¿Qué es la felicidad?
¿Qué es la felicidad?
¿La vida tiene un sentido, fray Tomás? Tanta gente piensa que no, o que es muy difícil encontrarlo...
No sólo que la vida tiene un sentido, sino que todo lo que sucede en el mundo tiene una finalidad.
Algunas veces esos fines están puestos por la misma naturaleza, como en el caso del crecimiento de una planta o la reproducción de un animal. Otras veces los ponemos los seres humanos, por medio de nuestra libertad. Pero aún los seres inteligentes como nosotros, estamos dotados de algunos dinamismos propios, que apuntan en definitiva hacia el Bien trascendente, el fin último de todo lo que hacemos.
¿El fín último del hombre, cuál sería, en definitiva? ¿Para qué vivimos?
¡Para ser felices!
Sí, es fácil decirlo, pero, ¿en qué consiste la felicidad?
Mucha gente piensa que para ser feliz hay que tener muchos bienes materiales, o gozar de placeres, o ser conocido por todo el mundo... Pero el corazón del hombre no se llena con nada de eso, porque tiene una capacidad ilimitada, infinita. ¿Con un litro de agua puedes llenar una tinaja de cien litros? En todos los tiempos, de diversas maneras, los hombres más sabios lo han intuido y descubierto: solo Dios, el Bien infinito, nos hace felices, porque el corazón humano tiene una capacidad infinita: ¡solo Dios lo puede llenar!
Claro, pero, ¿cómo llegamos a Dios, a quien aquí en la tierra no vemos?
Ciertamente, en la vida presente no podemos alcanzar la felicidad perfecta, porque la felicidad consiste en ver a Dios cara a cara, y gozar eternamente de esa visión. Eso no es posible aquí en la tierra.
Pero en esta vida, si abrimos nuestro corazón a la gracia, si amamos a Dios y al prójimo, podemos ser al menos imperfectamente felices. Y ahí es verdad que necesitamos también algunas otras cosas: como somos seres corporales, precisamos la salud de nuestro cuerpo; la compañía de los amigos nos consuela; los bienes materiales sirven a nuestras necesidades físicas.
¿Y por qué mucha gente piensa que se puede ser feliz de manera egoísta o sin Dios?
Por una sencilla razón: todos queremos ser felices, pero no todos entendemos bien cómo llegamos a serlo. La fe nos permite descubrir, al menos un poquito, ese abismo infinito de Verdad y Bien que es Dios. Pero si nuestra mente está como cegada, buscaremos la felicidad donde no se la encuentra...
¡Gracias, fray Tomás!
Suma Teológica I-II, cuestiones 1-5.