EL PAPEL DE LA IGLESIA

Tribuna | Mártires de la CruzadaMártires de la Cruzada. A la Iglesia católica le gusta recordar lo mucho que perdió y sufrió durante la guerra civil española. Como el castigo fue, en verdad, de dimensiones ingentes, devastador, nunca resulta difícil encontrar víctimas de la "barbarie roja" a las que elevar a los altares: más de 6.800 eclesiásticos, del clero secular y regular, fueron asesinados. Además, una buena parte de las iglesias, ermitas, santuarios fueron incendiados o sufrieron saqueos y profanaciones, con sus objetos de arte y culto destruidos total o parcialmente. Y tampoco se libraron de la actuación anticlerical los cementerios y lugares de enterramiento, donde abundaron la profanación de tumbas de sacerdotes y la exhumación de cadáveres y restos óseos de frailes y monjas. El fuego purificador contra el clero y las cosas sagradas se extendió desde Cataluña hasta La Mancha, pasando por Aragón y el País Valenciano. En Cataluña, por ejemplo, cayó más de un tercio del clero pasado por las armas en la España republicana. En realidad, quemar una iglesia o matar a un eclesiástico era lo primero que se hacía tras la derrota de la sublevación en muchos pueblos y ciudades. Ni que decir tiene que al clero se le asesinó sin pasar por los tribunales. Si hay un terror "caliente", ése es el que se le aplicó al clero, al que rara vez se le encarcelaba. Lo normal es que se le "paseara" durante el verano de 1936, remitiendo la ira anticlerical y las matanzas a partir del otoño de ese mismo año.