En este diario se nota el cambio en nuestra dinámica, pues ahora nos envolvemos en el rol del maestro y nos corresponde dar una hora de clase; continúan las rotaciones.
El jueves 22 de febrero fue nuestro primer día impartiendo clases, y nos tocó el grado 2do F. Inmediatamente llegamos, arreglamos las sillas en semicírculo y empezamos a preparar nuestros recursos. A medida que iban llegando los niños, dialogamos con ellos acerca de cómo habían amanecido o sobre su estado de ánimo para crear un ambiente ameno y de confianza. Cuando todos los alumnos habían llegado y estaban sentados, listos para aprender, iniciamos formalmente el día con un saludo, la oración (a cargo de una estudiante que fue elegida) y reflexión del día.
Como estrategia de motivación y preparación para iniciar el día, les pedimos a los niños que inhalaran, exhalaran y se estiraran con nosotras; después, les solicitamos a una alumna que eligiera una canción para cantarla (su elección fue “Doña Semana”).
Continuando con la actividad de inicio, jugamos a la “Bola Caliente” con música para recoger los conocimientos previos acerca del tema a tratar con preguntas claves: ¿De qué hablaron esta semana? ¿Qué es la etiqueta? ¿Dónde la vemos? ¿Para qué la usamos?, entre otras preguntas. Nos apoyamos de nuestros recursos que fueron etiquetas variadas (de galletas, papitas, malta india, etc.), las cuales fueron entregadas a cada alumno como material concreto para que pudieran palpar de lo que se hablaría más adelante. Una de las etiquetas (la más grande) la usamos para identificar las partes de la misma (nombre, logo, fecha de vencimiento, precio, e ingredientes); después de haber socializado los elementos identificados en las etiquetas (tanto en la que estaba pegada en la pizarra, como las que poseía cada uno de los alumnos), los estudiantes elegidos por nosotras pasaron a la pizarra a pegar los letreros de los elementos en el lugar correspondiente.
Seguidamente, los alumnos de manera oral clasificaron sus etiquetas en saludables y no saludables, y las pegaron en el lado de la pizarra (que se dividió en dos partes con tiza) que correspondía; de esa manera culminó el momento de desarrollo de la clase. Entonces como actividad de cierre, que también tenía el propósito de evaluar y reforzar los aprendizajes, los alumnos fueron divididos en grupos de cuatro para crear en equipo su propio producto; a partir del mismo, debían elaborar una etiqueta con todos los elementos discutidos en clase.
Antes de empezar, hicimos un ejemplo en la pizarra: el producto eran galletas de pistacho. Una vez todos ubicados en un grupo, se les entregó a cada estudiante una hoja en blanco. Al principio, a algunos les fue un poco difícil ponerse de acuerdo o decidir qué querían; para ayudarles, supervisamos y guiamos el proceso de cerca. Luego de que entendieron la dinámica del trabajo en equipo, se evidenciaron los aprendizajes y la creatividad de los alumnos en sus producciones. Una acción a resaltar es la de circular por el aula mientras los niños trabajaban, esta es señal del monitoreo que mantiene los maestros en el proceso de aprendizaje de sus alumnos. Kathleen Cotton, autora del documento Monitoring Student Learning in the Classroom, afirma que monitorear el aprendizaje de los estudiantes es el componente esencial de la educación de alta calidad. De la misma manera explica que el monitoreo involucra variadas estrategias (asignación y corrección de tareas, las preguntas durante la clase, las evaluaciones escritas, los repasos, y otras) que le permiten al educador estar consciente de cuán bien o mal están progresando los estudiantes con sus tareas, y trabajos de manera que este puede determinar cuáles aspectos de su práctica debe de mejorar o a cual estudiante es necesario prestarle más atención.
Para finalizar, como integración axiológica del tema, explicamos que nosotros los humanos también tenemos una etiqueta: un logo (nuestras caras y cuerpos), un nombre, fecha de vencimiento, e ingredientes (personalidad, conocimientos, valores, etc.), y que debemos procurar ser saludables.
Antes de despacharlos a su receso, pegamos en sus cuadernos el trabajo diario del día. Todo el tiempo, la maestra titular estuvo en una esquina observando y evaluando nuestro desempeño en el aula y con los alumnos.
Posterior al recreo, al entrar al aula los encontramos con la cabeza abajo descansando, y cuando la maestra estuvo lista, empezó la segunda asignatura del día: Educación Artística. Para introducir la clase, la docente cantó con sus estudiantes una canción titulada “La sandía”, y partiendo del color de la fruta, recogió los conocimientos previos sobre el tema en cuestión, el cual era “La teoría del color”.
Como actividad de desarrollo, una vez discutidos los colores primarios y secundarios de manera oral, los educandos debían dibujar en sus cuadernos las frutas en cuadros plasmadas en la pizarra, y colorearlas según su color natural, y el fondo del cuadro con un color que le combine, ya sea primario o secundario. Realizando esta tarea llegó el momento de despachar a los alumnos y mientras iban terminando podían salir (algunos padres esperaban en la puerta del aula a que sus hijos terminaran y desde allí los apuraban).
Pudimos apreciar de manera más cercana la diversidad de pensamiento y trabajo que existe en un salón de clase. Autoevaluando nuestro desempeño del día, consideraremos para nuestras siguientes clases reducir un poquito el tiempo de explicación oral porque notamos que los alumnos no captan los conceptos de manera sólida. Por eso es preferible llevar actividades que puedan realizar y participar para que guarden esas experiencias y a través de ellas aprendan.