La virtud de la prudencia (2)
La virtud de la prudencia (2)
¡Buenos días, fray Tomás! ¿Seguimos hablando de la prudencia?
Sí. Quería hacerte notar que la prudencia, como las otras virtudes, es algo complejo, y tenemos que conocer sus partes para poder adquirirla.
Bien... ¿Y la prudencia tiene muchas partes?
Ante todo, hay que distinguir lo que llamé "partes integrales", que son los elementos que la componen; como las partes de la casa son las paredes, el techo y los cimientos. Y como la prudencia tiene dos acciones, primero, conocer lo que es necesario para obrar, y luego, mandar que se haga lo que hay que hacer, tenemos dos tipos de partes integrales.
¿Cuáles son las partes de la prudencia como conocimiento?
Para ser prudente necesitas tener ante todo, experiencia, y por eso la "memoria" es parte de la prudencia. ¡Por eso los viejos deberían ser más prudentes! Pero también, tienes que conocer los principios de la acción y otros elementos necesarios para la misma, y es lo que los filósofos llamaron "inteligencia"; por ejemplo, conocer los principios de la pedagogía si vas a enseñar, los del derecho si vas a abordar una causa judicial, y así sucesivamente. A estos conocimientos hay que aplicar la "razón", para sacar las deducciones y alcanzar las conclusiones necesarias para obrar bien.
Pero uno no puede saberlo todo solo...
Claro, y por eso hay que pedir consejo, y así la "docilidad" también es parte de la prudencia. Y como la prudencia es práctica, y no se puede uno pasar la vida deliberando, la "sagacidad" o "solercia" es otra parte importante de la prudencia. Se trata de la una cierta agilidad para ver las cosas y tomar decisiones justas con relativa rapidez. Todos conocemos esas personas que se la pasan pensando y no llegan nunca a una decisión... les falta solercia.
Claro, y después hay que ponerse en movimiento.
Seguro, y ahí interviene la "providencia" o previsión, por la que miramos los medios adecuados al fin. ¡Cuántos "imprevistos" (que en realidad podrían haber sido previstos) echan a perder un buen plan! También es necesaria la "circunspección", literalmente, mirar las circunstancias: por ejemplo, corregir a alguien con firmeza puede ser oportuno en unas circunstancias y no en otras. Y finalmente, está la "cautela" o precaución: en la vida todo está mezclado de bien y mal, y aún en la mejor de las acciones puede haber riesgos que hay que considerar.
¿Y todo esto, en qué ambitos se aplica?
¡En todos! Hay una prudencia por la que cada uno gobierna su propia vida. Los filósofos a veces la llamaron "monástica", porque "monos", en griego, quiere decir "uno". Pero también con la prudencia un padre o una madre dirigen la familia, un general su ejército, un gobernante su Estado, y así sucesivamente.
¿Hay otras partes de la prudencia?
Sí, hay algunas virtudes más pequeñas que nos ayudan a deliberar bien, a juzgar adecuadamente... la prudencia compone una delicada armonía que hay que adquirir en un largo entrenamiento de la vida.
¡Muchas gracias!
Suma Teológica, II-II, cuestión 48.