2001 - EL FRAUDE DEL VALOR TORERO

ANTECEDENTES

Escrito mandado al diário Información.

Alicante, 7 de octubre de 2001

EL FRAUDE DEL VALOR TORERO

Dice que una corrida de toros consiste en el enfrentamiento un hombre y un toro. Los taurinos pretenden con ello demostrar que partiendo de una situación de igualdad, la inteligencia (supuestamente del torero) supera a la fuerza bruta (supuestamente del toro) y, además lo hace con arte y valor. Sin embargo, no hay tal igualdad (ni tampoco arte ni valor; si no más bien vergüenza).

Es cierto que el toro tiene cuernos; pero, más cuernos tiene un ciervo y no por ello es más peligroso. Es cierto que un toro pesa seis veces más que el hombre; pero eso no significa nada: una ballena pesa más todavía y es más inofensiva. En realidad, una corrida de toros es un enfrentamiento entre un depredador (hombre) y una presa (toro) y como todo enfrentamiento depredador-presa, siempre tiene las de ganar el primero. Y si lo que decimos no es cierto, ¿porqué no torea a un tigre?; ¡pesa menos y no tiene cuernos!.

Además, el toro suele tener 4-5 años y el torero de 20 a 60. Y no vale eso de multiplicar por siete la edad del toro; porque, nos pongamos como nos pongamos, un toro en cinco años no puede adquirir la experiencia y el conocimiento de una persona de treinta y cinco. Y si es vergonzosa esta situación, lo es más en las novilladas, en las que un hombre hecho y derecho maltrata a un pobre cachorro de toro.

En este enfrentamiento "igualitario", el torero ha pasado por una escuela taurina y por años de experiencia; mientras que el toro es completamente inexperto. Es más; si el torero aprecia en el toro el menor signo de haber recibido algún capotazo antes de ir a la plaza, se niega a torearlo. El torero tiene que ir con ventaja, si no, no acepta el duelo.

Pero no acaba aquí, el ventajismo del "valiente torero"; pues pelea en campo propio, con el público a su favor y con el árbitro comprado. Y, por si esto no fuera suficiente, auxiliado con un puñado de "gorilas" (subalternos) que le sacan del apuro en caso de ponerse las cosas difíciles. Uno de ellos, el picador, se encarga de quitarle fuerzas al toro, para que le sea más fácil vencerle.

Siguiendo con las "igualdades", un toro sigue defendiéndose mientras le queda un soplo de vida; el torero se retira a la enfermería al primer pinchazo. ¡Que aguante como un toro lo que no sabe defender como hombre!.

Pero aún no hemos tocado fondo. En cualquier enfrentamiento, incluso en las guerras, al vencido se le da la oportunidad de retirarse o de rendirse. Las corridas de toros se celebran en sitios cerrados para negarles el más mínimo derecho a la huida. Incluso se les devuelve al ruedo si el toro, a la desesperada, salta la barrera en un intento de salvar la vida.

Pero lo que más nauseas me da, es la burla hacia el vencido. En cualquier deporte, el vencedor saluda y muestra su respeto al vencido. El torero, se burla, le corta las orejas y lo arrastra por el ruedo antes de sacar el cuerpo muerto de noble animal.

Cuando veo al toro moribundo, apoyandose en las tablas, sacando entre sus vómitos de sangre sus últimos alientos, mientras que el torero hace gestos desafiantes, chuleándose rodeado de matones, me entran unas inaguantables ganas de vomitar. No es posible que yo pertenezca al mismo país que esos canallas.

Y ya sé lo que dirán los taurinos: "Si lo de los toreros no es valor, ¡atrévete a torear un toro!". No te dejes engañar; cualquier persona con el adiestramiento adecuado frente a un toro inexperto puede torearlo sin problemas. ¿O es que realmente piensas que pertenecen a una raza superior?. Lo único que se requiere es no tener escrúpulos.

Los toreros no son valientes; son unos ventajistas que pelean una lid amañada, que se comportan vergonzosamente ante el vencido y que, para nuestra desgracia, han conseguido que, en todo el mundo, a los españoles nos comparen con ellos.

José Francisco Cuéllar Junio

Ecologistas en Acción - Alicante