Bloque VIII: REPENSANDO EL CUERPO (PROGRAMA EXPERTO)
8.4 EL TACTO EN PSICOMOTRICIDAD
Cori Camps Llauradó
Universidad Rovira i Virgili
Ponente:
Es Doctora en Psicología y especialista en psicomotricidad. Profesora titular de Universidad del Dpto. de Psicología de la Universidad Rovira y Virgili (Tarragona) en el área de psicología Evolutiva y de la Educación. Imparte asignaturas vinculadas a la psicomotricidad desde el año 1983 . Es profesora y co-cordinadora del posgrado de Intervención Psicomotriz y del Master de Terapia Psicomotriz de esta Universidad acargo de la formación personal y la formación práctica. Coordinadora del grupo de investigación “intervenciíb psicomotriz y desarrollo Psicológico”. A participado en publicaciones, libros y comunicaciones a congresos vinculados a la psicomotricidad.
El objetivo de este tema es delimitar el lugar del tacto en Psicomotricidad. Para ello partimos, en primer lugar, de la conceptualización sobre “tacto” y “piel”, a nivel léxico y semántico, y su función a nivel orgánico, lo que nos situará en la concepción de la piel y el tacto como algo que tiene que ver no sólo con lo orgánico, sino que tiene también profundas implicaciones con el psiquismo.
En segundo lugar, nos referimos a la importancia del tacto y el contacto para la maduración y desarrollo del niño, primero, a partir de investigaciones hechas con animales y, a continuación, su importancia en los seres humanos.
La piel es relevante, en las primeras etapas de desarrollo del niño, para la creación de un primer envoltorio corporal que le permitirá ir diferenciando su cuerpo del exterior y será le ayudará en la constitución de su psiquismo. Partimos de los trabajos de Anzieu sobre lo que él denomina el “Yo-Piel” y, a partir de los presupuestos básicos del su trabajo, nos referimos a las funciones de la piel que describe este autor. De estas funciones, desarrollamos, en el siguiente punto, las funciones que creemos que están más vinculadas a la Psicomotricidad, en las cuales incluimos aspectos del resto de funciones descritas por Anzieu, concretamente: la piel como continente y sostén, como envoltura o barrera de contención, y como individuación. En cada una de ellas, hacemos aportes también de otros autores.
A continuación, se plantea la importancia de la piel y el tacto en Psicomotricidad, el encuadre y las reglas esenciales en relación al tocar, y la función del terapeuta psicomotor para la construcción de una piel psíquica en el niño, a través del juego, la relación y la evolución hacia la individuación, las técnicas de relajación y el masaje.
En nuestro trabajo como psicomotricistas utilizamos el tacto y ello nos remite irremediablemente a nuestra historia personal: tocamos como hemos sido tocados, tocamos y somos tocados, hay una reactualización de nuestra historia corporal de relación, de la que debemos ser conscientes para no confundir al otro. La terapia psicomotriz basa sus técnicas y estrategias principalmente en la metodología del contacto corporal de tocar y ser tocado. Es por eso que la labor realizada es bidireccional: la que implica para el propio psicomotricista en torno a su historia personal a este nivel, y la que implica para aquellos niños, adolescentes y adultos en los momentos terapéuticos en la sala; todo ello cargado de reciprocidad y continuidad. Cómo sea vivido tal fenómeno por todas las partes va a determinar la calidad y la extensibilidad potencial de la práctica terapéutica. Para ilustrar la necesidad de una formación personal en relación a la piel y el tacto, desarrollamos dos propuestas extraídas de sesiones de formación corporal, con ejemplos de vivencias de los propios estudiantes.
La piel y el tacto participan inevitablemente en nuestro trabajo como psicomotricistas. Tenemos en nuestras manos, en nuestra piel, en nuestro tacto, una herramienta capaz de ayudar a construir, reconstruir o reactualizar el Yo-Piel. Ello es un privilegio, pero también implica una gran responsabilidad y un gran riesgo precisamente por la posibilidad de acceder a las emociones más primitivas, a las angustias más arcaicas, lo que conlleva el peligro de confundir al otro si el encuadre no es claro.