24 horas en el Almorchón

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El pasado sábado Juan Antonio Medrano y Raúl Almonacid lograron conquistar la cima del pico Almorchón escalando su cara sur. Con más de 400 metros de roca, esta escalada ha marcado un nuevo record en el club de montaña Atrafal.

El Almorchón es un cerro dolomítico que se eleva poderoso a once kilómetros al oeste de Cieza (Murcia). Desde hace más de un siglo su imponente silueta ha atraído a montañeros y geólogos. Conquistar su cumbre, a 768 m de altitud, por cualquiera de sus vías exige cuanto menos escalar el torreón final que la protege. Son numerosos los montañeros que, tras haber completado casi toda la ascensión, se han visto obligados a retirarse a escasos metros de la cima. Su cara sur, aún más escarpada que la norte, no fue vencida hasta el año 1982, fecha en que los avezados alpinistas Félix Gómez de León y José Luis Clavel lograron abrirla.

Para Raúl y Medrano el duelo con el Almorchón comenzó la tarde del viernes, recorriendo - en coche y a pie - los 250 km de carreteras, pistas y barrancos que separan Requena de esta emblemática montaña. Habían decidido emular aquella ascensión primera de la arista sur (D+) combinándola con la escalada del torreón final que les llevaría a la cumbre. Con este objetivo, a pie de vía pasaron la noche previa debatiéndose entre sueños y desvelos. No era para menos. La negra silueta del gigante recortada contra el cielo estrellado resultaba sobrecogedora. El precio de su conquista: 435 m de escalada clásica. El itinerario más largo de escalada al que jamás antes se habían enfrentado nuestros montañeros.

Sábado, 05:00 h. de la mañana. Por fin suena el despertador. Hora del desayuno, estiramientos y reparto del material. Con las primeras luces del alba comienza la danza vertical. Buscando la máxima velocidad ascienden alternándose a cada largo. Las primeras sensaciones son buenas. Aunque el deseo de avanzar rápido les lleva a pasarse la primera reunión sin darse cuenta. Para no retroceder improvisan una nueva reunión y continúan. Gran ambiente. Los dos primeros largos a la sombra.

Tercer largo. Sobre una placa difícil de proteger el sol comienza a reclamar protagonismo. Las predicciones lo anunciaban: riesgo extremo de radiación ultravioleta.

El cuarto y el quinto largo se suceden.... Y en la sexta reunión el cansancio comienza a hacerse evidente. Se dan ánimos el uno al otro: comentan que aún les quedan 90 metros de escalada pero, previsiblemente, de menor dificultad que los ya superados.

Séptima reunión. Los escaladores alcanzan el collado superior del corredor norte. El calor es insoportable. La cima parece cerca, a un sólo largo. Pero se hallan ante el famoso torreón de roca que a tantos montañeros ha detenido. Debaten la situación y deciden seguir adelante.

El último largo se complica. Tras ocho horas de escalada resulta difícil mantener la concentración. Un paso que normalmente deberían resolver sin dificultad ahora les parece insuperable. Se ayudan en este esfuerzo final y, por fin, ¡cima!. Primero Medrano y luego Raúl. Se felicitan los montañeros. El termométro marca 40ºC. Sin fuerzas para preparar una mejor fotografía inmortalizan el momento colocando la cámara allá donde les alcanza el brazo.

Nadie dijo que fuera fácil. ¡Enhorabuena!