El día 1 de febrero, nuestro segundo día de práctica docente II, llegamos con la emoción a flor de piel debido a la victoria de las águilas; los maestros aguiluchos estaban celebrando con trompetas y banderines, contagiando a los alumnos de su euforia a primera hora del día. Consideramos que es importante inculcar el amor por el deporte (especialmente uno que forma parte de la cultura dominicana) a los estudiantes, y celebrar sanamente en la escuela. Seguidamente, tuvimos una reunión con la directora en el salón de maestros, en la cual se nos informó que la escuela necesitaba de nuestra colaboración para sustituir a algunos maestros que necesitaban salir del recinto.
El aula que nos tocó asistir fue 1ro C; al entrar, nos presentamos con los niños, además de conversar un poco con ellos. La docente titular arribó e inmediatamente empezó a organizar las sillas mientras saludaba a sus alumnos, y preguntaba por aquellos que no habían llegado. Antes de iniciar la clase, tres niños elegidos por la maestra dirigieron el tiempo de oración. Después, la docente procedió a hacer una dinámica; luego, una estudiante se animó a cantar una canción para la clase mientras conversábamos con la maestra sobre los contenidos que hasta el momento se habían impartido en el aula.
A continuación, llegó el momento de hacer una actividad con los niños, y a partir del contenido que se nos informó, introdujimos el juego conocido como ¨El Cartero¨ para repasar conocimientos previos. Primero les explicamos en qué consistía para entonces poder jugar. Al terminar, la docente entró al aula y prosiguió a anotar la fecha correspondiente del día en la pizarra junto al resto de la clase. Después, les hizo preguntas directas orientadas a la lecto-escritura (vocales, consonantes, mayúsculas, minúsculas, etc.). Aquí concluyó el inicio de la clase.
Más adelante, una alumna llegó tarde y la maestra se preocupó por preguntar la razón de su tardanza. Pensamos que hacerles sentir a ellos que son importantes y que nos preocupan es importantísimo, después de todo, la escuela es como el segundo hogar de los estudiantes. Asimismo, las diferentes posturas de la psicología ponen de manifiesto la importancia de la comunicación entre los sujetos involucrados en el proceso de enseñanza-aprendizaje, y cómo esta potencia el desarrollo formativo de los individuos (Monereo, 1998).
Notamos que en ocasiones habían prolongados silencios, en los cuales los educandos no hacían absolutamente nada, a excepción de esperar a que la maestra terminara de revisar el material. Desde nuestro punto de vista, el docente siempre debe mantener a sus alumnos ocupados, y debe poseer actividades extras para momentos como estos, lo cual se logra cuando existe una planificación correctamente elaborada. Como habíamos mencionado anteriormente, Kaufman expone que la “planificación determina a dónde ir, y establece las metas de la clase”, de manera que si estos no están bien definidos, no habrá un buen manejo del tiempo.
En cuanto a la ambientación de aula, esta cumplió con todos los requisitos: orden, limpieza, decoración; salvo las butacas que no están en buenas condiciones, pero eso ya se le escapa de las manos a la maestra.
Al iniciar la clase de Lengua Española, la maestra escribió una lista de compras en la pizarra para que los alumnos lo copiaran en sus cuadernos, y luego encerraran la letra F. A nuestro parecer, no es correcto que los niños, que todavía no saben leer ni escribir, escriban ejercicios en el cuadernos que tienen otros propósitos, como identificar una letra. Por eso, recomendamos que en este tipo de situaciones se traiga el material preparado para que los individuos puedan enfocarse en lo que les pide la consigna.
Al paso de pocos minutos, la educadora asignó la tarea, la cual los estudiantes debían copiar en sus cuadernos, pero como mencionamos anteriormente, estos no saben leer ni escribir bien, de manera que esa estrategia no es efectiva por el momento. Creemos que se puede dictar el material o entregarlo en una hoja para grapar en el cuaderno.
Nos llenó de satisfacción ver que los alumnos que tenían dudas y dificultades se dirigían a la maestra con confianza, y esta les ayudaba con gusto. Sin embargo, no pudimos identificar el uso de estrategias didácticas en la clase. Según las corrientes pedagógicas, las estrategias son acciones que deben “llevar al sujeto a relacionar lo aprendido con lo que sabe para crear conocimientos nuevos” (Bustamante, Carmona & Renteria, 2007).
Luego del receso, correspondía la clase de matemáticas con el tema ¨Relación Espacial¨. Para recoger los conocimientos previos, la docente hizo preguntas específicas nuevamente y se apoyó en imágenes del libro, además de una actividad para representar espacios. Seguidamente, hizo un ejemplo en la pizarra. Los niños participaron para luego hacerlo en sus cuadernos. La maestra se movía en el salón de clases para revisar el trabajo diario y hacer observaciones.
No se evidenciaron cierre de clases en ninguna de las asignaturas. A nuestro parecer, los tres momentos son imprescindibles porque le proporcionan orden a la clase. En este caso, el cierre no puede omitirse ya que en él se evalúan (y autoevalúan) los saberes y habilidades adquiridas. Los tres momentos se marcan cuando hay una planificación previa definida; y aunque esta siempre debe ser flexible, el hacerla permite que tanto el manejo de tiempo como la secuencia de las actividades sea exitosa. Como está estipulado en el portal educativo dominicano, la planificación “es lo que posibilita pensar de manera coherente la secuencia de aprendizajes que se quiere lograr con los estudiante” y que si no se plasma con anterioridad lo que se quiere llevar a cabo “es posible que los alumnos y alumnas perciban una serie de experiencias aisladas, destinadas a evaluar la acumulación de aprendizajes más que la consecución de un proceso”; y si la misma fue atinada, sobresale en el cierre, que es el tiempo donde se recogen los conocimientos.