El control en la Edad Media

En esta época empieza la reforma de la Iglesia iniciada por papas como León IX (1049-54) y Gregorio VII (1073-85). Estas reformas incluían nuevas recopilaciones del derecho canónico rigurosamente contrarias a las desviaciones sexuales y al matrimonio clerical. Pero los argumentos de la Iglesia eran más aterradores que coherentes. Mientras que por una parte condenaba la anticoncepción como homicidio, por otra afirmaba que el aborto equivalía a un asesinato sólo después de la formación. Inocencio III declaró que un monje que había hecho abortar a su amante antes de que el feto estuviera animado no había cometido una irregularidad. Según John T. Noonan, las renovadas denuncias de la Iglesia contra la anticoncepción se debían a dos factores: primero, su tradicional hostilidad hacia la sensualidad. Y segundo, la necesidad de responder a una nueva herejía del siglo XII percibida como opuesta a la procreación: el catarismo.

Podéis ver el documental: el catarismo

Los intentos de controlar la procreación se atribuían principalmente a las mujeres. La regulación de la fertilidad fue tratada por la Iglesia como un "asunto de mujeres" porque se suponía que era iniciativa de ellas. Las penitencias dejaban claro que se creía que sólo las mujeres eran responsables de los abortos y la anticoncepción. La forma más fácil para las mujeres de evitar una familia numerosa no era ningún secreto; simplemente era necesario abstenerse de practicar el coito. La Iglesia recomendaba la continencia periódica, lo que puede haber influido en el lento crecimiento de la población que tuvo lugar en Europa antes del siglo X.

Sin embargo entre pueblos bárbaros no tenían el mismo interés que los romanos en limitar el número de su progenie por la razón de que no invertían en su educación. Los hijos eran considerados una mercancía preciosa y por lo tanto la procreación se convirtió en una obsesión. Las multas impuestas por los germanos a las personas responsables en casos de muerte violenta eran una indicación de la importancia que atribuían a la reproducción. Por la muerte de una mujer anciana 200 sous, por una mujer joven 400 sous, por una mujer embarazada 700 sous, y por un aborto provocado por una agresión 100 sous. Si no se podían engendrar hijos naturales, se buscaban sustitutos en redadas y se les ponía a trabajar como esclavos. Muchos eran entregados a monasterios que servían de verdaderas guarderías. En ocasiones cuando se necesitaban hijos de forma especial, como durante la reconquista de la península ibérica de manos de los musulmanes, la fertilidad fue especialmente exaltada.

Con la intención de favorecer la concepción, las parejas recurrían a una variedad de métodos médicos y mágicos. Los libros anglosajones sobre sangrías contenían información sobre la forma en que las pociones y las oraciones podían alimentar o menguar la pasión, facilitar y garantizar el embarazo, prevenir el aborto, determinar el sexo del feto, asegurar un parto seguro y tener leche abundante. Por toda Europa se mantuvieron los ritos paganos tradicionales con sus invocaciones a manantiales sagrados, bosques y rocas. La Iglesia fingía no darse cuenta de los intentos mágicos para determinar el sexo y fomentar la fecundidad y, de hecho, las primeras intervenciones de la Iglesia en el matrimonio -por ejemplo la bendición del lecho- eran formas de exorcismo. Las peregrinaciones y las oraciones para curar la esterilidad eran comunes.

Pero, ¿cuáles eran los efectos psicológicos de las doctrinas que condenaban toda relación sexual que no tuviera lugar por la noche, la pareja casi vestida y en la postura del misionero? Existen muchas pruebas de la indiferencia de las masas o de su ignorancia ante tales opiniones. Y además, parece que el campesinado tenía sus propias ideas sobre los períodos favorables y no favorables para la concepción. Se sabe que se hacían intentos para evitar tener hijos en el verano, cuando las mujeres debían trabajar duro en las faenas del campo.

El "Canon" de Avicena (980-1037) fue traducido por Gerardo de Cremona a mediados del siglo XII. Este importantísimo compendio de medicina antigua se refería a una variedad de dispositivos de control de natalidad que incluían espermicidas, pesarios de menta, pociones de cuajo, albahaca, limaduras de hierro, supositorios de aceite de cedro, granada, alumbre, sauce, pimiento y col, talismanes de pan porcino y saxifraga. De Sorano, Avicena citó las referencias clásicas de saltar hacia atrás y estornudar y de Aristóteles el uso de aceites de cedro en el pene. Para combatir la lujuria hizo una lista de anafrodisiacos clásicos como el beleño negro y blanco, el melón, el plomo, la semilla de lechuga, el lirio, el cilantro, el pimiento silvestre, la ruda y el alcanfor. Avicena presentaba el miedo de las mujeres a la muerte a causa del embarazo como argumento a favor de una variedad de métodos de control de la fertilidad, incluido el aborto terapéutico.

El coitus interruptus

Se cree que tanto los herejes cátaros como los trovadores popularizaron técnicas anticonceptivas como el coitus interruptus. Los cátaros eran activos en el sur de Francia desde principios del siglo XI y empezaron a ser públicamente conocidos hacia el 1140. "Si consienten el coito conyugal evitan sin embargo la concepción y la fecundación por cualquier medio que conocen". El papa Inocencio III apeló en 1215 a una cruzada que aplastara a los herejes, y la Inquisición fue fundada con este propósito por Gregorio IX en 1233. El amor cortés que se basaba en el arte de la seducción condujo, posiblemente, a la práctica del coitus interruptus, ya que el amante no deseaba dejar preñada a la mujer.

Pociones y brebajes

Las mujeres también recurrían a la magia para protegerse a sí mismas del embarazo. Se empleaban pociones mágicas, amuletos y brebajes de sauce con la esperanza de causar esterilidad. Los primeros textos medievales decían poco sobre los pesarios y supositorios mencionados por los antiguos. Los métodos de control de barrera empleados por la medicina griega fueron reintroducidos entre los europeos occidentales por medio de traducciones del árabe a partir del siglo Xl.En el "Cuento del párroco", Chaucer ofreció una relación completa excepcional. Habló de una mujer que tomaba pociones, "bebía hierbas venenosas para no concebir"; del uso de pesarios y supositorios poniendo "ciertas cosas materiales en las partes secretas para matar al hijo"; de la práctica del coito antinatural "por el cual el hombre o la mujer derraman su naturaleza de una forma o en un lugar que no permite la concepción de un hijo" (coitus interruptus, por ejemplo); y finalmente del aborto.

El abandono y el aborto

No obstante, en la Edad media, era la iglesia, no el gobierno, la que vigilaba la moral. La Iglesia medieval, con la intención de ofrecer una alternativa tanto al aborto como al infanticidio, acogía a los niños abandonados en los monasterios. En Escandinavia continuaba siendo derecho de los padres abandonar a los hijos deformes. A partir del siglo XIV, empezaron a imponer restricciones de edad para proteger a los monasterios de los trastornos causados por la afluencia de niños así como para proteger a los niños de una vocación religiosa forzada. Aunque es difícil determinar el número de niños que fueron recogidos, está claro que el fin de la práctica obligó a las mujeres a buscar otras alternativas. Muchas mujeres preferirían correr el riesgo de usar métodos anticonceptivos peligrosos y bebidas abortivas antes que pensar en el abandono de su hijo.

Cinturón de castidad.

¿Por qué al final de la Edad Media la Iglesia renovó sus esfuerzos para combatir el control de la fertilidad? Aunque es verdad que los clérigos no desechaban el matrimonio de igual forma que los primeros padres de la Iglesia, no se debe pensar que habían dado un giro para apoyar la postura en favor de la natalidad. Durante la Edad Media la Iglesia estaba más preocupada con el placer que producían los actos antinaturales que por los efectos de la anticoncepción. Pedro Abelardo fue el único escolástico que negó la idea del pecado intrínseco de la sexualidad. Para otros, debido a la idea de los peligros inherentes al coito, los excesos en forma de pasión indebida, posturas antinaturales y número de acoplamientos, eran condenados por completo. No obstante, la anticoncepción "per se", como señaló Brundage, era considerada como un problema moral menor. Ciertamente no estaba sujeta a castigos severos, como lo estaba la sodomía. La condena al control de la fertilidad por parte de la Iglesia fue simplemente parte de su campaña general para rehacer el matrimonio, y se entiende mejor en el contexto del desarrollo de la liturgia matrimonial, la expansión de la confesión como instrumento para supervisar más de cerca la moral de la gente, y el intento de imposición de códigos cristianos sobre quienes eran todavía fieles en gran medida a las costumbre sexuales del pasado.

Continúa en: El control de la fertilidad en la Edad Moderna.

Capitel de la colegiata de Cervatos de estilo románico en que una mujer nos muestra el sexo.

Los únicos desnudos que la iglesia podía justificar eran los de Adan y Eva en el paraíso, antes del pecado original claro, porque después ya aparecen vestidos con hojas.

En Saluzzo, Italia, en el Castillo de Manta, es quizás el fresco más antiguo del tema de la Fuente de la Juventud, data del siglo XV. Aquí vemos representados hombres de edad avanzada en una procesión rumbo a la fuente, y después de un baño en sus aguas recuperar la juventud perdida. Pero la juventud va asociada a la lascivia.

Mujer que se rasura el vello púbico, Milan, Castello Sforzesco, siglo XII.