Han pasado dos días completos desde el último diálogo que Ezequiel sostuvo con Ramiro. Para el guardián esto en algún punto era normal, puesto que las heridas físicas llevaban más tiempo recuperarse y la regeneración celular del muchacho aumentaba ese parámetro. Hasta que finalmente Ramiro despertó, al intentar incorporarse sintió su cuerpo sano, vigoroso y ligero, prácticamente como si fuera nuevo, emergiendo fácilmente en total plenitud desde la tina. La intensa migraña parecía haber quedado en el pasado, y al emerger de aquel líquido, inspiró con gran capacidad pulmonar y sonrió aliviado. En un principio buscó algo que le sirviera para secarse, no obstante, el Aguamantio se evaporaba suavemente, convirtiendo aquellas pequeñas gotitas de agua, en vapor, desapareciendo en un abrir y cerrar de ojos. Luego, miró alrededor, toda la habitación era alimentada por luz natural, claramente era de día, e ingresaba por las ventanas. Entonces, su primer reflejo fue abandonar la habitación, pero no se había percatado de su desnudez, dada la enorme alegría y bienestar que sentía. Tampoco iba a esperar a que alguien lo viniera a buscar, por lo que observó los detalles a su alrededor y divisó una enorme caja de madera con varias puertas y cajones. Al abrirlo, encontró ropas que le podrían servir, había gran cantidad de pantalones largos y camisas de mangas largas, todas de color gris en un tono medio. Al comenzar a vestirse notó una sensación extraña al tacto, la tela de la camisa era suave, fresca, pero a su vez se veía muy rústica y resistente, no era lana ni seda. En su simpleza no parecía ser ningún material conocido, sin embargo, le resultaba cómoda. La prenda poseía cuatro botones de madera al frente para cerrarla.
Entre la pila de pantalones, encontró uno de su talla, gris oscuro, este se ajustaba con botones como la camisa, aunque luego dar unos pasos, notó que se le caía un poco. Por suerte, de una varilla dentro del armario, colgaba un cinturón negro con hebilla de dos agujas plateadas.
Además, había chalecos para elegir, sin embargo, Ramiro pasó de usarlos, y justo cuando acababa de vestirse, alguien golpeó tres veces la puerta. Esta lentamente se abrió, revelando que era Ezequiel, el mismo con el que había hablado antes.
—Mientras vivas aquí, te vestirás como nosotros —dijo el hombre cándidamente —te queda bien la ropa, sólo faltan las botas. El piso aquí es de piedra maciza y suele ser muy frío.
— ¿Botas? ¿Dónde están? —preguntó el joven, mirando para todos lados.
—Te ha faltado revisar el cajón grande de abajo, allí hay medias y botas para tus pies.
Este calzado en particular, era de un material similar al del cinturón, parecía un tipo de cuero liso, negro. Eran de altura media, cubrían los tobillos y llegaban hasta la mitad de la tibia y peroné. Se ajustaban con unos cordones y Ramiro sintió al colocárselas, que jamás en la vida, había caminado sobre algo tan cómodo en los pies.
— ¿Cómo te sientes? —exclama alegremente el hombre —Veo que al fin despertaste, dime... ¿sigues con ganas de ver más o renuncias?
—Ahora que tengo ropa, mucho mejor. Igualmente, no puedes pretender que crea todo lo que me has dicho, pero quiero ver más, quiero saber hasta dónde llega la madriguera del conejo. Has tenido razón en lo de respirar bajo el agua, así que deseo salir a ver qué más me puede sorprender.
En efecto, el joven se acababa de percatar que sentía demasiado bien, dormido, descansado y hasta eufórico. Ligero, fuerte, cómodo, a gusto, podía sentir que sus músculos irradiaban fortaleza, parecían estar más grandes sin haber hecho ejercicio.
Ezequiel lo miró de arriba hacia abajo comprobando que las prendas le sentaban bien y abrió la puerta para seguidamente hacerse a un lado.
—Esperaba que dijeras eso, porque me lo ha advertido alguien, y ese alguien quiere verte desde hace mucho tiempo. Él te explicará algunos detalles para que puedas comenzar a tener una mejor perspectiva, de todo.
Ramiro lo miraba incrédulo << ¿Quién podrá ser? >> Pensó. E inmediatamente supuso que Ezequiel sospechaba sobre sus intenciones de escapar, ya que era obvio que intentaba distraerlo. Y pesar de sentirse alegremente optimista, en su mente perduraba la idea de fugarse cuánto antes de ese lugar, para volver con su familia. Pero cuando el hombre se hizo completamente a un lado y ese “alguien” entró, simplemente no pudo creer lo que sus ojos le mostraban.
— ¡MATIAS! —Exclamó el chico. Estaba emocionado, sin embargo, lo ocultó muy bien con una expresión parca y distante. Su primera reacción habría sido adelantarse y abrazar a su amigo, pero se contuvo y permaneció en el mismo lugar — ¿Realmente eres tú? Escuché entre sueños a mis padres decir que habías muerto, pero yo sabía que no podía ser cierto, que no podrías haber hecho algo tan estúpido como morirte.
Matías tampoco se movió, y con total seriedad le dijo —Qué curioso, me habían dicho lo mismo de ti, pero se ve que ni la muerte nos quiere de su lado ¿cierto?
Ambos amigos no pudieron contenerse, quebraron la rectitud en sus rostros, haciéndolos estallar con risas y se abrazaron. Palmeándose las espaldas fuertemente.
—Ramiro, no sabes cuánto me alegra y a la vez me entristece verte, yo... no quería que pasaras por lo mismo. Cuando me dijeron que habías fallecido a causa de las heridas, no pude evitar llorar de amargura por no poder estar ahí contigo, perdóname. Aunque más tarde, cuando los ínferas me comunicaron que podrías llegar a venir aquí, bueno, fue la mejor noticia que pude haber escuchado. Es egoísta de mi parte lo sé, pero el tiempo que llevo esperándote se ha hecho eterno mi amigo.
—Espera ¿Por qué dices eso? ¿Acaso tú? —Ramiro no quería terminar la pregunta, pues se hacía una idea de lo que le iba a responder.
—Bueno, así es, los doctores y tus padres no se equivocaron ¿sabes? Ese accidente sí nos ocurrió a nosotros. Fue una desgracia total, primero a mí y luego a ti. Realmente no sobrevivimos, pero míranos ahora ¡Gracias esas mismas circunstancias del destino, nos encontramos juntos nuevamente!
Ramiro se alejó de su compañero tomando distancia por un momento, se sintió asqueado y mareado.
—Por un momento quise creer que eras tú, pero no eres mi amigo, eres un farsante ¿Por eso estás aquí? ¿Para convencerme de creer ese cuento?
Matías tomó con ambas manos los hombros de su hermano de la vida y los apretó con fuerza, luego se giró a Ezequiel y le pidió que los dejaran solos. El hombre se retiró en silencio y cerró la puerta tras de él.
—Ramiro escúchame con atención lo que voy a decirte, porque semanas atrás, estuve en tu misma posición, y no tuve a ningún amigo cerca para hablar. Todo esto es verdad, todas y cada una de las palabras de Ezequiel, debes creerle, y a mí. Yo lo he visto, puedo jurártelo por mi vida, hay cosas que creíamos descabelladas, totalmente imposibles de creer en la Tierra. Aquí son factibles, normales, como nuestras segundas oportunidades de vivir, y mucho, mucho más por descubrir. No intento ni necesito convencerte de nada, sólo ven conmigo afuera y lo veras por ti mismo.
El muchacho le señala los pies —Termina de atar esos cordones y vamos. Te prometo que hay un antes y un después al salir de esta habitación.
El joven hizo lo que le sugirió sin mediar una palabra y salieron. Al dar los primeros pasos con ese calzado, comprobó que, igual que con las prendas el material era extraño, similar al cuero, pero con otra textura y en extremo ligero. Esa era la primera vez que salía de aquel lugar, dando sus primeros pasos en un pasillo largo y ancho. Ezequiel los seguía de cerca, caminando con las manos tomadas por detrás.
—Matías ¿qué es lo que haces aquí realmente?
—Lo mismo que tú amigo. Mira, te contaré un poco de lo que me han dicho, así comparamos lo que ya sabes. Soy igual a ti, dentro mío llevo un fragmento de energía, una partícula de alguien, de un ser que se inmoló por la humanidad y nosotros continuamos con ese legado, esa misión que consiste en no dejar que los sacrificios sean hechos en vano.
—Mati, Ezequiel me dijo que tú habías muerto y era imposible que estuvieras aquí. Sin embargo, ahora caminamos juntos y no puedo dejar de pensar en que todo es una gran mentira, porque cuándo exigí una respuesta sincera y auténtica, él me mintió descaradamente. Aunque no sé con qué fin ¿cómo creerles ahora? ¿Cómo no pensar que es un sueño? ¿Cómo sé que no estoy bajo los efectos de un sedante, postrado en la cama del hospital?
—Es que no lo es ¿comprendes? Él nunca te mintió. No te dio toda la información de golpe porque pensó que entrarías en shock al verme, no estabas bien, nadie lo está al momento de emerger, pero es absolutamente real. Como este sentimiento que envuelve nuestros corazones ahora, de seguro lo estás sintiendo ¿Qué hubiera pasado o cómo habrían sido nuestras vidas de continuar por ese camino, un poquito más normal?
El recién emergido, se toca el pecho a la altura del corazón, con su palma derecha. Asiente y pregunta —Es muy fuerte ¿qué es? ¿Soledad?
—Yo diría que es añoranza. Sentimos una gran nostalgia por algo que no vivimos. Toda nuestra vida, lo que pudimos haber sido y nunca sabremos. Qué trabajo, auto, novia o familia habríamos conseguido. Porque todo eso, y más, se nos fue arrancado de cuajo, tuvimos que morir en ese terrible accidente para llegar hasta aquí y sé que es triste, más que nada por nuestras familias, es una tragedia. Pero, en el fondo, me alegro que nos haya sucedido a los dos juntos. Y tal vez, algún día, podamos contar una gran historia al mundo.
Ramiro quién le había estado dando la espalda a su amigo se giró hacia él y le dijo:
—Perdoname. Por todo el daño que te he causado. Estuviste en ese accidente porque me acompañaste para darme tu apoyo. Quiero pedirte disculpas, yo te llamé y a cambio, tuviste que vivir esa situación horrible y luego....
—Y luego morimos —Lo interrumpió Matías, mientras le apretaba con fuerza los hombros a su amigo.
—No te castigues por eso. Si hay algo que he aprendido desde pequeño, es a no dejar que los momentos malos nos condicionen. Cuanto antes los asimilemos e intentemos de llevarnos una enseñanza, mejor viviremos el presente ¿Comprendes?
—Creo que sí, un poco.
—Ramiro, veámoslo de esta manera, menos pesimista y mucho más esperanzadora. Fallecimos, vivimos una situación horrible que no le deseamos ni siquiera a nuestros peores enemigos, eso sería lo deprimente. Ahora, piensa en todo el potencial que tenemos por delante. Ya que, gracias a eso, en nuestros cuerpos se manifestó algo maravilloso que traspasa los límites de lo real, la partícula, además, ya sabemos qué hay más allá de la muerte.
El muchacho hace una pausa, Ramiro permanece en silencio, con la misma expresión de culpa que tenía al principio. Así que este, continúa con su reflexión.
—Dejemos descansar el pasado por ahora, y sigamos mirando hacia el futuro, creyendo que fue nuestro destino llegar hasta aquí. Porque tienes razón, vivimos una situación horrible y a pesar de eso aquí nos encontramos, juntos. Mira, hazme un favor, camina y observa todo a tu alrededor. Hazlo hasta acercarte a ese balcón y echa un vistazo hacia afuera.
Él le hizo caso y se sorprendió nuevamente, porque allí abajo había enormes terrenos verdes similares a campos de futbol donde se desarrollaban y agrupaban personas buscando, entrenando y cultivando su partícula. Había combates, peleas entre dos o más individuos en simultáneo y las explosiones de energía se sucedían una detrás de la otra. Todas eran similares a la que había visto con Ezequiel.
— ¿Ves aquellas personas lo que están haciendo? —Le decía Matías a su amigo señalando un determinado conjunto y le respondió rápidamente —Ellos están comenzando a dominar su partícula y mediante el entrenamiento se hacen más fuertes ¿entiendes? El primer paso es aceptar tu situación Ramiro. Primero acepta, y luego suelta todo lo que fue el pasado, de esa manera, podrás comenzar a vivir el presente, nadie más lo hará por ti. Y si realmente lo consigues, tendrás en tus manos la clave para avanzar con la frente en alto, sin peros ni deudas, mirando hacia adelante el nuevo camino.
— ¿Y tú? —Le pregunta Ramiro — ¿Ya dominas esa cosa?
—Aun no, para algunos es más fácil y para otros difícil. Pero hay algo que es seguro y determinante Ramiro, debes continuar, ya no puedes perder el tiempo dudando si estás o no en un sueño —responde seriamente el joven de diecinueve años.
—Quiero creerte, y por ahora dejaré que fluya. Tomaré todo lo que me has dicho serio, y si llegara a ser un sueño, bueno, ya despertaré.
Matías se contentó al escucharlo —Ramiro dalo por hecho que vamos muy en serio. Me alegra oírte decir eso, y quisiera seguir hablando contigo, pero ahora debo irme. Mi grupo de entrenamiento es con el maestro Belaziel, uno de los guardianes de este lugar, y está a punto de comenzar. Si puedes, búscame allí afuera para que veas cómo entrenamos, intenta no perderte, al menos hasta que conozcas bien los pasillos y adonde lleva cada uno. Me alegra verte ¿sabes? la muerte intentó separar nuestra amistad, pero encontramos la forma de vernos de nuevo.
Mientras el muchacho se alejaba le repitió dos veces — ¡No lo dudes más, confía en nosotros, y principalmente en ti!
Luego que el chico se quedara solo mirando al horizonte y a los grupos de entrenamiento más abajo, las palabras de Matías continuaban resonando en su mente. Hasta que apareció Ezequiel y lo distrajo de sus pensamientos.
— ¿Cómo ha sido tu charla con Matías? ¿Le has entendido? Ramiro eres muy importante para nosotros, para todos. Cada individuo, cada ínfera, es un eslabón de nuestra cadena y al final, acabamos siendo una familia enorme compuesta por miles de personas. Pero recuerda algo muy importante, la cantidad no nos garantiza la victoria. La fortaleza y efectividad de nuestra familia es tan fuerte como....
—Como el eslabón más débil de la cadena —Completó la frase Ramiro —Sí, sé lo que quieres decirme. Antes de comenzar, exigen sacrificio y compromiso ¿verdad? Bueno, eso pienso hacer, seré el eslabón más fuerte de la “familia”.
El hombre asintió con la cabeza, mostrando su conformidad —Confío plenamente en ti mi amigo. Además, permíteme corregirte un detalle, si quieres ser el más fuerte, la clave está en ayudar a los demás para que alcancen su mejor nivel. Es lo que siempre decimos y alentamos a los que emergieron como tú, que ayudarnos es lo importante. Mientras más fuerte sea nuestro eslabón más débil, más alto será el nivel del equipo en general. Por eso, desde el principio, los incitaremos a manifestar su partícula más profunda, para que la controlen, crezca y los convierta en seres extraordinarios. Nosotros les enseñaremos a controlarla y transformarla en energía, para que rápidamente alcancen un alto nivel. Verás, oficialmente eres un Ínfera, es la primera categoría que poseemos y existen distintos niveles de partícula para diferenciarnos. Desde ahora tienes un rango asignado muchacho, cuando un nivel es tan mínimo como el tuyo, de alguien emergido, consideramos que eres un ínfera de primer grado. Entrenando arduamente bajo mis indicaciones y con disciplina, algún día crecerá tanto tu destreza en el manejo de la partícula, que llegarás a otro estado, lo suficientemente alto incluso, como para ser un guardián.
— ¿Y usted en qué nivel se encuentra? —Lo interroga el joven sin tutearlo.
Ezequiel sonríe y le responde —Soy un ínfera de quinto grado, al igual que Belaziel y Rafael. Juntos somos los guardianes y protectores de este lugar.
— ¿Belaziel y Rafael?
—Sí, ellos son mis más grandes amigos e ínferas de confianza, vivimos muchas batallas peleando codo a codo, salvándonos la vida en más de una ocasión. Precisamente, por nuestros valores, y gran manejo de la partícula, fue que nos ganamos el título de Guardianes.
—El guardián Ezequiel —murmura Ramiro.
Y no dijo nada más, la respuesta del muchacho fue silencio, y Ezequiel, sabiendo que las palabras solas no bastaban continuó —Debo llevarte con mi grupo, el resto de la historia la irás conociendo conforme avance el tiempo, ahora necesitamos que inicies el entrenamiento, necesitamos ponerte en acción. Tu cuerpo Ramiro, posee una afinidad innata para el combate y está aguardando a ser desarrollada. Afortunadamente, tú eres afín a utilizar espadas, y esa es mi especialidad. Ven, sígueme abajo al patio central donde instruyo a los nuestros.
— ¿Cómo sabes eso? —El ínfera lo miró extrañado — ¿De dónde obtienes la información sobre mis gustos y afinidades? Si jamás en la vida he levantado una espada, ni siquiera he peleado con alguien.
—Es muy simple Ramiro ¿Recuerdas la tina donde emergiste? Justo antes que apareciera tu cuerpo físico, eras pura partícula. Pude ver toda tu información en su estado más crudo y fue en ese momento que sentí cuál sería la opción correcta para ti, porque lo llevas impreso en tu esencia. Ahora, debes de saber que los ínferas, normalmente utilizamos tres tipos de armas para defensa y ataque, e incluso podemos ser hábiles con varias al mismo tiempo. Aunque al comienzo, nos centramos en desarrollar sólo una, la que explota las capacidades innatas del guerrero. Y te diré cuáles son: la primera, a la que tú vas a pertenecer, es la espada, cuyo entrenamiento y desarrollo están a mi cargo. El objetivo es que seamos los mejores y más versátiles ínferas, manejando la partícula tanto en ataque como defensa, generalmente, somos los primeros en atacar y los primeros en defender. La segunda especialidad son los guantes de combate, acompañados por técnicas ofensivas y defensivas cuerpo a cuerpo, siendo su principal exponente, Belaziel. Suelen ser guerreros más violentos en el campo de batalla, pero a su vez, lo más fieles y protectores con sus hermanos. Te aseguro, por experiencia propia, que en ese momento en el que un índome atraviesa tu línea de defensa y lo tienes cara a cara, o peor aún, pierdes tu espada y estás desarmado, querrías tener a alguien como ellos cerca. Precisamente, ese es el grupo donde está Matías, y déjame decirte que, gracias a sus sólidas bases, ha demostrado poseer talento y una enorme fuerza de voluntad. Es muy tenaz.
<<Viniendo de Matías no me extraña en lo absoluto>> Pensó Ramiro.
—Por último, y no menos importante. La tercera arma que conforma la tríada inferal, son dos elementos que trabajan en conjunto, la especialidad con el arco y la flecha. Las habilidades de nuestros arqueros son de carácter imprescindibles, son nuestra primera defensa a larga distancia, especialmente contra los indomes voladores, u alados. Y el maestro especialista en el uso de ellos se llama Rafael, un gran amigo y excelente guerrero. Te aseguro sin dudarlo, que la precisión que tiene ese hombre, roza la perfección.
El muchacho mantenía su silencio, escuchaba con atención las palabras de Ezequiel y pensaba que, en la Tierra, con ese tipo de armamentos, no durarían ni un segundo frente a algo tan simple como una pistola, o un ladrón armado con un revolver.
—Me imagino lo que estás pensando —Dijo Ezequiel con altanería —Te confieso que yo lo sentí también en su momento ¿Por qué usamos armas medievales si ya hay rifles y demás en el mundo? Bueno, en este lugar no existen las armas de fuego, los explosivos, la pólvora o la electricidad. Tenemos un poco de tecnología, pero no es de uso armamentístico. Son máquinas para crear nuestras prendas y por supuesto, reclutamos a la gente especialista en operarlas, como sastres, costureros y artesanos, pero nada más. En cuanto al resto, así como tú has sido seleccionado para ser un cazador, un guerrero, muchos otros utilizan su partícula para fabricar los elementos de ataque y defensa. Aquí emergen armeros, herreros, carpinteros, espaderos, en fin, grandes profesionales y gente muy dedicada, verás que sus trabajos son impresionantes. De cierta manera, en este lugar, la tecnología es similar a la que tuvimos en la edad media, con la salvedad que, gracias a la partícula, no necesitamos pensar o preocuparnos por la alimentación.
— ¿Entonces me está diciendo que mi función será la de un soldado? ¿Esa es mi habilidad oculta? ¿Ser un elemento para la guerra?
La expresión del chico era seria y sincera, al igual que la de Ezequiel para contestarle.
—No es tan simple, somos más que soldados Ramiro, y te lo quiero demostrar, me gustaría que lo pudieras comprender ya mismo, pero eso lleva tiempo. Te prometo que nuestra función en este mundo, es mucho más noble que ser máquinas de guerra. Cuando conozcas mejor la verdad de nuestra presencia aquí, el alcance de las acciones que tomamos a diario y cómo repercute en el mundo que dejamos atrás, me entenderás. Nos tomó años crear todo esto, desde prácticamente cero, desde las ruinas de algo que dejó de ser. Al principio estábamos solos Ramiro, quedamos abandonados por nuestro mentor, sin embargo, los tres juntos llevamos adelante una nueva misión, continuar el legado. No era, ni es fácil, pero dimos el paso hacia adelante, debíamos educar a las siguientes generaciones de infers, y enseñarles el uso correcto de la partícula se volvió nuestra responsabilidad. Ya que, de no utilizarla o administrarla correctamente, los sacrificios que otros tomaron para que llegáramos hasta aquí, hubieran sido en vano. No podemos darnos el lujo de ser vulnerables ante los indomes, nos arrasarían en minutos, ya que siempre corremos un gran peligro por el simple hecho de estar aquí.
—¿A qué se refiere con peligro? —Indaga Ramiro.
—Hay muchos riesgos en este mundo, y ni siquiera lo hemos explorado por completo. Pero los más peligrosos que conocemos son aquellos que te he mencionado, los Índomes.
— ¿Indomes? ¿Y nosotros somos Inferas?
El hombre asiente varias veces, traga saliva y continúa —Son unas bestias terribles, contra las que luchamos. Las cuales nos harían pedazos en segundos si no tuviéramos la protección de la partícula para defendernos. A nivel humano, nos superan en fuerza y velocidad, un hombre no puede hacer nada frente a tamaño producto de la naturaleza. Y nadie, te repito, nadie pudo lastimar siquiera a un índome, o ha sobrevivido a un combate contra ellos, sin aplicar la fuerza de su partícula. Te repito para que jamás lo olvides, un ser humano común no tiene la menor chance contra estos seres, y es por esa misma razón que estamos aquí.
Ezequiel señaló primero el suelo al decir “aquí” y luego, con el mismo índice, lo apoyó en el pecho de Ramiro, a la altura del corazón.
— ¿Recuerdas la analogía sobre la cadena y el eslabón más débil? Bueno, Angelo, nuestro mentor y guía, se sacrificó explotando su propia partícula en miles, tal vez millones de fragmentos, distribuyendo su esencia en estos mundos. Todo lo que supo ser, y, asimismo, lo que lo volvía tan diferente a nosotros, hizo que creara indirectamente a un ejército, el mismo que llevaría adelante su empeño en proteger a la humanidad. Y esas tropas, esos soldados defensores, somos nosotros mi amigo, los que heredamos su esencia.
Ramiro volvía a sorprenderse ante tal revelación e intentó formular una pregunta que lo ayudara a comprender, pero no se le ocurría nada. Nuevamente la cantidad de información recibida lo sobrepasaba, lo embestía como un toro furioso y dejaba su mente agotada.
—Necesito un segundo, dame un segundo —dijo de manera entrecortada. Luego tomó aire, aspirando lentamente un par de veces y preguntó —Antes de continuar necesito saber por qué y a qué nos enfrentamos.
—Mañana Ramiro, se los contaré a todos mañana. Mira, es un poco contradictorio lo que voy a decirte, así que lo diré y ya. Tendremos mucho tiempo por delante para conocernos, y a la vez, tan poco, que debemos entrenarlos cuánto antes. No podemos darnos el lujo de tener en nuestras filas a tan magníficos guerreros, que irónicamente, no puedan brillar. Y justamente, hoy mismo terminé de formar el nuevo grupo de ínferas que entrenaré, todos emergidos por estos días, los cuales estarán a mi cargo durante estos meses de entrenamiento. Y tú estás en él, mañana les contaré un poco del porqué estamos aquí.
Ramiro no tenía inconvenientes en esperar un día más. Sin embargo, su problema más grave residía en su cabeza, ya que la sentía a punto de estallar nuevamente.
—Ezequiel me duele mucho, iré afuera —dijo mientras se sostenía la frente.
—Ese dolor que experimentas es normal y lo provoca tu cerebro al recibir tanta información, mientras intenta adaptarse a la presencia activa de la partícula. De ahora en adelante comenzarás a utilizarlo de una manera como nunca lo has hecho, por lo que tiene que acostumbrarse a manejar el exceso de energía, y créeme que en poco tiempo eso pasará. Si quieres respirar un poco de aire fresco, puedes aprovechar y acercarte al patio, allí podrás ver el entrenamiento de Belaziel, donde está tu amigo. Obsérvalos practicar, algunos ya dominan su partícula y comienzan a exteriorizarla. Te darás cuenta rápidamente, que todos se reúnen en el centro, Belaziel lleva vestimentas parecidas a las mías y al verlo, lo identificarás como un guardián.
Con estos datos y por consejo de Ezequiel, Ramiro se despidió de su futuro maestro y bajó unas largas escaleras, hasta que encontró una salida, la cual lo llevaría al centro de entrenamiento. Al principio no le fue fácil, porque el lugar era inmenso por dentro, y más aún por fuera. Asimismo, a lo lejos se distinguían grandes muros que rodeaban el perímetro y sobre estos, arqueros montaban guardias. Sin importar adonde Ramiro mirara, el movimiento de personas era constante, había mucha actividad. Justamente, fue gracias a que había tanta gente para preguntar, que terminó dando con el paradero de Belaziel. Así, mientras caminaba, le dio la impresión de que todo el lugar se asemejaba a una academia militar, por las formaciones de los grupos y lo intenso que se veían los entrenamientos.
Más pronto que tarde, dio con el grupo de Matías, quienes practicaban técnicas de combate cuerpo a cuerpo, ínfera contra ínfera. Y mientras que la pelea avanzaba, Belaziel les daba indicaciones en tiempo real. Para el joven fue fácil distinguirlo, ya que además de las túnicas similares como le había dicho Ezequiel, este hombre poseía un físico muy desarrollado e imponía una sobria presencia, ya que, además, cruzado de brazos, exhibía sus grandes músculos. Matías tenía los antebrazos protegidos por una suerte de escudos de madera y sólo se defendía. Su atacante parecía poseer un nivel más avanzado, porque antes de lanzar un golpe, envolvía sus puños con una llama muy similar a la que Ramiro había visto en Ezequiel. Pero esta era menos controlada y mucho más violenta, pues estallaba en cientos de partículas cuándo chocaba con los guantes. Ambos ínferas se veían exhaustos, igualmente continuaban sin cuartel, mientras que de fondo se escuchaban las indicaciones de Belaziel, quien los alentaba a seguir y a no detenerse. En cuanto a Ramiro, sólo contemplaba de lejos tal espectáculo pues comprendió a simple vista, que era muy serio lo que estaba sucediendo.
En un determinado momento, una de las protecciones de Matías, la de su brazo derecho, cedió ante la presión y comenzó a quebrarse. Su gran desventaja radicaba en que, cuando contraatacaba y conectaba buenos golpes, no los cargaba con su energía, por lo que le era casi imposible desarmar a su enemigo y mucho menos lastimarlo. El combate prosiguió unos segundos más hasta que finalmente el otro de los escudos cedió, dejando a Matías desprotegido frente a un guerrero que estaba listo para rematarlo. Inmediatamente, Belaziel se interpuso para detener la contienda y darla por finalizada. Pero ellos quisieron seguir un poco más, querían continuar puesto que aún con las evidentes diferencias, no se demostraba quién ganaba. El hombre se los permitió, con la condición de que no se lastimaran de gravedad, sospechando que Matías acabaría herido si la situación no cambiaba. Y así fue, que una vez que el guardián se hizo a un lado, el combate recrudeció, dado que ambos ínferas comenzaron a golpearse como si fueran rivales mortales.
Ramiro se acercó preocupado por su amigo, y muchos otros ínferas también cesaron sus actividades para ver el intenso combate que se desarrollaba, porque si bien estaba en un ambiente controlado, los oponentes jugaban sus cartas muy en serio. Matías tenía que valerse de toda su experiencia previa en la Tierra para hacer la diferencia, ya que, al no tener una protección estable, sólo le restaba atacar con los guantes. Sus ojos comenzaban a cerrarse debido a la hinchazón por los golpes recibidos, y de sus labios salían pequeñas gotitas de sangre. Sabía que debía atacar y ganar rápido, o acabaría sucumbiendo. Pero antes de hacerlo y lanzarse sobre su contrincante, se detuvo por unos segundos, permaneciendo de pie con la mirada fija en el otro ínfera, buscando la máxima concentración posible. Luego cerró fuertemente sus manos y se dejó llevar por la situación, permitiendo que un poder escondido, aflorara desde lo más profundo de su humanidad.
<<Eso es muchacho, lo estas logrando, continúa así>> Pensó Belaziel.
Esta nueva energía no era otra más que la partícula de Angelo y finalmente reaccionaba con él nutriendo su cuerpo. Ya que al sentirse acorralado e indefenso, Matías encontró una pista hacia el camino que lo llevaría a descubrir su esencia más pura, y no la perdería jamás. Cuando su compañero de prácticas le lanzó un golpe, él hizo lo mismo atrapándolo con la mano desnuda y exhibiendo una estela llameante color esmeralda, alrededor de las manos. Entonces Matías, quién aún tenía su brazo derecho libre, le atacó directamente en la cabeza al otro estudiante. El desprevenido ínfera interpuso su escudo, pero fue incapaz de resistir y este se quebró absorbiendo el impacto. Ante la atónita mirada de los presentes, Matías no perdió el tiempo y lanzó otro golpe exactamente igual dirigido hacia el cráneo de su enemigo. Parecía que iba a ser un impacto directo, sin embargo, detuvo su puño a escasos milímetros de este, provocando una explosión de partículas inusual, dado que no buscaba lastimarlo de gravedad.
Fue a partir de ese momento, que el estudiante se dejó caer al suelo, desorientado, hasta quedar inconsciente. Matías no entendió qué estaba sucediendo, si no le había pegado, incluso se asustó temiendo por la salud de su compañero y rápido de reflejos, lo contuvo entre sus brazos antes que este se lastimara la nariz contra el suelo. Belaziel se acercó y ordenó que se llevaran al ínfera hacia adentro de la fortaleza para revisarlo y posteriormente curarlo. Como contraparte, el joven no salía de su asombro, y a pesar de haber luchado con violencia, sus compañeros lo felicitaban aplaudiendo e incitándolo a continuar con su entrenamiento. Uno que recién empezaba, porque finalmente había despertado su partícula y la manifestó fuertemente durante una pelea.
Ramiro intentó aproximarse para felicitarlo, pero le resultaba casi imposible llegar hasta su amigo, ya que muchos ínferas se habían acercado y además Belaziel le daba unos consejos a su alumno.
—Estuvo muy bien lo que han hecho, con seriedad, compromiso y siempre cuidando al prójimo, incluso cuándo entrenamos. Los felicito por su entrega.
—Señor, no entiendo que sucedió, si detuve mi ataque antes de golpearlo —Matías se hallaba confundido.
El guardián entonces, toma distancia del muchacho, levanta su brazo derecho y le apunta a la cara —Quiero que prestes atención a lo que va a ocurrir, cierra los ojos.
El joven los cierra, y ante la mirada atenta de todos los ínferas presentes, Belaziel lleva su brazo hacia atrás y lanza un golpe, procurando la distancia justa antes de tocarle la nariz a Matías con sus nudillos.
—¿Sentiste eso cierto?
—Sí, pude sentir tu mano atravesando el aire, y luego este tocó mi piel con velocidad.
—¡Exacto! —exclama el hombre —Porque mi mano atravesó el aire, que es un medio, un fluido en el que nos movemos, similar al agua. Cada movimiento produce ondas, desplazan la materia en todas las direcciones, rompiendo su armonía en el proceso. Es tu piel la que lo siente, el tacto percibe ese rompimiento invisible a los ojos. De la misma manera, todos los seres vivos somos, consumimos e irradiamos energía, no podemos verla a simple vista, pero ahí está. Imaginen que es como una nube, que rodea nuestro cuerpo todo el tiempo, como un campo de fuerza. En el caso de los ínferas, además tenemos la energía de la partícula que nos cubre la piel, y en tu caso, es verdad que no le has golpeado el rostro, pero tu puño emitía tanta partícula, que has alcanzado a impactar su campo energético, desestabilizándolo.
—¿Es por eso que, a pesar de haber detenido el ataque físico, mi partícula se acercó tanto a la de él que le provoqué daño?
Belaziel hace un gesto positivo con la cabeza, y luego toma distancia para hablarle a todos sus alumnos.
—Veo que ya lo vas comprendiendo. Eso es porque la partícula, tiene la capacidad de destruir tanto lo visible como lo invisible a los ojos, en el caso de los seres humanos, puede destruir el cuerpo y mucho más. Por eso entrenamos, para ser los mejores en hacer el uso correcto de este potencial que se nos ha dado, para eso buscamos progresar. Porque cualquiera con una espada puede cortar, cualquiera con una flecha puede atravesar un objetivo, pero con las manos, eso no lo hace cualquiera. Nosotros entrenamos para lastimar cada fibra de nuestro oponente, utilizamos la partícula para provocar dolor destrozando hasta las células más pequeñas del contrario. Sé que para muchos puede sonar violento, pero en las manos de cada uno de ustedes, descansan las herramientas para hacer el bien. Para poder cuidar el bienestar de nuestros seres queridos y por supuesto, defendernos de las amenazas de este mundo.
La clase lentamente llegaba a su fin, pero el maestro, no quería darla por terminada, hasta compartir un consejo más con su gente.
—Ahora que la mayoría está aprendiendo, quiero que recuerden algo muy importante, una regla no escrita que deben saber de memoria y tener presente a cada momento. No usamos nuestra partícula al máximo en las prácticas, y mucho menos contra los nuestros. Es peligroso para ambos porque pueden herirse de gravedad y en el peor de los casos, causarse la muerte. Incluso a ustedes mismos, porque utilizarla mal, trae consigo un gran desgaste de energía. Para eso estamos aquí los guardianes, para ser amigos, profesores y guías.
Ya cuando Ramiro estuvo cerca pudo escuchar todas las indicaciones que daba el maestro a sus alumnos. También al tenerlo próximo, pudo notar que, si bien Belaziel no era más alto que Ezequiel, su apariencia era más musculosa y fornida. De pelo rubio con ojos marrones, emanaba una presencia muy fuerte, se sentía en el aire su poder. Este también utilizaba la misma túnica blanca que Ezequiel, debido a que era un guardián y su rango superior lo demostraban con las prendas y sus conocimientos.
— ¡Ramiro! —Exclamó Matías — ¿Me has visto? ¡Ha sido la primera vez! ¡Se siente increíble usar la partícula, es una experiencia única!
—Sí, te he visto al final cuándo casi le das un golpe a aquel muchacho ¿o sea que ya te encuentras preparado para dominarlo?
—Eso le llevará más tiempo —Lo interrumpió Belaziel —No deben precipitarse, jamás. Ahora, el objetivo principal es dominar los sentimientos para que sea a voluntad y no en una situación límite. Deben saber activarlo naturalmente, como si fuera caminar o respirar, debe ser controlado por uno mismo y cuándo lo hagan aprenderán mucho más sobre ustedes, recuerden que somos y servimos como guerreros que custodian este mundo. Ahora, en cuanto a los demás, necesito que continúen.
El mentor, luego de dar el consejo a sus discípulos, se giró hacia Ramiro.
— ¡Oye! Tú no deberías estar aquí, vete con tu maestro. Por mucho tiempo este será tu hogar y debes respetar las reglas. Tu nivel es diferente al de este grupo y no tienes nada que hacer aquí, lárgate. El entrenamiento continúa, pero solo para aquellos que están bajo mi tutela, así que desaparece, sal de aquí.
Ramiro lo miró sorprendido. Para nunca haberse visto, el guardián había sido muy directo y frío con él, entonces recordó por qué estaba ahí e intentó justificarse.
—Ezequiel me ha enviado a observar la práctica. Me dijo que lo buscara señor.
Belaziel sonrió irónico, y luego darle la espalda al muchacho, le dijo — ¿Así que él te mandó conmigo? Bueno, me da igual, debes irte, distraes a tus camaradas. Y cuándo veas a ese vago, dile que se dedique a practicar, en vez de dormir, porque si no entrena, lo voy a moler a palos. Ahora vete, vuelve otro día, cuándo seas un ínfera de verdad.
El recién emergido lo miró a Matías y este en silencio, le dijo que sí con la cabeza dándole a entender que obedezca. Su amigo sabía perfectamente que no debería estar allí. Luego de retirarse, Ramiro tomó distancia y se dedicó a observar sin molestar los entrenamientos, comprobando y percatándose por sí mismo, que el objetivo principal es dominar la partícula.
<<Se debe poder manifestarla en el cuerpo mientras se ataca y defiende>> Reflexionó.
Notando, además, que la mayoría se agotaba fácilmente pero no se detenían a descansar. Así, la jornada se desarrolló calmadamente a lo largo del día y luego de ver el gran avance de su amigo, Ramiro deseaba comenzar ya mismo con Ezequiel. Esperando ilusionado, el momento de aprender, sintiendo como su cuerpo se colmaba de energía y nervios, de manera muy similar al primer día de clases en la escuela primaria.
Cuando Matías terminó el entrenamiento, se dispuso a buscar a su amigo para compartir con él sus experiencias personales, pero no lo podía encontrar, incluso creyó que se había ido a dormir. Hasta que finalmente lo vio en la puerta principal, examinando atentamente los muros y el gran portón que los separaba del mundo exterior. Estas construcciones siempre han sido valiosas, protegiéndolos de un mundo desconocido y peligroso para los ínferas.
— ¡Hey Ramiro! ¿Qué haces? ¿Qué miras?
—Hola... no mucho. Estaba observando y pensando si estas estructuras resistirían impactos de los invasores. Como los índomes ¿has visto a una de esas criaturas alguna vez?
—Sí, los he visto. Mucho más de lo que me gustaría. Constantemente somos atacados por centinelas, son una variante de los índomes, tienen la capacidad de volar gracias a sus alas. Estos suelen aproximarse en bandadas y vuelan en círculos alrededor de la fortaleza con la intención de asesinar algún ínfera.
— ¿Tú te has enfrentado a uno de esos? —Pregunta Ramiro.
—Sí, haciendo algo muy estúpido. Con mi nivel actual no soy rival para ellos. Y a juzgar por lo que nos ha contado Belaziel, son muy violentos y duros de vencer para los ínferas normales. Aunque no tan difíciles de derrotar para alguien entrenado como los guardianes, ellos saben mantener a raya a los más peligrosos y los matan si es necesario. Ramiro, justamente para eso nos entrenan, este mundo está repleto de esos animales y por supuesto, somos propensos a recibir ataques a cualquier hora del día. Como la mayoría de los centinelas vuela, el papel de los arqueros es fundamental para cuidarnos, por eso montan estas guardias que ves con relevos constantes. Sin embargo, e incluso con esos cuidados, hace unos días nos atacó un grupo pequeño, tal vez de exploradores, suponemos, llegaron volando a toda velocidad e irrumpieron en un sector del patio donde justo me encontraba con unos compañeros. Ellos corrieron en búsqueda de los guardianes, pero yo, confiado de mis habilidades, quise quedarme a enfrentarlos como un ser humano común y corriente, creyendo que eran animales con poca inteligencia.
— ¿Y qué hiciste para defenderte?
El ínfera sonríe con vergüenza —Nada, debería haber corrido como los demás. Fui un inútil, un kamikaze. Aunque sí pude comprobar que son fuertes y peligrosos sin la ayuda de mi partícula. Porque enfrenté a uno, y cuándo quise golpearlo, este recibió el impacto, aunque pareció ni inmutarse con mi fuerza. En cuanto a mí, por poco muero con un zarpazo que me dejó desparramado en el suelo. Además, hay algo que empeora las cosas Rami, nuestra partícula les atrae, los enfurece.
— ¿Y cómo sobreviviste? ¿Te ayudaron los guardianes?
Matías le contesta moviendo la cabeza de arriba hacia abajo. Súbitamente se vuelve serio, y toma a su amigo por los hombros con ambas manos.
—Cuándo los índomes vieron que llegaba mi maestro y una docena de ínferas junto a él, se elevaron, batiendo las alas con gran potencia, y desaparecieron en un segundo. Tuve suerte porque ellos vinieron a tiempo, de lo contrario, no la hubiera contado. Mira, necesito que escuches algo muy importante que he ido aprendiendo estos días. Una de las tantas advertencias que nos dijo Belaziel y para mí la más importante, fue que mientras no poseamos total control sobre la partícula, jamás ataquemos a los índomes, jamás. Es una sentencia de muerte, es el equivalente a ir con las manos desnudas a provocar a un oso. Yo lo he comprobado en carne propia, sin hacer caso a las advertencias y casi lo pago muy caro. En pocas palabras, nuestra suerte estaría echada Ramiro y con mínimas probabilidades de vencer, sería como lanzarse a un río sin saber nadar. Por eso, hasta que no aprendamos lo necesario, debemos dejar a los más experimentados que hagan su trabajo.
El muchacho tragó saliva al escuchar las palabras de advertencia de su amigo.
—Te entiendo, esto no es un juego. Eso lo comprendí a la perfección, pero luego de verte a ti como luchaste hoy, sé que es posible que lo hagamos y mantengo mis esperanzas. Lo que me aterra es no saber cómo actuar, porque nunca fui un sujeto violento ni de pelear. Sé que tú tienes experiencia gracias a las artes marciales y aun así te ha costado mucho adquirir la partícula.
El joven hace una pausa, silencio. Deja de mirar a Matías y baja la cabeza. Traga saliva, se toma los lados de la cadera con las manos.
—¿Qué sucede Rami? Dime.
—Hablas de la partícula, de los índomes, hay demasiados peligros. Y tú haces que parezca tan fácil, la realidad es que me cuesta admitirlo, pero quisiera no estar tan asustado.
—Descuida, confía más en ti y en tu fuerza de voluntad. El miedo en su justa medida nos mantiene vivos y alertas, no puedes no temerle a algo así que no te castigues de esa manera. Mira, apenas conozco a Ezequiel y he escuchado a todos decir que es un maestro y una persona increíble, que no se compara en la forma de ser a mi maestro Bela. A partir de mañana, él te va a entrenar y estoy seguro de que, si usas tu fuerza de voluntad, lograrás lo que quieras. Ahora volvamos a nuestras habitaciones, dejemos a los vigilantes hacer lo suyo que son los mejores. Pero antes de irte míralos bien Ramiro, ellos nos cuidan, usan su poder para protegernos, y todos los que están aquí aprendieron de los guardianes. Ten fe, que nosotros no seremos la excepción, ya que la cadena inferal es única, y cada eslabón es especial. Sólo imagina, mentalízate que algún día nos convertiremos en los más fuertes y verás que el miedo desaparecerá. Tengamos un objetivo claro, entrenemos para eso.
—Eso sería increíble —dice Ramiro suspirando —Ni siquiera tengo una espada, tú al menos tienes tus manos.
Cuando los dos amigos regresaron a la fortaleza, cruzaron bajo un enorme arco de piedra que oficia de entrada, y si bien esa primera vez ignoraron lo que decía, allí arriba podía leerse tallada la palabra que da nombre al lugar, Inferania. Más abajo, en una tipografía de menor tamaño, enunciaba:
“En honor a Angelo, gracias a su sacrificio, todos somos Inferas”
— Matías ¿y los demás?
—Descansado. Nuestros cuerpos necesitan recuperarse, la partícula así nos lo demanda. Si bien no necesitamos comer para mantenernos vivos, dormir y descansar es importante, porque el fragmento que llevamos en nuestro interior y nos da la condición de ínferas, es energía pura. La responsable de que estemos aquí, y desgasta nuestro cuerpo de una manera muy especial. Te voy a dar un ejemplo, mira, me explicaron que en este lugar hay más gravedad y más presión atmosférica que en la Tierra. Estamos en un ambiente hostil para los seres humanos ¿aunque no parece verdad? Eso se debe a que la partícula modifica nuestros cuerpos y nos provee de la fuerza necesaria para mantenernos en estas condiciones, a veces, sobrecargando los límites de nuestros cuerpos.
—Está bien, ahora comprendo por qué estoy tan exhausto sin haber hecho nada.
—Claro —afirma Matías —De a poco vas a ir entendiendo más cosas. Por lo pronto, vuelve al lugar donde emergiste y déjate caer en el Aguamantio. No lo pienses tanto, cierra los ojos y deja que el cuerpo se relaje, cuando te quieras dar cuenta, ya estarás durmiendo. En unos días, te van a asignar una habitación, posiblemente, distinta a la que emergiste. Y cuándo eso ocurra, vamos a hablar con los guardianes, para que nos ubiquen juntos. Normalmente, estos espacios de descanso tienen capacidad para doce tinas de recuperación.
—Eso sería perfecto —agrega Ramiro —podemos ser compañeros de cuarto.
—No olvides a Ezequiel, ya avisó que mañana comienza con su nuevo grupo y tú estarás allí, así que intenta descansar todo lo que puedas, porque los entrenamientos no son un chiste, van muy en serio ¿Recuerdas cómo volver?
—Sí, creo que lo recuerdo —Los amigos comenzaron a alejarse, cada uno caminaba en direcciones opuestas, cuándo una duda lo asaltó a Ramiro —¿Y cómo haré para no quedarme dormido? ¿Cómo sabré la hora correcta para levantarme?
—Alguien vendrá a golpear a tu puerta para despertarte. Lo bueno es que tenemos relojes mecánicos, sincronizados con la luz de lo que creemos, es el Sol. Igualmente, no te preocupes por eso ahora, que ya tienen todo organizado por turnos, siempre hay ínferas alertas a toda hora. Inferania nunca duerme.
—Entiendo, me quedo más tranquilo —Ante el gesto afirmativo del joven, los muchachos se separaron, volviendo cada uno a sus respectivas habitaciones para responder a las nuevas necesidades biológicas. Únicamente debían sumergirse en la tina cubriendo su cuerpo con el líquido para recuperar las energías y el resto era dormir.