiempo fueron perfeccionando los métodos, agregando sus propias experiencias y estableciendo un sistema diferenciado por niveles. Gracias a esto y mucho más, ahora en pocos meses, son los jóvenes humanos emergidos quienes controlan perfectamente su partícula, volviéndose guerreros confiables y seguros.
A la hora de combatir, la partícula recarga y explota al máximo las capacidades de su ínfera, por lo que, si este no tiene el debido control de su cuerpo y sus emociones, puede perjudicarlo provocándole dolores o calambres musculares, seguidos de una gran fatiga, con el sabido riesgo de quedar a merced de su enemigo sin posibilidad a defenderse. El entrenamiento es muy importante para aumentar la resistencia del humano, volviéndolo tolerable a una carga alta de partícula y por supuesto, para poder utilizarla durante más tiempo.
Este tipo de entrenamiento provee de muchas ventajas al usuario en cuestión, ya que esta energía tan particular, no posee límites establecidos. Los Guardianes son el vivo ejemplo de que mientras más tiempo se trabaje y discipline, la partícula crece como una habilidad más, trabajando junto al cerebro de manera similar a cultivar una nueva aptitud o capacidad. Entonces, podemos decir que mientras que, para el ser humano común, cuanto más repita un ejercicio o experiencia, más habilidoso se volverá, su cuerpo y cerebro también lo harán. Porque este órgano mencionado, aprende a mejorar gracias a la repetición y el conocimiento.
No obstante, para los ínferas es posible ir un nivel más allá. Gracias a que en esta relación cuerpo/cerebro, se agrega un tercer y nuevo protagonista: la partícula. La cual llega para incrementar todas y cada una de estas conexiones neuronales, nerviosas y sanguíneas, aumentando exponencialmente las capacidades físicas del usuario en cuestión, transformando y llevando al ser humano al nuevo nivel de evolución.
Esta triple relación, muy estrecha entre cerebro, cuerpo y partícula, requiere de gran control, conocimiento y aplomo por parte del ínfera. Angelo en su momento, comprendió esto y al ver que los seres humanos eran compatibles con esta energía tan especial, decidió enseñarles, disciplinarlos para que pueden manejarla a su antojo sin morir en el intento. A él le hubiera encantado que sus discípulos usaran la partícula para mejorar el mundo evolucionando en paz. Pero la inminente amenaza de los índomes, lo obligaron a que primero se debiera aplicar en armas, para atacar y defenderse de las bestias invasoras, las cuales amenazaban la existencia de la raza humana entera.
En ese momento, la tecnología armamentística terrestre era regida principalmente, por tres tipos de armas diferentes. Estos instrumentos fueron adoptados por Angelo, ya que, al compartir tiempo con los seres humanos, pudo atestiguar su capacidad para destruir y lastimar. Él nunca aprobó la guerra como sistema de vida, era un ser pacífico que detestaba la violencia en todas sus formas. Sin embargo, sabía que, llegado un punto, no había más lugar para la diplomacia y los seres humanos necesitaban defenderse de seres mucho más poderosos y peligrosos que ellos, los cuales amenazaban con extinguirlos si no tomaban cartas en el asunto. Angelo en solitario no podía detener la invasión indómica que se cernía sobre la Tierra, así que tomó la decisión de compartir su preciada partícula con los humanos. Una raza que ya de por sí era fuerte, adaptable a nuevas condiciones de vida y con gran fuerza de voluntad, pero él además les daría un poder, una herramienta para que la aplicaran en las mejores armas de guerra de los últimos tiempos. Aquellas que tecnológicamente consideraba las mejores, y más aptas para aplicar su energía.
La partícula de un ínfera cuándo entra en estado de combate, físicamente se manifiesta como una flama que no quema, pero sí genera cierto calor y luz, normalmente es de color claro cercano al celeste o el blanco. Envuelve las manos completas de los guerreros, concentrándose en sus puños y/o guantes, en la hoja de la espada o en cada flecha que se disparará. Es la primera y básica de las habilidades que aprenden a manejar los humanos por parte de los Guardianes, y salvando las distancias, la más importante que aprenderán en su vida.
El siguiente nivel, es manifestar una partícula de cuerpo entero y poder controlarla a voluntad para atacar o defenderse, convirtiéndose prácticamente, en seres invencibles. Imposibles de ser lastimados, y letales a la hora de matar. O en el caso de los inféricos, lograr preparar un Aguamantio tan rico en esta energía, que sea capaz de curar cualquier herida, sin necesidad de recurrir a una tina especial de regeneración.
LA ESPADA
Históricamente fue la mejor y más confiable herramienta de guerra en la lucha cuerpo a cuerpo, capaz de reunir altísimos valores de ataque y defensa, antes de la llegada de las armas de fuego. Se adapta muy bien al manejo de partícula, porque siempre requiere estar en contacto directo con las manos del portador, incrementando exponencialmente la capacidad de daño al enemigo. Por su potencia, canalización de energía y manejo, sumado a su gran versatilidad, cualquiera sea su diseño, son óptimos a la hora de ayudar a un ínfera en situación de combate.
ARCO Y FLECHA
Utilizados exclusivamente por ínferas con gran nivel de precisión e inteligencia. Su principal función a la hora de ser elegidos, es proteger a las demás tropas de los centinelas voladores. Toda Inferania está custodiada por decenas de arqueros las 24 horas del día.
Existen arcos con dos diseños principales, los más blandos, básicos y pequeños, son aquellos utilizados por los ínferas cuándo están en su etapa de instrucción y despertar de la partícula. Su entrenamiento consiste en aplicar la partícula en el cuerpo de la flecha antes de ser disparada, siendo la única manera posible de lastimar a un índome. Luego de alcanzar cierto nivel, los guerreros son enviados a diferentes puntos estratégicos ubicados a lo largo de todo el perímetro de Inferania, con arcos mejor elaborados, grandes, duros y con mejor resistencia a la flexión, acumulando mayores cantidades de energía. Esto les provee de gran capacidad de ataque y respuesta a larga distancia, ya que usan materiales idóneos para acumular y canalizar la partícula.
GUANTES DE COMBATE
Masifican la capacidad para dañar todo lo que tocan, transmitiendo la potencia de la partícula del Infera, directo a los átomos de su objetivo y destruirlo en el proceso. También protegen las manos de los ínferas, ya que los cuerpos de los índomes son en extremos duros, y resultarían en graves lesiones para los humanos, como quebraduras de nudillos o muñecas. Aquellos que los utilicen siempre son individuos seleccionados con conocimientos básicos de defensa y ataque cuerpo a cuerpo. Las artes marciales mixtas, karate, judo, taekwondo, y demás disciplinas, fueron adoptadas por Angelo en la edad antigua de oriente. De gran sabiduría y corazón, comprendió que cualquier humano puede ser un arma perfecta, y casualmente fue lo primero que aprendió de las tres disciplinas, pensando en los mejores métodos para defenderse de los índomes invasores. Estos guantes, al igual que la espada y el arco, magnifican el daño y potencia de un golpe, maximizando la energía de la partícula en cada impacto.