Mujeres en la Edad Contemporánea

Desde la Revolución Francesa y durante el siglo XIX se ha ido reclamando por parte de las mujeres un nuevo espacio social que les corresponde por derecho propio, aunque en la práctica hayan tenido que arrebatárselo al hombre por la lucha: la equiparación de derechos como ciudadanas activas y creadoras de riqueza.

Las transformaciones sociales producto de las revoluciones liberales y del nuevo orden laboral impuesto por la Revolución Industrial provocaron un cambio total de las estructuras familiares al uso. La incorporación de la mujer al trabajo fuera de casa estaba condicionada (y lo sigue estando todavía en nuestros días) a su papel como madre y educadora. El hecho de que las mujeres de la clase obrera se enfrentaran cotidianamente con decisiones sobre la reproducción se reflejó en su uso del idioma. Generalmente no usaban el término "aborto" porque claramente evocaba la imagen de un médico en la mesa de operaciones. La mujer se describía a sí misma como intentando "restaurar la menstruación" o "regularse". Asimismo, las mujeres no decían que habían "concebido", lo que sonaba como algo irremediable, sino que habían sido "sorprendidas" o habían "caído", o "estoy así de nuevo", "mis cursos mensuales se han retrasado diez días", "me he retrasado un mes", "llevo cuatro meses de camino", "llevo cuatro meses en la carretera", expresiones todas que implicaban un proceso que podía ser interrumpido o no.

Queda claro que la mujer para poder incorporarse a la sociedad civil debía ser reconocida como ciudadana de pleno derecho y para ello debía aumentar su autoestima y consolidar cada día las conquistas sociales adquiridas. Para esto fue muy importante la aparición del Movimiento Sufragista a fines del siglo XIX, que pedía el sufragio para las mujeres, ya que nunca habían podido ejercer su derecho al voto.

Con posterioridad, los movimientos feministas propugnaron la "maternidad voluntaria"; aunque en principio no defendían directamente la limitación artificial de la fertilidad, afirmaban que ninguna mujer debía ser forzada a tener hijos en contra de sus deseos. Existía el temor de que la anticoncepción hiciera de las mujeres juguetes sexuales, aun más dependientes de los hombres. Esta defensa de "su propia persona" sentó las bases para la aceptación final del control de la natalidad. Una vez que las mujeres se dieron cuenta de que no tenían por qué quedarse embarazadas, su opinión sobre la maternidad cambió radicalmente. Tenían una visión pragmática y no romántica del matrimonio, se tomaban las disputas domésticas con calma y aceptaban el hecho de que la fuente primordial de realización personal no se encontraba necesariamente en su pareja. Otras mujeres -madres, hermanas, amigas- proporcionaban apoyo emocional y era precisamente a través de esta red de solidaridad como se difundía la información sobre la anticoncepción.

Al llegar el siglo XX las familias de la clase media ya habían recurrido a instituciones para obtener la mayoría de los servicios sanitarios y educativos. Su hogar era más pequeño puesto que tenían menos hijos y se habían desecho de los parientes, criados y huéspedes que albergaban en el pasado.

Ahora algunas mujeres de la clase media solicitaban consejos sobre cuestiones sexuales íntimas, no de las amigas del vecindario o de parientes del sexo femenino, sino de manuales, columnas de revistas, de médicos o de expertos extraños, como Marie Stopes y Margaret Sanger. Muchas de estas mujeres que escribían cartas, confesaban abiertamente su ignorancia sexual y lamentaban no haber tenido una madre o una confidente a quien dirigirse para pedir consejo. Stopes y Sanger vendieron tantos libros y recibieron tantas cartas porque parecían tener las respuestas para la mujer del siglo XX sobre cómo reconciliar las presiones conflictivas en su vida.

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Marie Stopes (1880-1958). Fue la primera mujer inglesa que recibió un doctorado en paleobotánica. En 1912, después de un año de casada con un botánico canadiense, se percató lentamente de que el matrimonio no iba bien. Es sintomático de la ignorancia sexual de las mujeres de antes de la Primera Guerra Mundial, e incluso de aquellas con una educación universitaria, el hecho de que no se diera cuenta al principio de la impotencia de su marido y de que su matrimonio no había sido consumado. No fue hasta 1914 que inició el proceso de anulación. Fue entonces cuando, escandalizada por su propia ceguera, empezó a estudiar seriamente la sexualidad. El producto de su investigación fue su libro "El Amor conyugal", que apareció en 1915 y causó sensación en todas partes; fue editado siete veces y llegó a vender más de un millón de ejemplares. El principal argumento de Stopes en El Amor conyugal era que la mujer casada tenía tanto derecho a sentir placer sexual como su esposo. Tanto Stopes como Sanger hicieron hincapié en la necesidad de abrir clínicas financiadas por el estado dirigidas por personal entrenado para educar al público en el uso de anticonceptivos. El reto era conseguir que la limitación de la familia pareciera no sólo económicamente necesaria sino también moralmente aceptable. La anticoncepción no sólo era compatible con el placer, sino esencial para que las mujeres expresaran sus pasiones libremente.

Margaret Sanger (1879-1966). Había sido educada en un ambiente progresista, pues su padre era socialista y leninista, su marido, un arquitecto, era miembro activo del Partido Socialista. En 1911, Sanger se mudó a la ciudad de Nueva York, y en su calidad de enfermera empezó a descubrir los apuros de las mujeres pobres, agobiadas por una serie de embarazos no deseados. Pasó del Partido Socialista al más radical de Obreros Industriales del Mundo, en el que algunos miembros presentaron el control de natalidad como credo revolucionario. Más tarde, Sanger fechó su conversión al control de la natalidad durante un viaje a Francia en 1913, donde quedó sorprendida de la sofisticación sexual de las madres corrientes. De vuelta en Estados Unidos inventó la frase "control de natalidad", como una descripción positiva de la limitación de la familia, para reemplazar la antigua y lúgubre etiqueta de "neomaltusianismo". El tratado de Sanger, "Family Limitation", que describía para beneficio de las parejas de la clase obrera el uso de irrigaciones vaginales, preservativo y pesarios, fue prohibido por el Gobierno Federal. Las acusaciones contra Sanger causaron una inesperada publicidad positiva el gobierno retiró las acusaciones. En su primera gira de conferencias, en 1916, convirtió la defensa del control de la natalidad en un tema de libertad de expresión. Estableció una clínica en Brooklyn, por lo que fue detenida y encarcelada. Como respuesta fundó la American Birth Control League e inició una campaña para que una reforma legislativa permitiera la apertura de clínicas para los pobres, supervisadas por médicos.

Margaret Sanger y sus colaboradoras.

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La decisión de convertir esta celebración en una festividad internacional corrió a cargo de Clara Zetkin (1857-1933), líder del movimiento alemán de mujeres socialistas. “Organizadora del movimiento feminista socialista alemán e internacional, una de las cabezas en la lucha antirreformista, internacionalista durante la Primera Guerra Mundial, cofundadora y dirigente del Partido Comunista alemán, miembro destacado de la Internacional Comunista y amiga de Lenin (son famosos sus Recuerdos de Lenin, una obra en la que éste se muestra bastante conservador en asuntos como la sexualidad), diputada y propagandista, Clara Zetkin, aunque cuenta con todos los atributos biográficos para figurar entre las grandes personalidades de la historia del movimiento obrero mundial suele aparecer como un personaje característico pero secundario en todas las historias generales del socialismo”.

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El prestigio de los hombres está en los pantalones. ¡Desgraciadas las parejas en las que es la mujer quien los lleva! Viejísimo tema de la imaginería popular.

“El derecho político es para la mujer la clave de la bóveda que le concederá todos los derechos restantes”. Hubertine Auclert (1848-1914), la más notable de las sufragistas francesas.

Hace 100 años en Copenhague (26 y 27/8/1910), en la Conferencia convocada por las Mujeres Socialistas de 17 países, se decidió que el 8 de marzo sea el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, conmemorando luchas de obreras por sus reivindicaciones y no pocas murieron en esos intentos de manera dramática. No han sido 100 años de soledad, poco a poco se fueron incorporando a esta lucha no sólo mujeres concienciadas, que se iban organizando, también hombres entendieron que los derechos de la mujer a ellos también los beneficiaba.

Marie Stopes con su grupo de colaboradoras

Margaret Sanger

Ellen Key

Emma Goldman

A principios del siglo XX se construyeron nuevos conceptos acerca del deseo y el placer femenino y se elaboró la idea de comportamiento sexual "normal". Las "necesidades biológicas" fueron definidas por sexólogos como Havelock Ellis, quien ofreció argumentos para el reconocimiento del derecho de la mujer al placer que ya había sido exigido por feministas como Emma Goldman y Ellen Key. El control de natalidad desempeñó un papel clave en esta situación puesto que ofrecía una liberación del temor a los embarazos y, por lo tanto, minaba los antiguos argumentos en defensa de la abstinencia. Sin embargo, las mujeres no iban a ser "liberadas" de sus responsabilidades tradicionales. Los anticonceptivos no podían ser empleados por mujeres solteras; servían más bien para reforzar relaciones heterosexuales estables. En un giro inesperado de las costumbres victorianas, los manuales sexuales daban por sentado que disfrutar del sexo no era ahora simplemente un derecho de la mujer, sino una obligación. Su incapacidad de alcanzar el orgasmo era presentado como una amenaza a la estabilidad familiar y por consiguiente a la sociedad. La ausencia de ardor heterosexual podía ser interpretado como señal de frigidez o de homosexualidad latente.

Fue la aparición de la píldora lo que convenció a la profesión médica para respaldar el control de la natalidad. La anticoncepción bioquímica y hormonal apelaba a la idea de los médicos sobre la ciencia médica "real" y complementaba su opinión acerca de la necesidad de que científicos expertos dirigieran la natalidad. Aunque las mujeres que usaban la píldora sufrían de una variedad de efectos secundarios, la mayoría estaba encantada con un anticonceptivo que aparentemente era totalmente eficaz. Los hombres se sentían satisfechos de ser relevados, de una vez para siempre, de toda responsabilidad hacia el control de la natalidad. Tanto los médicos como los pacientes acogieron la píldora como una panacea. En realidad, no era tan superior a los métodos de barrera metódicamente empleados. Como cualquier otro anticonceptivo, era susceptible de ser olvidada o mal empleada. La "eficacia" seguía dependiendo del empleo concienzudo de cada persona.

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La UNED se suma al homenaje anual de la Mujer Trabajadora, por el día 8 de Marzo. Con esta excusa, el video La lucha más pacífica nos propone un nuevo acercamiento a la lucha histórica de la mujer por la igualdad, y muy especialmente, a todos los esfuerzos llevados a cabo a lo largo de los siglos, por lograr el acceso a la educación superior. Son 27 minutos apasionantes. Su visualización es obligada. No te lo pierdas. Nos sirve además de resumen del tema.

Y como contraposición al estupendo video visto os dejo sólo una pincelada de la imagen de la mujer durante el franquismo: la base sociológica del pasado todavía permanece en la mente de muchas personas. Hay que erradicar el fascismo cotidiano que fomenta todo tipo de opresiones y sometimientos.

"No sabemos lo que queremos, pero lo conseguiremos"

Clara Campoamor (Madrid, 1888-Lausana, Suiza, 1972) tiene un lugar de honor en la historia política española y, en concreto, marcó un antes y un después en la defensa de los derechos de la mujer. Campoamor, diputada por Madrid del Partido Radical, consiguió que las Cortes Constituyentes de la II República aprobaran en 1931 el sufragio femenino. No fue tarea fácil. Su propio partido y un gran sector de la izquierda se oponían al sufragio femenino porque, a su juicio, las mujeres darían su voto a la derecha al estar controladas por sus confesores.

Imagen de las elecciones generales de 1933 en que las mujeres ejercieron su derecho al voto por primera vez en la historia de España.

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Muchos hombres, y bastantes mujeres, estaban convencidos de que cuestionar abiertamente el prototipo femenino de “ángel” y “reina” del hogar, abriría incertidumbres respecto al futuro de la institución familiar y de su capacidad como reproductora del sistema social. De hecho, fue la percepción del sufragismo como una amenaza a la familia lo que impidió su aceptación social.

Caricatura del movimiento sufragista: "Abajo los hombre y arriba las mujeres".

Os coloco dos enlaces interesantes para ampliar nuestros conocimientos sobre la lucha de las mujeres para su equiparación política con los hombres:

El sufragio femenino

http://es.wikipedia.org/wiki/Sufragio_femenino

Historia del feminismo

http://es.wikipedia.org/wiki/Feminismo

Interesante documento adjunto sobre el movimiento sufragista.

Puedes ir a: Historia del matrimonio.