María es la Madre de todos los hombres y mujeres del mundo porque aceptó ser la Madre de Jesús el Salvador de toda la humanidad. Ella nos invita a tener un corazón grande.
Madre Nuestra ya llevamos varios días contigo, te queremos agradecer porque eres no sólo la Madre de los católicos y cristianos, sino eres la Madre de todos, sin distinción. ¡Qué linda Madre tenemos!
Rezamos la ORACION INICIAL DEL MES.
Cantemos a nuestra Madre
Jesús sana a un leproso. Hace un acto grande a la vista de todos, pues a los leprosos se les prohibía acercarse a la gente. Y luego todos venían para ser sanados por él. Y El los atendía a todos.
Leemos en San Lucas Lc. 5, 12-16):
“Estando Jesús en uno de esos pueblos, se presentó un hombre cubierto de lepra. Apenas vio a Jesús, se postró con la cara en tierra y le suplicó; Señor, si tú quieres puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo” Lo quiero queda limpio” Y al instante despareció la lepra…
La fama de Jesús crecía más y más, a tal punto que multitudes acudían para oírle y ser curados de sus enfermedades. Pero él buscaba siempre lugares solitarios para orar”.
Palabra de Dios
Jesús hace el bien a todos y se salta algunas reglas, como en el caso del leproso, porque vino para todos. La gente le seguía, lo buscaba, porque atendía a todos sin distinción. Jesús había venido para todos.
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Oremos con María y digamos, Madre, ayúdanos a servir a todos.
1) Para que como tu Hijo Jesús ayudemos a todos lo que nos necesiten, digamos...
Madre, ayúdanos a servir a todos
2) Para que María nos dé un corazón grande capaz de llegar a todos, digamos…
Madre, ayúdanos a servir a todos
3) Pidamos a María nos ayude a ser una Iglesia universal, con las puertas abiertas a todos, especialmente a los más vulnerables y excluidos, oremos…
Madre, ayúdanos a servir a todos
Repetimos todos: María, enséñanos a descubrir a nuestros hermanos más necesitados.
“Existen suburbios (entre nosotros), donde muchos hermanos nuestros van a vivir bajo los puentes del río. El sacerdote que se acerca a ellos para hablarles de Cristo, no puede menos que ayudar en su pobreza, al que tiene menos que él, pues no puede predicar donde hay estómagos vacíos” (Benito Spoletini, Mensajes del Padre Alberto Hurtado p 105).
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