Por: César Coloma Porcari
Presidente del Instituto Latinoamericano de Cultura y Desarrollo
El Centro Histórico de Arequipa fue revalorado por iniciativa de don René Forga Sanmartí, quien emprendió una fructífera campaña para recuperar el aspecto primigenio de la vieja ciudad.
Gracias a ellos [don René Forga Sanamartí, don José Luis Velarde Soto y otros profesionales], el resultado fue muy halagüeño y Arequipa se convirtió en un punto de atracción del turismo nacional y mundial. La única ciudad colonial construida íntegramente en piedra tenía que llamar la atención. Y más aún si esa piedra era volcánica y de un vistoso color blanquecino.
Don Eusebio Quiroz Paz Soldán, destacado historiador arequipeño, al referirse a don René Forga Sanmartí, afirma que “de 1979 a 1980 ocupó la alcaldía del Concejo Provincial de Arequipa, en que destacó por su indomable energía y dinamismo en defensa de una imagen histórica de la arquitectura colonial arequipeña, luchando porque se restituya al centro monumental de Arequipa su antigua prestancia arquitectónica” (Carlos Milla Batres (ed.): “Diccionario histórico y biográfico del Perú”, 2da. ed., t. IV, Madrid, Josmar S. A., 1986, p. 66).
Agrega que “Su acción se ha plasmado en un hecho objetivo: el sillar de las construcciones arequipeñas en el centro de la ciudad, luce caravista, gracias al empeño constante del ingeniero Forga Sanmartí. Gran parte de los templos de Arequipa, que han sido restaurados después de los sismos de 1958 y 1960, lucen hoy su prístino esplendor, gracias a las gestiones de Forga”. Y además, “Durante su gestión como Inspector de Ornato, se consiguió la aprobación de las ordenanzas municipales para la construcción, conservación, restauración y ornato de la ciudad de Arequipa. Este cuerpo de disposiciones debe ser elevado a Ley, sin recorte alguno, ya que su propósito es defender la zona blanca de Arequipa, con lo cual se preservará el potencial turístico de la ciudad” (Idem, pp. 66, 67).
Y gracias a ese rescate de la Ciudad Blanca por los arequipeños, la UNESCO, el 2 de diciembre del año 2000, declaró al llamado oficialmente “Centro Histórico de Arequipa”, como Patrimonio Mundial, teniendo en cuenta dos criterios, como se verá más adelante.
La solicitud para que el mencionado Centro Histórico fuera declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, incluyendo un detallado informe, fue presentada ante la UNESCO, en junio de 1999. El documento fue redactado por la Municipalidad Provincial de Arequipa, siendo alcalde don Juan Manuel Guillén Benavides, y presentado por el Instituto Nacional de Cultura (siendo Director del Instituto Nacional de Cultura-Arequipa, don Luis A. Sardón Cánepa, y Director Nacional, don Luis Repetto Málaga), a través del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú. Se contó con el invalorable apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional, AECI.
El Comité del Patrimonio Mundial, el 20 de julio de 1999, recomendó que el sitio fuera inscrito en la “Lista del Patrimonio Mundial” debido a que “El Centro Histórico de Arequipa, edificado en la piedra volcánica llamada ‘sillar’, representa la integración de las técnicas constructivas y características europeas y nativas, expresadas en el admirable trabajo de los maestros coloniales y albañiles criollos e indígenas. Está caracterizada por sus robustas murallas, arquerías y bóvedas, plazas y espacios abiertos, y por la intrincada decoración barroca de sus fachadas”. Y además, por los criterios siguientes:
“Criterio (I): La arquitectura ornamentada del centro histórico de Arequipa representa una obra maestra de la integración creativa de las características europeas y nativas, crucial para la expresión cultural de toda la región”.
“Criterio (IV): El centro histórico de Arequipa es un ejemplo extraordinario de un asentamiento colonial, afectado por las condiciones naturales, las influencias indígenas, el proceso de la conquista y la evangelización, así como por la naturaleza espectacular de su ubicación geográfica”.
Lamentablemente, ese Comité, por haber recibido una información falsa e interesada, afirmaba también que las fachadas de los inmuebles coloniales del Centro Histórico de Arequipa habían sido, originalmente, revocadas y pintadas, usando pintura blanca en las portadas y cornisas, y el resto cubierto con fuertes colores contrastantes.
Esa es una mentira escandalosa, ya que el gusto por acentuar el contraste entre molduras y otros relieves, y los muros planos, se inventó, en el Perú, en la dictadura “velasquista”, que asoló nuestro país; es decir, a partir de 1968.
Lamentablemente, el convento de Santa Catalina, para abrirlo al público, fue pintado de esa manera, en los años indicados. Y la gente desinformada cree que Arequipa originalmente fue así, con muros de diversos colores fuertes sobre los que resaltan, en blanco, todos los relieves (portadas, cornisas, espadañas, etc.). Desafortunadamente, hasta el momento, no se ha tomado en cuenta que en las fotografías de dicho convento, de antes de la década del 70, no figuran esos contrastes de colores chillones y más bien se aprecian los muros y portadas en sillar limpio, monocolor.
La UNESCO debe rectificar la falsa aseveración que mencionamos, ya que ella ha servido para que sujetos inescrupulosos pintarrajeen las venerables fachadas de piedra en todo tipo de colores, convirtiendo a la antigua Ciudad Blanca en el “Gigantesco Chifa al Aire Libre”.
La declaración de Arequipa como Patrimonio Mundial lleva el número 1016, o PE-1016, y fue aprobada en la vigésimo cuarta sesión del Comité del Patrimonio Mundial, que se llevó a cabo en la ciudad de Cairns, Australia, del 27 de noviembre al 2 de diciembre del año 2000. Nuestro país fue representado, en dicho evento, por don Manuel Soarez Documet, Ministro Consejero de la Embajada del Perú en Australia.
El Dr. Quiroz Paz Soldán, al referirse a las ordenanzas municipales para la “conservación, restauración y ornato de la ciudad de Arequipa”, aprobadas por gestión de don René Forga Sanmartí, exigía que “Este cuerpo de disposiciones debe ser elevado a Ley, sin recorte alguno, ya que su propósito es defender la zona blanca de Arequipa”.
Creemos que con esta Ley se evitaría que los vándalos y malos decoradores continúen pintarrajeando de colorines el Centro Histórico arequipeño, imitando las construcciones de adobe y quincha, de Lima.
(Publicado en “VOCES” Revista Cultural de Lima, año 16, N° 59, Lima, 2005, pp. 44-45).
[NOTA.- Fotografía en sepia, de 1848 (de Léonce Angrand): frontis de la iglesia de Santo Domingo, Arequipa (en donde se aprecia el sillar limpio, sin revoque ni pintura). En: “Imagen del Perú en el siglo XIX”, Ed. Milla Batres, 1972, p. 176].