Folios blancos.
Cuerda para atar el folio al árbol.
Lápiz o color negro.
Hojas.
Lápices de colores.
desarrollo de la actividad
Estamos continuamente expuestos a diferentes texturas y, la mayoría de veces, no somos conscientes. Las texturas nos dicen mucho de cómo son los objetos. En el bosque encontramos materiales que pueden parecer iguales, pero al tacto son diferentes.
Un ejemplo sería el de los troncos. Estos pueden parecernos iguales a simple vista, pero cada uno tiene una textura diferente. Al acariciar su corteza descubrimos una amplia gama de texturas. Desde la suavidad de la corteza de un árbol joven, hasta la rugosidad de un tronco viejo y desgastado por el tiempo.
Una actividad fascinante que invita a conocer estas texturas es la de tomar un papel blanco, colocarlo sobre un tronco y pintar con un color sobre él. De esta forma, captaremos sus imperfecciones y las características únicas de su textura.
Este ejercicio no solo ayuda a apreciar la diversidad de texturas, sino que también permite experimentar de una manera táctil y sensorial.
Esta misma actividad, se puede realizar con diferentes materiales. Por ejemplo, en vez de hacer uso de la corteza de un árbol, podemos emplear hojas. Es tan sencillo como colocar las hojas sobre un folio y pintar sobre ellas. De esta forma, se hace presión y el dibujo de la hoja se queda marcado. A continuación un ejemplo de cómo se realizaría.