Autor: Arcipreste de Hita/Paco lbáñez Versión al castellano moderno de Maria Brey Mariño.

Lam Haz a la dama un dia

la vergüenza perder Mi

pues esto es importante,

si la quieres tener, Lam

una vez que no tiene

vergüenza la mujer Rem

hace más diabluras Lam

de las Mique ha menester. Lam

»Talante de mujeres

¿quién lo puede entender?

su maestria es mala,

mucho su malsaber.

Cuando están encendidas

y el mal quieren hacer

el alma y cuerpo y fama,

todo echan a perder.

»No abandones tu dama,

no dejes que esté quieta,

siempre requieren uso

mujer, molino y huerta;

no quieren en su casa

pasar días de fiesta,

no quieren el olvido;

cosa probado y cierta.

»Es cosa bien segura:

molino andando gana,

huerta mejor labrada

da la mejor manzana,

mujer muy requerida

anda siempre lozana;

con estas tres verdades

no obrarás cosa vana.

»Dejó uno a su mujer

(te contaré la hazaña;

si la estimas en poco,

cuéntame otra tamaña

Eran don Pitas Payas

un pintor de Bretaña,

casó con mujer joven

que amaba la compaña

»Antes del mes cumplido

dijo él: ‑Señora mía,

a Flandes volo ir,

regalos portaría.

Dijo ella: ‑Monseñor,

escoged vos el día,

mas no olvidéis la casa

ni la persona mía.

»Dijo don Pitas Payas:

‑Dueña de la hermosura,

yo volo en nuestro cuerpo

pintar una figura

para que ella os impida

hacer cualquier locura.

Contestó: Monseñor,

haced vuestra mesura.

»Pintó bajo su ombligo

un pequeño cordero

y marchó Pitas Poyos

cual nuevo mercadero;

estuvo allá dos años,

no fue azar pasajero.

Cada mes a la dama

parece un año entero.

»Hacia poco tiempo que

ella estaba casada,

había con su esposo

hecho poca morada;

un amigo tomó

y estuvo acompañada,

deshízose el cordero,

ya de él no queda nada.

Cuando supo la dama

que venia el pintor,

muy de prisa llamó

a su nuevo amador;

dijo que le pintase,

cual supiese mejor,

en aquel lugar mismo

un cordero menor.

»Pero con la gran prisa

pintó un señor carnero,

cumplido de cabeza,

con todo un buen apero.

luego, al día siguiente ,

vino allí un mensajero:

que ya don Pitas Payas

llegaría ligero.

»Cuando al fin el pintor

de Flandes fue venido,

su mujer, desdeñosa,

y fría le ha recibido:

cuando ya‑en su mansión

con ella se ha metido,

la señal que pintara

no ha echado en olvido.

»Dijo don Pitas Payas:

‑Madona, perdonad,

mostradme la figura

y tengamos solaz.

‑Monseñor ‑dijo ella‑,

vos mismo la mirad:

todo lo que quieres

hacer, hacedlo audaz.

»Miró don Pitas Payas

el sabido lugar

y vio aquel gran carnero

con armas de prestar.

‑¿Cómo, madona, es esto?

¿Cómo puede pasar

que yo pinté corder

y encuentro este manjar?

»Como en estas razones

es siempre la mujer

sutil y mal sabida,

dijo: ‑¿Qué, monseñer

¿Petit corder dos años,

no se ha de hacer carner?

Si no tardaseis tanto

aún sería corder.

Por tanto, ten cuidado,

no abandones la pieza,

no seas Pitas Payas,

para otro no se cueza;

incita a la mujer

con gran delicadeza

y si promete al fin,

guárdate de tibieza.

Autor: Arcipreste de Hita/

Paco lbáñez

Versión al castellano moderno de Maria Brey Mariño.