Desde este espacio se intenta contribuir a hacer efectivo el derecho a la verdad del alumnado andaluz y de toda la sociedad andaluza, mediante aportaciones de recursos apropiados. En su desarrollo y aplicación, la función docente adquiere una importancia fundamental.

El conocimiento de los elementos fundamentales de la memoria histórica y democrática vinculados a hechos que forman parte de la historia de Andalucía, se incluye de manera transversal en los currículos de Educación Primaria, Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato, y Educación Permanente de las personas adultas, fomentándose así la prevención y resolución pacífica de conflictos, los valores que preparan al alumnado para asumir una vida responsable en una sociedad libre y democrática y el conocimiento de la historia, la cultura y otros hechos diferenciadores de nuestra Comunidad para que sean conocidos, valorados y respetados como patrimonio propio, en el marco de la cultura española y universal.

La aprobación de la ley de memoria histórica en diciembre de 2007 ha abierto una nueva etapa en la reparación y reconocimiento de las víctimas de la guerra civil y el franquismo. A través de este portal, los internautas podrán encontrar toda la información sobre las distintas líneas de trabajo puestas en marcha por el Gobierno de España para, tal y como marca la ley, hacer efectivos los nuevos derechos reconocidos a las víctimas, contribuir a cerrar heridas y eliminar cualquier elemento de división entre los ciudadanos.

LA EDUCACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA EN EL COLEGIO ALJARAFE

El curso 2018-2019 vamos a componer un enorme mosaico desde Infantil a Bachillerato sobre la Memoria Histórica., tal como aprobamos en el Claustro final del curso.

Trabajaremos pequeños fragmentos de nuestra Historia más reciente, de la que ocupa el tiempo que va desde la II República a la transición democrática. Memoria frente a olvido y construcción de nuestra Historia en el ámbito del conocimiento científico como corresponde al ámbito educativo.

Nuestras niñas y niños tienen el derecho a conocer este pasado reciente y sus protagonistas para entender su presente, para convertirse en ciudadanos en una escuela que enseña para la Vida, que es coeducativa y que educa en la Libertad.

Pretendemos que mediante temas diversos, historias de vida (poetas, pintores, científicos, ciudadanos), lecturas, audiciones musicales, teatro, películas, adaptadas a todos los niveles de nuestro centro, diseñemos proyectos de investigación y conocimiento que compongan un mosaico completo de nuestra Historia.

En nuestra tradición escolar, no nos limitaremos a un día sino que estableceremos un proceso de trabajo, reflexión, construcción colectiva del conocimiento, de largo recorrido, partiendo de historias personales, familiares… Construiremos un patrimonio cultural común que nos proporcione criterios para educar ciudadanos críticos.

No se trata de hacer otra Historia sino de una Historia que incluya a los débiles, a los marginados a los vencidos. La Historia de aquellas mujeres que conquistaron sus derechos o ejercieron altas responsabilidades políticas y que acabaron perdiendo sus derechos civiles; de aquellos niños exiliados que no volvieron nunca a España; de los que lucharon en dos guerras dejando su juventud o de aquellos casi adolescentes perdidos en los campos de exterminio. Y dar voz a aquellas generaciones que sufrieron una España de aislamiento, pobreza, cartillas de racionamiento, de emigración y silencio.

La Memoria Histórica se encuentra reconocida como contenido curricular en la normativa vigente en todos los niveles educativos y de forma interdisciplinar. Recientemente se ha instituido el día 14 de junio como conmemoración en todos los centros educativos de la Comunidad Autónoma, de acuerdo con la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía de 2017.

El reciente director general de Memoria Histórica hace esta declaración: “Nuestra gente joven deben conocer la verdad de lo que ocurrió como máxima garantía de que no vuelva a repetirse… -única manera de construir una sociedad que mire al futuro en el marco de la concordia, reconciliación, convivencia, cultura de Paz y respeto a los derechos humanos”, (Fernando Martínez, catedrático de Historia Contemporánea)

Es nuestra obligación llenar las aulas de VERDAD, la del conocimiento histórico; MEMORIA, para no olvidar nuestra Historia y sus protagonistas y JUSTICIA Y REPARACIÓN, para compensar los muchos años de olvido.

Sinfonía de maldad

JULIÁN CASANOVA

23 MAY 2010

El proceso de acoso y derribo al juez Baltasar Garzón ha abierto nuevas vías para repensar la historia de la Guerra Civil y de la dictadura de Franco y para examinar las formas en que los españoles hemos intentado durante la democracia "superar" aquellas experiencias traumáticas. Parece un buen momento además, dada la cantidad de inexactitudes y falsedades que se han dicho y escrito, para incitar la discusión sobre los usos de las memorias y los mitos en la construcción de ese pasado. Los historiadores, al menos, deberíamos hacerlo, pese a los límites y dificultades que una tarea de ese tipo siempre encuentra en la sociedad española.

Varias cuestiones han salido a la luz con toda su crudeza en los últimos meses. La primera es muy obvia: en lo que se refiere a la Guerra Civil y a la dictadura, algunos prefieren estimular la ignorancia antes de promover el conocimiento. Son los que repiten desde la política y los medios de comunicación que están hartos de memoria, de historia de la Guerra Civil y de la dictadura; que, con la que está cayendo, su expresión favorita, ya vale de mirar al pasado. No tienen ningún problema, sin embargo, en recordar o reinventar, para adaptarla a su gusto, la historia de la Reconquista, de los Reyes Católicos, del descubrimiento de América, de la grandeza de la monarquía imperial o de la gloriosa Guerra de la Independencia. Solo usan la historia que les sirve para conmemorar su maravilloso presente como políticos.

Se persigue a Garzón y se aplaude a los seudohistoriadores que actualizan la propaganda franquista

En varios países de Europa occidental, después de la Segunda Guerra Mundial, e incluso en los años cincuenta, como sucedió en Francia con un grupo de soldados alsacianos de las SS, muchos criminales fascistas fueron amnistiados en nombre de la reconciliación nacional. Tras el silencio sobre el pasado de fascismo y comunismo, resistencia y colaboración, hubo investigaciones que revelaron la parte más incómoda de esa historia y comenzó a discutirse sobre las implicaciones que la negación y ocultación de hechos criminales había tenido para la sociedad civil democrática. La educación de los ciudadanos sobre su pasado sirvió después de beneficio para el futuro.

Nada de eso ha ocurrido en España, donde se legitima a los verdugos franquistas por los supuestos crímenes anteriores de sus víctimas. Da igual que los historiadores presenten sólidas pruebas de que la Guerra Civil la provocó un violento golpe de Estado contra la República y de que esa guerra y la posterior dictadura fueron desastrosas para nuestra historia y para nuestra convivencia. Treinta y cinco años después de la muerte de Franco, demostrada hasta la saciedad la venganza cruel, organizada e inclemente que administró a todos sus oponentes, todavía tiene que aparecer un diputado o político relevante del Partido Popular que condene con firmeza el saldo de muerte y brutalidad dejado por las políticas represivas de la dictadura y defienda el conocimiento de esa historia como una parte importante del proceso de aprendizaje de los valores democráticos de la tolerancia y de la defensa de los derechos humanos. Todo lo que se les ocurre es recordar el terror rojo, como si la función del relato histórico fuera equilibrar las manifestaciones de barbarismo. Es como si para explicar el gulag y los crímenes estalinistas tuviéramos que recurrir a la represión de la policía del zar o a las tropelías del Ejército Blanco durante la guerra civil rusa.

La violencia política de los militares sublevados contra la República se llevó a la tumba a 100.000 personas durante la guerra y 50.000 más en la posguerra. El juez Baltasar Garzón quiso investigar las circunstancias de la muerte y el paradero de todas esas víctimas, abandonadas muchas de ellas por sus asesinos en las cunetas de las carreteras, en las tapias de los cementerios, enterradas en fosas comunes, asesinadas sin procedimientos judiciales ni garantías previas.

La lucha por desenterrar ese pasado, el conocimiento de la verdad y el reconocimiento jurídico y político de esas víctimas nunca fueron señas de identidad de nuestra transición a la democracia, y un sector importante de la sociedad muestra todavía una notable indiferencia hacia la causa de quienes padecieron tanta persecución. Los mitos y ecos de la propaganda franquista se imponen a la información veraz porque cientos de miles de personas poco o nada aprendieron en las aulas sobre esa historia y porque algunos medios de comunicación jalean y aplauden a los seudohistoriadores encargados de transmitir en un nuevo formato las viejas crónicas de los vencedores. No se trata para ellos de explicar la historia, sino de enfrentar la memoria de los unos a las de los otros, recordando unas cosas y ocultando otras, sacando a pasear otra vez las verdades franquistas, que son, como los mejores especialistas sobre ese periodo han demostrado, grandes mentiras históricas.

Se ha instalado entre nosotros la discordia y una sinfonía de maldad suena en España cuando se intenta rescatar del olvido y de la manipulación esas historias de víctimas y verdugos. Eso es lo que ha sorprendido tanto fuera de nuestras fronteras, en prestigiosos medios de comunicación: que en vez de investigar los crímenes del franquismo, se persiga a quienes, como Baltasar Garzón, han tenido el valor de exigir información, verdad y justicia.

Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de mayo de 2010

En este artículo se hacen aclaraciones muy pertinentes sobre algunas cuestiones revisionistas .

El principal problema en España es que la violencia siguió acabada la guerra, violencia planificada y ejecutada por el nuevo estado franquista.