Monte Perdido 2012 - La aventura

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"¡Toc, toc!". El cocinero de Gavarnie responde a las intenciones de nuestros montañeros golpeando con los nudillos el mostrador.

- "¡Couloir Swan!. ¡Ahora muy duro!"

Al siguiente día, la visión más cercana desde Espuguettes tampoco resulta más alentadora: ni rastro de huella en el corredor. Nadie lo ha intentado todavía este invierno. Hace casi tres semanas que no cae un copo de nieve sobre el valle de Gavarnie y las pocas precipitaciones de mediados del mes pasado se hallan congeladas.

- "No importa. Cogeremos todo el material, ascenderemos el cono inferior del corredor y, cuando nos encontremos en su interior, si lo vemos peligroso nos damos media vuelta".

Con ese acuerdo marchan a descansar Medrano y Raúl a pie de la cara norte de los Astazou. Pero en su interior ambos saben que si logran alcanzar la entrada del corredor no van a retroceder.

Jueves, 12 de enero de 2012

A las 05:00 de la mañana suena el despertador en el refuge des Espuguettes. En el exterior la noche se muestra fría, aunque amable. Un suave viento acompaña el resplandor de la luna menguante, nada más. Los alpinistas abandonan el refugio alcanzando la base del cono inferior del corredor en dos horas. Media hora más tarde de lo previsto: demasiada carga a sus espaldas. Lo que desde lejos parecía una pequeña pala de nieve ahora exhibe su verdadera magnitud: 150 metros de desnivel con una pendiente en torno a 45º. Paso a paso alcanzan el vértice superior del cono, sin mayor dificultad.

Se hallan ante el corredor Swan. Como suponían, congelado, al menos al principio. A pesar de contar sólo con tres tornillos, dos pitones y 30 metros de cuerda ninguno plantea retroceder. 30 ridículos metros de cuerda para escalar una pendiente helada de medio kilómetro. Primer error.

Avanza la mañana. "¡Ssssssssssssszzzumm!". Invisibles trozos de hielo y rocas comienzan a caer corredor abajo silbando alrededor de los montañeros. "¡Ssssssssssssszzzzumm!". ¿Quién se atreve a mirar hacia arriba?. "¡Sssssssssssszzzcloc!". - "¡Menos mal que trajimos casco!".

Para exprimir al máximo hasta el último centímetro de la cuerda, largo a largo (o más bien "corto a corto") se ven obligados a instalar las reuniones en lugares imposibles. Rampas nevadas se alternan con resaltes de hielo que llegan a alcanzar 90º de inclinación. 90 terribles grados que, con el paso de las horas, acaban por reventar los gemelos. 150 metros más arriba, por fin, el corredor afloja su dureza y deciden que ya no hay tiempo para montar más reuniones. Continuarán en ensamble. A partir de ahora cualquier fallo podría arrastrar al compañero. Hay que intentar salir por arriba - llegados a este punto descender sería mucho más arriesgado.

Metro a metro lo que comenzó siendo un corredor helado acaba convertido en un canalón de nieve blanda. Fatigosa. Desesperante. Hundidas las piernas hasta las rodillas acaba cayendo la noche sobre los montañeros. Hundidas sus ilusiones de escapar con luz del corredor. Hundidas sus fuerzas. Extenuados, se reagrupan en medio de la nada. ¿Para qué correr ya?. Sin lugar donde apoyar sus mochilas colaboran para sacar de ellas las linternas. - "¡Vamos, que ya lo tenemos!" -. Se dan ánimos. Se mienten.

Dos horas después por fin alcanzan el collado superior. Sin celebraciones. Exhaustos, intentan comer algo. Beber hace ya rato que es imposible. El agua de las cantimploras se ha congelado en el interior de la mochila.

El viento helado castiga el collado. Hay que abandonar ya este lugar. Todavía no hay luna. Conectan el GPS y en medio de la oscuridad siguen sus indicaciones en busca del refugio de Tucarroya. Tras dos horas de caminata aparece la luna iluminando el balcón de Pineta. Apagan las linternas. Una hora más tarde los espectros llegan al refugio. La puerta está bloqueada por la nieve. Son las 12 de la noche. Cinco personas duermen dentro. Sorprendidas por la tardía arribada de dos nuevos montañeros les hacen hueco.


Viernes, 13 de enero de 2012

No suena el despertador.

El refugio de Tucarroya se halla colgado en una brecha entre Francia y España. Escapar de allí por cualquiera de sus vertientes exige descender una fuerte pendiente helada de, al menos, 60 metros. Quedarse es una locura. No hay nada que hacer. Los pocos metros que rodean al refugio están cubiertos de hielo. Salir sin crampones supone una temeridad.

Hoy ni los cuerpos ni las mentes están para escalar la norte del Perdido. Intentarán, en cambio, la cima que dejaron atrás anoche, menos técnica. Medrano no ha conseguido pegar ojo pero no quiere perderse la vista del circo de Gavarnie desde el Astazou Occidental. Encuentran la nieve perfecta. Luchando con la resaca muscular de ayer poco a poco los montañeros ganan el cuello de Astazou. Y algo después la cima del Occidental (3.015 m), sobre una aérea arista colgada 2.000 metros por encima de Gavarnie. Preciosa. Hoy sí hay celebración, almuerzo y foto. Como Dios manda.


Sábado, 14 de enero de 2012

La mañana comienza apretando los dientes. La vertiente francesa del Tucarroya está protegida por una rampa helada de más de 700 metros. Pero hoy nuestros montañeros se encuentran bien, física y mentalmente. Descienden lo necesario para rodear el Pic Rouge de Pailla descubriendo en su entorno un paisaje nevado fascinante. Merengado. En el termómetro 5 bajo cero, pero trabajan sin guantes. En su proceso natural el cuerpo ha comenzado ya a acostumbrarse al frío.

Al paso por el plateau de Cardous las miradas al Swan son inevitables. Sonríen, estiran el cuello con orgullo... los montañeros del Atrafal han subido por allí. Una hora más tarde el SPOT envía su último punto desde Gavarnie. ¡Buen chico!

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Diez de la noche. Hôtel le Taillon. Tras cuatro intensas jornadas de alpinismo en la televisión continúa seleccionado el canal temático "MontagneTV", en las conversaciones nuevos proyectos sobre el peñón de Ifach, el Aneto, el regreso a Monte Perdido, los Alpes Berneses, los Andes..., y las mochilas aún sin deshacer. Si quieres sigue llamándolo "afición".