Tres razones para volver

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80 kilómetros recorridos, 12.000 metros de desnivel y varios puntos de sutura fueron algunos de los ingredientes de la gran aventura que vivieron Kico Luengo y Raúl Almonacid tras su primera incursión a las Dolomitas. He aquí el diario de su viaje:


Día -1: 6 de julio de 2009

17:00. Requena. 1.800 kilómetros para llegar al parking del refugio Auronzo... Casi nada.

Día 1: 8 de julio de 2009

4.30 de la mañana. Suena el despertador. Kico con problemas gástricos y la cumbre del Civetta a 2.300 metros por encima de nuestras cabezas. Suero en el Camelback y a por ella.

8:30. Encontramos el primer nevero a sólo 1.900 metros de altitud. No esperábamos nieve a tan baja cota. Mal asunto (pues decidimos dejar en el coche los crampones y piolets). Con precaución, tallando escalones, lo superamos.

12:00 del mediodía. Por fin alcanzamos el inicio de la ferrata Alleghesi. Llevamos siete horas en pie. Ascender estos 1.400 metros nos ha costado mucho más de lo previsto. Con un poco de suerte, en cuatro o cinco horas estaremos descansando en el refugio Torrani. ¡Vamos allá!.

15:00. No toda la vía está equipada. Y en cada tramo sin cable una plaquita...,¡uf!.

15:30. A 300 metros de la cima una expuesta pala de nieve nos corta el paso. Kico intenta progresar por ella pero resbalan sus botas. El manto de nieve esconde hielo a escasos centímetros. Estamos en otro tramo no equipado de la ferrata. La roca está descompuesta y es difícil de proteger. Bajo nosotros, un abismo de 600 metros nos separa del suelo firme. Resignados, decidimos renunciar a la cima e intentar alcanzar el refugio Coldai antes de que caiga la noche.

18:30. El destrepe de la vía nos ha llevado tres horas. Las pesadas mochilas no han facilitado demasiado esta tarea.

20:00. Tras una durísima jornada, a tiempo de la cena, alcanzamos el refugio Adolfo Sonino al Coldai.


Día 2: 9 de julio de 2009

6:30. Hoy no madrugamos. La etapa se prevé cómoda y sin sorpresas. De modo que hasta esta hora no ha sonado el despertador.

7:30. Con la imponente presencia del monte Pelmo frente a nosotros, iniciamos nuestra marcha para rodearlo por el sur.

13:15. A nuestra espalda, la cima del monte Civetta ha permanecido oculta bajo las nubes durante toda la mañana.

15:00. Alcanzamos el refugio Alba María de Luca - Venezia. Desde la habitación estudiamos el inicio de la vía de ascensión al Pelmo. Las guardas del refugio nos dan una alegría: se puede alcanzar la cima sin crampones. La noticia negativa proviene del parte meteorológico: se prevén lluvias para mañana. No obstante nos levantaremos temprano, según lo previsto, y decidiremos entonces qué hacer.


Día 3: 10 de julio de 2009

4:30. Llueve (lo ha hecho durante toda la noche). De momento, bajamos a desayunar.

5:30. Ha parado de llover y parece que despeja. Es arriesgado retrasar más la ascensión, de modo que partimos de inmediato hacia la montaña. En nuestras mochilas: agua, comida, ropa de abrigo, casco, arnés, cintas, mosquetones, empotradores, 60 metros de cuerda y una linterna - por lo que pueda pasar.

6:30. El primer contacto con la vía no es muy agradable. La roca está mojada y la travesía de la Cengia di Ball parece mucho más expuesta de lo que imaginábamos. Aún así, hoy Raúl se siente cómodo. Le gustan las travesías. Avanzará él como primero de cordada.

10:30. Estamos casi al inicio del Vallon. Aunque ya hemos superado la parte más complicada de la ascensión, el estado de la roca nos ha hecho emplear más tiempo de lo previsto. En este momento llueve con intensidad y no tiene visos de mejorar. Kico está preocupado por el descenso. Objetivamente la cosa pinta fea y - con buen tiempo - ya andaríamos muy justos para hacer cima y bajar de día. Regresamos.

15:45. El último tramo del descenso está muy mojado y descompuesto. Imposible meter seguros aquí. A Kico se le dan mejor los destrepes y toma la iniciativa. Raúl observa intranquilo los movimientos de su amigo. Caen piedras y un inesperado resbalón eleva nuestras glándulas sexuales hasta la garganta. Poco a poco Kico consigue finalizar el destrepe y las glándulas vuelven a colocarse en su lugar. Desde tierra firme guiará los pasos de un nervioso Raúl.

16:45. Se ha iniciado una fuerte tormenta. Libramos por los pelos. Las chicas del refugio Venezia se alegran de saber que seguimos sanos y salvos. Pero aún no ha llegado nuestro descanso. A pesar de llevar ya 12 horas en pie nos despedimos y, en mitad de la tormenta, iniciamos el largo descenso hasta San Vito di Cadore.

19:45. San Vito di Cadore. Ducha con agua caliente, comida italiana y sábanas limpias. Una jornada como la de hoy bien lo merece.


Día 4: 11 de julio de 2009

6:30. Otra dura e incierta jornada por delante. Suena el despertador y el cansancio, unido a la confianza de los viejos amigos, hace saltar chispas en el equipo. Estamos todavía en mitad de la ruta y nuestra sicología anda ya rozando el límite

9:30. La mañana transcurre silenciosa, reflexiva.

9:45. Refugio San Marco. La guarda nos alerta acerca del itinerario que pretendemos seguir hacia Sorapiss. Dice que la ferrata Berti es muy peligrosa, que no se puede pasar sin crampones y que es demasiado tarde para intentarlo. Decidimos seguir.

12:30. Vivac Giuliano e Scipio Slataper. En apenas cinco horas hemos ascendido los 1.600 metros que separan San Vito de Cadore de este lugar. Nos disponemos a comer algo antes de enfrentarnos a la ferrata cuando, desafortunadamente, con la puerta del vivac Kico se realiza un profundo corte en su mano derecha. ¡Maldita sea!. A 2.600 metros de altitud y en medio de ninguna parte. Su mano no para de sangrar. Realizamos una primera cura de urgencia y valoramos que el corte, sin ser grave, precisa atención médica. Estudiamos nuestras opciones y decidimos continuar por separado. Si todo va bien, mañana nos volveremos a encontrar en el refugio Col de Varda. Raúl se quedará con la cuerda y el material de escalada para afrontar en solitario la ferrata Berti y Kico deberá bajar de nuevo a San Vito di Cadore para buscar asistencia médica. Al final de la jornada, este maltrecho montañero habrá tenido que recorrer una distancia superior a 16 kilómetros acumulando 3.300 metros de desnivel.

14.30. Ferrata Francesco Berti. Una oportuna niebla alivia a Raúl de la sensación de vacío mientras desciende los tramos no equipados de la vía.

15:30. Se acaba el cable y comienza a nevar - no durará mucho. La niebla ha despejado y ahora el vacío de 1.400 metros que se abre a la izquierda es evidente. Las reseñas indican que la Cengia del Banco hay que atravesarla sin demora, pues es frecuente la caída de piedras. Tan rápido como le permite su prudencia atraviesa Raúl el inestable canchal.

16:30. En sólo tres horas Kico ha descendido los 1.600 metros que le separaban de San Vito di Cadore. El guante de su mano derecha gotea sangre. Un farmacéutico le indica que el médico más cercano se encuentra en el Hospital de Cortina d’Ampezzo (a 11 kilómetros al norte). Debe tomar dos autobuses para llegar allí.

17:30. Entra un mensaje en el móvil de Kico. Es de Raúl: “Creo que ya he salido del peligro. ¿Cómo estás?. Yo dormiré en el refugio de Sorapiss. Espero tu mensaje. Un abrazo.”

19:00. Raúl alcanza el lago de Sorapiss. El color azul turquesa de sus aguas es fascinante. Demasiado bello para disfrutarlo en solitario. Aún no tiene noticias de su compañero. “¿Estará bien?”.

20:15. Refugio Alfonso Vandelli al Sorapiss. Preguntan por el español. “¡Soy yo!”, responde Raúl. Con la ayuda de Alejandra - una enfermera vasca - Kico ha conseguido contactar con el refugio. Confirmamos que ambos estamos bien y quedamos para mañana: sobre las 10:30 horas en el refugio Col de Varda. Desde allí continuaremos juntos la ruta.

20:30. Hospital de Cortina d’Ampezzo. El corte necesita puntos de sutura. “¿Con anestesia o sin ella?”, pregunta el doctor. “Sin anestesia”, responde el montañero.

21:30. Kico consigue encontrar alojamiento y farmacia de guardia. Allí carga paracetamol y antibiótico, para cuatro días.


Día 5: 12 de julio de 2009

6:00. Comienza la jornada para Raúl. Los refugios de Sorapiss y Col de Varda están separados por un profundo valle que exige recorrer más de 11 kilómetros venciendo un desnivel de 1.400 metros. Quedar a las 10:30 en Col de Varda es un ambicioso objetivo, pero el resto del camino hacia Lavaredo es todavía largo y duro. No podíamos retrasarlo más.

8:30. Kico espera el autobús que le lleve hasta Misurina. La mochila ocupa asiento y también paga billete. Después, 400 metros de ascensión hasta el refugio.

10:00. Refugio Col de Varda. Raúl aún no ha llegado.

11:15. Nos encontramos en el lugar señalado. Raúl llega hambriento y cansado tras cuatro horas de ruta. Bebe, come y comenzamos el Sentiero Alberto Bonacossa.

15:30. Este sendero también está resultando más duro de lo que imaginábamos. Con las tres cimas de Lavaredo como constante telón de fondo, durante cinco horas nos dejamos sorprender con los múltiples giros y recovecos de su trazado, a veces, inquietantemente expuesto.

19:00. Alcanzamos el refugio Lavaredo. Comercial. Poco montañero. El guarda nos interroga acerca de si preferimos un alojamiento “bueno” o “de emergencia”. Elegimos el “bueno”. Compartimos habitación con otra pareja de escaladores. Todo parece viejo y roto. Nos preguntamos cómo serán las estancias “de emergencia”.


Día 6: 13 de julio de 2009

6:30. Suena el despertador en nuestro último día de ruta. La herida en la mano de Kico no ha dejado de supurar, pero va bastante bien. Aunque la escalada de la Grande di Lavaredo tendrá que esperar una mejor ocasión hoy nos atreveremos con otra cima menos exigente: el Paternkofel (o Monte Paterno), de 2.744 m.

8:30. El Monte Paterno fue un punto de gran actividad durante la primera guerra mundial. Sobre la montaña fueron talladas numerosas trincheras, galerías y polvorines. Aprovechamos estas excavaciones para progresar hacia la cima.

10:45. Cima del Monte Paterno. La ascensión ha resultado de lo más variada: galerías, neveros, trincheras, vías ferrata y hasta una escalada final, aérea, pero técnicamente fácil. Es el momento de almorzar, foto de rigor y estampado de nuestra firma en el libro de la primera cumbre dolomítica conquistada por los chicos del Atrafal (seguro que no será la última).

12:45. Refugio Antonio Locatelli. Buena parte del descenso lo hemos vuelto a realizar por el interior de la montaña, siguiendo la ferrata Luca Innerkofler, a través de una empinada galería que nos ha conducido casi hasta la base. El refugio está repleto de turistas. Su acceso es bastante cómodo y ofrece, sin duda, la mejor vista de las Tres Cimas de Lavaredo, a la derecha de nuestro Paternkofel. Hay una barra de bar en la que algunos turistas piden cerveza con coca-cola. Nosotros no nos atrevemos a probar eso. Pagamos ocho euros por dos vasos de coca-cola del tiempo sin hielo ni limón..., pero nos saben a gloria.

15:15. Spigolo Dibona. No podíamos marcharnos de las Dolomitas sin haber acariciado el inicio del espolón Dibona de la Cima Grande de Lavaredo. Buena roca. 450 metros. Impresiona. Raúl está convencido de que un día subiremos por ahí.

17:00. Parking del refugio Auronzo. Fin de nuestra ruta. Todo ha salido bien. Llegó el momento de celebrarlo y volver a casa. Por delante: diecisiete horas de carretera. En el retrovisor: las cumbres del Civetta, el Pelmo y la Grande de Lavaredo. Tres enormes razones para volver.