El control en la Edad Contemporánea

La historia de los inicios del movimiento del control de la natalidad normalmente se sitúa a finales del siglo XVIII en Francia, cuando las prácticas limitadoras se publicaron y defendieron por primera vez. Tales ideas, aunque condenadas por las personas "respetables", fueron aceptadas y seguidas por los propagandistas ingleses y americanos. Estos partidarios del control de la natalidad serían finalmente conocidos como neomaltusianos. Así, al estudiar la adopción del control de la natalidad, lógicamente se puede anticipar quienes eran los “lideres” y quienes los "rezagados". Primero venían las clases altas ilustradas; seguían las clases trabajadoras, una o dos generaciones más tarde, a medida que se difundían las costumbres de la clase media.

Postal de principios del siglo XX que quiere reflexionar sobre la nueva posición de la mujer frente a la concepción. Leyenda: "Y el villano todavía la persigue".

En el siglo XIX, el control de natalidad nunca fue presentado simplemente como un medio de limitar el tamaño de la familia, sino como un asunto relacionado con la pobreza, la política y la promiscuidad. La difusión del uso de los anticonceptivos se reflejó no tanto en el menor número de hijos por familia sino en la edad cada vez más temprana en que las mujeres dejaban de tener hijos.

En las últimas décadas del siglo XIX, ya se anunciaban anticonceptivos y abortivos en periódicos y revistas, se vendían en peluquerías, tiendas de artículos de gomas y en farmacias y eran distribuidos en los pueblos y en los barrios de la clase obrera por vendedores ambulantes. Los médicos irlandeses estaban asombrados de la exhibición en las farmacias londinenses de "aparatos anticonceptivos" y "literatura orquitológica" (referida a los órganos sexuales).

Probablemente el mayor bien logrado por las clínicas de control de natalidad , en el siglo XX, consistía en haber contabilizado y divulgado los riesgos que causaban a las mujeres los frecuentes intentos de aborto, así como las incapacidades físicas asociadas con el parto. De sus primeras 10.000 pacientes, Stopes informó que 1.321 tenían el cuello del útero rasgado, 335 el útero caído y 1.508 presentaban malformaciones internas. Los médicos que estuvieran seriamente interesados por la salud de las madres no podían ignorar estadísticas tan terribles. La campaña de hospitalización tuvo un éxito considerable. En Inglaterra, los partos en los hospitales aumentaron del 15 por ciento en 1927 al 54 por ciento en 1954; en Estados Unidos, la subida fue aún más alta. Las mujeres, al ser informadas de que estas instituciones ofrecían un cuidado superior, solicitaban acceso a ellas.

El coitus interruptus

Seguía siendo el método anticonceptivo más importante. Una señal de la popularidad del método de la retirada era el número de ataques que recibía. Los médicos se oponían a él como una forma depravada de masturbación que conducía a enfermedades físicas y mentales. A finales de siglo Freud expresó su preocupación sobre los problemas que podía plantear a la psique. Sin embargo, estas advertencias no parecían impresionar a muchos. Un campesino alemán de cuarenta años, al escuchar acerca de tales supuestos peligros respondió: "No lo creo. Si fuera así todo el mundo estaría enfermo".

El preservativo

Dunglinson describió en 1816 los preservativos hechos de intestino de oveja con una cinta que cerraba el extremo abierto. En Europa, todavía se hacían de piel de animales y seda hasta entrado el siglo XX; los propagandistas franceses ofrecían información sobre cómo las amas de casa podían fabricar condones de intestinos comprados en las carnicerías. En 1844 Goodyear y Hancock publicaron su descubrimiento del proceso de vulcanización de la goma y hacia 1850 ya están en el mercado de Estados Unidos preservativos de goma relativamente baratos. Pero, incluso si se lavaban, secaban y usaban de nuevo, los preservativos eran demasiado caros para las clases bajas y tenían un uso limitado. Un defensor del control de natalidad los describió en 1870 como "algo inseguros y... en todo sentido inoportunos". El peligro al que se refería era el riesgo de que se rompieran, los más prudentes los probaban primero inflándolos con aire o agua.

Lee en el enlace: La Historia del preservativo

El diafragma

La invención del diafragma sin duda representó una innovación importante en el control de natalidad. El médico alemán W.P.J. Mensinga ofrecía un informe más preciso de su diafragma en 1882: una protección de goma suave que la mujer introduce en la vagina para cerrar la entrada del útero. La intención explícita de Mensinga era proteger a las mujeres poco saludables de embarazos no deseados. El diafragma era un anticonceptivo femenino eficaz cuando iba acompañado de la ducha vaginal; por desgracia, su coste y el hecho de que tuviera que ser adaptado por un médico restringió su uso a una clientela de clase media. Para facilitar el lavado vaginal aparecieron a mediados del siglo pasado las jeringas irrigadoras que podían ser adquiridas en farmacias y droguerías y eran vendidas por correo a través de respetables catálogos, supuestamente por razones de higiene.

El aborto

En 1821 la existencia del óvulo se estableció como hecho científico, y la idea de "concepción", en el sentido de un suceso instantáneo en el que el óvulo y el esperma se encontraban, finalmente cristalizó. Ahora los médicos se valían del nuevo descubrimiento para condenar el aborto en cualquier fase y trazaban una línea divisoria bien clara entre la anticoncepción y la inducción del aborto. Muchos insistieron en considerar el aborto simplemente como un paso más en la escala de las prácticas reguladoras de la fertilidad. Pero para el público en general la línea divisoria seguía siendo confusa y las infusiones de hierbas, las purgas y los supositorios eran recomendados todavía para mantener la "regularidad" en las mujeres. Los médicos informaron, alarmados, que había mujeres pobres que preferían el aborto a la anticoncepción, y de hecho, algunos católicos lo consideraban menos inmoral que las practicas anticonceptivas, ya que involucraba sólo a uno de los cónyuges. Para muchos, el aborto era un método "de apoyo" al que sólo se recurría cuando todos los demás fallaban. Era claramente una práctica femenina, y ofreció el testimonio más dramático de hasta dónde estaban dispuestas a llegar las mujeres para controlar su fertilidad, incluso en contra de los deseos de sus maridos. La mayoría de los países occidentales aprobaron nuevas leyes en contra de tales prácticas. La Iglesia católica se alió a la profesión médica para seguir una línea dura en este asunto. Tanto si la animación había tenido lugar, como si no, el aborto era motivo de excomunión, declaró el papa Pío IX en 1869.

Cartel-denuncia del período soviético, hacia 1925. Traducción del texto, en la parte superior: "Abortos realizados por cualquiera de las parteras capacitadas o autodidactas no sólo mutilan a la mujer, sino que también a menudo conducen a la muerte." Leyenda de foto superior izquierda: "Visitas a la matrona autodidacta" foto superior derecha: "Consecuencias del aborto" imagen inferior: "La muerte por aborto" Texto abajo a la izquierda: "Todo aborto es dañino." Texto abajo a la derecha: "Cualquier partera capacitada o autodidacta que realiza un aborto está cometiendo un delito". Campaña de la URSS para el fomento de la natalidad.

En los años 60, los grupos de presión protestaban en Estados Unidos porque la ley vigente ignoraba la definición de "salud" hecha por la Organización Mundial de la Salud que incluía el "bienestar físico, mental y social". Como resultado, las leyes del aborto se reformaron por todo el mundo occidental a fines de los años 60 y principios de los 70. En 1973, el Tribunal Supremo de Estados Unidos defendió el "derecho a la intimidad" de la mujer al anular las leyes estatales vigentes en contra de los abortos en el primer trimestre. La relajación de la ley provocó un declive en la mortalidad materna y la morbilidad asociada con el aborto clandestino. Pero aunque los abortos fueron liberalizados, el control de proceso se mantuvo firmemente en manos de los médicos, cuya libertad y discreción al poner en práctica los abortos como servicios requerían una vigilancia y supervisión estricta de los médicos; las mujeres que los solicitaban (en Norteamérica cada vez más mujeres jóvenes y solteras) no dejaban de ser estigmatizadas y menospreciadas.

La esterilización quirúrgica

Algunos métodos nuevos de control de natalidad surgieron a principios del siglo XX. La esterilización quirúrgica, tanto para hombres como para mujeres, se había hecho posible durante la década de 1890, pero normalmente sólo se practicaba por motivos eugenésicos en los enfermos mentales. Hoy en día son muchas las personas que optan por someterse a una ligadura de trompas (en el caso de las mujeres) o una vasectomía (en el caso de los hombres). Normalmente esta decisión se toma una vez se han tenido los hijos deseados. Ambas operaciones son inócuas.

El control del período

La exacta representación gráfica de la ovulación por Ogino y Knaus en la década de los 20 tuvo como resultado la divulgación del nuevo método del ritmo; aunque más exacto que el presentado en el siglo XIX, su alto índice de fracaso le hizo ganar el sobrenombre de la "ruleta vaticana", ya que es el único control que unido a la continencia permite la Iglesia Católica.

El dispositivo intrauterino

En el último tercio del s. XX En los años 50, la situación no había mejorado mucho. La profesión médica continuaba desempeñando el papel de guardián de la moral en Inglaterra, en la década de 1970, la "Medical Defence Union aconsejó a los practicantes no colocar dispositivos intrauterinos a las mujeres sin el consentimiento de sus maridos".

La Píldora

En Estados Unidos, Gregory Pincus inició su trabajo a fines de la década de los 30 sobre hormonas sintéticas en la Worcester Foundation for Experimental Biology. Descubrió que, puesto que el hipotálamo y la hipófisis controlaban la ovulación, el proceso se vería interrumpido si las actividades de estos órganos fueran simuladas por una droga. En 1951, Pincus descubrió que la progesterona inhibía la ovulación y empezó su investigación para fabricar hormonas sintéticas. John Rock fue el primero en probar la nueva droga en mujeres en Boston; en Puerto Rico, en 1956 se llevaron a cabo extensos experimentos clínicos. En 1960, la Agencia Gubernamental de Alimentos y Drogas aceptó un anovulatorio sintético de Searle como píldora anticonceptiva; otras compañías de medicamentos siguieron el ejemplo fabricando productos similares. En 1969, cuando la Iglesia prohibió la píldora categóricamente, los católicos, no fueron convencidos por la opinión del Papa.

La Esponja vaginal

Desde épocas primitivas se han empleado diferentes formas de materiales empapados y colocados en la parte alta de la vagina antes de realizar el coito. Las esponjas de mar envueltas en una tela suave de algodón y empapadas de vinagre o de jugo de limón se introducían en la vagina para que actuaran como espermicida. A veces simplemente se metían en la vagina medio limón. No faltaron las mujeres que se introducían pequeñas tablas de madera que solo sirvieron de instrumento de tortura. Las mujeres orientales usaron papel encerado en sus relaciones sexuales y las europeas emplearon cera de abejas. Las prostitutas del antiguo Japón y de China se colocaban trozos de bambú aceitado contra el cerviz.

A mediados de los años setenta, en la universidad de Arizona se produce el desarrollo de la actual esponja anticonceptiva que de inicio se utilizaba como una barrera mecánica, pero luego Shvapil, en 1979, sugirió que si se le agregaba una sustancia espermicida se aumentaba su eficacia.

Más tarde Burce Vinhauer desarrolla en los años setenta, una esponja fabricada de poliuretano e impregnada en monoxinol –9, que con forma de casquete de hongo se coloca en la parte superior de la vagina. La denominó Taday y actualmente no se fabrica.

Los espermicidas

En algunos papiros egipcios datados del año 1550 a.C. se hace referencia escrita al uso de espermicidas, y a lo largo de varios siglos, se han utilizado diferentes sustancias con este fin.

Se considera por muchos el más antiguo método de anticoncepción que se conoce. El más antiguo de todos los espermicidas fue el ácido láctico.

Las duchas vaginales con sustancias espermicidas también fueron usadas para el control de la natalidad. Las prostitutas francesas usaban desde el 1600 jeringas para duchar la vagina después del coito. Este era un método rara vez eficaz a menos que el contenido de la ducha fuera ácido.

En 1885 Walter Rendell, un farmacéutico inglés, introdujo unos pesarios espermicidas que contenían sulfato de quinina en una base de manteca de coco. A principios de siglo XX se vendían estos pesarios espermicidas en numerosos países en forma de óvulos y galeas, manteniendo como base la manteca de coco o gelatina y como sustancia espermicida el sulfato de quinina, quinosol o un ácido débil.

A partir de 1920 se desarrollan nuevos preparados en forma de tabletas que liberan dióxido de carbono y crea un efecto efervescente y espumante, y se introduce un espermicida más potente: el acetato fenilmercúrico.

En los años cincuenta se promueve el uso de agentes tensoactivos que actúan dañando la membrana celular del espermio. Actualmente se hacen estudios para encontrar sustancias que además de espermicidas tengan potente efecto microbicida contra agentes bacterianos y virales causantes de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS).

En resumen: la continua andanada de propaganda lanzada por los sexólogos, médicos y educadores en favor de una sexualidad, maternidad y crianza eficientes, se había iniciado a principios de 1900 y, sin señales de disminuir todavía, y aunque se había implantado con éxito la idea de que una mujer que no engendraba hijos se quedaba incompleta de alguna forma... Las mujeres que lucharon por el control de su maternidad, como Sanger y Stopes, se habrían mostrado satisfechas de ver que el control de la natalidad, en lugar de socavar la ideología de la maternidad, se había convertido en su sostén esencial. La píldora ha contribuido tanto a la liberación sexual y social de las personas que hoy en día no concebiríamos una sociedad sin su existencia.

Puedes seguir con la historia de la homosexualidad.

El abandono era muy importante en el siglo XIX, se trataba de un intento de que el nuevo ser tuviera alguna oportunidad de sobrevivir.

La moral victoriana impuso un excesivo celo en todo lo concerniente a las relaciones sexuales. Incluso se fabricaron cinturones de castidad para varones. Aunque hoy solo son juguetes sado-masoquistas.

Grabado de “Casanova, Giacomo / Mémoires, écrits par lui-même”, Bruselas, J. Rozez, 1872, vol. 4

Condón masculino arriba y femenino abajo.

El médico alemán C. Hasse, utilizando el seudónimo de Wilhelm P. J. Mensinga, introduce en 1882 un dispositivo para colocación intravaginal al que se le dio el nombre de “pesario de Mensinga” y luego el diafragma adquirió rápida aceptación, por lo que constituyó el principal método que proporcionaban las clínicas de planificación familiar hasta los inicios de la década de los años setenta. Recientemente se ha elaborado un nuevo tipo de diafragma hecho de silicona en vez de látex que se usa en forma continua y solo se extrae para su lavado.

Esponja espermicida.

Píldora contraceptiva.

Calendario para controlar los días fértiles

Esquema de una vasectomía

Esquema de una ligadura de trompas

Diversos dispositivos intrauterinos, más conocidos como DIU.

Anillo vaginal.

Espermicida en forma de supositorio.

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