El gozo o alegría espiritual
El gozo o alegría espiritual
Buen día, fray Tomás. Ya hablamos bastante de la caridad. ¿Por qué hoy del gozo?
¡Es que hay una profunda relación entre el amor y el gozo! El gozo o alegría espiritual es el primer efecto de la caridad. Dice San Pablo que el amor de Dios ha sido derramado en nosotros por el Espíritu Santo que se nos ha dado (Rm 5, 5), y el gozo es producido por el mismo Espíritu en nosotros (Rm 14, 17). La alegría es efecto de tener lo que deseamos, o que quienes amamos lo tengan. Y la caridad es el amor de Dios, que tiene perfectamente todo bien y nos lo comunica a nosotros. ¡Por eso amar a Dios da gozo, es tener a Dios, el sumo Bien!
Pero, por más que amemos a Dios, a veces podemos sentirnos un poco tristes...
La alegría propia del amor no deberíamos perderla nunca; también nos dice San Pablo, "alégrense siempre en el Señor" (Flp 4, 4). Pero a veces se interponen obstáculos que dificultan nuestra participación en el bien divino... y ahí, sí, puede surgir algo de tristeza.
¿Y el gozo en nosotros puede llegar alguna vez a ser completo?
¡Ay! Solo Dios puede gozar en plenitud sin ninguna sombra de dolor. Nosotros, mientras caminamos en esta vida, tenemos siempre una mezcla de alegría y tristeza, porque no podemos alcanzar a Dios tanto como Él puede ser alcanzado. En el cielo, por el contrario, no solo se colmará el deseo con el que deseamos ver a Dios, ¡sino que será satisfecho todo deseo!
¿Todos los deseos serán satisfechos?
Sí, porque Dios colma todas las aspiraciones del corazón humano, y mucho más. De nuevo nos dice San Pablo: "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que lo aman" (1 Cor 2, 9). Y como el hombre no puede abarcar ese gozo, sino que más bien es absorbido por él, dice Jesús en el Evangelio: "Entra en el gozo de tu Señor" (Mt 25, 21.23).
¿Y el gozo o la alegría son virtudes?
Más bien habría que decir que son fruto o efecto de la virtud de la caridad. En última instancia, amar y ser amados es lo que produce la alegría, y por eso también san Pablo enumera el gozo como fruto del Espíritu Santo (Gal 5, 22).
Y queda claro que gozo y placer no son lo mismo...
No son lo mismo. El placer se parece al gozo en el hecho de que es el efecto de una acción plena (por ejemplo, comemos y sentimos el placer del gusto, o de estar satisfechos). Pero el placer se refiere a la satisfacción de una necesidad de la vida sensible. El gozo, en cambio, colma un impulso del alma espiritual. Por eso el placer no puede ser criterio último de nuestra conducta, como si dijéramos, hay que hacer solo lo que nos da placer. En cambio, los gozos del corazón sí son una señal, muchas veces, de que estamos en el camino correcto.
¡Muchas gracias! ¡Hasta la próxima!
Suma Teológica II-II, 28; I-II, 31. 34.