Bisaurín

1 6 D E MARZO D E 2 0 2 2

- Es por aquí, ¿no?

- ¡Pues claro!, a la derecha.

Después de ascender 400 metros de desnivel con 15 kilos a la espalda, Raúl Martín se dispone a colocarse los crampones para superar un collado donde, se supone, está el refugio.

- No te pongas los pinchos, que nos vamos para abajo. Nos hemos equivocado - advierte Juan Antonio.

- ¡¡No me jod...!! - responde Raúl.

Y es que así son las cosas cuando predomina la tranquilidad y la relajación entre alpinistas desentrenados que acuden a la montaña después de un parón demasiado largo. Pero no estuvo mal del todo, porque después sus cuerpos agradecieron aún más la cena caliente y un buen puñado de horas de sueño sobre el colchón del refugio de Lizara.

Al día siguiente, con las pilas cargadas y confirmado que, esta vez sí, estaban sobre la senda correcta, nuestros dos socios almorzaron sin ningún remordimiento en el lugar donde pretendían llegar a dormir la noche anterior.

Ya era hora de comer cuando se hallaban entrando al inicio del corredor noreste al Bisaurín. La serenidad, que aún invadía sus cuerpos, pronto se tornó en tensión: La escasa cantidad de nieve que tapaba el corredor lo dificultaba todo. Un solo resbalón a la entrada... y nada bueno podría esperarse. Pero, cuando las circunstancias lo requieren, la templanza de estos dos chavales no tiene límites. Sobre terreno vertical y con los cinco sentidos al 100% el disfrute es máximo..., hasta que la niebla y el frío hacen su aparición. Entonces, entre el caos de rocas y hielo ningún itinerio es evidente, y el que parece evidente es equivocado.

Finalmente, la pericia de los dos escaladores les permitió salir del laberinto vertical aún con luz natural, aunque no a una hora prudente. Derrengados sobre la nieva, ya sobre terreno sin peligro, repusieron fuerzas para poder alcanzar un resguardo avanzando iluminados solo por sus frontales. El ocaso hace horas que terminó.

Otra aventura más que poder contar y deleitar con ella a cualquiera que ame las montañas,. Otra aventura que quedará para siempre grabada en la memoria de estos dos atrafaleros.