Este diario contiene las acciones que realizamos, observamos y aprendimos, al igual que algunas teorías que validan las actividades abordadas y vistas durante el día 15 de febrero en nuestra visita a la escuela.
El jueves 15 de febrero llegamos a la escuela, y nos dirigimos inmediatamente al aula en que nos correspondía estar; sin embargo, no nos fue posible permanecer allí porque había una pasante de otra universidad. Así que recorrimos el recinto en busca de un aula disponible para hacer nuestra práctica del día, y al pasar por el Nivel Inicial en donde se estaba cantando el himno nacional, nos detuvimos para cantarlo también. Los niños a nuestro alrededor miraron nuestro ejemplo y pararon de jugar para mostrar respeto al acto cívico.
Más adelante arribamos a 2do F, curso en el cual la maestra titular nos permitió acompañarla. Esta para iniciar la clase le reprodujo una canción a los alumnos utilizando la radio como recurso, y luego con ayuda de dos imágenes previamente dibujadas en el pizarrón, incentivó a los estudiantes a reflexionar sobre lo acontecido el día anterior (que era Miércoles de Cenizas) con preguntas claves. Reflexionando en cuanto a esta estrategia de apertura, pensamos que es vital el fomento de los valores y la cultura en los estudiantes, siendo oportunos en cada celebración religiosa, social o cultural para hablarles de los mismos
Seguidamente, la docente escribió la fecha y asignatura en la pizarra con ayuda de los niños: estos dictaron a la maestra lo que debía escribir. Para introducir la clase de Lengua Española, la educadora trajo un cuento titulado: ¨La piña sin moño¨, el cual le ayudamos a leer. Utilizamos las preguntas de antes, durante, y después de la lectura; la comprensión lectora y participación de los alumnos luego de solo una lectura oral fue impresionante. Nos apoyamos en esta estrategia porque son preguntas claves que ayudan a comprender textos. Así como lo explica María Guadalupe Ibarra Córdova, “tales estructuras, ya sea que estén explícitamente en el texto o no, influyen en la comprensión y en el recuerdo”.
Al terminar ese momento, la maestra utilizó las siguientes actividades de desarrollo: dibujar una piña y preguntar qué le faltaba (el moño) para entonces proceder a dibujar la parte restante; identificar [los niños] cinco palabras claves en el texto, las cuales cinco diferentes alumnos debían escribir en la pizarra (las elegidas fueron: piña, amiga, maíz, moño y barba); reflexionar sobre las razones por las cuales las palabras claves fueron escogidas; escribir en la pizarra la palabra piña al lado del dibujo; repetir todas las palabras claves unánimemente; identificar el lugar de desarrollo de la historia; formular nuevas palabras con las letras de la palabra piñal.
Durante la primera actividad, hubo una niña en especial que no supo escribir la palabra barba (varva), y la maestra la asistió en todo momento con la parte de la ortografía. De igual manera, el niño de la cuarta actividad claramente no se sabía el abecedario, pero con ayuda de los estudiantes (para cantar el mismo) y de algunas estrategias, la educadora pudo ayudarlo. Nos encantó el hecho de que aunque la clase se detuviera por esos niños que tenían algunas dificultades, la docente procuró que los mismos aprendieran y entendieran lo que se estaba tratando, y no avanzó hasta que todos sus alumnos comprendieran todo. También, nos pareció diferente e innovador que los estudiantes contaban con música durante el tiempo de trabajo. No obstante, recomendamos que en actividades de repetición (como la antepenúltima actividad) también se deletree, y que la lectura del texto debe ser más de una vez: una para entender, otra para analizar.
Después, se dio paso al tiempo de la merienda: los alumnos que participaron más fueron los elegidos para repartirla. Este ejercicio, aunque parezca insignificante (al igual que la celebración de una tradición religiosa), fomenta el servicio, al enseñarle a los niños que es un honor servir a otros, además de que les da la oportunidad de sentirse útil y a tener una actitud de disposición. Patricia Martín Grande, en su adaptación de La importancia de la educación en valores en infantil, cita a Nelson Mandela, el cual declaraba que “la educación es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo”. La autora reflexiona entonces que la educación en valores forma a los individuos para “responder a situaciones que vivimos a cada minuto en nuestras aulas”. De manera que educar en valores nos proporcionará un mejor flujo en la clase, un desarrollo integral, y una promesa de una mejor sociedad para esta y la siguiente generación de ciudadanos.
Al finalizar el receso, hicimos que los niños hicieran dos filas, y que respiraran (inhalar y exhalar) para calmarse. Luego de que estuvieran tranquilos, les invitamos a todos a pasar al aula ordenadamente. Después, tuvimos una reunión con el resto del grupo de practicantes, y al regresar al aula ayudamos a los niños a terminar la actividad que durante su receso habíamos elaborado en la pizarra a petición de la maestra.
Algo que notamos en cuanto a los tres momentos fue que en ninguna de las dos asignaturas vistas se evidenció el cierre de la clase. Es importante tener bien definidos estos tres momentos, en este caso el cierre porque permite evaluar el aprendizaje del día en la asignatura y a tomar decisiones para la siguiente clase.
Cuando nos detuvimos al escuchar y al notar que los alumnos reprodujeron nuestra acciones, evidenciamos que el ejemplo enseña más que las palabras. Como futuros docentes tenemos que tener en cuenta que todo lo que hacemos y decimos es observado y oído por los estudiantes, los cuales luego reproducirán nuestras acciones y actitudes.