EDUCACIÓN Y MISIONES PEDAGÓGICAS

El 6 de mayo de 2010 se cumplieron cien años de la creación de la Residencia de Estudiantes de Madrid. Aquel centro, dependiente de la Junta para la Ampliación de Estudios, iba a ser mucho más que un alojamiento digno para los estudiantes de provincias que llegaban a la capital. Fue la puerta por la que entraron las ideas de la Institución Libre de Enseñanza en la Universidad española y, además, se convirtió en catalizador de la Ciencia, las Artes y las Letras del primer tercio del siglo XX. Este documental, 'La Residencia de Estudiantes, Cambridge en la Colina de los Chopos', muestra esta perspectivas. En él intervienen historiadores y especialistas como Margarita Sáenz de la Calzada; Isabel Pérez-Villanueva Tovar; Álvaro Ribagorda y la actual directora de la Residencia, Alicia Gómez

La compañía teatral La Barraca , dirigida por Federico García Lorca y Eduardo Ugarte, resucitó durante la II República el Teatro del Siglo de Oro. Aunque nació como compañía universitaria, recorrió muchos pueblos y ciudades de España y, además de ofrecer nuevas versiones de los clásicos, entre ellas una polémica Fuenteovejuna , tuvo entre sus escenógrafos a artistas de vanguardia como Alberto, Benjamín Palencia, Manuel Ángeles Ortiz y Alfonso Ponce de León.

En este documental, especialistas del mundo teatral y universitario explican lo que supuso aquella experiencia para la creación del repertorio de clásicos españoles. Su análisis se complementa con el testimonio de cuatro componentes de La Barraca ya fallecidos: los actores Modesto Higueras, Luis Sáenz de la Calzada y María del Carmen García Lasgoity y el pintor José Caballero.

Con la proclamación de la II República en abril de 1931, Federico García Lorca empezó a colaborar con entusiasmo en varios proyectos culturales que pretendían fomentar un mayor intercambio entre la cultura de las ciudades y la de los pueblos.

Bajo los auspicios de los comités de cooperación intelectual, fundados por Arturo de Soria y Espinosa, Federico García Lorca dio una serie de conferencias en distintas partes del país. En Sevilla, Salamanca o Santiago de Compostela habló del cante jondo y leyó los poemas que había escrito en Nueva York. “Se trataba ―escribe Ian Gibson— de fundar comités en todas las grandes ciudades; promover el intercambio de ideas; invitar a destacados conferenciantes; procurar unir a todos aquellos jóvenes intelectuales que compartiesen el amor a los principios de libertad y de progreso social; fomentar la solidaridad” [Federico García Lorca, vol. II, p. 172]. Y para Lorca, la conferencia o la lectura de sus poemas era una manera de forjar lo que él llamaba “una maravillosa cadena de solidaridad espiritual”.

La aportación más importante de Federico García Lorca a la política cultural de la República fue, sin duda, la organización del teatro universitario La Barraca, grupo que dirigió junto con Eduardo Ugarte y que, a partir del verano de 1932, representó obras del teatro clásico español en diversos pueblos de España. Durante su estancia en Nueva York, mientras vivió en la Universidad de Columbia, Federico había tenido la oportunidad de observar una vigorosa tradición de teatro no profesional; de ahí, quizás, proviene la idea de dar un nuevo impulso al teatro universitario que había florecido en España siglos antes.

La historia comienza en noviembre de 1931, según su amigo, el diplomático Carlos Morla Lynch: “Muy entrada la noche irrumpe Federico en la tertulia con impetuosidades de ventarrón... Se trata de una idea nueva que ha surgido, con la violencia de una erupción, en su espíritu en constante efervescencia. Concepción seductora de vastas proporciones: construir una barraca —con capacidad para 400 personas―, con el fin de ‘salvar al teatro español’ y de ponerlo al alcance del pueblo. Se darán, en el galpón, obras de Calderón de la Barca, de Lope de Vega, comedias de Cervantes... Resurrección de la farándula ambulante de los tiempos pasados... Aquí Federico se encumbra a las nubes. –Llevaremos –dice– La Barraca a todas las regiones de España; iremos a París, a América..., al Japón...” [En España con Federico García Lorca, pp. 12-128]

Dos aspectos de la experiencia de Federico García Lorca con La Barraca fueron decisivos para su carrera como dramaturgo: le permitió aprender el oficio de director de escena y le expuso a un público nuevo, ajeno a la “burguesía frívola y materializada” de Madrid. En sus viajes por el campo soñó con representar el teatro clásico ante “el pueblo más pueblo”, un público “con camisa de esparto frente a Hamlet, frente a las obras de Esquilo, frente a todo lo grande”. Estaba convencido de que “lo burgués está acabando con lo dramático del teatro español... está echando abajo uno de los dos grandes bloques que hay en la literatura dramática de todos los pueblos: el teatro español”. Esta nueva visión del público debió de afectar profundamente el alcance que intentó dar a su propio teatro durante los últimos años de su vida.

Las Misiones Pedagógicas de la II República, compuestas por casi un millar de universitarios, recorrieron durante cinco años siete mil pueblos de España para reforzar la deficiente escuela rural con bibliotecas básicas, teatro, cine, música y copias de las grandes obras del Museo del Prado. Pero, al mismo tiempo, se nutrieron de esa cultura popular, por lo que fue un intercambio entre aquellos dos mundos a primera vista contrapuestos.

En las Misiones Pedagógicas, que dirigía el pedagogo Manuel Bartolomé Cossío, participaron, entre otras figuras destacadas de la cultura española, Alejandro Casona, Luis Cernuda, Carmen Conde, María Zambrano, Ramón Gaya, Rafael Dieste y el cineasta José Val del Omar que, además de llevar el cine por primera vez a esos pueblos, filmó aquella España desconocida para el mundo urbano.

Este documental de Álvaro Soto cuenta los antecedentes, los cinco años de trabajo y el poso que dejó aquella campaña cultural.

Diversos historiadores analizan su importancia y se escuchan, procedentes del Fondo Documental de RTVE y de la Residencia de Estudiantes, los testimonios de algunos “misioneros”.

En este enlace relacionado con la exposición que realizó la Residencia de Estudiantes sobre las Misiones Pedagógicas, tenéis información y posibilidad de búsqueda de las actividades que se desarrollaron.

http://www.residencia.csic.es/misiones/actividades/catalogo.htm




En el centro, sentado, Manuel Bartolomé Cossío, fundador de la Institución Libre de Enseñanza junto con Francisco Giner de los Rios, fue también el inspirador de las Misiones Pedagógicas, que movilizaron a un importante número de intelectuales de la época, muchos de ellos habían sido alumnos de la ILE.

15 de mayo de 1933, celebrando el tercer aniversario del Coro y Teatro del Pueblo, Bustarviejo, Madrid.

Las MP llevaban a los pueblos bibliotecas completas de 100 ejemplares, 50 para niños y 50 para adultos. Estas dotaciones se hacían para poblaciones de menos de 500 habitantes.

En la foto de la izquierda, inauguración de una de estas bibliotecas en un pueblo de Huesca.






LLevaban también teatro de guiñoles para niños, como se aprecia en la foto.





Normalmente en la Casa del Pueblo se proyectaban películas. El cine era desconocido en la mayoría de estas poblaciones. En este caso están viendo una película muda de Oliver y Hardy, el Gordo y el Flaco.

Los intelectuales fueron enormemente activos, en este caso, Luis Cernuda participando en una misión.





Las Misiones acercaron las grandes obras de la pintura española del Museo del Prado, los artistas hacían copias que eran trasladadas y expuestas por los pueblos y los misioneros las explicaban.




Otro de los objetivos fue la difusión del teatro clásico español. Las compañías estaban formadas por jóvenes universitarios que montaban las obras en las plazas de los pueblos, encargándose de todos los aspectos de la representación teatral.







Un misionero en pleno trabajo.








María de Maeztu en una sesión de música, el repertorio iba desde la música popular y regional hasta las grandes obras de música clásica

Una de las labores más exitosas de la República fue la educación, en el primer año se crearon 10.000 nuevas escuelas y se formaron una importante cantidad de maestras y maestros, con una gran preparación, que fueron destinados por todo el territorio nacional.

La educación se convirtió en obligatoria en Primaria, era coeducativa y laica, esto significó apartar a la Iglesia de esta función que hasta entonces había controlado prácticamente en su totalidad.

Apartar a la Iglesia de la educación supuso quitarle un gran poder sobre las conciencias, y quitarle por primera vez el control educativo que había tenido durante siglos. Esto puso a la Iglesia en contra de la República acusándola de atea y anticlerical y situándola al lado de los grupos conservadores que, muy pronto, empezaron a conspirar contra la primera democracia que el país disfrutaba.