Una habitación de techo blanco y paredes grises, varias ventanas dejan ingresar la cálida luz del sol. En el centro, hay dispuestas simétricamente, en forma de círculo y separadas cada dos metros, doce tinas, llenas hasta arriba de un líquido blanquecino semi transparente. No obstante, una sola de estas tiene en su interior, sumergido a un humano.
<< ¿Qué me sucedió? Es extraño, ya no siento mi cuerpo pesado. Qué hermosa sensación, es cálido, estoy...creo que estoy flotando, es tan placentero ¿Dónde estaré? ¿Acaso esto será la muerte?>>
Para su sorpresa, Ramiro abrió los ojos. Estos le dolían mucho, y su vista se encontraba nublada porque había demasiada luz, contrariamente a lo último vivido. Sabía que estaba acostado e intentó levantarse, pero sus extremidades se hallaban entumecidas. Sentía, además, a su cerebro acelerado intentando de recordar, cuándo un aluvión de imágenes y sonidos aparecieron en su mente. Los mismos eran instantes, recuerdos de momentos anteriores, llegando casi al unísono, dándole poco tiempo para asimilar siquiera lo que había ocurrido. Incluso ponerle un orden era difícil, el accidente, los doctores, sus padres.
<< ¡Matías! ¡Mamá! Necesito verlos ¿O será que fue todo un sueño?>>
Quiso incorporarse, pero el cuerpo aún no respondía. En cuanto a su vista, paulatinamente cobró fuerza mostrándole el lugar en el que se encontraba. Una enorme habitación iluminada tenuemente por varias fuentes de luz, ventanas, y, además, la que irradiaba ese extraño líquido. Un fluido en el cual se hallaba acostado y sumergido como si de una bañera se tratara. Delante de él había una puerta y esta se abrió dejando el ingreso a un hombre, Ramiro automáticamente lo reconoció como un doctor, estaba vestido de blanco y usaba una prenda similar a un delantal que lo cubría por completo. El joven lo observó rápidamente, cada detalle era importante para intentar de identificarlo: aparentaba unos veinticinco años, su pelo de color negro caía casi hasta tocarle los anchos hombros, muy rectos y marcados a pesar que no se veía musculoso. Tenía una buena altura apenas superior a la de él y a simple vista era delgado. Como su cara era lo único que se veía se centró en los detalles de su rostro. Ojos de color verde y nariz grande, de mirada seria e inexpresiva, le provocaba desconfianza. El hombre cerró la puerta y lo observó unos segundos, luego suspiró y acompañado de una leve sonrisa, comenzó la conversación.
—Veo que te has despertado ¿cómo te sientes?
Ramiro prácticamente no lo escuchó, sólo atinó a decir una frase, y si bien lo estaba mirando, tenía la vista fija en la nada misma —Destino y verdad.
— ¿Cómo dices? —la expresión del hombre era claramente desconcertado.
Las pupilas del joven se achicaron, recuperaba sus sentidos con gran velocidad y su capacidad para recordar aumentaba. No obstante, de manera similar a un sueño, todo se desvanecía a cada segundo, como el vapor en el aire — ¿Dónde está el viejo? ¿Qué sucedió con Matías?
El extraño permanecía de pie, cruzado de brazos, escuchando atentamente, aunque las respuestas a las dudas del chico eran silencio de su parte.
—Usted no es un doctor ¿verdad? ¿Dónde estoy? —volvió a preguntarle al extraño.
—Tienes mucho espíritu. Y si te has dado cuenta que algo no está bien, significa que estás bien, fascinante. Me alegro, porque comenzaremos en poco tiempo.
—No me ha respondido. Dígame ¿por qué estoy flotando? ¿Qué es este líquido? ¿Dónde se encuentra mi familia?
—Tu familia —murmuró, haciendo una pausa, su voz se desvaneció con cada letra pronunciada.
Luego se acercó unos pasos hacia el confundido muchacho hasta quedar frente a la tina, lo miró fijo a los ojos y tomó aire para comenzar a hablar.
—Está bien. Necesito me prestes mucha atención, primero, no temas, porque no pienso lastimarte. Te responderé con sinceridad. Como bien dijiste recién, te hablaré de tu destino y la verdad. Pero, antes de eso, necesito me digas lo último que recuerdas ¿Sabes decirme tu nombre o qué día es?
El chico contestó, aunque hizo una pausa, sus ojos danzaban de izquierda a derecha, pensando, buscando en su interior, reuniendo toda la información disponible —Ramiro —dijo a secas, y agregó —no sé qué día es.
—Bien Ramiro, yo soy Ezequiel, estoy para cuidarte y ser tu guía. Tengo mucho para contarte y justamente, comenzaré por tu familia. Mira a tu alrededor, no están aquí, no hay nadie porque, como creo ya te has dado cuenta, este no es un hospital. Debes tener presente que toda tu vida y el tú que conocías, todo lo que fuiste e ibas a ser, ha terminado, ya no existe más, has trascendido.
—Recuerdo, la moto, un accidente, me caí al suelo desde una gran altura ¿a eso te refieres?
El hombre asiente con la cabeza —Sí, exacto. Has tenido un accidente, fatal ¿Recuerdas? Te hemos seleccionado porque posees un enorme potencial que muchos otros no tienen, el cual te enseñaremos a utilizar para servir y proteger a una causa noble.
—En ese accidente —lo interrumpe el joven. Su memoria era pura confusión, no obstante, algunas cosas las comenzaba a tener en claro, un extraño recuerdo afloraba —había alguien conmigo, un viejo. Un hombre que me hablaba, muy enojado con otras personas. Decía que eran unos ilusos, que estaban desesperados...
El extraño sonrió levemente — ¿Eso te dijo? ¿Qué estábamos...? — se lo notaba forzado e incómodo — Pues yo opino que el desesperado es él, no debería meterse en lo que no le importa.
El chico lo mira a los ojos, de a poco recordaba algunas cosas — ¿Quién era? Yo sólo sentía mucho dolor ¿Por qué me hablaba y maltrataba de esa manera?
—Porque es un egoísta, un desquiciado que disfruta del dolor ajeno. Mira, por ahora hay muchas cosas que van más allá de tu entendimiento, pero su presencia y lo que te ha sucedido, están ligados muy íntimamente a lo que intento de decirte. Verás, ese sujeto, es alguien que se aparece donde hay muerte, y, en simples palabras, la vida tal cual como la conocías ha cambiado. Radicalmente, para siempre.
Ramiro no escuchó ni recordó nada más luego de que el sujeto dijera “muerte” e intentó salir de la tina donde estaba. Pero su condición era tan débil, que al moverse gastó las pocas fuerzas que tenía, apenas alcanzó a sostenerse del borde con las manos y cayó al suelo. Su cuerpo le dolía tanto, que de un momento a otro pasó de sentirse ligero a extremadamente pesado.
—Espera, no hagas eso —Le dijo el Ezequiel, mientras corría y se apresuraba a levantarlo —No puedes lanzarte así, tu cuerpo no está listo, has tenido un terrible accidente y le tomará un tiempo a esta tina recuperarte.
Ramiro respiraba agitado, recordaba el accidente y este hombre sabía de eso.
— ¿Quién es usted? ¿Cómo sabe de mi accidente? ¿Dónde estoy?
—Te repito, me llamo Ezequiel —le dijo calmadamente, mientras lo tomaba entre sus brazos y lo elevaba para introducirlo en la tina nuevamente.
El muchacho pensó en un principio que no lo levantaría con facilidad y acabaría llamando a alguien, pero efectivamente así fue, lo elevó con sus brazos sin mostrar signos de esfuerzo, como si no tuviera peso. Luego de dejarlo y asegurarse que todo el líquido cubriera su cuerpo, el hombre retomó la silla que se encontraba a un costado y se sentó junto a él.
—Seré franco y directo contigo. Sé de tu accidente porque en esos momentos, te estaba vigilando, pero no me malinterpretes, no es así todo el tiempo. En realidad, existen muy pocas personas como tú, que son buscadas por todavía menos personas como yo, quienes tenemos la habilidad de rastrear partículas a través de las tinas. Es, entre otras cosas, a lo que nos dedicamos los guardianes, y cuándo el viejo mencionó a ese idiota, seguramente se refería a mí. Precisamente, es lo que estaba haciendo cuándo tuviste el accidente y él ya lo sabía, porque puede sentirlo. Rastrear y traer la esencia de gente como tú, hacia aquí, no es un proceso fácil, sin embargo, detectando una partícula a tiempo, como la tuya, antes que la devoren esos desgraciados carroñeros, es que puedo traerla y manifestarla.
El hombre hace una pausa a su relato. Estudia las reacciones del muchacho, lo ve en su rostro, sabe que le entiende a la perfección lo que le está diciendo, sabe que por más que lo niegue, le está creyendo, así que continúa.
—Quiero que sepas que este lugar en el que nos encontramos no es el mundo como lo conoces, y peor aún, tenemos menos información de la que nos gustaría. Esto se debe a que desde el primer momento que llegamos aquí, entrenamos para convertirnos en defensores de estas tierras. Y desgraciadamente, salir a explorar es muy peligroso, porque vivimos defendiéndonos del asedio de los índomes. Hay muchas teorías, tal vez sea otro planeta similar o incluso podría llegar a ser un plano de la existencia diferente. No lo sabemos con exactitud, simplemente somos, estamos aquí. Hoy comprendemos lo suficiente como para vivir y por supuesto, buscar más, a su tiempo, ya que hemos explorado muy poco este mundo. La gente que está desde el principio, le llaman Carte, y hay algo más que te puedo asegurar, una primera ley comprobada. La única forma posible de que estés aquí conmigo ahora, es porque has fallecido ¿entiendes? Lo último que recuerdas, lo último que has vivido, toda esa experiencia horrible y el dolor que sentiste, fueron muy reales.
—No es justo —se quejó Ramiro —El dolor que viví fue muy intenso, no lo merecía.
— ¿Y eso cómo lo sabes? —contesta con una pregunta el hombre —Es más, antes pensaba exactamente como tú, culpando a mi mala suerte por llegar aquí. Pero no se trata de merecerlo o desmerecerlo. Se trata de qué tan aptos podemos ser para sobrellevar una situación y tener el poder suficiente de aceptar o rechazar nuestro destino. En tu caso, parte de ese designio, fue vivir la experiencia más dolorosa de toda tu vida. Verás, nuestra situación, como la de todas las personas que encontrarás aquí, nos ha llevado a estar en una posición mucho más profunda y simple a la vez. Somos hijos de la naturaleza, y por eso mismo, estamos atados a sus reglas. Tiene muchas, si, y es cierto que no son las mismas para todos, aunque en nuestro caso, el abanico de opciones es pequeño.
— ¿A qué te refieres con abanico? Yo no elegí esto.
El hombre sonrió, sabía que el chico comenzaba a entender —De igual manera estás aquí, y no has sido tú el obligado a elegir. Lo hizo tu cuerpo, la naturaleza que habita en ti manifestó que quería seguir. Eligió entre blanco o negro muchacho. Sin embargo, hay mucho más en este dilema que se nos plantea a la hora de morir o vivir. Ya que, luego de vivirlo en carne propia, encontramos que estas dos opciones tienen un común denominador. Algo que los hace únicos y lo llevamos tan arraigados en la carne, que incluso desde pequeños sabemos diferenciar perfectamente. Algo que es nuestro y tan propio de los seres vivos, que ninguna otra materia en el universo lo posee.
— ¿Y qué es eso tan único? —Ramiro intentaba de seguir la conversación, pero le costaba, no lograba imaginar cuál era ese denominador, además, una potente migraña comenzaba a envolver su cabeza.
—El dolor —contestó maravillado este, murmurando y abriendo grandes los ojos —Son un conjunto de sensaciones y vivencias completamente opuestas que habitan en nuestros cerebros. Sin embargo, la vida y la muerte coexisten en él al mismo tiempo, reflejados en el prisma de nuestros cuerpos. En cada sentido, incluso en el color de la sangre, donde convergen y se mezclan, viajando por tus venas a cada rincón de tu humanidad, dándonos la capacidad de discernir entre lo que está bien, y lo qué está mal. Incluso podemos un utilizarlo como un claro diferenciador de estados, porque si sientes dolor, significa que estás vivo. Por el contrario, si no lo sientes, posiblemente hayas muerto.
El hombre hizo una pequeña pausa, sabía que era mucha información para un recién emergido. Sin embargo, era su deber, así que, ante la perplejidad de Ramiro, continuó con su relato, basándose en un potente ejemplo.
—¿Crees que morir de forma dolorosa no es justo? ¿Y si pensaras en la situación opuesta? No lo recordamos, pero, al momento de nacer, cuándo salimos del vientre de nuestras madres e inflamos los pulmones para respirar por primera vez, experimentamos posiblemente, uno de los más agudos e intensos dolores que jamás vamos a padecer. Porque la vida a su cruda manera, nos da la bienvenida a su mundo haciéndonos sufrir.
Ramiro permaneció en silencio, sentado en esa extraña tina, sumergido hasta la mitad del cuerpo en ese cálido líquido. Y con la excepción de esa molestia en su cabeza, estaba cómodo, realmente, hasta le pareció que el argumento del sujeto tenía sentido. Pero la confusión seguía siendo muy grande.
— ¿Y la muerte? —pregunta el joven. Sospechando la respuesta que vendría.
— ¿Por qué habría de ser diferente? —contesta Ezequiel, y agrega —En nuestro caso no es más que una transición a lo que vendrá. Porque tú, además de todas las personas que conocerás aquí, tuvimos y tenemos el poder de vivir más allá de los límites mortales. Por eso debes aceptarla, abrazarla, entenderla y dejar que el dolor sea tu amigo. Yo traje tu esencia, tu “alma” si prefieres llamarla de esa manera, y los más importante de todo, tu partícula, lo que seguramente quería quitarte ese idiota.
Ezequiel cierra el puño derecho, y con el dedo índice le da unos golpes suaves a la tina donde estaba Ramiro —Gracias a este objeto te materializaste aquí, y como tu esencia posee absolutamente toda la información de lo que fuiste y eres también, trajo consigo sus heridas, aquellas que causaron tu deceso y es por esa razón, que te duele tanto el cuerpo. Porque sanar, por más bueno y rápido que sea, duele. Y como simbólicamente has vuelto a nacer, deberás atravesar unas etapas similares a las del crecimiento, aprendizaje, acostumbramiento y mucho más. Este líquido que te hace sentir tan bien es el encargado de regenerarte y te aseguro que cuando termine, estarás mejor que nunca. Ahora hazme caso, y no hagas nada estúpido como saltar, permanece sumergido mientras hablamos.
Ramiro por un momento pierde la cordura, su mente se embota y comienza a mezclar oraciones, a la vez que tartamudea —No lo puedo... no le puedo... no... ¿por qué me dice estas cosas? ¿Piensa que le voy a creer? ¿Una partícula de qué? No me trate de idiota, necesito la verdad, hasta creería que me secuestraron ¿Esto es algo que se inventaron con esa doctora? No estaba preparado, dejé a muchas personas que me importaban y recién comenzaba a vivir como adulto. Además, sé que esto es un sueño, no es real ¿quiere que le diga cómo lo sé?
Ezequiel no pudo evitar abrir la boca y lanzar una carcajada al aire —Nadie te está secuestrando, pero dime, me interesa saber lo que tu poderosa mente ha deducido.
—Soñé que volvía a casa, y había un viejo en el lugar de mi padre, un viejo que se parecía demasiado a su papá, mi abuelo, no lo llegué a conocer en persona, pero he visto fotos. Usaba pantalón y saco de vestir, como vestían los hombres de antes, con camisa, corbata y sombrero, aunque en mi sueño, los tenía desgastados, como si los usara desde hace muchos años.
Ezequiel escuchaba atento, sentado en su silla y cruzado de brazos —Ajá, y este abuelo tuyo que viste ¿era de estatura media, ligeramente encorvado, ojos claros, pelo blanco con muchos rulos? ¿Y un bigote entrecano? ¿Similar a como usaba una nefasta personalidad alemana?
El chico abrió grandes los ojos al escuchar la descripción —Si, así era.
—Dime Ramiro, este hombre parecido a un familiar tuyo ¿no quiso quitarte algo? ¿Tal vez habló de cobrarte algo a cambio?
—¿Cómo lo sabes?
Ezequiel cerró los ojos y asintió varias veces con la cabeza —No podemos terminar de saber quién es, pero está metido en el medio de todas nuestras extracciones. Según lo que nos cuentan las personas como tú, se les aparece cuándo agonizan y les habla de cumplirles deseos. Si tiene la capacidad de operar e intervenir con la partícula en ese plano, justo en los límites de la vida y la muerte, significa que es muy poderoso.
—Hay algo más raro aquí —agrega Ramiro confiado de su argumento —eres tú. Es tu presencia, me confirma que estoy soñando, y que luego del accidente, caí en un coma profundo. He leído y mirado videos sobre pacientes en coma, todos coincidían que nuestra mente sigue activa. Sé que esta cosa en la que me siento, en realidad es la camilla de un hospital, lo sé, porque entre sueños pude escuchar a mi madre, ella me acompaña y espera paciente que despierte.
El hombre entrecierra los ojos —¿Yo? ¿De entre todas las cosas que hemos hablado, yo soy el “más raro aquí”?
—Sí, eres una parte de mi cerebro hablando conmigo mismo, lo sé por tus rasgos físicos. Eres idéntico al primo de mi madre, que en paz descanse, tienen los mismos ojos y sonrisa. Tampoco lo he conocido en persona, murió hace muchos años y sólo he visto las fotos que guarda ella en un cajón. Y por supuesto, lo más obvio, tu nombre. Se llaman igual.
— ¿Eso es lo que crees entonces? ¿Que soy una imagen, una foto mezclada con el primo de tu madre? —pregunta retóricamente el hombre, abriendo los brazos.
—Exacto Ezequiel, es mi cerebro jugándome una mala pasada.
—Tu creatividad me sorprende, realmente, la forma en que tu mente intenta darle una razón, incluso una forma a todo esto, me dice que posees gran imaginación. Aunque en este caso, deberías usarla para creerme Ramiro, si sólo escucharas lo que voy a decirte, verías que no es tan difícil darle un sentido. Porque siento que tú eres distinto, tienes un grado de conciencia mucho más elevado que otros, y me gustaría aprovechar esa lucidez para explicarte todo lo que debes saber. Comenzando por ese viejo, el cual es muy real, y peligroso ¿Tu dolor? Todo eso que sufriste fue auténtico. Justamente, todos los que existimos aquí, nos debemos a eventos traumáticos de nuestras vidas pasadas, algunos suaves y misericordiosos. Otros, violentos y despiadados, no obstante, todos acabamos en el mismo lugar.
El hombre hace una pausa, se acomoda en la silla y observa la expresión del chico. Es evidente que no le cree una sola palabra de lo que dice, por lo que aclara su garganta, y continúa.
— ¿Has escuchado alguna vez sobre la vida después de la muerte? ¿Has oído alguna vez relatos sobre seres fantásticos, en extremo peligrosos, o de sujetos con habilidades mágicas y sobrenaturales?
—Sí, mi madre me leía cuentos. He leído mucho cuándo niño también, y creía en todo. Hasta que crecí, pasé la adolescencia, maduré, y jamás volví a pensar en estas fantasías.
El hombre volvió a cruzarse de brazos y cambiando el tono de voz, por uno más grave y serio, le dijo —No, no son cuentos, nada es un cuento. Siempre hay algo de verdad en la fantasía, y un poco de fantasía en la realidad. Quiero que sepas hay una historia, una muy importante, aquella que no se cuenta, que ignoramos como humanidad, y que ocurrió a nuestras espaldas. Incluso al día de hoy, las acciones de unos pocos, lograron, y logran mantener a millones de personas a salvo. Y es hasta el día de hoy, que nunca nadie se enteró de eso, pero que tú mi amigo, debes saber, porque es parte de tu pasado, tu herencia. Verás, para poder avanzar en este nuevo camino y mirar hacia adelante, debes conocer de donde provienes, de donde salió ese poder que llevas dentro y el que, en un futuro muy cercano, te convertirá en un gran guerrero, un ínfera.
Ezequiel se acomodó mejor en la silla e inclinó hacia adelante, luego apoyó los codos sobre sus muslos y entrecruzó los dedos de ambas manos —Esto que te voy a relatar, a partir de ahora es parte de tu historia también, préstame mucha atención. Hubo un ser que habitó este lugar y que llegó desde otro mundo, alguien parecido a nosotros, los seres humanos, pero de otra raza. Contaba con diferentes habilidades, mucho más desarrolladas y evolucionadas a nivel biológico, tanto, que la humanidad parecen simios comparándonos con su especie. Si bien para él todo lo que podía hacer era normal, porque ya era así de donde provenía, para nosotros eran demostraciones increíbles de fuerza y velocidad sobrehumanas. Sencillamente increíbles.
El joven no dijo una sola palabra, dentro de su mente se mezclaban la vaga idea de escuchar y, urgentemente, ver cómo podría distraer al tipo para escaparse.
—Este ser del cual te hablo, se topó con una entrada, un portal, apodado y conocido por todos como “el puente” que conectaba el planeta Tierra con esta otra realidad. Pero el mundo que ves aquí, no está desierto, se encuentra habitado por una fauna desconocida y muy peligrosa para la raza humana, unos animales a los cuales llamamos generalmente índomes ¿Y sabes qué? A lo largo de la historia, incontables cantidades de estas bestias han atravesado aquella conexión entre realidades para llegar hasta la humanidad, y desgraciadamente, lejos de ser amigables, sienten un profundo desprecio por nosotros, viéndonos como comida, como si fuésemos una presa a cazar. Pero tuvimos ayuda, afortunadamente, esta entidad de la que te hablo, quiso actuar a nuestro favor, haciendo uso de sus capacidades para ayudarnos. Justamente, nuestro lazo de cooperación nos remota miles de años atrás, por ejemplo, los griegos en su época lo nombraron por primera vez Angelo. Ese fue su alias como humano, y lo aceptó gustosamente, porque al conocer la Tierra y a nosotros sus habitantes, vio que teníamos potencial como especie. Confió y se encariñó tanto con las personas, que dedicó su vida a protegernos, motivado por un gran sentimiento de unión y amor.
El sujeto vuelve a hacer un alto en su relato, al ver la expresión de incredulidad en el rostro de Ramiro — ¿Me estás escuchando? ¿Entiendes la importancia de todo esto?
—Con total devoción —contestó irónico.
Ezequiel suspiró, dejó pasar unos segundos y prosiguió —Si bien al comienzo, Angelo se bastaba para contener a los índomes, llegó un momento que no pudo más, estos eran tantos, que comenzaron a escapar de su guardia. Invadiendo lentamente la Tierra, destrozando, arrasando pueblos enteros y consumiendo carne humana a su paso. Fueron tiempos oscuros y tan duros, que prácticamente no hay registros de los hechos ocurridos, ya que todo testigo posible que atreviera a enfrentarlos, sea hombre, mujer o infante, perecía ante estas poderosas bestias. Así fue como, plenamente consciente y desesperado ante la evidente invasión, Angelo ideó un plan, una tarea que parecía imposible. Dada la creciente afinidad que se daba entre él y ellos, tuvo la iniciativa de entrenar a los seres humanos para que seamos capaces de combatir a los índomes. Comenzó reclutando a dos hombres, hermanos entre ellos, con el objetivo de que lo ayudaran, enseñándoles a defenderse y adiestrándolos para combatir a los monstruos eficientemente. Además, les otorgó una fracción de su poder para finalmente, entre los tres, eliminar a las bestias en muy poco tiempo, convirtiéndose en los primeros cazadores de índomes, los primeros ínferas. Y quiero que sepas algo, muy importante Ramiro, las bestias que eliminaron en esa época, sentaron las bases de todo lo que somos ahora.
— ¿Inferas? —pregunta el chico —jamás había oído esa palabra.
—Así es —confirma Ezequiel, y agrega —nuestra identidad y lo que hacemos por la humanidad, siempre se ha mantenido en secreto. Uno, que dentro de muy poco irás descubriendo, principalmente lo que eres en realidad, y la razón de tu presencia aquí. Porque para convertirte en un guerrero ínfera, deberás conocer tu pasado, de donde viene tu poder, qué es y por qué lo llevas en tu interior.
—Ya veo —murmura el joven.
El sujeto decidió pasar por alto del desdén de Ramiro, y prosiguió con su relato —Una vez que lograron contener la invasión, los tres decidieron cruzar aquí, con el anhelo de eliminar el problema de raíz. Enfrentándose al responsable directo, a la entidad que dominaba y ordenaba a las bestias de este mundo. Sabemos, por relato de los mismos hermanos, que ellos no pudieron hacer nada ante el choque de poder de estos seres, quedando fuera de combate, prácticamente desde el principio. Sin embargo, pudieron ser testigos y dar fe, sobre el titánico enfrentamiento de dos fuerzas imparables, las cuales, acabaron colisionando sus partículas entre sí, desapareciendo y anulándose mutuamente, reduciendo el puente a escombros y sin dejar rastros de su existencia. Los hermanos afortunadamente sobrevivieron, y todo esto podemos saberlo gracias al relato de uno de ellos. Angelo desgraciadamente pereció durante el combate y su cuerpo físico se desintegró al final de la batalla, pero su esencia, su poder, perduró fragmentándose en miles o incluso millones de partículas que viajaron por la entrada destruida del puente, hasta llegar a la Tierra. Se esparcieron por todo el mundo y depositaron en el cuerpo de los seres humanos fundiéndose, metiéndose en nuestra sangre, en nuestras células, convirtiéndonos en esos elegidos, en posibles cazadores ínferas. Guerreros en esencia, aunque dormidos esperando el llamado, gente como tú, como yo y todos los que ya han despertado que vas a conocer muy pronto. Disculpa, sé que es demasiada información. Con el paso del tiempo aquí, conocerás mejor los detalles de la historia, por ahora, sólo puedo contarte un poco, apenas para que tu mente se vaya acostumbrando y no se sature. Pero dime ¿aún quieres irte? ¿Todavía piensas que todo esto es una broma de mal gusto?
Ramiro se mostraba escéptico. Había muchas cosas extrañas que lo mantenían en alerta, por ejemplo, a lo largo del relato, el líquido en el cual flotaba no se enfriaba, al contrario, su temperatura parecía aumentar de acuerdo con la de su cuerpo. Por el momento, tenía una sola certeza, el dolor, punzante y agudo en un comienzo, lentamente iba desapareciendo, y una preciosa sensación de paz, calor y bienestar, cubría sus músculos. Sin embargo, en el fondo, no dejaba de pensar que era un muy buen relato de fantasía ideado por un demente.
—Ezequiel ¿verdad? Es una historia muy bien elaborada pero no te creo. Y si por un momento lo hiciera ¿Dónde está esa partícula de la cual me hablas?
—Existe dentro de ti. Y la prueba más fiel de su existencia, de que tú la posees, es que te permite estar aquí. Sin ella, tu esencia humana seguiría en la Tierra y continuarías un ciclo muy diferente, reencarnado constantemente, transformando tu materia y reciclándote una y otra vez en el tiempo. Ramiro, sin la partícula, y gracias a un accidente fatal, ya no serías más que relleno de muelas en las fauces de una bestia oscura. Pero estás aquí ahora, tu momento de emerger como alguien nuevo, como un ser sumamente poderoso ha llegado. En la Tierra, atado a tu condición de humano, eras el eslabón débil en una morbosa cadena de depredadores hambrientos. Es más, me arriesgo a decir que seguramente, luego de tu accidente, los viste, a lo peor de lo peor. Estoy seguro que tuviste mucho miedo e impotencia en esos momentos.
El hombre hace silencio, estudia la expresión en el joven, se da cuenta que dio en el clavo, porque las pupilas de Ramiro se dilataron un poco, y su rostro perdió esa concentración que demostraba la nada misma. Hasta ese instante había sido una cara de póker, pero al mencionar esas criaturas de ultratumba, hubo una reacción. Sabía que era un chico razonable, sabía que pasó por una experiencia aterradora antes de emerger, y sabía que estaba yendo por el camino correcto. Era cuestión de tiempo, muy pronto, lo convencería.
—Sin embargo —continuó —Aquí ya no serás más la presa, de ahora en adelante, te enseñaremos a ser el cazador, porque has renacido como un ínfera y poco a poco comenzarás a manifestar tu partícula. Yo te enseñaré a manejarla para que seas un formidable guerrero.
—Eso es imposible, los humanos no somos más que carne y hueso, nacemos, crecemos, morimos, punto. Nada más.
El hombre asiente varias veces con la cabeza —Es cierto, como bien tú dices, ese es el ciclo, y punto. Pero ese límite que mencionas, solo llega a cubrir una parte de la vida, precisamente, nosotros estamos un paso delante de lo imposible. Te repito, y recuerda, algunos fuimos elegidos como tú y yo, porque tenemos algo más en el interior y va unido a cada célula del cuerpo. Eso es lo que nos distingue del resto, porque la partícula que llevamos a lo largo de nuestras reencarnaciones, hace que nuestras esencias perduren. Madurando y acumulando experiencias pasadas, hasta que llega el momento de emerger para darle un buen uso por el bien de la humanidad.
Ezequiel se puso de pie. Se levantó de su silla y la hizo a un lado para tomar distancia, de manera que Ramiro pudiera verlo de cuerpo entero, luego respiró profundamente como si buscara algo dentro de él con evidente concentración —Te lo demostraré ¿Somos carne y hueso? Sí, pero hay algo más, observa.
El joven lo miraba incrédulo, y sin darse cuenta, no pudo evitar dejar caer su mandíbula mientras contemplaba algo que no podía explicar. Ya que, de un momento al otro, no mayor a lo que dura un pestañeo, todo el cuerpo de Ezequiel comenzó a emanar una luz muy suave. Y cuándo abrió los ojos extendió su brazo hacia adelante abriendo el puño derecho con la palma hacia arriba, al hacer esto la luz desapareció del contorno de su cuerpo y se concentró como una flama alrededor de los dedos. Similar a una llama blanquecina, irradiando pura luz y calidez, que evidentemente no lo quemaba. Ramiro no salía de su asombro, dado que no podía explicarlo. Era un truco demasiado bueno para ser falso, por lo que el primer pensamiento que emanó de su mente, fue tocar ese fuego. Sucumbir ante la humana necesidad de comprobar con el tacto, estirando el brazo y las yemas de los dedos para acercarse, ya que muchas veces, los ojos pueden ser engañados. No obstante, en este caso todo era real, no se parecía en nada a un holograma que proyectaría un embustero.
—Es energía —dijo Ezequiel —Pura y única, un tipo muy diferente a la que conoces.
El muchacho sintió electricidad y calidez al contacto. La piel en sus manos, le decía que era corriente estática, provocando que se le erizaran los pelos de los brazos.
—Descuida, yo no te miento Ramiro, ya podrás aprender a manifestar y dominar tu partícula a gusto, recuerda que de ahora en adelante serás un estudiante, principalmente un aprendiz de cazador. Somos una barrera necesaria que existe entre dos mundos, somos ínferas y nuestro propósito es pelear, pero jamás los hacemos porque sí. Nuestro deber es utilizar este don, proteger a la Tierra en la cual nacimos, y la partícula que llevamos dentro es nuestra principal arma frente a los Índomes. Nosotros somos el legado de Angelo, los que continuamos con su misión. Dime... ¿Me crees ahora?
Simplemente no podía evitar su asombro, había desconfiado de cada palabra hasta que llegó el momento de la luz y ese increíble detalle en la mano electrificada. Entonces, la confusión fue trasladada hacia otro lugar en su mente. Aquel espacio en el cual la duda seguía latente, porque ya no dependía de los demás. Ahora la cuestión, era saber si todavía podía creer en sí mismo, o todo era un sueño, producto de un cerebro agonizante.
—Ezequiel ¿verdad? Digamos que empiezo a creerte y la situación es tal como me la planteas ¿Qué sucede si me niego a cumplir este propósito? ¿Me obligaran? ¿Me tendrán que matar?
—No, no podemos obligarte, por eso somos tan precavidos a la hora de elegir el siguiente cazador. Ya que tanto tu cuerpo como mente, deben estar unidos, dispuestos a recorrer este nuevo camino, preparados con fuerza de voluntad para sobrevivir y mucha curiosidad para aprender lo necesario.
El hombre hace una pequeña pausa y vuelve a sentarse, se inclina hacia adelante y apoya los codos en las rodillas, entrecruzando los dedos de las manos —Todavía puedo devolverte, estas a tiempo, volverás por el mismo camino que has llegado aquí y sin levantarte de la tina. Pero quiero que tengas presente algo, dos detalles, dos razones en extremo importantes. El primero, es que sería una pena enorme, desperdiciar tu potencial. Tienes todo para convertirte en un gran guerrero y vivir tu nueva vida al máximo, fácilmente serías de los mejores, y podrías proteger a tu familia desde acá.
<<Eso seguro se los dice a todos para convencerlos>> Pensó Ramiro.
—La segunda razón, es que ya has muerto, no hay vuelta atrás para eso, por lo que tu vida comenzará desde cero, nunca volverás a ser el mismo. Tu partícula por sí misma buscará y se adherirá a un nuevo ser humano, nacerás, crecerás, vivirás y morirás sin recordar una sola palabra de nuestra conversación, ni tampoco tendrás recuerdos de tu vida anterior, todo nuevo. Un concepto por demás idílico ¿verdad? Sería un nuevo comienzo.
— ¿Pero? —Pregunta Ramiro, adivinando lo que vendría a continuación.
—Pero hay una gran contra, dado que, como toda fuerza que posee voluntad propia, tarde o temprano se manifestará. Como hombre o mujer, a lo largo de cada vida experimentaras “deja vú”, cada vez más fuertes e intensos, como si revivieras los ecos de tus vivencias pasadas. Todo esto, solo provocará que tu limitado cerebro, se sature de información y no pueda terminar de concebir la diferencia entre sueño o realidad. Justamente, los que llamamos “locos” o las personas que padecen enfermedades mentales, son víctimas de este fenómeno. Han reencarnado tantas veces, han negado tantas veces lo que son, que sus mentes no pueden contener lo que ya saben, y explotan, de forma literal por supuesto, perdiendo la cordura.
El tipo permanece cruzado de brazos, observando la seriedad en el rostro del muchacho, y agrega —No quiero que tomes esto como una queja o una advertencia. Al final, sigue siendo tu decisión Dime ¿te gustaría conocer qué verdad hay más allá de la muerte? ¿Más allá de la vida misma? —Le preguntaba Ezequiel en tono misterioso.
Y sin esperar contestación por parte del chico continuó —No será fácil. Recuerda, que solo te ofrezco la verdad, nada más, transitar el sendero de la autosuperación nunca lo fue ni será sencillo. No obstante, te prometo que aquí encontrarás en tu destino, la respuesta a uno de los más grandes interrogantes en la historia de la humanidad.
—Destino y verdad —murmuró el chico.
— ¿Cómo dices? —pregunta Ezequiel.
—Nada, que buscaré mi destino, encontrando la verdad detrás de todo esto.
Ramiro aún permanecía escéptico luego del truco de la llama en la mano, en el fondo seguía considerado la posibilidad de que todo fuera un sueño. De igual manera, no pudo evitar sentirse cautivado, pues la convicción con la que le hablaba ese extraño era admirable, por lo que decidió seguirle la corriente para saber si se encontraba ante un loco desquiciado o mínimamente, le estaba diciendo la verdad. Luego miró hacia abajo, su cuerpo semi desnudo, apenas cubierto con lo que parecía ser un short, o un pantalón, flotaba tenuemente en aquel líquido. El dolor y los calambres que había sentido minutos atrás se esfumaron, dejando sólo una hermosísima sensación de calor y confort. Suspiró con alivio, en efecto, se sentía mejor que nunca.
—Mira, continuaré de todos modos. Si lo que dices es cierto siento curiosidad, además tengo muchos interrogantes por ser contestados.
Ante la respuesta afirmativa del muchacho, la mirada de Ezequiel pareció iluminarse.
—Bien, excelente. Te prometo que todas las dudas que poseas, serán esclarecidas. Mientras más tiempo pases aquí, nosotros te las responderemos para que crezcas y explotes tu partícula correctamente. Ahora que me crees y has decidido quedarte, puedo decirte algo más, en un par de horas estarás recuperado, y en cuanto al entrenamiento, este comenzará mañana mismo. Formarás parte de mi grupo.
—¿Entrenamiento? ¿De qué tipo de entrenamiento está hablando?
El hombre, luego de ese lapsus de euforia pareció seriarse repentinamente para responderle.
—Uno que nunca podrías haber imaginado vivir. Somos guerreros, ínferas, y nuestra especialidad es el manejo de la partícula en combate. Puede ser cuerpo a cuerpo o valiéndonos de armas blancas, junto a ellas aprenderás a no dudar ni temer frente al peligro. Te he elegido porque siento que tienes agallas, además de integridad física y mental. Confío en que serás un buen ínfera, sólo debemos tenerle paciencia a tu partícula y crecerá dentro de ti a pasos agigantados.
—Ezequiel ¿por qué usaremos armas y combatiremos? Jamás tuve que defenderme de nadie en toda la vida.
— ¿Jamás? Eso es porque toda tu vida ha sido un sueño, y tu ignorabas el peligro que representan los índomes en la Tierra. Todo eso acaba de cambiar a partir de ahora, porque, como te he mencionado, conocer la verdad no será fácil. Además, no sólo te enseñaré a pelear para defenderte, también lo harás para vivir digno y orgulloso, velando por el bien de todos. Tanto los de aquí como los de allá, donde tu familia aún continúa con su vida, sobreponiéndose al dolor de tu pérdida. Y si realmente te interesa su bienestar, hazlo por ellos, usa los sentimientos como disparador, como incentivo.
— ¿Mi familia? Ellos merecen saber que estoy bien, les ahorraríamos mucho sufrimiento.
—Te comprendo, realmente lo hago, pero desgraciadamente no puedes hacer eso, este conocimiento que estás adquiriendo, es para mentes fuertes que hayan experimentado la muerte en vida. No se puede volver a nuestra Tierra con este conocimiento, porque la única forma que tendrías de volver es usando el puente, o muriendo. Y como ese portal ha sido destruido...
— ¿Debo morir? ¿Es lo que insinúas? ¿Y cómo saben que es la única manera?
El hombre le sonríe, casi como si esperara esa pregunta —No lo sabemos, porque incluso estando aquí, de este lado, morir es morir, e igual que allá, nadie ha vuelto para contarnos cómo le fue. Verás, hay reglas no escritas Ramiro, las cuales debemos conocer y respetar, para cuidar y mantener, no intentar romperlas. Por eso es que nadie ha podido volver a contarle a su familia lo que hay en el más allá. Hay detalles, existen reglas, a las cuales sólo podemos acceder cruzando los límites de la vida y la muerte, sin excepciones.
—Pero, las personas son inteligentes, entenderían, incluso muchos podrían mantener contacto con sus seres queridos sabiendo que existen en otro lugar.
—Ramiro, una persona es inteligente, como tú ahora, pero la masa es estúpida y asustadiza, pierden la capacidad de pensar por sí mismas y se vuelven idiotas. Créeme, que la mayoría de los hechos más aberrantes en la historia de la humanidad, iniciaron con gente que quiso revelar este tipo de secretos.
Ezequiel hace una pausa, sabe que Ramiro lo comprendió porque este primero lo miraba fijo y luego bajó la mirada. Entonces siguió —A través del tiempo comprobamos que mientras más longeva es la mente y el cuerpo, menos predispuesta se encuentra a emerger y asimilar la realidad de este mundo. Entonces, establecimos como regla básica no superar la edad de veinticinco años, es peligroso para todos, muchos se han suicidado o se volvieron locos con la esperanza de volver y recuperar sus vidas pasadas. Imagínate, padres de familia, madres, amigos, hermanos y hermanas, las mascotas, los estudios, la carrera, la empresa, el negocio, la amante, la esposa, el hada madrina, lo que se te ocurra. Un sinfín de razones para volver, pero, al querer hacerlo desde este punto donde estamos ahora, se vuelven locos y recurren al suicidio creyendo que es la salida.
El hombre abre los brazos y remarca las puntas de sus dedos en los extremos —Ramiro, imagina este espacio que te marco, como la línea de la vida. Corre en un solo sentido, hacia adelante. No hay retrocesos ni regresos como en un juego de mesa. Lo que no saben, es que lo único que logran hacer es reiniciar su existencia, su partícula reencarna y vuelve a nacer en otro cuerpo, junto a otra energía o alma. La vida no es tonta ni derrochadora, nunca lo ha sido, es dura sí, pero sabia e inteligente. Por lo que jamás desperdiciaría un recurso tan valioso como una esencia, usándola una vez. Ahora, imagina esto como una ruleta o una lotería con millones de posibilidades para acertar en un solo premio. Ese premio eres tú intentando de regresar para reencarnar junto a tus seres queridos, en un planeta enorme, en el cual hay cientos de miles de nacimientos por día. Es prácticamente imposible y nunca, jamás, supimos de alguien que haya reencarnado cerca de su familia, e incluso si lo hicieran, no tienen forma de recuperar esos recuerdos porque son otra persona, un ser vivo nuevo, reciclado de otro. Verás, cuando la mente es joven entiende todo mucho más rápido y lo asimila de forma natural, además el cuerpo se encuentra en la plenitud de su fuerza Ramiro. Todas las personas que estás a punto de conocer e incluso yo, hemos fallecido jóvenes, pero nuestra corta vida continúa de otro modo y ese, es un secreto que no podemos compartir con nadie más que los que habitamos este mundo. Aunque quisiéramos, es imposible regresar vivo con la partícula ya despertada ¿entiendes? Somos ínferas, y una vez que adquirimos esa condición, nos regimos por una ley a la cual no podemos escapar, que dice “morir para estar aquí, morir para estar allá”, sin excepciones. No podemos alterar el orden de la vida y la muerte, sólo tomar ventaja e intentar hacer algo digno, con la oportunidad que se nos ha dado.
Las palabras de Ezequiel eran muy claras para Ramiro, pero difíciles de creer y aceptar. E incluso si todas fueran la verdad absoluta, le tomaría tiempo “digerirlas”, haciendo que su cabeza, acabara por incubar una migraña descomunal.
—Mi cabeza, siento que me va a estallar —Se quejó el joven mientras se tomaba la frente con ambas manos y cerraba los ojos —Me duele, tengo una presión enorme dentro de mi cráneo y es por todo lo que me está diciendo, es demasiado. Tampoco es justo, hasta ayer tenía una vida, fui a buscar una oportunidad de trabajo con mi amigo Matías y nunca llegamos a encontrarnos.
—Ramiro —Lo interrumpe el infer —Déjalo fluir, no tengo malas intenciones contigo, y cuánto antes aceptes la verdad, menos dolorosa será. Además, debo corregirte un detalle, porque es demasiado importante y te ayudará a ubicarte. Has perdido la noción del tiempo y es completamente normal, pero el accidente que recuerdas no fue ayer. En realidad, estuviste en coma debido a las heridas durante meses y tu amigo, falleció en algún punto de ese tiempo. Lo lamento.
—No puedo creerlo, no puedo —Ramiro sólo dejó caer su cabeza para verse en el reflejo del líquido, donde su cuerpo seguía sumergido. Pero una extraña idea lo asaltó rebosante de esperanza.
—Ezequiel, si él falleció ¿Tiene una partícula también? ¿Vino aquí?
El hombre fue conciso y lapidario con su respuesta —No, Matías debe haber muerto y su esencia, volvió al ciclo natural de la Tierra.
Ramiro sonrió con amargura y movió varias veces la cabeza de lado a lado, en claro gesto de negación —Si lo hubiera conocido, sabría que él era más adecuado que yo, porque dedicaba su vida a luchar. No solo como deporte, en todo el sentido de la palabra lo hacía, y si existe un propósito luego de morir, y ese destino es pelear, él hubiera sido mejor guerrero.
Ezequiel lo observaba con una honesta expresión de consuelo, y le da una palmada en el hombro —Creo en tus palabras, pero tú tienes un enorme potencial que está por sobre miles y miles de personas de todo el mundo, deja que te ayudemos a descubrirlo. Y si tanto te importa, úsalo por el bien de todos.
El joven nuevamente se tomó la cabeza con ambas manos y se quejó del dolor que sentía por dentro —Esto es demasiado Ezequiel, has que se detenga.
El hombre dibujó levemente una sonrisa en su rostro. Se puso de pie, tomó la silla y la llevó caminando hasta la puerta, para bajarla a un lado de la entrada. Luego agarró el picaporte, pero antes de salir le dijo —Ahora me retiraré, tu cuerpo necesita recuperarse completamente para comenzar. Cuando se cierre la puerta detrás de mí, quiero que te sumerjas y cierres los ojos para dormir, el Aguamantio curará tu cuerpo, aumentando la regeneración celular y dará nuevas fuerzas, no te preocupes por ahogarte, eso no pasará. En este lugar encontrarás muchas cosas que son iguales a la Tierra, y otras tantas, se comportan de maneras diferentes. Verás, es un líquido, pero sus propiedades son distintas a las que todos conocemos, posee tanto oxigeno que puedes respirarlo sin ahogarte. Es algo difícil de creer ¿verdad? Pues inténtalo, y comprobarás que no miento.
Ezequiel salió y cerró la puerta, dejando al muchacho con el eco de sus palabras, para que experimentara por sí mismo. En cuanto a Ramiro, seguía desconfiando, pero luego de dejarse hundir y comprobar que podía respirar debajo de ese extraño líquido, se permitió creerle un poco más. Precisamente, debajo del Aguamantio, cerró los ojos y comenzó a repasar todo lo que le había dicho. Tal vez era la calma que transmitía el líquido, tal vez, las palabras del sujeto, o por ahí, eran ambas. Sea cual fuere correcta, pensó que valía la pena continuar para desenmascarar la verdad, incluso, si al despertar, se encontrara en el hospital.
Le resultaba difícil imaginarse lo que ocurriría al abrir los ojos de nuevo, su cabeza latía ferozmente por dentro, dándole la incómoda sensación de ser un globo a punto de estallar. Aunque la calidez y tranquilidad que le transmitía el Aguamantio, hizo que se durmiera de inmediato, ya agotado de tanto pensar.
En cuanto a Ezequiel, este ya había salido de la habitación, y al cerrar la puerta del otro lado, lo esperaba alguien en el pasillo.
— ¿Cómo está? ¿Puedo verlo? —Preguntó el sujeto que aguardaba afuera.
—No, espera un poco más, su mente está muy confundida. En cuanto a lo otro, tenías razón, no me cree una sola palabra. Dijiste que jamás fue religioso ni se interesó por las historias de fantasía, pero cuando le mostré mi partícula dudó y ya no se mostró tan escéptico. En realidad, fue mucho más realista y conciso que tú.
—Así es él —afirmó—Por favor déjame verlo y se convencerá por completo ¿está despierto?
—Te he dicho que no. De igual manera duerme, su partícula va cobrando fuerza, y eso le provoca dolores de cabeza. Tu ya sabes de eso, conoces el dolor del renacimiento. Espera a mañana, cuando despierte, dejaré que te vea.
—Está bien. Ezequiel, avísame cuando esté, ya no puedo esperar para hablar con él.