El control en la Edad Moderna

La Edad Moderna significó el avance imparable de las ciencias y sobre todo en el conocimiento anatómico. El gran anatomista del Renacimiento Andreas Vesalio describió en 1555 los folículos, y su discípulo Gabriello Fallopio en la década de 1560 suministró más pruebas de la complejidad de los órganos genitales femeninos. El descubrimiento de las trompas de Fallopio, la búsqueda del óvulo por Harvey y los avances de los siglos XVII y XVIII basados en disecciones y observación microscópica de la matriz y los testículos parecían prometer un nuevo entendimiento del proceso de reproducción.

No fue hasta 1667 que el obispo danés Niels Stensen presentó el argumento de que antes del coito los testículos femeninos contenían huevos, por lo que debían llamarse ovarios. Pero fue el folículo y no el huevo mismo lo que fue observado por Regnier de Graaf y Jan Swammerdam. Sus seguidores presentaron el argumento de preformación "ovista" que sostenía que todos los seres habían sido creados y encapsulados en huevos al principio de todos los tiempos. Sus oponentes, miembros de la escuela "animalculista", creían que el descubrimiento de Van Leeuwenhock en 1678 del espermatozoide probaba que tal encapsulamiento en realidad tenía lugar en el macho, y que por consiguiente las madres eran poco más que incubadoras. Lo que ambas escuelas descartaron fue la antigua teoría de "las dos semillas", con lo cual debilitaron la visión tradicional de que los hombres y las mujeres tenían las mismas funciones y necesidades sexuales. Se produjo así una justificación "natural" para la subordinación de la mujer.

Los embriólogos declararon que el orgasmo femenino no era necesario; pero a la postre los descubrimientos embriológicos no tuvieron casi impacto en las actitudes populares hacia la procreación. Tampoco tuvo lugar ninguna revolución en el terreno de la práctica médica. El médico normal de fines del siglo XVIII tenía muy poco que añadir sobre la maternidad a lo que se encontraba en los textos de Hipócrates. La vida era todavía extremadamente frágil y la obstetricia muy primitiva.

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A principios de la era moderna la discusión sobre la fertilidad, antiguamente dominada por la Iglesia, fue "secularizada". El Estado empezó a reemplazar al clero en la vigilancia de la maternidad al condenar el infanticidio y el aborto; los médicos obstetras iniciaron su campaña para sustituir a las comadronas en los partos, y los escritores de folletos sobre onanismo y los productores de preservativos prácticamente emprendieron la "comercialización" de la anticoncepción.

El empleo de la anticoncepción indicó primero un cambio moral: el principio del placer se separaba por fin de la función reproductora. Mientras la religión "declinaba", la sexualidad se veía libre de las restricciones de la teología y florecía un erotismo hedonista. Ahora las parejas sentían que tenían derecho y poder de elección en cuanto a la paternidad. La medicina, al probar que era posible superar los flagelos de las enfermedades, dio pie para pensar que la naturaleza podría ser controlada.

La Iglesia sufrió algunos cambios. En el siglo XVI, los ritos católicos del matrimonio fueron renovados como parte de la reacción a la Reforma Protestante. La procreación seguía siendo el principal objetivo del matrimonio, pero tendía a ser más discreta y comprensiva sobre los deslices maritales. Los confesores eran menos insistentes en condenar como pecado el coito durante la menstruación o antes de la comunión. Se tenía una visión un poco más optimista del matrimonio, aunque el placer sexual, incluso como "remedio" para la fornicación, todavía se miraba con desconfianza.

El cristianismo seguía propagando la idea de que los hijos eran enviados por Dios y, contrariamente a otras religiones, hacía pocas concesiones a las realidades sociales que justificaban la prevención del embarazo. Si uno tenía demasiados hijos debía considerar la situación como una cruz que cargar. Esta doctrina produjo peculiaridades curiosas, por ejemplo, condenar la masturbación masculina como un tipo de homicidio, y al mismo tiempo, defender la masturbación femenina si se practicaba con el propósito de completar el coito y producir el semen necesario para la concepción.

Irónicamente, el clero protestante, que tenía acceso al matrimonio, no hablaba tanto del sexo como el católico. Lutero atacó la misoginia de los católicos y su ideal del celibato.

Los protestantes ensalzaban el matrimonio y el hogar y declaraban que, si bien las mujeres debían estar sometidas al marido, también debían ser honradas por su maternidad. Calvino condenó el onanismo, pero declaró que la sexualidad debía ser usada gozosamente. La procreación seguía siendo una de las funciones más importantes del matrimonio, pero más importante para los protestantes era la ayuda mutua. El "amor" era fomentado por el puritanismo y pronto fue esgrimido por los jóvenes para justificar matrimonios a los que se oponían sus padres.

Andrés Vesalio es la forma latinizada del nombre Andries van Wesel (Bruselas, Bélgica, 31 de diciembre de 1514 - Zante, actual Grecia, 15 de octubre de 1564), anatomista flamenco, autor de uno de los libros más influyentes sobre anatomía humana, De humani corporis fabrica (Sobre la estructura del cuerpo humano). Basó sus estudios anatómicos en la observación directa, rechazando algunos errores anatómicos presentes en la obra de Galeno, por lo que es considerado el fundador de la anatomía moderna.

La continencia

La mayoría simplemente utilizó las técnicas ya firmemente establecidas. Por supuesto, la técnica más simple seguía siendo la continencia. En la Europa protestante y católica, se continuaba evitando el coito en momentos determinados de los calendarios litúrgicos y agrícolas.Para ayudar a la continencia y el celibato muchos no dudaron en mortificar su cuerpo. Grabado de Durero (1471-1528).

El coitus interruptus

Entre los siglos XVI y XVIII, mientras decaían las discusiones sobre anticonceptivos mágicos y herbarios, aumentaron las referencias sobre el onanismo. lndudablemente los europeos apreciaban la eficacia del coitus interruptus. El onanismo era tan común en la Inglaterra del siglo XVIII que los curanderos charlatanes intentaron sacar partido de las preocupaciones planteadas por dicha práctica publicando una serie de tratados sensacionalistas titulados "Onania", de los cuales por lo menos diecinueve ediciones fueron publicadas en la primera mitad del siglo. Su primer propósito era relatar historias terribles acerca del destino que esperaba a los que se masturbaban-, en segundo lugar, se abordaba el tema del castigo que recibían los hombres que intentaban frustrar el matrimonio por medio de una "retirada criminal e inoportuna". Pero a pesar de estas censuras, algunas ediciones de Onania publicaban una carta de un hombre casado que protestaba porque él y su esposa, siendo extremadamente pobres y con tres hijos, practicaban la retirada intencionadamente para prevenir más embarazos. "Mi conciencia parece absolverme del crimen de Onán porque lo que él hizo fue por despecho y mala fe, y contrario al mandamiento expreso de cultivar la semilla para su hermano, en contradicción con el método de nuestra Redención; mientras que lo que yo hago es por pura necesidad con respeto al cuerpo y al alma". Esta carta parece ser la primera defensa pública hecha sobre la legitimidad del coitus interruptus.

Las esponjas y tampones

Eran los anticonceptivos femeninos más obvios. Para que el uso de la esponja hubiera sido verdaderamente efectivo, se tendría que haber seguido de una irrigación vaginal (un lavado). El empleo de soluciones astringentes se puede encontrar desde los tiempos de Sorano y aún antes. Parece ser que los franceses estaban más acostumbrados a estas lavativas que el resto de los europeos. Estos lavados fueron fomentados por el uso del bidé que es y era una tradición francesa en particular desde el siglo XVIII por lo menos.

El preservativo

Fue el único anticonceptivo nuevo y supuestamente eficaz producido a principios del período moderno, irónicamente desempeño un papel mínimo en el descenso de la fertilidad, no porque su utilidad no fuera apreciada, sino porque fundamentalmente se usaba para evitar enfermedades venéreas. Gabriello Fallopio describió en 1564 un pequeño forro de hilo para el glande que podía prevenir infecciones. Hacia 1700 los preservativos se empezaron a hacer de la vejiga de animales o de pieles muy finas. La invención del preservativo aumentó, aunque modestamente al principio, el poder del hombre sobre la procreación.Historia del preservativo

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Ninguna nueva ideología apareció a principios del período moderno que justificara el control de la fertilidad; tampoco surgió ninguna nueva tecnología que hiciera más fácil practicarlo. Pero dos siglos más tarde las cosas empezarían a cambiar. El surgimiento en el siglo XVIII en Francia de una nueva moral que justificaba el control de fertilidad ha sido atribuido a que los esposos se interesaban más por el bienestar de sus esposas. Se ha sugerido que los matrimonios eran ahora más refinados y se hacía uso de la galantería, antes reservada para las aventuras románticas. Los maridos procuraban proteger a sus esposas, quienes se enfrentaban a un riesgo de muerte de un 10 por ciento durante el parto.

La anticoncepción fue empleada para limitar el número de hijos y asegurar su salud. Esto explica por qué su uso era más frecuente para espaciar que para evitar la concepción. Incluso entre parejas que adoptaban una estrategia para evitar los nacimientos, estos no estaban concentrados en los primeros años de matrimonio, como sería el caso en el siglo XX, y cada vez más la preocupación no consistía sólo en evitar conducir a una muerte prematura a los hijos excedentes, sino en cuidar mejor los hijos existentes. Pero es bien cierto que los hombre querían mantener sus derechos conyugales y evitar la división de su patrimonio entre numerosos herederos, mientras que las mujeres querían proteger su salud y la de sus hijos, por lo que el recurso a la anticoncepción se hizo a la luz de estas cuestiones prácticas, no al calor del romance entre la pareja.

L'Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers es una enciclopedia francesa editada entre los años 1751 y 1772 en Francia bajo la dirección de Denis Diderot y Jean d’Alembert. Es considerada una de las más grandes obras del siglo XVIII por contener la síntesis de los principales conocimientos de la época, en un esfuerzo editorial considerable para su tiempo. Por el saber que contiene, el esfuerzo que representa, y por las intenciones que sus autores le asignaron, se convirtió en un símbolo del proyecto de la Ilustración, un arma política y en el objeto de numerosos enfrentamientos entre los editores, los redactores, y los representantes de los poderes secular y eclesiástico.

La Ilustración fue un movimiento cultural europeo que se desarrolló –especialmente en Francia e Inglaterra– desde principios del siglo XVIII hasta el inicio de la Revolución francesa, aunque en algunos países se prolongó durante los primeros años del siglo XIX. Fue denominado así por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón. El siglo XVIII es conocido, por este motivo, como el Siglo de las Luces. Los pensadores de la Ilustración sostenían que la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía, y construir un mundo mejor. La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos económicos, políticos y sociales de la época. La expresión estética de este movimiento intelectual se denominará Neoclasicismo.

Leonardo da Vinci, Hombre y mujer en pleno coito, 1489.

Leonardo da Vinci fue el humanista por excelencia, inventor e innovador. También fue infractor de la ley eclesiástica que impedía la disección de cadáveres, gracias a eso nos dejó sus maravillosos dibujos sobre anatomía.

Detalle de la portada del libro de Vesalius' De humani corporis fabrica (1543)

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De dissectione partium corporis humani... Paris, 1545. National Library of Medicine. Autor: Charles Estienne (1504-ca. 1564), Anatomista: Étienne de la Rivière (d. 1569).

Aunque en la Edad Moderna se produce un cambio respecto al control de la fertilidad, el abandono de niños era un tema muy preocupante como lo demuestran estas dos imágenes: la anterior es un billete de lotería para ayudar a los huérfanos y las inferiores son escenas de abandono de unos padres ante el hospicio. Esta situación se agravó en los primeros tiempos de la Revolución Industrial.

El rey Luis XVI y la reina Marie-Antoinette de Francia visitando el Hospicio de los Niños encontrados (l'hospice des Enfants Trouvés), 1790.

Dibujos anatómicos de un embarazo, siglo XVIII.