El control en la antigua Grecia

El coitus interruptusEn el mundo antiguo fue la principal forma de anticoncepción. Es posible que las referencias sean escasa simplemente porque no había necesidad ni ocasión de describir o informar sobre su uso. Puede ser también que esta práctica no fuera empleada con frecuencia, ya que requería un sacrificio del placer que pocos hombres estaban dispuestos a llevar a cabo. El extraordinario valor atribuido al semen del hombre en los textos aristotélicos ofrecía sin duda una explicación a la hostilidad del hombre a emplear tales métodos.

La penetración no vaginalEl entusiasmo de los griegos por la homosexualidad puede haber popularizado el coito anal en las relaciones heterosexuales. K.J. Dover ha señalado que cuando se describían escenas heterosexuales en el arte griego, a menudo se sugería la práctica de la sodomía. Aún va más lejos al afirmar que las "hetairai" o cortesanas practicaban el coito anal como método de control de la natalidad.

La prolongación de la lactanciaPuesto que el hecho de amamantar inhibe la ovulación (amenorrea del postparto), la forma más "natural" en que las mujeres podrían haberse protegido de un embarazo futuro habría sido de esta forma. No obstante parece que las mujeres de la alta sociedad griega enviaban a sus hijos a amas de cría, lo que implicaba que ellas debían buscar otras formas de protección.

El uso de brebajes, tampones y pesarios obstaculizadores

En este campo, las fuentes son más abundantes y demuestran, sin lugar a dudas, que la limitación de nacimientos era fundamentalmente un asunto de mujeres. Era obvio que muchos métodos no "funcionaban" en el sentido de que no se obtenían los efectos fisiológicos deseados, pero en cambio si desempeñaban un papel psicológico importante. Las mujeres se veían a sí mismas, no como participantes pasivas, sino como si tomaran las riendas de su destino en cierta medida. No importa la efectividad de estos anticonceptivos, su uso demuestra la seriedad con que las mujeres se dedicaron a examinar y a buscar el control de la procreación.

Una variedad de brebajes hechos con hierbas producía efectos anticonceptivos, según los griegos. En este concepto es digno de mención señalar que tenían una palabra para anticonceptivo -ATOKION- mientras que en latín sólo existía un término vago -VENENUM- es decir, veneno. Aun así, no siempre estaba claro si el propósito de un brebaje era evitar la fecundación o terminar con ella.

El abortoÉste requería con frecuencia ayuda o instrucciones. Naturalmente las mujeres preferían controlar su fertilidad por medio de alguna forma de anticoncepción antes de recurrir al aborto, que las colocaba en una situación de riesgo. Para los griegos la vida naciente sólo tenía derechos limitados. Los filósofos enseñaban que un embrión masculino no era un ser racional o animado hasta los treinta días (Hipócrates) o cuarenta días (Aristóteles) después de su concepción; un embrión femenino no lo era hasta después de ochenta o noventa días.

Los mayores peligros eran causados por los métodos mecánicos que implicaban la perforación del saco amniótico con el fin de provocar la expulsión del feto. Primero se usaban fumigaciones para ablandar el cuello del útero y después se insertaban dilatadores de madera, estaño o plomo. Para ayudar a dilatar el cuello del útero se introducían tampones de lana y algodón y supositorios. Los pesarios, que consistían en una mezcla de drogas irritantes en una base de aceite o de grasa servían para el mismo propósito. Se creía que las cataplasmas funcionaban -como la resina aplicada al bajo vientre- porque subían la temperatura en el útero.

Según los textos de Hipócrates, los abortos provocados que salían mal, eran necesariamente conocidos por el público. "Cuando una mujer padece una herida grande causada por un aborto, o el útero es lesionado por supositorios fuertes, como así están haciendo siempre muchas mujeres que se recetan a sí mismas, o cuando se aborta el feto y no se purga a la mujer de la placenta; el útero se inflama, se cierra y no se limpia; si se trata a la mujer rápidamente podrá curarse, pero quedará estéril".

El abandono y el infanticidio

Contrariamente al aborto, claramente no amenazaban la salud de la mujer; sin embargo, por razones morales y psicológicas eran contemplados probablemente con consternación. Por supuesto, era el padre griego -no la madre- quién tenía el derecho de abandonar al recién nacido. Se suponía que tanto el abandono como el infanticidio eran practicados en particular para deshacerse de las niñas. "Aún un padre pobre criaría a su hijo varón", señaló Posídipo (c.300 a.C.), "pero incluso un padre rico abandonaría a una hija". Desde luego se daba el caso de que cuando un padre hacía una lista de sus hijos siempre "olvidaba" a la niñas. El tema del abandono ofrece la prueba más dramática de la idea de que los griegos no podían separar el problema del control de la fertilidad de preocupaciones relacionadas con los papeles que desempeñaban los hombres y las mujeres dentro de la familia. Los hombres estaban siempre preocupados por defender su patrimonio, de manera que era difícil para ellos darse cuenta de los problemas femeninos -alta mortalidad infantil, fetos muertos al nacer, mala salud de las madres, niños enfermos- que eran más problemas médicos que económicos. Mostraban poco interés por los métodos de control de fertilidad como el coitus interruptus que exigía que el hombre ejerciera un autocontrol; existía más interés por el derecho del padre a abandonar a sus hijos. Por el contrario, las mujeres pensaban que el aborto ofrecía un margen de independencia a pesar de los riesgos que planteaba.

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En "Sobre la concepción" de Aristóteles se lee en un sugerente pasaje: "Cuando una mujer tiene relaciones sexuales, si no va a concebir, entonces es su costumbre expulsar el esperma de ambos cuando ella lo decide. Si, por el contrario, desea concebir, el esperma no es expulsado, sino que permanece en el útero".

Escena erótica entre un joven y una hetaira. Detalle de un oinochoe ático de figuras rojas, hacia 430 aC, Locri (Italia).

Teofrasto (c. 300 a.C.) incluía muchas recetas de bebidas que contenían, supuestamente, elementos esterilizantes tales como hojas o corteza de espino, hiedra, sauce y álamo. Se afirmaba que si se comía col en leche de cabra se estimulaba el impulso sexual, pero disminuía si se comía seca. Por otra parte, si se colocaban bayas de enebro en el pene o en la vulva se obtenía como resultado una esterilidad temporal.

Hetaira orinando en un skyphos. Cerámica de figuras rojas, kylix, hacia 480 aC.

Dioscórides, s. I dC, sugirió untar los genitales con goma de cedro y aplicar alumbre al útero. Tales sustancias serían consideradas hoy día eficaces, en la medida que fueran capaces o no de inmovilizar al esperma. Dioscórides hacía referencia a un supositorio de menta y miel que se introducía antes del coito y a un pesario picante para después. De acuerdo con la teoría hipocrática tales supositorios eran eficaces, no porque sirvieran de barrera sino porque secaban el útero. Varios papiros egipcios contenían referencias a tampones de miel, goma, acacia y estiércol de cocodrilo.