🍏🍞🍓🍟早上好,我希望你睡得好👍别忘了你每天的食物:神的话语😉,我和你分享神的话语,你可以在吃早餐时阅读。🥤🍔🍰
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♡神的日常话语 ♡
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💗神的日常话语💗
我们都知道,上帝从一开始创造人的目的就是要求我们在地上荣耀和敬拜他。
主耶稣说:""耶稣对他说,你要尽心、尽性、尽意地爱主你的神。这是第一条也是最大的一条戒律""。马太福音22:37-38)。
作为主的信徒,我们应该相信上帝,并在其他事情之前敬拜上帝,与上帝保持正常关系。开会、祷告、交流真理、唱赞美诗来赞美上帝,这是基督徒应该做的礼仪,也是我们作为受造之物应该履行的责任。
🍏🍞🍓🍟Buenos días espero que se haya despertado bien👍 no se olvide del pan de cada día: la palabra de Dios😊, comparto una palabra de Dios con usted, puede leer mientras desayunan.🥤🍔🍰
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♡ Palabras diarias de Dios ♡
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💗 *Palabras diarias de Dios* 💗
Todos sabemos que el objetivo de Dios al crear al hombre desde el principio es que nos pide que lo glorifiquemos y lo adoremos en la tierra.
💧El Señor Jesús dijo: "Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento." (Mateo 22: 37-38).
Como creyentes en el Señor, debemos creer en Dios y adorar a Dios antes que nada y mantener una relación normal con Dios. Tener reuniones, orar, comunicar la verdad y cantar himnos para alabar a Dios son el decoro que los cristianos deben hacer y la responsabilidad que nosotros, como seres creados, debemos cumplir.
你好 早安。上帝保佑你和家人
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☕ Buenos días~ 🍪🍪
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♡✿ Que Dios le bendiga a usted y su familia
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早上好,你昨天休息得怎么样?早晨醒来,喝杯温水。对你的健康有好处。愿上帝与我们同在,带领我们走向新的一天,快乐工作,祝福我们!
Buenos días, ¿cómo descansó ayer? Tome un vaso de agua tibia después de levantarse. Es muy bueno para la salud. Que Dios esté con nosotros y nos conduzca a un nuevo día, feliz trabajo y día, ¡bendícenos! 😄☕☕
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🌿🌿🍀🍀兄弟姐妹们,早上好!这是新的星期一的开始。
❤️❤️愿全能的上帝在我们的生活、工作和所有事情上指导我们。❤️❤️我们来了解国度时代上帝作的具体工作,这样我们才能跟上上帝的作工步伐
🍀神的日常话语💗
🌿🌿🍀🍀 Buenos días, hermanos y hermanas. ¡Es el comienzo de un nuevo lunes!
❤️❤️Que Dios Todopoderoso nos guíe en nuestra vida, en nuestro trabajo y en todas las cosas.
❤️❤️Conozcamos la obra específica que Dios está haciendo en la Era del Reino para que podamos estar al día con la obra de Dios
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♡ Palabras diarias de Dios ♡
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🍀 Palabras diarias de Dios💗🌱 Dios Todopoderoso dice: 🎍🌸
早上好,弟兄姊妹🌈🌈🌷🌷
早上我们来阅读全能上帝的新话📚📚📚
🍀神的日常话语💗 全能的上帝说:
Buenos días hermanos y hermanas🌈🌈🌷🌷
Por la mañana leeremos la nueva palabra de Dios Todopoderoso.📚📚📚
Observa los actos omnipotentes de Dios Todopoderoso para que conozcamos más a Dios😇😇😇
🍀 Palabras diarias de Dios💗
🌱 Dios Todopoderoso dice:🎍 🌸
💗💗早上好,愿上帝与您同在,引导您进入新的一天,工作愉快,工作愉快。愿上帝保佑!我们为属灵的灵魂共享一顿小早餐🙏💗 🌻
🌳🌳Buenos días, que Dios esté con usted y le guíe en el nuevo día, que tenga un buen día de trabajo y un buen día lleno de las bendiciones de Dios. ¡Bendito sea Dios! Compartimos un pequeño desayuno para nuestras almas espirituales.🙏💗 🌻
早上好,弟兄姊妹们💞💞
早上我们继续来阅读全能上帝的真理📖📖📖
在有限的时间来明白更多的真理😇😇😇
🍀神的日常话语💗 全能的上帝说:.🎍 🌸
Buenos días 💞💞
Por la mañana seguimos leyendo la verdad de Dios Todopoderoso📖📖📖
Para entender más la verdad en el tiempo limitado que tenemos.😇😇😇
🍀 Palabras diarias de Dios💗
🌱 *Dios Todopoderoso dice:* 🎍 🌸
🌿早上好,亲爱的弟兄姊妹 🌿在我们的生活中不管是生病。还是家里发生什么事情,这都涉及到撒旦的搅扰,如果我们不阅读神的话,不参加学习小组的会议,我们只能离上帝越来越远,我们来看约伯的实行就能找到路途😇😇
🌿Buenos días, 🌿
En nuestras vidas si estamos enfermos. O algo sucede en la familia, implica la agitación de Satanás, y si no leemos la palabra de Dios y asistimos a las reuniones del grupo de estudio, sólo podemos alejarnos más y más de Dios, y debemos encontrar la salida con la práctica de Job 😇😇
🤗🤗早上好,愉快,愿全能的上帝保佑你。今天我们来读全能神的话,以获得更多的启发和理解。🙏🙏🙏🙏
🤗🤗🤗Buenos días, que tenga un buen día y que Dios Todopoderoso los bendiga. Hoy venimos a leer las palabras del Todopoderoso para obtener más inspiración y comprensión.🙏🙏🙏
🌿🌿弟兄姊妹,周末愉快💗💗我们来阅读全能上帝的话,让我们的属灵生活充满上帝的祝福😇😇😇
🌿🌿Que tenga un buen fin de semana,💗💗
Leamos la palabra de Dios Todopoderoso y llenemos nuestra vida espiritual con las bendiciones de Dios😇😇😇
🍀🌺兄弟姐妹们早上好!🤗🤝🙏🍀🍁充满了祝福🙏🙏💖。
🙋♀️🙋♂️感谢全能的上帝,愿我们得到这样美好的新一天,☀️🌅继续吃喝他的话。愿全能的真主启迪并引导我们💛⭐🌠。
🍀🌺Buen día 🤗🤝🙏🍀🍁 lleno de bendiciones🙏🙏💓💖
🙋♀️🙋♂️Gracias a Dios Todopoderoso podemos obtener un nuevo día tan maravilloso,☀️🌅 para seguir comiendo y bebiendo de Sus palabras. Que Dios Todopoderoso nos ilumine y nos guíe ⭐🌠
🔖🔖你好,早上好,兄弟姐妹的祝福🤗🤗🥛🥯你怎么样?我希望你们都有一个美好的一天,愿上帝指引我们❤️今天我读了一段上帝的话,想和你们分享。愿弟兄们即使在忙碌中也不要背离上帝,让上帝的话语每天指导我们🤗͞🥛🥐🥛🍞
🔖🔖Hola y buenos días bendiciones 🤗🥛🥯 ¿cómo está? Espero que tenga un gran día y que Dios nos guíe ❤️ Hoy leí un pasaje de la palabra de Dios y quería compartir con usted. Que no nos apartamos de Dios ni siquiera en medio de las la palabra de Dios nos guíe cada día 🤗🤗😇😇🥐🥛🍞
🍃💥🥳🤗弟兄姐妹们,早上好,全能的上帝保佑你们。🙏🙏感谢全能的上帝,我们能得到这样美好的新一天,☀️🌅🏜继续吃喝上帝的话。愿全能的神启迪并引导我们。
🤗Buen día 🤝👏🙏 Dios Todopoderoso le bendiga 🙏🙏💕💕Gracias a Dios Todopoderoso podemos obtener un nuevo día tan maravilloso,☀️🌅 🏜para seguir comiendo y bebiendo las palabras de Dios. Que Dios Todopoderoso nos ilumine y nos guíe 🙏🙏
🤗🤗早上好,兄弟姐妹们,周六愉快,愿全能的上帝保佑你们。今天我们来读全能神的话,以获得更多的启发和理解。🙏🙏🙏🙏
🤗🤗🤗Buenos días, que tenga un buen día y que Dios Todopoderoso lo bendiga. Hoy venimos a leer las palabras del Todopoderoso para obtener más inspiración y comprensión.🙏🙏🙏
🌷🌷早上好,週末愉快,今天有休假嗎?😃😃願我們在這美好新的一天,上帝能時時與我們同在,使我們能合家歡聚在一起,與家人的情誼更深,一起來贊美我們的全能的上帝、我們的主!😇😇😇
🌷🌷Buenos días que tengan un buen día bajo el dominio de Dios 😃😃 ¿tiene hoy un día ocupado?☕☕ Que Dios nos acompañe en todo momento en este nuevo y maravilloso día, para que podamos reunirnos en familia, profundizar nuestro amor con la familia, y alabar juntos a nuestro Dios Todopoderoso, nuestro Señor.😇😇😇
早上好!愿神与你同在!主耶稣说他的话是生命的粮食,他再来又给我们带来新的说话,是让我们得洁净的永生之道。你永远花15分钟来阅读神的话,得到圣灵的作工和带领吗?
🍀¡Buenos dias! ¡Que Dios esté con usted! 💖El Señor Jesús dijo que Sus palabras 📕son el alimento de la vida, y nos traerá nuevas palabras📖 cuando regrese, que es el camino de la vida eterna💧💕 para que seamos purificados. ¿Siempre pasa 15 minutos leyendo las palabras de Dios y recibe la obra y la guía del Espíritu Santo?🍀🌸
早上好,愿神祝福你!
今天你灵修了吗?你知道怎么灵修吗?
答案:吃喝神的新说话,跟上圣灵的新工作!
¡Buenos días🍀, que Dios los bendiga!💖 ¿Ya hizo devocional hoy? ¿Sabe cómo devocional? 🤔Respuesta: ¡Come y bebe las nuevas palabras de Dios y mantente al día con la nueva obra del Espíritu Santo!🙌🙏
神的话是指引我们前行的灯光,这个世界非常的邪恶,撒但掌权这个世界,非常的黑暗,只有时时来到神面前,我们才能不陷入撒但的试探、搅扰。
Las palabras 📕de Dios son las luces🌟 que nos guían hacia adelante. Este mundo es muy malvado. Satanás gobierna el mundo y todo el mundo entero está muy oscuro. Sólo cuando nos acercamos🙏😊😇 a Dios de vez en cuando no caeremos en las tentaciones y disturbios de Satanás.
神将最好的都给了我们,但我们却往往把神放在最后,今天你愿意与神说说话,听听神的话吗?
Dios nos da lo mejor💖🙏, pero a menudo ponemos a Dios al final ¿Está dispuesto a hablar 💕😇con Dios hoy y escuchar Sus palabras📕?
愿神赐给我们一颗回转的心,时时来到神的面前,听神的话,接受他的开启与鼓励,能够依靠神坚持聚会走下去。
Que Dios nos dé un corazón💗 para volver atrás, venir a Dios de vez en cuando🙏😇, escuchar las palabras📕 de Dios, aceptar su iluminación💡🌟 y aliento, y poder confiar en Dios para siempre asistir a la reunión.
每天吃喝神的话的目的是帮助基督徒属灵生命的成长,即每个信徒在主里及在圣灵的能力下所活出的生命。
El propósito😇 de comer y beber las palabras de Dios📕 todos los días 🌻🌻🌻es ayudar a los creyentes a crecer en su vida espiritual, es decir, la vida que cada creyente vive en el Señor y bajo el poder del Espíritu Santo.
凡是有灵命的信徒,自然会祷告并喜爱读神的话,使他的灵命长进,你愿意让你的灵命长进吗?
Cualquier creyente con vida espiritual naturalmente ora y ama leer las palabras de Dios para hacer su crecimiento espiritual ¿Estás dispuesto a permitir que su vida espiritual crezca?
早上好 新的一天开始了
我们来阅读全能上帝的话,让我们的属灵生活充满上帝的祝福
Buenos días 😄😄
Es el comienzo de un nuevo día🌈🌹🌈🌷
Leamos la palabra de Dios Todopoderoso y llenemos nuestras vidas espirituales con las bendiciones de Dios📚📚📚
Palabras diarias de Dios | Fragmento 71 | "La aparición de Dios ha traído una nueva época"
El plan de gestión de seis mil años de Dios está llegando a su fin y la puerta del reino ya se ha abierto a todos aquellos que buscan Su aparición. Queridos hermanos y hermanas, ¿qué estáis esperando? ¿Qué es lo que buscáis? ¿Estáis esperando que aparezca Dios? ¿Estáis buscando Sus huellas? ¡Cómo se anhela la aparición de Dios! ¡Y qué difícil es encontrar Sus huellas! En una era como esta, en un mundo como este, ¿qué debemos hacer para presenciar el día en que aparece Dios? ¿Qué debemos hacer para mantener el ritmo de las huellas de Dios? A cuestiones de esta clase se enfrentan todos los que están esperando que aparezca Dios. Vosotros las habéis considerado en más de una ocasión, pero ¿con qué resultado? ¿Dónde se aparece Dios? ¿Dónde están Sus huellas? ¿Tenéis las respuestas? Muchas personas responderían de esta manera: “Dios se aparece entre todos los que lo siguen, y Sus huellas están entre nosotros; ¡es así de sencillo!”. Cualquiera puede ofrecer una respuesta tópica, pero ¿entendéis vosotros a qué se refiere la aparición de Dios o Sus huellas? La aparición de Dios se refiere a Su llegada a la tierra para hacer Su obra en persona. Con Su propia identidad y carácter, y en la manera que es innata a Él, desciende entre la humanidad para llevar a cabo la obra de comenzar una era y terminar otra. Esta clase de aparición no es una especie de ceremonia. No es una señal, una imagen, un milagro o una especie de visión grandiosa y mucho menos una clase de proceso religioso. Es un hecho real y verdadero que cualquiera puede tocar y contemplar. Esta clase de aparición no es en aras de cumplir un trámite o de una labor a corto plazo, sino que es para una etapa en la obra de Su plan de gestión. La aparición de Dios siempre es significativa y siempre guarda relación con Su plan de gestión. A lo que se le llama “aparición” aquí es completamente diferente a la clase de “aparición” en la que Dios guía, lidera y esclarece al hombre. Cada vez que Él se revela, Él lleva a cabo una etapa de Su gran obra. Esta obra es diferente de la de cualquier otra era. El hombre no la puede imaginar y nunca la ha experimentado. Es una obra que da inicio a una nueva era y termina con la antigua, y es una forma nueva y mejorada de obrar para la salvación de la humanidad; más aún, es una obra que lleva a la humanidad a una nueva era. Esto es lo que significa la aparición de Dios.
Una vez habéis entendido lo que significa la aparición de Dios, ¿cómo debéis buscar las huellas de Dios? Esta pregunta no es difícil de explicar: dondequiera que aparezca Dios allí encontrarás Sus huellas. Tal explicación suena sencilla, pero no es tan fácil en la práctica porque muchas personas no saben dónde aparece Dios, mucho menos en dónde está dispuesto a aparecer o en dónde debería hacerlo. Algunos irreflexivamente creen que dondequiera que esté obrando el Espíritu Santo, ahí aparece Dios. O también creen que dondequiera que hay figuras espirituales, ahí aparece Dios. O si no, creen que donde hay personas de alta reputación, ahí aparece Dios. Por el momento, dejemos de lado si tales creencias son correctas o están equivocadas. Para explicar tal cuestión debemos primero tener un objetivo claro: estamos buscando las huellas de Dios. No estamos buscando figuras espirituales, ni mucho menos estamos buscando figuras de renombre; estamos buscando las huellas de Dios. Por esta razón, ya que estamos buscando las huellas de Dios, nos corresponde a nosotros buscar la voluntad de Dios, por Sus palabras y declaraciones; porque dondequiera que haya nuevas palabras dichas por Dios, allí está la voz de Dios, y donde están las huellas de Dios, ahí están los hechos de Dios. Donde está la expresión de Dios, ahí aparece, ahí existe la verdad, el camino y la vida. Al buscar las huellas de Dios, has ignorado las palabras “Dios es la verdad, el camino y la vida”. Y así, muchas personas, incluso cuando reciben la verdad, no creen que han encontrado las huellas de Dios y mucho menos reconocen la aparición de Dios. ¡Qué error tan grave! La aparición de Dios no se puede reconciliar con las nociones del hombre; todavía menos puede Dios aparecer por órdenes del hombre. Dios hace Sus propias elecciones y tiene Sus propios planes cuando hace Su obra; más aún, Él tiene Sus propios objetivos y Sus propios métodos. Sea cual sea la obra que Él hace, no es necesario que la discuta con el hombre o busque su consejo, ni mucho menos que notifique de Su obra a cada persona. Este es el carácter de Dios, que debería además ser reconocido por todo el mundo. Si deseáis presenciar la aparición de Dios, seguir las huellas de Dios, entonces debéis primero apartaros de vuestras propias nociones. No debes demandar que Dios haga esto o aquello; mucho menos debes colocarlo dentro de tus propios confines y limitarlo a tus propias nociones. En cambio, debéis preguntar cómo vais a buscar las huellas de Dios, cómo vais a aceptar la aparición de Dios, y cómo vais a someteros a Su nueva obra; esto es lo que el hombre debe hacer. Ya que el hombre no es la verdad y no posee la verdad, debe buscar, aceptar y obedecer.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
La obra de gestionar a la humanidad se divide en tres etapas, lo que significa que la obra de salvar a la humanidad se divide en tres etapas. Estas tres etapas no incluyen la obra de crear el mundo, sino que son la Era de la Ley, la Era de la Gracia y la Era del Reino. La obra de crear el mundo fue la de producir a toda la humanidad. No fue la de salvarla ni tiene relación con ella; y es que, cuando el mundo fue creado, la humanidad no había sido corrompida por Satanás y, por tanto, no había necesidad de llevar a cabo la obra de salvación de la humanidad. Esta sólo comenzó una vez que la humanidad se había corrompido y, por tanto, la obra de gestión de la humanidad tampoco empezó hasta entonces. En otras palabras, la gestión del hombre por parte de Dios empezó como un resultado de la obra de salvar a la humanidad, y no surgió de la obra de crear el mundo. No podría haber obra de gestión de la humanidad sin el carácter corrupto de esta, y por tanto dicha obra incluye tres partes, en lugar de cuatro etapas, o cuatro eras. Sólo esta es la forma correcta de referirse a la gestión de la humanidad por parte de Dios. Cuando la era definitiva llegue a su fin, la obra de gestión de la humanidad habrá llegado a un final completo. La conclusión de la misma significa que la obra de salvar a toda la humanidad ha terminado totalmente, y que esta ha alcanzado el final de su viaje. Sin la obra de salvar a toda la humanidad, la obra de gestión de esta no existiría ni habría tres etapas de obra. Fue precisamente por la depravación de la humanidad, y la urgente necesidad de salvación que esta tenía, [...]. Sólo entonces comenzó la obra de gestión de la humanidad, que significa que sólo entonces se inició la obra de salvación de esta. “Gestionar a la humanidad” no significa guiar la vida de la recién creada humanidad sobre la tierra (es decir, una humanidad que aún no se había corrompido). En su lugar, es la salvación de una humanidad corrompida por Satanás, es decir, el cambio de esta humanidad corrupta. Este es el significado de gestionar a la humanidad. La obra de salvar a esta no incluye la de crear al mundo, y por tanto la de gestionar a la humanidad no incluye la de crear el mundo, sino sólo tres etapas de obra independientes de la creación del mismo. Para entender la obra de gestión de la humanidad, es necesario ser consciente de la historia de las tres etapas de la obra; de esto es de lo que todos deben ser conscientes a fin de ser salvados. Como criaturas de Dios, deberíais reconocer que Él creó al hombre, y deberíais reconocer la fuente de la corrupción de la humanidad, además del proceso de la salvación del hombre. Si sólo sabéis cómo actuar de acuerdo a la doctrina para obtener el favor de Dios, pero no tenéis ni idea de cómo salva Él a la humanidad, o de la fuente de la corrupción de esta, esto es lo que os falta como criaturas de Dios. No deberías satisfacerte solamente con entender esas verdades que pueden ponerse en práctica, mientras sigues ignorando el alcance más amplio de la obra de gestión de Dios; si este es el caso, eres demasiado dogmático. Las tres etapas de la obra son la historia interior del plan de gestión del hombre por parte de Dios, la llegada del evangelio de todo el universo, el misterio más grande en medio de toda la humanidad, y también el fundamento de la difusión del evangelio. Si sólo te centras en entender verdades simples relacionadas con tu vida, y no sabes nada de esto, el más grande de todos los misterios y visiones, ¿no parece, pues, tu vida un producto defectuoso, bueno para nada excepto para mirarlo?
Si el hombre sólo se concentra en la práctica, y considera secundarios la obra de Dios y el conocimiento de Él, ¿no es eso lo mismo que ser tacaño en lo pequeño y derrochador en lo grande? Debes saber lo que debes saber, y poner en práctica lo que debes poner en práctica. Sólo entonces serás alguien que sabe cómo buscar la verdad. Cuando llegue el día en que difundas el evangelio, si sólo eres capaz de decir que Dios es un Dios grande y justo, un Dios supremo, con el que ningún gran hombre puede compararse, pues nadie es más alto que Él…, si sólo puedes pronunciar estas palabras irrelevantes y superficiales, y eres totalmente incapaz de hablar palabras de importancia crucial, y que tengan contenido, si no tienes nada que decir acerca de conocer a Dios, o Su obra, y, además, no puedes explicar la verdad ni proveer lo que le falta al hombre, alguien como tú es incapaz de cumplir bien su obligación. Dar testimonio de Dios y difundir el evangelio no es un asunto sencillo. Primero debes estar equipado con la verdad y las visiones que deben entenderse. Cuando tienes claras las visiones y la verdad de los diferentes aspectos de la obra de Dios, llegas a conocerla en tu corazón, e independientemente de lo que Dios haga —un juicio justo o el refinamiento al hombre— posees la mayor visión como tu fundamento, y la verdad correcta para poner en práctica, serás capaz de seguir a Dios hasta el final mismo. Debes saber que sin importar qué obra haga Él, el objetivo y el corazón de Su obra no cambia, y Su voluntad para con el hombre tampoco lo hace. No importa lo severas que sean Sus palabras ni lo adverso del entorno, los principios de Su obra no cambiarán, y Su propósito de salvar al hombre tampoco. Al no tratarse de la revelación del final del hombre ni de su destino, y que no es la obra de la fase final o de poner fin a todo el plan de gestión de Dios, y dado que es durante el tiempo que Él obra en el hombre, el corazón de Su obra no cambiará: siempre será la salvación de la humanidad. Este debería ser el fundamento de vuestra creencia en Dios. El objetivo de las tres etapas de la obra es la salvación de toda la humanidad, que significa la salvación completa del hombre del dominio de Satanás. Aunque cada una de las tres etapas de la obra tiene un objetivo y un sentido diferentes, son parte de la obra de salvación de la humanidad, y distintas obras de salvación llevadas a cabo de acuerdo a los requisitos de la humanidad. Una vez que seas consciente del objetivo de estas tres etapas de la obra, sabrás cómo recibir el sentido de cada una de ellas, y reconocerás cómo actuar con el fin de satisfacer el deseo de Dios. Si puedes alcanzar este punto, entonces esta, la mayor de todas las visiones, pasará a ser tu fundamento. No deberías buscar formas fáciles de práctica, o verdades profundas, sino combinar visiones con práctica, de forma que haya verdades que puedan ponerse en práctica, y conocimiento basado en visiones. Sólo entonces serás alguien que busca totalmente la verdad.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
Las tres etapas de la obra están en el corazón de toda la gestión de Dios, y en ellas se expresan el carácter de Dios y qué es Él. Aquellos que no conocen las tres etapas de la obra de Dios son incapaces de entender cómo expresa Él Su carácter, no conocen la sabiduría de Su obra, y siguen ignorando las muchas formas en las que Él salva a la humanidad, así como Su voluntad para toda ella. Las tres etapas de la obra son la expresión completa de la obra de salvar a la humanidad. Aquellos que no conocen las tres etapas de la obra ignorarán los diversos métodos y principios de la obra del Espíritu Santo; aquellos que sólo se ciñen rígidamente a la doctrina que permanece de una etapa de la obra son personas que limitan a Dios a la doctrina, y cuya creencia en Él es vaga e incierta. Tales personas nunca recibirán Su salvación. Sólo las tres etapas de la obra de Dios pueden expresar plenamente la totalidad de Su carácter, y expresan por completo Su propósito de salvar a toda la humanidad, así como todo el proceso de salvación de la misma. Esto demuestra que Él ha derrotado a Satanás y ha ganado a la humanidad; es una prueba de Su victoria y la expresión de todo Su carácter. Los que sólo entienden una etapa de las tres que componen la obra de Dios sólo conocen parte de Su carácter. En las ideas del hombre, es fácil que esta única etapa de la obra pase a ser doctrina, es probable que este establezca reglas relativas a Dios, y use esta sola parte de Su carácter como una representación de todo Su carácter. Además, gran parte de la imaginación del hombre está mezclada dentro de sí, de forma que limita rigurosamente el carácter, el ser, y la sabiduría de Dios, así como los principios de Su obra, dentro de parámetros limitados, creyendo que si Él fue así una vez, permanecerá igual para siempre y nunca cambiará. Sólo aquellos que conocen y aprecian las tres etapas de la obra pueden conocer a Dios de forma plena y precisa. Como mínimo, no le definirán como el Dios de los israelitas, o de los judíos ni lo verán como un Dios que siempre estará clavado en la cruz por causa del hombre. Si sólo llegas a conocer a Dios a partir de una etapa de Su obra, tu conocimiento es demasiado, demasiado pequeño. No es sino una gota en el océano. Si no, ¿por qué clavarían a Dios vivo en la cruz muchos de la vieja guardia religiosa? ¿No es porque el hombre lo confina dentro de ciertos parámetros? ¿No se oponen muchos a Dios y obstruyen la obra del Espíritu Santo, porque no conocen la obra variada y diversa de Dios, y, además, porque no poseen sino una pizca de conocimiento y doctrina con los que medir la obra del Espíritu Santo? Aunque las experiencias de tales personas son superficiales, son arrogantes y permisivas en su naturaleza, y consideran la obra del Espíritu Santo con desprecio, ignoran las disciplinas de este y, además, usan sus viejos argumentos triviales para “confirmar” la obra del Espíritu Santo. También representan una dramaturgia, y están plenamente convencidos de su propio conocimiento y erudición, y de que son capaces de viajar por todo el mundo. ¿No son tales personas las que el Espíritu Santo desprecia y rechaza, y no serán eliminadas por la nueva era? ¿No son los que vienen delante de Dios y se oponen abiertamente a Él pequeñas personas miopes, que simplemente intentan demostrar lo inteligentes que son? Con tan sólo un ínfimo conocimiento de la Biblia, tratan de abarcar la “academia” del mundo, pero con una doctrina superficial que enseñar a las personas, intentan revertir la obra del Espíritu Santo, y tratan de hacerla girar alrededor de su propio proceso de pensamiento; tan cortos de miras como son, intentan observar con una sola mirada 6000 años de obra de Dios. ¿Tienen estas personas alguna razón de la que hablar? De hecho, cuanto mayor es el conocimiento de Dios por parte de las personas, más tardan en juzgar Su obra. Además, sólo hablan un poco de su conocimiento de la obra de Dios hoy, pero no son imprudentes en sus juicios. Cuanto menos conocen a Dios las personas, más soberbias y arrogantes son, y más gratuitamente proclaman Su ser, pero sólo hablan de teoría y no ofrecen evidencias reales. Tales personas no tienen ningún valor en absoluto. ¡Quienes ven la obra del Espíritu Santo como un juego son frívolos! Los que no son cautos cuando se encuentran con la nueva obra del Espíritu Santo, que dan rienda suelta a sus bocas, son rápidos para juzgar, dan libertad a su instinto natural para negar la corrección de la obra del Espíritu Santo, y también lo insultan y blasfeman; ¿no ignoran estas personas irrespetuosas dicha obra? ¿No son, además, los arrogantes, inherentemente soberbios e ingobernables? Aunque venga un día en el que tales personas acepten la nueva obra del Espíritu Santo, Dios seguirá sin tolerarlas. No sólo miran por encima del hombro a aquellos que trabajan para Él, sino que blasfeman contra Él mismo. Tales personas insensatas no serán perdonadas ni en esta era ni en la venidera, ¡y perecerán para siempre en el infierno! Estas personas irrespetuosas y permisivas están fingiendo creer en Dios y, cuanto más lo hacen, más probable es que ofendan Sus decretos administrativos. ¿No caminan por esta senda todos esos arrogantes, desenfrenados innatos, que nunca han obedecido a nadie? ¿Acaso no se oponen a Dios día tras día, a Él que siempre es nuevo y nunca viejo?
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
希望昨晚没有来参加的弟兄姊妹也一样能阅读学习课程组的内容,并告诉我你是否阅读完成。我有这给义务了解大家是否这个课程的内容,因为每一课的内容都不一样,希望弟兄姊妹都能珍惜我们在这个小组的相聚。
非常感谢!
Espero que aquellos hermanos y hermanas que no asistieron anoche aprendan a repasar la lectura del curso de estudio en grupo y me hagan saber si lo han leído y completado. Tengo la obligación de saber si todos tienen el contenido de este curso, porque cada lección es diferente, y espero que todos los hermanos y hermanas valoren nuestra reunión en este grupo.🏤🏤💒💒🏨🏨
¡Muchas gracias!💗💗💗
兄弟姐妹们早上好。对我们来说,学习神的新神话很重要。因为审判的工作是神的工作,只有神能审判洁净人类的罪。今天,我们将阅读一段关于审判的真相的经文
Buenos días Es importante que estudiemos la nueva palabra de Dios. Porque la obra del juicio es obra de Dios, y sólo Dios puede juzgar y purificar los pecados de las personas. Hoy vamos a leer un pasaje sobre la verdad del juicio💗💗
Antes de que el hombre fuera redimido, muchos de los venenos de Satanás ya habían sido plantados en su interior, y, después de miles de años de ser corrompido por Satanás, el hombre ya tiene dentro de sí una naturaleza establecida que se resiste a Dios. Por tanto, cuando el hombre ha sido redimido, no se trata más que de un caso de redención en el que se le ha comprado por un alto precio, pero la naturaleza venenosa que existe en su interior no se ha eliminado. El hombre que está tan contaminado debe pasar por un cambio antes de volverse digno de servir a Dios. Por medio de esta obra de juicio y castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su interior, y podrá cambiar completamente y ser purificado. Sólo de esta forma puede ser el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. Toda la obra realizada este día es con el fin de que el hombre pueda ser purificado y cambiado; por medio del juicio y el castigo por la palabra, así como del refinamiento, el hombre puede desechar su corrupción y ser purificado. En lugar de considerar que esta etapa de la obra es la de la salvación, sería más apropiado decir que es la obra de purificación. En verdad, esta etapa es la de la conquista, así como la segunda etapa en la obra de la salvación. El hombre llega a ser ganado por Dios por medio del juicio y el castigo por la palabra, y es por medio del uso de la palabra para refinar, juzgar y revelar que todas las impurezas, las nociones, los motivos y las aspiraciones individuales dentro del corazón del hombre se revelan completamente. Por todo lo que el hombre pueda haber sido redimido y perdonado de sus pecados, sólo puede considerarse que Dios no recuerda sus transgresiones y no lo trata de acuerdo con estas. Sin embargo, cuando el hombre, que vive en un cuerpo de carne, no ha sido liberado del pecado, sólo puede continuar pecando, revelando, interminablemente, su carácter satánico corrupto. Esta es la vida que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón. La mayor parte de la humanidad peca durante el día y se confiesa por la noche. Así, aunque la ofrenda por el pecado siempre sea efectiva para el hombre, no podrá salvarlo del pecado. Sólo se ha completado la mitad de la obra de salvación, porque el hombre sigue teniendo un carácter corrupto.
La única razón por la que el Dios encarnado haya venido a la carne es por causa de las necesidades del hombre corrupto. Es por causa de las necesidades del hombre pero no por las de Dios, y todos Sus sacrificios y sufrimientos son por el bien de la humanidad y no por el bien de Dios mismo. No hay pros y contras o recompensas para Dios; Él no va a segar una cosecha futura sino sólo lo que desde el principio se le debía. Todo lo que hace y sacrifica por la humanidad no es para que pueda ganar grandes recompensas sino sólo por el bien de la humanidad. Aunque la obra de Dios en la carne implica muchas dificultades inimaginables, los resultados que esta logra al final exceden por mucho los de la obra hecha directamente por el Espíritu. La obra de la carne conlleva muchas dificultades y la carne no puede poseer la misma identidad grandiosa que el Espíritu, no puede llevar a cabo los mismos hechos sobrenaturales que el Espíritu, mucho menos puede poseer la misma autoridad que el Espíritu. Aun así, la sustancia de la obra hecha por esta carne ordinaria es muy superior a la de la obra hecha directamente por el Espíritu y esta misma carne es la respuesta a todas las necesidades del hombre. Para los que van a ser salvados, el valor de utilización del Espíritu es muy inferior al de la carne: la obra del Espíritu es capaz de cubrir todo el universo, a través de todas las montañas, ríos, lagos y océanos, con todo, la obra de la carne se relaciona de un modo más efectivo con cada persona con quien tiene contacto. Es más, el hombre puede entender mejor y confiar más en la carne de Dios que tiene una forma tangible, y puede profundizar más en el conocimiento que tiene de Dios, y puede dejar en el hombre una impresión más profunda de los hechos reales de Dios. La obra del Espíritu está envuelta en misterio; es difícil que los seres mortales la desentrañen y aún más difícil que la vean, y por eso sólo pueden confiar en imaginaciones huecas. La obra de la carne, sin embargo, es normal y se basa en la realidad, y posee una rica sabiduría y es un hecho que el ojo físico del hombre la puede contemplar; el hombre puede experimentar de forma personal la sabiduría de la obra de Dios y no tiene necesidad de emplear su profusa imaginación. Esta es la exactitud y valor real de la obra de Dios en la carne. El Espíritu sólo puede hacer cosas que son invisibles para el hombre y difíciles para que él se las imagine, por ejemplo, el esclarecimiento del Espíritu, el movimiento del Espíritu y la guía del Espíritu, pero para el hombre que es capaz de pensar, esto no le aporta ningún significado claro. Sólo le proporcionan un movimiento o un significado amplio, pero no le pueden dar una instrucción con palabras. La obra de Dios en la carne, sin embargo, es muy diferente: tiene una orientación exacta de las palabras, tiene una voluntad clara y tiene objetivos claros que se requieren. Y así el hombre no tiene que dar palos de ciego o emplear su imaginación, mucho menos hacer conjeturas. Esta es la claridad de la obra en la carne y su gran diferencia de la obra del Espíritu. La obra del Espíritu sólo es adecuada para una esfera limitada y no puede reemplazar la obra de la carne. La obra de la carne le da al hombre metas mucho más exactas y necesarias y un conocimiento mucho más real y valioso que la obra del Espíritu. La obra que es de mayor valor para el hombre corrupto es la que le proporciona palabras exactas, metas claras que seguir y que puede ver y tocar. Sólo la obra realista y la guía oportuna son idóneas para los gustos del hombre y sólo la obra real puede salvar al hombre de su carácter corrupto y depravado. Esto sólo lo puede lograr el Dios encarnado; sólo el Dios encarnado puede salvar al hombre de su antiguo carácter corrupto y depravado. Aunque el Espíritu es la esencia inherente de Dios, una obra como esta sólo la puede hacer Su carne. Si el Espíritu obrara sin ayuda de nadie, entonces no sería posible que Su obra fuera efectiva, esta es la pura verdad. Aunque la mayoría de las personas se han vuelto enemigas de Dios por causa de esta carne, cuando Él concluya Su obra, los que están en Su contra no sólo dejarán de ser Sus enemigos sino que, por el contrario, se convertirán en Sus testigos. Se convertirán en los testigos a los que ha conquistado, los testigos que son compatibles con Él e inseparables de Él. Hará que el hombre sepa la importancia de Su obra en la carne para él y el hombre sabrá la importancia de esta carne para el significado de su existencia, conocerá Su valor real para el crecimiento de su vida y, además, sabrá que esta carne se convertirá en una fuente viva de vida de la que el hombre no soportará apartarse. Aunque la carne encarnada de Dios está lejos de ser igual a la identidad y posición de Dios, y al hombre le parece que es incompatible con Su estatus presente, esta carne, que no posee la verdadera imagen de Dios o la verdadera identidad de Dios, puede hacer la obra que el Espíritu de Dios no puede hacer directamente. Tal es el verdadero significado y valor de la encarnación de Dios y es este significado y valor lo que el hombre no puede apreciar y reconocer. Aunque todos los hombres admiran al Espíritu de Dios y menosprecian la carne de Dios, sin tomar en cuenta cómo vean o piensen, el significado y el valor reales de la carne superan con creces los del Espíritu. Por supuesto, sólo es con relación a la humanidad corrupta. Para cualquiera que busca la verdad y anhela la aparición de Dios, la obra del Espíritu puede sólo proporcionar un movimiento o una revelación, y un sentimiento de asombro que es inexplicable e inimaginable, y un sentimiento que es grandioso, trascendente y admirable aunque también inasequible e inalcanzable para todos. El hombre y el Espíritu de Dios sólo se pueden ver el uno al otro desde lejos, como si hubiera una gran distancia entre ellos y nunca pueden ser iguales, como si estuvieran separados por una división invisible. De hecho, esta es una ilusión que el Espíritu le da al hombre, porque el Espíritu y el hombre no son de la misma especie, porque el Espíritu y el hombre nunca van a coexistir en el mismo mundo y porque el Espíritu no posee nada del hombre. Así que el hombre no necesita al Espíritu porque el Espíritu no puede hacer directamente la obra que el hombre más necesita. La obra de la carne le ofrece al hombre objetivos reales que buscar, palabras claras y un sentimiento de que Él es real y normal y que es humilde y ordinario. Aunque el hombre lo pueda temer, a la mayoría de la gente le es fácil relacionarse con Él: el hombre puede contemplar Su rostro y escuchar Su voz y no tiene que contemplarlo desde lejos. Esta carne se siente accesible a los hombres, no distante o insondable, sino visible y palpable, porque esta carne está en el mismo mundo que el hombre.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
El significado de la encarnación es que Dios aparece en la carne y Él viene a obrar en medio del hombre de Su creación bajo una imagen de carne. Por tanto, para que Dios se encarne, primero debe ser carne, una carne con una humanidad normal; esto, como mínimo, debe ser verdad. De hecho, la implicación de la encarnación de Dios es que Él vive y obra en la carne; Dios se hace carne en Su misma esencia, se hace hombre. Su vida y Su obra encarnadas pueden dividirse en dos etapas. Primero es la vida que vive antes de desempeñar Su ministerio. Él vive en una familia humana ordinaria, en una humanidad totalmente normal, obedeciendo la moral y las leyes normales de la vida humana, con necesidades humanas normales (comida, vestido, refugio, descanso), debilidades humanas normales y emociones humanas normales. En otras palabras, durante esta primera etapa Él vive en una humanidad no divina y completamente normal, y se involucra en todas las actividades humanas normales. La segunda etapa es la vida que vive después de empezar a desarrollar Su ministerio. Sigue morando en la humanidad ordinaria con un caparazón humano normal, sin mostrar señal externa alguna de lo sobrenatural. No obstante, Él vive puramente por el bien de Su ministerio y durante este tiempo Su humanidad normal existe enteramente al servicio de la obra normal de Su divinidad; y es que, para entonces, Su humanidad normal ha madurado hasta el punto de ser capaz de desempeñar Su ministerio. Por tanto, la segunda etapa de Su vida consiste en llevar a cabo Su ministerio en Su humanidad normal; es una vida tanto de humanidad normal como de divinidad completa. La razón por la que durante la primera etapa de Su vida Él vive en una humanidad completamente ordinaria es que Su humanidad no equivale aún a la totalidad de la obra divina, todavía no está madura; sólo después de que Su humanidad madura y es capaz de cargar con Su ministerio, es cuando Él puede ponerse a realizarlo. Como Él, siendo carne, necesita crecer y madurar, la primera etapa de Su vida es la de una humanidad normal, mientras que en la segunda, al ser capaz Su humanidad de acometer Su obra y llevar a cabo Su ministerio, la vida que el Dios encarnado vive durante ese periodo es una tanto de humanidad como de divinidad completa. Si el Dios encarnado hubiera comenzado Su ministerio formal desde el momento de Su nacimiento, realizando señales sobrenaturales y maravillas, entonces Él no tendría una esencia corpórea. Por tanto, Su humanidad existe por el bien de Su esencia corpórea; no puede haber carne sin humanidad y una persona sin humanidad no es un ser humano. De esta forma, la humanidad de la carne de Dios es una propiedad intrínseca de la carne encarnada de Dios. Decir que “cuando Dios se hace carne es totalmente divino, no es en absoluto humano”, es una blasfemia, porque esta es una postura imposible de adoptar y que viola el principio de la encarnación. Incluso después de empezar a llevar a cabo Su ministerio, Su divinidad sigue habitando Su caparazón humano externo cuando Él realiza Su obra; sólo que en ese momento, Su humanidad tiene el único propósito de permitirle a Su divinidad desempeñar la obra en la carne normal. Así pues, el agente de la obra es la divinidad habitando en Su humanidad. Es Su divinidad, no Su humanidad, la que obra, pero es una divinidad escondida dentro de Su humanidad; Su divinidad completa, no Su humanidad, es la que, en esencia, lleva a cabo Su obra. Pero el actor de la obra es Su carne. Se podría decir que Él es un hombre, pero que también es Dios, porque Dios se convierte en un Dios que vive en la carne, con un caparazón y una esencia humanos, pero también con la esencia de Dios. Al ser un hombre con la esencia de Dios, Él está por encima de cualquiera de los humanos creados y de cualquier hombre que pueda desarrollar la obra de Dios. Por tanto, entre todos los que tienen un caparazón humano como el suyo, entre todos los que poseen humanidad, sólo Él es el Dios mismo encarnado, todos los demás son humanos creados. Aunque todos poseen humanidad, los humanos creados no son sino humanos, mientras que Dios encarnado es diferente. En Su carne, no sólo tiene humanidad sino que, más importante aún, también tiene divinidad. Su humanidad puede verse en la apariencia externa de Su carne y en Su vida cotidiana, pero Su divinidad es difícil de percibir. Como Su divinidad se expresa únicamente cuando Él tiene humanidad y no es tan sobrenatural como las personas lo imaginan, verla es extremadamente difícil para las personas. Incluso hoy es muy difícil que la gente pueda comprender la verdadera esencia del Dios encarnado. De hecho, incluso después de haber hablado tanto sobre ello, supongo que sigue siendo un misterio para la mayoría de vosotros. Este asunto es muy simple: como Dios se hace carne, Su esencia es una combinación de humanidad y divinidad. Esta combinación se llama Dios mismo, Dios mismo en la tierra.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
En la Era del Reino, Dios usa la palabra para iniciar una nueva era, para cambiar los medios de Su obra, y para realizar la obra de la era entera. Este es el principio por el cual Dios obra durante la Era de la Palabra. Él se hizo carne para hablar desde diferentes perspectivas, permitiendo que el hombre pueda en verdad ver a Dios, quien es la Palabra manifestada en la carne, y Su sabiduría y maravilla. Este tipo de obra se realiza para lograr mejor los objetivos de conquistar al hombre, perfeccionar al hombre y eliminar al hombre. Este es el verdadero significado del uso de la palabra para llevar a cabo el trabajo en la Era de la Palabra. A través de la palabra, el hombre llega a conocer la obra de Dios, el carácter de Dios, la esencia del hombre, y a qué debe el hombre entrar. A través de la palabra, toda la obra que Dios quiere realizar en la Era de la Palabra es lograda. A través de la palabra, el hombre es revelado, eliminado y probado. El hombre ha visto la palabra, oído la palabra, y ha tomado conciencia de la existencia de la palabra. Como resultado, el hombre cree en la existencia de Dios; el hombre cree en la omnipotencia y en la sabiduría de Dios, así como en un corazón de Dios lleno de amor hacia el hombre y Su deseo de salvarlo. Aunque la palabra “palabra” es simple y ordinaria, la palabra procedente de la boca de Dios encarnado, sacude todo el universo; Su palabra transforma el corazón del hombre, las nociones y el antiguo carácter del hombre, y la antigua apariencia del mundo entero. A través de las edades, sólo el Dios de hoy en día obra de tal manera, y sólo Él habla y salva al hombre de ese modo. A partir de este momento, el hombre vive bajo la guía de la palabra, pastoreado y provisto de la palabra; vive en el mundo de la palabra, vive entre las maldiciones y bendiciones de la palabra de Dios, y aún más personas, viven bajo el juicio y el castigo de la palabra. Estas palabras y estas obras son todas por causa de la salvación del hombre, cumpliéndose así la voluntad de Dios, y cambiando el aspecto original del mundo de la antigua creación. Dios creó el mundo con la palabra, guía a los hombres de todo universo con la palabra, los conquista y los salva con la palabra. Al final, Él utilizará la palabra para llevar al conjunto del viejo mundo a su fin. Sólo entonces será que el plan de gestión se complete enteramente. A lo largo de la Era del Reino, Dios usa la palabra para llevar a cabo Su obra y lograr los resultados de Su obra; Él no realiza maravillas ni hace milagros; Él simplemente hace Su obra a través de la palabra. A causa de la palabra, el hombre es nutrido y provisto; a causa de la palabra, el hombre adquiere el conocimiento y la experiencia verdadera. En la Era de la Palabra el hombre ha recibido bendiciones verdaderamente excepcionales. Los hombres no sufren ningún dolor de la carne y simplemente disfrutan de la abundante provisión de la palabra de Dios; no es necesario que busquen o viajen, y ven la aparición de Dios en la comodidad, lo escuchan hablar personalmente, reciben Su provisión, y lo ven personalmente realizando Su obra. En épocas pasadas, el hombre no era capaz de disfrutar de tales cosas, y estas son bendiciones que nunca podía recibir.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
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神讲的故事 🙆♀️(一)(二)
早上好今天我们来阅读上帝给我们讲的一个故事,从故事去体会上帝一直为我们做了什么……
故事1.种子,大地,树木,阳光,小鸟和人
Buenos días, 🤗🤗Hoy vamos a leer una historia que Dios nos ha contado 🤗🤗
De la historia para experimentar lo que Dios ha estado haciendo por nosotros ...... 💗💗
Historia 1. Una semilla, la tierra, un árbol, la luz del sol, los pájaros cantores, y el hombre🌳🌞🐦🙆♀️
Una pequeña semilla cayó en la tierra. Después de que cayese mucha lluvia, de ella creció un tierno brote y sus raíces ahondaron en el suelo. El brote se hizo grande con el tiempo, enfrentándose a crueles vientos e intensas lluvias, viendo el cambio de las estaciones conforme la luna aparecía y desaparecía. En verano, la tierra entregó regalos de agua para que el brote pudiera soportar el calor abrasador. Y gracias a la tierra, este no sintió el calor del verano y sobrevivió al mismo. Cuando cayó el invierno, la tierra envolvió el brote en su cálido abrazo y se asieron el uno al otro con fuerza. Y gracias a la calidez de la tierra, el brote sobrevivió al duro frío, pasando ileso por las tormentas invernales y las nevadas de la estación. Protegido por la tierra, el brote creció en valentía y estaba feliz. Creció en altura y orgullo a partir de la alimentación abnegada provista por la tierra. Creció feliz. Cantaba cuando la lluvia caía y danzaba y se balanceaba cuando el viento soplaba. Así pues, el brote y la tierra dependen el uno del otro…
Los años pasaron, y el brote era ahora un árbol imponente. Le habían crecido robustas ramas cargadas de innumerables hojas y se mantenía fuerte sobre la tierra. Sus raíces ahondaron en la tierra como habían hecho antes, pero ahora se sumergían a mucha profundidad en el suelo. Lo que una vez protegió al brote era ahora el fundamento para el poderoso árbol.
Un rayo de sol alumbró el árbol y el tronco se sacudió. El árbol tendió sus ramas y captó intensamente esa luz. La tierra debajo respiraba al mismo ritmo que aquel, y se sintió renovada, y sólo entonces, una brisa fresca sopló entre las ramas, y el árbol tembló de deleite, brotando con energía. Así pues, el árbol y la luz del sol dependen el uno del otro…
Las personas se sentaban en la fresca sombra del árbol y disfrutaban en el aire fresco y fragante. Este purificaba sus corazones y pulmones, y la sangre en su interior. Las personas ya no se sentían cansadas ni agobiadas. Así pues, las personas y el árbol dependen los unos de los otros…
Un grupo de pájaros cantores piaba mientras se posaba sobre las ramas del árbol. Quizás estaban huyendo de algún enemigo, o alimentando y criando a sus polluelos, o quizás sólo estaban tomándose un pequeño descanso. Así pues, los pájaros y el árbol dependen los unos de los otros…
Las raíces del árbol, retorcidas y enredadas, ahondaron profundamente en la tierra. Su tronco resguardaba la tierra del viento y la lluvia, y extendía sus grandes ramas y protegía la tierra debajo de él, y el árbol lo hacía porque la tierra es su madre. Viven juntos, el uno depende de la otra, y nunca morarán aparte…
Todas las cosas de las que acabo de hablar son cosas que habéis visto antes, como las semillas. Sabéis de esto, ¿verdad? Una semilla que crece hasta llegar a ser un árbol puede no ser un proceso que veas con detalle, pero sabes que es una realidad, ¿verdad? (Sí). Sabes de la tierra y la luz del sol, ¿verdad? La imagen de los pájaros cantores posados es algo que todas las personas han visto, ¿verdad? (Sí). Y todos habéis visto personas refrescándose a la sombra de un árbol, ¿verdad? (Lo hemos visto). ¿Que sentimiento tenéis cuando veis todos estos ejemplos en una imagen? (Armonía). ¿Vienen de Dios todos los ejemplos que existen en esta imagen? (Sí). Como vienen de Él, Él conoce el valor y el significado de estos diversos ejemplos que existen juntos sobre la tierra. Cuando Dios creó todas las cosas, tenía un plan para cada elemento, y cada cosa que creó muestra Sus propósitos y Él le infunde vida. Él creó el entorno vital para la humanidad, que se expone en la historia que acabamos de oír. Esta expuso la interdependencia entre la semilla y la tierra; esta nutre a aquella, y aquella está atada a esta. Dios predeterminó la relación entre ambas desde el principio, ¿verdad? (Sí). El árbol, la luz del sol, los pájaros cantores, y el hombre en esta imagen, ¿son un ejemplo del entorno vital que Dios creó para la humanidad? (Sí). Primero, ¿puede el árbol abandonar la tierra? (No). ¿Puede el árbol estar sin la luz del sol? (No). ¿Cuál fue entonces el propósito de Dios al crear el árbol? ¿Podemos decir que fue sólo para la tierra? ¿Podemos decir que fue sólo para los pájaros cantores? ¿Podemos decir que fue sólo para las personas? (No). ¿Cuál es la relación entre ellos? La relación entre ellos es una de interdependencia en la cual no pueden separarse. La tierra, el árbol, la luz del sol, los pájaros cantores, y las personas, se apoyan los unos en los otros para existir y se nutren entre sí. El árbol protege la tierra mientras esta nutre al árbol; la luz del sol provee para el árbol, mientras este crea aire fresco a partir de ella y ayuda a aliviar a la tierra de su calor. ¿Quién se beneficia de esto al final? La humanidad se beneficia de esto, ¿verdad? (Sí). Y este es uno de los principios detrás de por qué Dios hizo el entorno para la humanidad y uno de los propósitos principales del mismo. Aunque esto sea un simple cuadro, podemos ver la sabiduría de Dios y Sus intenciones. El hombre no puede vivir sin la tierra, o sin los árboles, o sin los pájaros cantores y la luz del sol, ¿verdad? Aunque era una historia, es un microcosmo de la creación del universo por parte de Dios y Su concesión al hombre del entorno vital.
Dios creó los cielos, la tierra y todas las cosas para la humanidad y creó también el entorno vital. Primero, el punto principal que expusimos en la historia es las relaciones interconectadas y la interdependencia de todas las cosas. Bajo este principio, el entorno vital de la humanidad está protegido, sobrevive y continúa; debido a la existencia de este entorno vital, la humanidad puede desarrollarse y reproducirse. Vimos el árbol, la tierra, la luz del sol, los pájaros cantores, y las personas en la escena. ¿Estaba Dios allí también? Puede que las personas no lo vean, ¿verdad? Superficialmente puede parecer que Dios no estaba allí, pero las personas pueden ver las normas de las relaciones interconectadas entre las cosas en la escena; es por medio de estas normas que las personas pueden ver que Dios existe y que Él es el Gobernador. ¿Verdad? Dios usa estos principios y normas para preservar la vida y la existencia de todas las cosas. Es de esta forma que Él provee para todas las cosas y para la humanidad. ¿Tiene esta historia alguna relación con el tema que acabamos de exponer? (Sí). Superficialmente parece que no la hay, pero en realidad las normas que Dios ha hecho como el Creador y Su dominio sobre todas las cosas está muy relacionado con que Él sea la fuente de vida para todas las cosas y están inextricablemente vinculados. ¿Verdad? (Sí). Habéis aprendido algo, ¿verdad?
Dios es el Señor de las normas que controlan el universo, Él controla las normas que gobiernan la supervivencia de todas las cosas, y también controla el universo y todas las cosas de forma que puedan vivir juntos; lo hace de forma que no se extingan ni desaparezcan para que la humanidad pueda continuar existiendo, y el hombre pueda vivir en ese entorno a través del liderazgo de Dios. Estas normas que gobiernan todas las cosas están bajo el dominio de Dios. Sin embargo, la humanidad no puede intervenir y no puede cambiarlas; sólo Dios mismo las conoce y sólo Él las gestiona. Cuándo germinarán los árboles, cuándo lloverá, cuánta agua y cuántos nutrientes dará la tierra a las plantas, en qué estación caerán las hojas, en qué estación darán fruto los árboles, cuánta energía dará la luz del sol a los árboles, qué exhalarán estos de la energía que toman de la luz del sol, todas estas son cosas que Dios ya había dispuesto cuando creó el universo y son leyes que el hombre no puede quebrantar. Las cosas creadas por Dios —sean vivientes o parezcan no serlo a las personas— están todas en Sus manos y bajo Su dominio. Ningún hombre puede cambiar o romper esa norma. Es decir, cuando Dios creó todas las cosas formuló cómo deberían ser. El árbol no podría echar raíces, germinar, y crecer sin la tierra. ¿Cómo sería la tierra si no tuviera árboles? Se secaría. ¿No es esto correcto? (Sí). Asimismo, el árbol es el hogar de los pájaros cantores, es un lugar en el que se refugian del viento. ¿Sería correcto que el árbol existiese sin la luz del sol? (No lo sería). Si el árbol sólo tuviera la tierra eso no funcionaría. Todo esto es para la humanidad y para su supervivencia. El hombre recibe aire fresco del árbol, y vive sobre la tierra protegida por este. El hombre no puede vivir sin la luz del sol, sin todos los diversos seres vivos. Aunque las relaciones entre estas cosas son complejas, las personas deben entender claramente que Dios creó las reglas que gobiernan todas las cosas de forma que puedan existir de una forma interconectada e interdependiente; cada cosa creada tiene valor y significado. Si Dios creó algo sin significado, lo dejaría desaparecer. ¿Entendéis? (Sí). Este es uno de los métodos que usó en la provisión de todas las cosas. ¿A qué se refiere “proveer para” en esta historia? ¿Sale Dios a regar el árbol cada día? ¿Necesita el árbol la ayuda de Dios para respirar? (No). “Proveer para” se refiere en este ejemplo a la gestión de Dios de todas las cosas después de la creación; todo lo que necesitaba eran reglas para mantener las cosas funcionando sin problemas. El árbol creció por sí mismo al ser plantado en la tierra. Dios creó todas las condiciones para que creciera. Él hizo la luz del sol, el agua, el suelo, el aire, y el entorno alrededor, el viento, la escarcha, la nieve, y la lluvia, y las cuatro estaciones; estas son las condiciones que el árbol necesita para crecer, son cosas que Dios preparó. Por tanto, ¿es Él la fuente de este entorno viviente? (Sí). ¿Tiene Dios que salir cada día y contar cada hoja en los árboles? No hay necesidad, ¿verdad? Dios tampoco tiene que ayudar al árbol a respirar. Tampoco tiene que despertar a la luz del sol cada día diciendo: “Es hora de brillar sobre los árboles ahora”. No tiene que hacer eso. La luz del sol brilla por sí misma tal como lo prescriben las reglas, brilla sobre el árbol y este se empapa de ella. Así es como viven las cosas dentro de las reglas. Quizás sea un fenómeno que no podéis explicar claramente, pero es una realidad que todo el mundo ha visto y aceptado. Todo lo que debes hacer es reconocer que las reglas para la existencia de todas las cosas vienen de Dios y saber que su crecimiento y supervivencia están bajo el dominio de Dios. Esto comprueba que Él es la fuente de toda vida.
¿Se usa una metáfora en esta historia, tal como el hombre lo llamaría? (No). ¿Es antropomórfica? (No). Lo que he hablado es la verdad. Todo lo que está vivo, todo lo que existe se encuentra bajo el dominio de Dios. Todo recibió vida después de que Él lo creara; es vida dada por Dios y sigue las leyes y la senda que Él creó para ello. Esta realidad no debe alterarse por el hombre, ni necesita su ayuda; esta es la razón por la que Dios provee para todas las cosas. Entendéis, ¿verdad? ¿Pensáis que es necesario que las personas reconozcan esto? (Sí). Así pues, ¿tiene algo que ver esta historia con la biología? ¿Tiene alguna relación con cualquier campo del conocimiento o la ciencia? (No). No estamos exponiendo biología aquí y sin duda no estamos llevando a cabo investigación biológica alguna. ¿Cuál es la idea principal sobre la que estamos hablando aquí? (Que Dios es la fuente de toda vida). ¿Qué veis entre todas las cosas de la creación? ¿Habéis visto árboles? ¿Habéis visto la tierra? (Sí). Habéis visto la luz del sol, ¿verdad? ¿Habéis visto los pájaros descansando en los árboles? (Los hemos visto). ¿Está la humanidad feliz de vivir en ese entorno? (Está feliz). Dios usa todas las cosas —las cosas que creó para mantener al hogar de la humanidad para la supervivencia y protegerlo—, y así es como Él provee para el hombre y para todas las cosas.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
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早上好新的一天新的开始,我希望你们都有一个美好的一天,愿上帝指引我们,你们是不是喜欢听上帝讲的故事,今天继续阅读第二故事
故事二:一座大山,一条小溪,一阵狂风,一个巨浪。
🌻🌻Buenos días 🌻🌻Un nuevo día y un nuevo comienzo, Espero que todos tengan un buen día y que Dios nos guíe💗💗 ¿Disfrutó escuchando la historia de Dios?😇😇 Continuamos con la segunda historia de hoy:
*Historia 2. Una gran montaña, un pequeño arroyo, un viento violento, y una ola gigante* ⛅🌨💨🌦🌪
Historia 2. Una gran montaña, un pequeño arroyo, un viento violento, y una ola gigante
Había un pequeño arroyo que serpenteaba de un lado a otro, llegando finalmente al pie de una gran montaña. Esta estaba bloqueando el camino de la quebrada, por lo que esta le pidió con su voz pequeña y débil: “Por favor, déjame pasar, estás en mi camino y bloqueando mi recorrido”. La montaña preguntó entonces: “¿Adónde vas?”. A lo que el pequeño arroyo respondió: “Estoy buscando mi hogar”. La montaña dijo: “¡Vale, sigue adelante y fluye por encima de mí!”. Pero como la pequeña corriente era demasiado débil y joven, no había para ella camino para fluir sobre tan grande montaña, de forma que no tuvo otra elección sino seguir fluyendo hasta el pie de la montaña…
Sopló un viento violento, trayendo con él arena y polvo hasta donde estaba la montaña. El viento gritó a esta: “¡Déjame pasar!”. La montaña preguntó: “¿A dónde vas?”. El viento gritó de nuevo: “Quiero ir a ese lado de la montaña”. Esta dijo: “Vale, si puedes atravesar por en medio de mí, ¡entonces puedes ir!”. El viento violento sopló de una forma y de otra, pero por muy furiosamente que lo hiciera, no pudo atravesar por en medio de la montaña. El viento se cansó, y se detuvo a descansar. Por tanto, en ese lado de la montaña sólo un viento débil sopló de manera irregular, algo que agradaba a las personas allí. Esa era la bienvenida que la montaña daba a las personas…
En la costa, la espuma del océano golpeaba suavemente contra el arrecife. De repente, una ola gigante se levantó y rugió en su camino hacia la montaña. “¡Hazte a un lado!”, gritó la ola gigante. La montaña preguntó: “¿A dónde vas?”. La gran ola no se detuvo, y continuó levantándose respondiendo: “Estoy expandiendo mi territorio y quiero extender un poco mis brazos”. La montaña dijo: “Vale, si puedes pasar por encima de mi cima, te cederé el paso”. La gran ola reculó un poco, y después embistió otra vez contra la montaña. Pero por mucho que lo intentara, no pudo sobrepasar la montaña. No tuvo otra opción que retroceder lentamente por donde vino…
A lo largo de los siglos, el pequeño arroyo fluía suavemente alrededor del pie de la montaña. Siguiendo el curso que esta había hecho, el pequeño arroyo volvió a su hogar; se unió al río, y fluyó hasta el mar. Bajo el cuidado de la montaña, el pequeño arroyo nunca se perdió. Ambas se apoyaban entre sí, se contenían entre sí, y dependían la una de la otra.
A lo largo de los siglos, el viento violento no cambió sus hábitos de gritar a la montaña. Traía grandes remolinos de arena cuando la “visitaba” tal como había hecho antes. La amenazaba, pero nunca la atravesó. El viento violento y la gran montaña se apoyaban entre sí, se contenían entre sí, y dependían el uno del otro.
A lo largo de los siglos, la ola gigante tampoco descansó, y nunca dejó de expandirse. Rugía y embestía a la montaña una y otra vez, pero esta nunca se movió una pulgada. La montaña vigilaba al mar, y de esta forma, las criaturas en el mar se multiplicaban y desarrollaban. La ola gigante y la gran montaña se apoyaban entre sí, se contenían entre sí, y dependían la una de la otra.
Mi historia ha terminado. En primer lugar, ¿qué podéis decirme sobre la misma? ¿Cuál era el contenido principal? Primero había una montaña, ¿después qué? (Un pequeño arroyo, un viento violento, y una ola gigante). ¿Qué pasó en la primera parte con el pequeño arroyo y la gran montaña? ¿Por qué hablaríamos sobre la gran montaña y el pequeño arroyo? (Como la montaña protegió al arroyo, este nunca se perdió. Se apoyaban entre sí). ¿Diríais que la montaña protegía u obstruía al pequeño arroyo? (Lo protegía). ¿Podría ser que lo obstruyera? La montaña y el pequeño arroyo estaban juntos; el primero protegía al segundo, y también era una obstrucción. La montaña protegía al arroyo para que pudiera fluir hasta el río, pero también evitaba que fluyera por el lugar en el que podía desbordarse y ser desastroso para las personas. ¿Es esta la idea principal de esta sección? (Sí). La protección del arroyo por parte de la montaña y la actuación de esta como barrera salvaguardaba los hogares de las personas. Después tienes al pequeño arroyo uniéndose al río al pie de la montaña y más tarde fluyendo hasta el mar; ¿no es ese su imperativo? (Sí). Cuando el arroyo fluyó hasta el río y después hasta el mar, ¿en qué se estaba apoyando? ¿No se estaba apoyando en la montaña? Estaba confiando en la protección de esta y en su actuación como barrera; ¿es esta la idea principal? (Sí). ¿Veis la importancia de las montañas para el agua en este ejemplo? (Sí, la vemos). ¿Es importante? (Sí). ¿Tiene Dios Su propósito al hacer a las montañas tanto altas como bajas? (Lo tiene). Tiene una finalidad, ¿verdad? Esta es una pequeña parte de la historia, y a partir de sólo un pequeño arroyo y una gran montaña podemos ver el valor y el significado de estas dos cosas en Su creación por parte de Dios. También podemos ver Su sabiduría y propósito en cómo gobierna estas dos cosas. ¿No es eso correcto?
¿De qué se ocupa la segunda parte de la historia? (Un viento violento y la gran montaña). ¿Es el viento una cosa buena? (Sí). No necesariamente, ya que en ocasiones si el viento es demasiado fuerte puede ser desastroso. ¿Cómo te sentirías si tuvieras que estar fuera en el viento violento? Depende de lo fuerte que fuera, ¿verdad? Si fuera una ligera brisa, o un viento de un nivel 2-3, o 3-4, aún sería tolerable, como máximo una persona tendría problemas para mantener sus ojos abiertos. Pero, ¿podrías soportarlo si fuera tan fuerte como para convertirse en un tornado? No serías capaz de hacerlo. Así pues, es incorrecto que las personas digan que el viento siempre es bueno, o que siempre es malo porque depende de cuán fuerte sea el viento. ¿Qué uso tiene entonces aquí la montaña? ¿Es algo así como un filtro para el viento? (Sí). ¿La montaña toma el viento violento y lo reduce a qué? (A una ligera brisa). A una ligera brisa. La mayoría de las personas podía tocarlo y sentirlo en el entorno en que vivían, pero, ¿era un viento violento o una ligera brisa lo que sentían? (Una ligera brisa). ¿No es este uno de los propósitos detrás de la creación de las montañas por parte de Dios? ¿No es este Su propósito? ¿Cómo sería para las personas vivir en un entorno en donde el viento violento llevase arena sin nada que lo bloqueara o filtrara? ¿Podría ser que con arena y piedras volando alrededor, las personas no pudieran vivir sobre la tierra? Las piedras podrían golpear a algunas personas en la cabeza, la arena podría entrar en sus ojos y no podrían ver. Las personas podrían ser aspiradas por el aire o el viento podría soplar tan fuerte que no podrían mantenerse en pie. Las casas serían destruidas y tendrían lugar toda clase de desastres. ¿Tiene valor el viento violento? (Sí). ¿Cuál es este? Cuando dije que era malo, las personas podrían sentir que no tiene valor, pero ¿es eso correcto? ¿No tiene valor convertirlo en una brisa? ¿Qué es lo que más necesitan las personas cuando hay humedad o bochorno? Necesitan una ligera brisa que sople suavemente sobre ellas, para refrescar y aclarar sus mentes, para calmar su humor y mejorar su estado mental. Por ejemplo, estáis todos sentados en una estancia con muchas personas y el aire está cargado, ¿qué es lo que más necesitáis? (Una ligera brisa). En lugares en los que el aire es turbio y está lleno de suciedad, el pensamiento de una persona se puede ralentizar, su flujo sanguíneo se puede reducir, y puede tener menos claridad mental. Sin embargo, el aire se volverá fresco si tiene una oportunidad de moverse y circular, y las personas se sentirán mucho mejor. Aunque el pequeño arroyo y el viento violento pudieran convertirse en un desastre, mientras la montaña esté ahí esta hará de ellos cosas que realmente beneficien a las personas; ¿no es correcto?
¿De qué habla la tercera parte de la historia? (La gran montaña y la ola inmensa). La gran montaña y la ola inmensa. La escena aquí es una montaña al lado del mar donde podemos ver la montaña, la espuma del océano, y también, una ola inmensa. ¿Qué es la montaña para la ola en este ejemplo? (Un protector y una barrera). Es tanto un protector como una barrera. ¿Verdad? El objetivo de protegerla es evitar que esta parte del océano desaparezca de forma que las criaturas que viven en él puedan desarrollarse. Como barrera, la montaña evita que el agua del mar —esta masa de agua— se desborde y provoque un desastre, que podría dañar y destruir los hogares de las personas. ¿Verdad? Así pues, podemos decir que la montaña es tanto una barrera como un protector.
Esto muestra el significado de la dependencia mutua entre la montaña y el arroyo, la montaña y el viento violento y la montaña y la ola inmensa, y cómo se contienen los unos a los otros y dependen los unos de los otros, de lo cual he hablado. Existe una regla y una ley que gobiernan la supervivencia de estas cosas que Dios creó. ¿Podéis ver lo que Dios hizo a partir de lo acontecido en la historia? ¿Creó Dios el universo e ignoró lo que ocurrió después? ¿Les dio normas y diseñó las maneras en que funcionarían para ignorarlas después? ¿Es eso lo que ocurrió? (No). ¿Qué es eso entonces? (Dios está en control). Dios sigue controlando el agua, el viento, y las olas. No deja que corran desbocados ni que dañen o destruyan los hogares de las personas, y gracias a ello las personas pueden seguir viviendo y desarrollándose en este trozo de tierra. Lo que significa que Dios ya había planificado las reglas para la existencia cuando hizo el universo. Cuando Dios hizo estas cosas, se aseguró de que beneficiarían a la humanidad, y también las controló de forma que no fueran problemáticas o desastrosas para la humanidad. Si Dios no las gestionara, ¿no fluirían las aguas por todas partes? ¿No soplaría el viento por todo el lugar? Si Dios no los gestionara no estarían gobernados por ninguna regla, y el viento aullaría y las aguas se levantarían y fluirían por todas partes. Si la ola inmensa hubiera sido más alta que la montaña, ¿podría existir aún esa área del mar? El mar no podría existir. Si la montaña no fuera tan alta como la ola, esa área del mar no existiría y la montaña perdería su valor y su significado.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
¿Habéis visto qué obra cumplirá Dios en este grupo de personas? Dios dijo: incluso en el Reino Milenario las personas deben todavía seguir Sus declaraciones, y en el futuro las declaraciones de Dios todavía guiarán directamente la vida del hombre en la buena tierra de Canaán. Cuando Moisés estuvo en el desierto, Dios lo instruyó y le habló directamente. Del cielo Dios envió comida, agua y maná para que las personas lo disfrutaran y hoy todavía es así: Dios personalmente ha enviado cosas para comer y beber para que las personas las disfruten, y Él ha enviado personalmente maldiciones para castigar a las personas. Y así cada paso de Su obra Dios lo lleva a cabo personalmente. Hoy, la gente anhela que ocurran hechos, tratan de ver señales y maravillas, y es posible que todas esas personas sean abandonadas, porque la obra de Dios cada vez es más real. Nadie sabe que Dios ha descendido del cielo, todavía no están conscientes que Dios ha enviado comida y tónicos del cielo, con todo, Dios verdaderamente existe, y las cálidas escenas del Reino Milenario que las personas se imaginan también son las declaraciones personales de Dios. Esto es un hecho, y sólo esto está gobernando con Dios en la tierra. Gobernando con Dios en la tierra se refiere a la carne. Lo que no es de la carne no está en la tierra, y por eso todos los que se enfocan en ir al tercer cielo lo hacen en vano. Un día, cuando todo el universo regrese a Dios, el centro de Su obra en todo el cosmos seguirá la voz de Dios; en otro lugar, algunas personas llamarán por teléfono, algunas tomarán un avión, algunas tomarán un barco al otro lado del mar y otras usarán láser para recibir las declaraciones de Dios. Todos estarán adorando y deseosos; todos se acercarán a Dios y se congregarán con Dios, y todos adorarán a Dios, y todo esto serán las obras de Dios. ¡Recuerda esto! Dios nunca volverá a empezar en otro lugar. Dios cumplirá este hecho: Él hará que todas las personas en todo el universo vengan delante de Él y adoren al Dios que está en la tierra, y Su obra en otros lugares cesará, y las personas serán obligadas a buscar el camino verdadero. Será como José: todos fueron a él por comida y se postraron ante él porque él tenía cosas para comer. Con el fin de evitar la hambruna, las personas serán obligadas a buscar el camino verdadero. Toda la comunidad religiosa está sufriendo una severa hambruna, y sólo el Dios de hoy es la fuente de agua viva, que posee la fuente que siempre fluye provista para el disfrute del hombre, y las personas vendrán y dependerán de Él. Ese será el tiempo cuando las obras de Dios sean reveladas y Dios sea glorificado; todas las personas en todo el universo adorarán a este “hombre” común y corriente. ¿No será este el día de la gloria de Dios? Un día, los pastores ancianos enviarán telegramas buscando el agua de la fuente de agua viva. Ellos serán ancianos, pero aun así vendrán a adorar a este hombre, a quien despreciaron. Con sus bocas reconocerán y en sus corazones estarán confiando, ¿no es esto una señal y una maravilla? Cuando todo el reino se regocije es el día de la gloria de Dios, y cualquiera que venga a vosotros y reciba la buena noticia de Dios, Dios lo bendecirá, y a estos países y a estas personas Dios las bendecirá y las cuidará. La dirección futura será así: los que obtengan las declaraciones de la boca de Dios tendrán una senda para caminar en la tierra, y sean hombres de negocios o científicos o educadores o industriales, los que estén sin las palabras de Dios tendrán un tiempo difícil para dar incluso un solo paso, y serán obligados a buscar el camino verdadero. Esto es lo que quiere decir, “Con la verdad caminarás todo el mundo; sin la verdad, no irás a ningún lado”. Los hechos son así: Dios usará el Camino (que quiere decir todas Sus palabras) para comandar a todo el universo y gobernar y conquistar a la humanidad. Las personas siempre están esperando un gran giro en los medios por los cuales Dios obra. Para hablar claramente, es por medio de las palabras que Dios controla a las personas, y debes hacer lo que Él dice, si lo deseas o no; este es un hecho objetivo, y todos lo deben obedecer, y de igual manera es inexorable y conocido por todos.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
Dios guarda silencio y nunca se nos ha aparecido, sin embargo, Su obra nunca se ha detenido. Ve todas las tierras y manda a todas las cosas y contempla todas las palabras y obras del hombre. Su gestión es conducida por pasos, y de acuerdo a Su plan. Este avanza en silencio, sin un efecto dramático, pero Sus pisadas avanzan cada vez más cerca de la humanidad, y Su tribunal se despliega en el universo a la velocidad de la luz, inmediatamente seguido por el descenso de Su trono entre nosotros. ¡Qué escena tan majestuosa es esta; qué cuadro tan imponente y solemne! Como una paloma, como un león rugiente, el Espíritu llega entre todos nosotros. Es sabio, es justo y majestuoso; Él llega entre nosotros en silencio, dueño de la autoridad y lleno de amor y compasión. Nadie está consciente de Su llegada, nadie acoge Su llegada y, más aún, nadie sabe todo lo que va a hacer. La vida del hombre sigue sin cambios; su corazón no es diferente y los días transcurren como siempre. Dios vive entre nosotros como una persona ordinaria, como un seguidor tremendamente insignificante y un creyente ordinario. Él tiene Sus propias búsquedas, Sus propias metas y, además, tiene una divinidad que ningún hombre ordinario posee. Nadie se ha dado cuenta de la existencia de Su divinidad, ni nadie ha percibido la diferencia entre Su esencia y la del hombre. Vivimos junto con Él, sin restricciones y sin temor, porque lo vemos como nada más que un creyente insignificante. Él observa todos nuestros movimientos, y todos nuestros pensamientos e ideas están expuestos ante Él. A nadie le interesa Su existencia; nadie se imagina Su oficio y, más aún, nadie sospecha quién es Él. Nosotros sólo seguimos nuestras búsquedas como si Él no tuviera nada que ver con nosotros…
Por casualidad, el Espíritu Santo expresa un pasaje de palabras “por medio” de Él, y aunque se siente muy inesperado, reconocemos que esta es la declaración de Dios y sin problemas la aceptamos como de Dios. Esto es porque, independientemente de quién exprese estas palabras, siempre que vengan del Espíritu Santo las debemos aceptar y no las podemos negar. La siguiente declaración podría ser a través de mí, podría ser a través de ti o podría ser a través de él. Independientemente de quién sea, todo es la gracia de Dios. Sin embargo, no importa quién sea la persona, no la debemos adorar porque independientemente de cualquier otra cosa, no puede ser Dios; por ningún motivo podemos escoger a una persona ordinaria como esta para que sea nuestro Dios. Nuestro Dios es demasiado grande y honorable; ¿cómo alguien tan insignificante lo podría representar? Es más, todos estamos esperando la llegada de Dios para que nos lleve de regreso al reino de los cielos y por eso, ¿cómo podría alguien tan insignificante estar calificado para una tarea tan importante y ardua? Si el Señor viene otra vez, debe ser en una nube blanca, visible para todos. ¡Qué glorioso será eso! ¿Cómo podría Él esconderse tan calladamente entre un grupo ordinario de personas?
Y sin embargo es esta persona ordinaria, que está escondida entre las personas, la que está haciendo la nueva obra de salvarnos. Él no nos aclara nada, ni nos dice por qué ha venido. Él sólo hace por pasos la obra que tiene la intención de hacer, y de acuerdo a Su plan. Sus palabras y declaraciones cada vez se hacen más frecuentes. De consolar, exhortar, recordar y advertir a reprochar y disciplinar; de un tono gentil y amable, a palabras que son temibles y majestuosas, todo infunde tanto compasión como estremecimiento en el hombre. Todo lo que dice tiene un fuerte efecto en los secretos que están profundamente escondidos dentro de nosotros; Sus palabras lastiman nuestros corazones, nuestros espíritus, y nos dejan avergonzados y humillados. Nos comenzamos a preguntar si el Dios que está en el corazón de esta persona realmente nos ama, y qué exactamente es lo que pretende hacer. ¿Será que tal vez sólo podremos ser arrebatados después de soportar tal dolor? En nuestras cabezas estamos calculando… acerca del destino que está por venir y acerca de nuestra suerte futura. Aun así, ninguno de nosotros cree que Dios se ha hecho carne y obra entre nosotros. Aunque ha estado por tanto tiempo con nosotros, aunque ya ha hablado muchas palabras cara a cara con nosotros, todavía no estamos dispuestos a aceptar a alguien tan ordinario como el Dios de nuestro futuro, mucho menos estamos dispuestos a confiarle el control de nuestro futuro y destino a alguien tan insignificante. De Él disfrutamos una provisión sin fin de agua viva, y gracias a Él vivimos cara a cara con Dios. Sólo somos agradecidos por la gracia del Señor Jesús que está en el cielo y nunca hemos puesto atención a los sentimientos de esta persona ordinaria que posee la divinidad. Él todavía hace Su obra escondido humildemente en la carne, expresando la voz de Su corazón, aparentemente insensible a que la humanidad lo rechace, al parecer perdonando eternamente el infantilismo del hombre y su ignorancia, y siempre tolerante de la irreverencia del hombre para con Él.
Sin que nosotros lo sepamos, este hombre insignificante nos ha llevado paso a paso en la obra de Dios. Sufrimos un sinnúmero de pruebas, somos sujetos a innumerables castigos y probados por la muerte. Aprendemos del carácter justo y majestuoso de Dios; disfrutamos, también, Su amor y compasión, y llegamos a valorar el gran poder y sabiduría de Dios; somos testigos de la hermosura de Dios y contemplamos el deseo ansioso de Dios de salvar al hombre. En las palabras de esta persona ordinaria, llegamos a conocer el carácter y la esencia de Dios, llegamos a entender la voluntad de Dios, llegamos a conocer la naturaleza y la esencia del hombre, y vemos el camino de salvación y perfección. Sus palabras nos hacen morir y nos hacen volver a nacer; Sus palabras nos dan consuelo, pero también nos atormentan con la culpa y un sentimiento de deuda; Sus palabras nos dan alegría y paz, pero también nos causan gran dolor. A veces somos como ovejas al matadero en Sus manos; a veces somos como la niña de Sus ojos y gozamos Su amor y afecto; a veces somos como Sus enemigos, convertidos en ceniza por Su ira en Sus ojos. Somos la humanidad que Él salvó; somos gusanos a Sus ojos, y somos los corderos perdidos que piensa noche y día encontrar. Él es misericordioso con nosotros, nos desprecia, nos levanta, nos consuela y nos exhorta, nos guía, nos ilumina, nos castiga y nos disciplina, y hasta nos maldice. Se preocupa por nosotros noche y día, nos protege y cuida de nosotros noche y día, nunca se aparta de nuestro lado, nos dedica todo Su cuidado y paga cualquier precio por nosotros. Con las palabras de esta pequeña carne ordinaria, hemos gozado la totalidad de Dios y contemplado el destino que Dios nos ha concedido. Pero a pesar de esto, la vanidad todavía acecha dentro de nuestros corazones, y todavía seguimos indispuestos a aceptar activamente a una persona como esta como nuestro Dios. Aunque nos ha dado tanto maná, tanto para disfrutar, nada de esto puede usurpar el lugar del Señor en nuestros corazones. Honramos la identidad y el estatus especiales de esta persona sólo con gran renuencia. Si Él no hablara para hacernos reconocer que Él es Dios, entonces nunca tomaríamos sobre nosotros el reconocerlo como el Dios que pronto llegará y que ha estado obrando entre nosotros por tanto tiempo.
La declaración de Dios continúa, y Él emplea varios métodos y perspectivas para advertirnos qué hacer y expresar la voz de Su corazón. Sus palabras llevan la energía de la vida y nos muestran el camino que debemos caminar y nos permiten entender cuál es la verdad. Empezamos a ser atraídos a Sus palabras, comenzamos a enfocarnos en el tono y la manera en la que habla, y subconscientemente comenzamos a tener un interés en la voz del corazón de esta persona que no tiene nada de especial. Hace esfuerzos meticulosos por nosotros, pierde el sueño y el apetito por nosotros, llora por nosotros, suspira por nosotros, se queja en la enfermedad por nosotros, sufre humillación por el bien de nuestro destino y salvación, y Su corazón sangra y derrama lágrimas por nuestra insensibilidad y rebeldía. Tal ser y tales posesiones están más allá de una persona ordinaria; ninguno de los corruptos las puede poseer o conseguir. Tiene una tolerancia y paciencia que ninguna persona ordinaria posee, y Su amor no lo posee ningún ser creado. Nadie excepto Él puede saber todos nuestros pensamientos, o tener tal conocimiento de nuestra naturaleza y esencia, o juzgar la rebeldía y corrupción de la humanidad, o hablarnos y obrar entre nosotros como lo puede este en nombre del Dios del cielo. Nadie excepto Él posee la autoridad, la sabiduría y la dignidad de Dios; el carácter de Dios, y lo que Él tiene y es, emana en su totalidad de Él. Nadie excepto Él nos puede mostrar el camino y traernos la luz. Nadie excepto Él puede revelar los misterios que Dios no ha revelado desde la creación hasta el día de hoy. Nadie excepto Él nos puede salvar de la esclavitud de Satanás y de nuestro carácter corrupto. Él representa a Dios y expresa la voz del corazón de Dios, las exhortaciones de Dios y las palabras de juicio de Dios hacia toda la humanidad. Él ha comenzado una nueva época, una nueva era, y ha traído un nuevo cielo y una nueva tierra, una nueva obra, y nos ha traído esperanza, y ha puesto fin a la vida que llevábamos en la imprecisión, y nos permitió contemplar plenamente el camino de salvación. Él ha conquistado todo nuestro ser y ha ganado nuestros corazones. De ese momento en adelante nuestras mentes se hacen conscientes y nuestros espíritus parecen ser revividos: esta persona ordinaria e insignificante, que vive entre nosotros y que nosotros hemos rechazado desde hace ya mucho tiempo, ¿no es el Señor Jesús, quien siempre está en nuestros pensamientos, y a quien anhelamos noche y día? ¡Es Él! ¡Realmente es Él! ¡Él es nuestro Dios! ¡Él es la verdad, el camino y la vida! Él nos ha permitido que vivamos otra vez, que veamos la luz, y ha detenido nuestros corazones errantes. Hemos regresado a la casa de Dios, hemos regresado ante Su trono, estamos cara a cara con Él, hemos presenciado Su rostro, y hemos visto el camino que está por delante. Ahora, Él ha conquistado nuestros corazones por completo; ya no dudamos quién es Él, ni nos oponemos a Su obra y Su palabra, y nos postramos completamente ante Él. No queremos otra cosa que seguir las pisadas de Dios por el resto de nuestras vidas, y ser hechos perfectos por Él, y recompensarle por Su gracia, y recompensar Su amor por nosotros, y obedecer Sus órdenes y disposiciones, y cooperar con Su obra, y hacer todo lo que podamos para completar lo que Él nos confíe.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
Ya he dicho que los que me siguen son muchos, pero los que me aman con un corazón sincero son pocos. Quizá algunos pueden decir, “¿Sacrificaríamos tanto si no te amáramos? ¿Te seguiríamos todavía si no te amáramos?”. Tienes de hecho muchas razones. Tu amor, de hecho, es muy grande, pero, ¿cuál es la esencia de tu amor por Mí? “Amor”, como se le dice, se refiere a una emoción pura sin mancha, donde usas tu corazón para amar, sentir y ser considerado. En el amor no hay condiciones, no hay barreras y no hay distancia. En el amor no hay sospecha ni engaño ni malicia. En el amor no hay distancia ni nada impuro. Si amas, entonces no engañas, no te quejas, no traicionas, no te rebelas, no tomas ni pides para recibir algo o una cierta cantidad. Si amas, entonces alegremente te sacrificas, soportas dificultades y eres compatible conmigo. Darías tu todo por Mí: tu familia, tu futuro, tu juventud y tu matrimonio. ¡De otro modo tu amor para nada es amor sino engaño y traición! ¿Qué clase de amor es el tuyo? ¿Es un amor verdadero? ¿Es falso? ¿A cuánto has renunciado? ¿Cuánto has sacrificado? ¿Cuánto amor he obtenido Yo de ti? ¿Lo sabes? Vuestro corazón está lleno de maldad, traición y engaño. Entonces, ¿cuánto de vuestro amor es impuro? Creéis que ya habéis renunciado a suficiente por Mí; creéis que vuestro amor por Mí ya es suficiente, sin embargo, ¿por qué vuestras palabras y acciones siempre llevan con ellas rebelión y engaño? Me seguís pero no reconocéis Mi palabra; ¿se considera esto amor? Me seguís pero me hacéis a un lado; ¿se considera esto amor? Me seguís, pero sin embargo no confiáis en Mí; ¿se considera esto amor? Me seguís pero no aceptáis Mi existencia; ¿se considera esto amor? Me seguís, pero no me tratáis como corresponde a quien Yo soy y me complicáis las cosas a cada momento; ¿se considera esto amor? Me seguís pero me tratáis como un necio y me engañáis en cada asunto; ¿se considera esto amor? Me servís pero no me teméis; ¿se considera esto amor? Os oponéis a Mí en todos los aspectos y en todas las cosas; ¿es todo esto considerado amor? Habéis sacrificado mucho, esto es cierto, pero nunca habéis practicado lo que pido de vosotros; ¿se puede considerar esto amor? Un cálculo cuidadoso muestra que no hay el más mínimo indicio de amor por Mí dentro de vosotros. Después de estos muchos años de obrar y tantas palabras que Yo he aportado, ¿qué tanto has recibido realmente? ¿No amerita esto volverlo a mirar cuidadosamente? Te advierto: Los que Yo llamo no son los que no han sido pervertidos, sino que los que Yo escojo son los que sinceramente me aman. Por lo tanto, debéis ser vigilantes de vuestras palabras y actos, y examinar vuestras intenciones y pensamientos para que no crucen la línea. En el momento del fin, haced todo lo posible para presentar vuestro amor ante Mí, ¡no sea que Mi ira nunca se aparte de vosotros!
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
https://www.youtube.com/watch?v=G-YrOR8qzCk
Palabras diarias de Dios | Fragmento 351 | "Muchos son llamados, pero pocos son escogidos"
He buscado a muchos en la tierra para que sean Mis seguidores. Entre ellos están aquellos quienes sirven como sacerdotes, aquellos quienes guían, aquellos quienes educan a los hijos, aquellos quienes forman el pueblo y aquellos quienes hacen el servicio. Los dividí en estas diferentes categorías basado en la lealtad que me muestran. Cuando todos los hombres hayan sido clasificados de acuerdo a su tipo, es decir, cuando la naturaleza de cada tipo de hombre se haya revelado, entonces enumeraré a cada hombre entre los de su tipo legítimo y pondré a cada tipo en su lugar adecuado para que Yo pueda lograr Mi objetivo de salvación de la humanidad. A su vez, llamo a los grupos de aquellos a los que deseo salvar para que regresen a Mi casa, entonces permito a todas estas personas que acepten Mi obra en los últimos días. Al mismo tiempo, clasifico al hombre según su tipo, luego recompenso o castigo a cada uno en base a sus obras. Tales son los pasos que comprenden Mi obra.
Yo vivo ahora en la tierra y vivo entre los hombres. Todos los hombres están experimentando Mi obra y viendo Mi palabra, y con esto confiero todas las verdades a cada uno de Mis seguidores para que puedan recibir vida de Mí y así tener el camino a seguir. Porque Yo soy Dios, Dador de vida. Durante Mis muchos años de obrar el hombre ha recibido mucho y ha renunciado a mucho, sin embargo, todavía afirmo que el hombre no cree verdaderamente en Mí. Porque el hombre solamente reconoce en la superficie que Yo soy Dios y no está de acuerdo con la verdad que hablo, mucho menos practica la verdad que Yo exijo de él. Es decir, el hombre reconoce sólo la existencia de Dios, pero no la de la verdad; el hombre sólo reconoce la existencia de Dios, pero no la de la vida; el hombre sólo reconoce el nombre de Dios, pero no Su esencia. Debido a su celo, el hombre me es detestable. Porque el hombre sólo usa palabras agradables al oído para engañarme y ninguno me adora con un corazón sincero. Tus palabras llevan la tentación de la serpiente. Y tus palabras son arrogantes al extremo, simplemente como si el arcángel las hubiera expresado. Además, tus acciones están gastadas; tus deseos desmedidos y tus intenciones codiciosas son ofensivas de escuchar. Todos vosotros os habéis convertido en polilla en Mi casa y en objetos de Mi aversión y rechazo. Porque ninguno de vosotros sois amantes de la verdad, sólo sois hombres que estáis a favor de las bendiciones, que queréis ascender al cielo, a quienes os agrada ver la magnificencia de Cristo ejerciendo Su poder en la tierra. ¿Alguna vez has pensado cómo un hombre tan profundamente corrompido como tú, quien para nada sabe lo que Dios es, puede ser digno de seguir a Dios? ¿Cómo puedes ascender al cielo? ¿Cómo puedes ser digno de ver la belleza sin precedentes de la magnificencia? Vuestras bocas están llenas con palabras de engaño e inmundicia, de traición y altanería. Nunca me habéis hablado palabras de sinceridad ni santidad, ni tampoco las palabras de que experimentas Mi palabra y me obedeces. ¿Qué fe es esta? Vuestros corazones están llenos de deseos y riqueza; vuestras mentes están llenas con las cosas materiales. Cada día calculáis cómo obtener de Mí, evaluando cuánta riqueza y cuántas cosas materiales habéis obtenido de Mí. Cada día esperáis que más bendiciones caigan sobre vosotros para que podáis gozar más cosas y más placenteras. Lo que hay en tus pensamientos en cada momento no soy Yo o la verdad que proviene de Mí, sino tu esposo (esposa), hijos, hijas o lo que comes o vistes, y cómo puedes gozar aún un placer mejor, un placer mayor. Incluso si llenas tu estómago hasta el tope, ¿no sigues siendo poco más que un cadáver? Aunque adornes tu forma gloriosamente, ¿no sigues siendo un cadáver andante que no tiene vida? Te afanas por el bien de tu estómago hasta que tienes canas, sin embargo, nadie está dispuesto a sacrificar un solo cabello por Mi obra. Viajas, trabajas duro y te rompes la cabeza para tu carne y para tus hijos, sin embargo, nadie se preocupa o piensa de lo que está en Mi corazón y Mi mente. ¿Qué deseas obtener de Mí?
Nunca estoy apresurado en Mi obra. No importa cómo me siga el hombre, hago Mi obra de acuerdo con cada paso, como en Mi plan. Por lo tanto, aunque te rebeles tanto contra Mí, no detengo Mi obra y sigo hablando la palabra que deseo. Llamo a Mi casa a todos los que he predestinado para que escuchen Mi palabra, entonces pongo ante Mi trono a todos quienes obedecen y anhelan Mi palabra. Aquellos quienes traicionan Mi palabra, aquellos quienes no me obedecen ni se someten a Mí, y aquellos quienes abiertamente me desafían, serán echados a un lado a esperar su castigo final. Todos los hombres viven en perversión y bajo la mano del maligno, así que no muchos de los que me siguen realmente anhelan la verdad. Es decir, la mayoría no me adora con un corazón verdadero o con la verdad, sino que tratan de ganar Mi confianza a través de la perversión, la rebelión y las medidas engañosas. Es por esta razón que digo, “Muchos son llamados, pero pocos escogidos”. Todos los que son llamados están profundamente pervertidos y viven en la misma época, pero aquellos quienes son escogidos son sólo esa parte que cree y reconoce la verdad, y que práctica la verdad. Estos hombres son sólo una parte muy pequeña de la totalidad, y de entre estos hombres recibiré más gloria. Si os medís con estas palabras, ¿sabes si estás entre los escogidos? ¿Cuál será tu fin?
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
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Buenas tardes hermanos y hermanas, ¿están trabajando ahora? Les traigo la bendición de Dios. Buen momento, leamos Las seis coyunturas en una vida humana, están los misterios de la vida en ello☕☕
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Buenas tardes hermanos y hermanas, el comienzo de un nuevo día, dejemos que el misterio de la verdad de Dios nos guíe cada día mientras continuamos con Las seis coyunturas en una vida humana... Dios nos abre al misterio de la vida☕☕
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Buenas tardes hermanos y hermanas, ¿están trabajando ahora? Continuamos hasta la sexta coyunturas en una vida humana ... Dios abre el misterio de la vida para nosotros☕☕
人一生所必经的六个关口
La autoridad de Dios (II) (Parte 1)
La autoridad de Dios (II) (Parte 2)
La autoridad de Dios (II) (Parte 3)
La autoridad de Dios (II) (Parte 4)
La autoridad de Dios (II) (Parte 5)
Dios mismo, el único IIILa autoridad de Dios (II) (Parte 6)
La autoridad de Dios (II) (Parte 1)
Hoy continuaremos con nuestra enseñanza sobre el tema de “Dios mismo, el único”. Ya hemos tenido dos enseñanzas sobre este tema, la primera de ellas concerniente a la autoridad de Dios, y la segunda referente a Su carácter justo. Tras escucharlas, ¿habéis obtenido un nuevo entendimiento de la identidad, el estatus y la esencia de Dios? ¿Os han ayudado estas perspectivas a conseguir un conocimiento más sustancial y una certeza de la verdad de la existencia de Dios? Mi plan hoy consiste en desarrollar el tema de la “autoridad de Dios”.
Entender la autoridad de Dios desde las perspectivas macro y micro
La autoridad de Dios es única. Es la expresión característica y la esencia especial de la identidad de Dios mismo. Ningún ser creado o no creado posee dicha expresión característica ni dicha esencia especial; sólo el Creador tiene esta clase de autoridad. Es decir, sólo el Creador —Dios, el único— se expresa de esta forma y tiene esta esencia. ¿Por qué hablar de la autoridad de Dios? ¿En qué difiere la autoridad de Dios mismo de la autoridad existente en la mente del hombre? ¿Qué difiere de especial? ¿Por qué es particularmente importante hablar aquí de ella? Cada uno de vosotros debe considerar detenidamente este asunto. Para la mayoría de las personas, la “autoridad de Dios” es una idea vaga que cuesta entender con claridad, y todo debate al respecto acaba, probablemente, siendo confuso. Así pues, habrá invariablemente una brecha entre el conocimiento de la autoridad de Dios que el hombre es capaz de poseer, y la esencia de la misma. Para cerrar esta brecha, uno debe llegar a conocer gradualmente la autoridad de Dios por medio de personas, acontecimientos, cosas o fenómenos de la vida real dentro del alcance humano, que los hombres son capaces de entender. Aunque la expresión “la autoridad de Dios” pueda parecer insondable, la autoridad de Dios no es en absoluto abstracta. Él está presente con el hombre cada minuto de su vida, dirigiéndolo a través de cada día. Así, en la vida cotidiana de cada persona, el hombre verá y experimentará necesariamente el aspecto más tangible de la autoridad de Dios. Esta tangibilidad es prueba suficiente de que la misma existe de verdad y permite por completo que uno reconozca y comprenda la realidad de que Dios posee esta autoridad.
Dios lo creó todo, y por haberlo hecho, tiene dominio sobre todas las cosas. Además de tener dominio sobre todas las cosas, Él está en control de todo. ¿Qué significa esto, la idea de que “Dios está en control de todo”? ¿Cómo puede explicarse? ¿Cómo se aplica a la vida real? ¿Cómo se puede llegar a conocer la autoridad de Dios mediante la comprensión de que “Dios está en control de todo”? En esta expresión deberíamos ver que lo que Dios controla no es una parte de los planetas, o de la creación, y mucho menos de la humanidad, sino todo: desde las perspectivas macro y micro, desde lo visible a lo invisible, desde las estrellas en el universo a las cosas vivientes en la tierra, así como los microorganismos que no pueden verse a simple vista o los seres que existen de otras formas. Esta es la definición precisa del “todo” de lo que Dios “está en control”, y es el ámbito sobre el que Él ejerce Su autoridad, el alcance de Su soberanía y gobierno.
Antes de que esta humanidad naciese, el cosmos —todos los planetas, todas las estrellas en los cielos— ya existía. En el macronivel, estos cuerpos celestiales han estado orbitando regularmente, bajo el control de Dios, durante toda su existencia, por muchos años que hayan sido. Qué planeta va a qué lugar, en qué momento particular; qué planeta realiza qué tarea, y cuándo; qué planeta gira por qué órbita, y cuándo desaparece o es reemplazado; todas estas cosas tienen lugar sin el más mínimo error. Las posiciones de los planetas y las distancias entre ellos siguen todas patrones estrictos, que pueden describirse con datos precisos; los caminos por los que viajan, la velocidad y los patrones de sus órbitas, los tiempos que permanecen en las diversas posiciones, pueden cuantificarse con precisión y describirse por medio de leyes específicas. Durante eones, los planetas han seguido estas leyes sin desviarse lo más mínimo. Ningún poder puede cambiar, o interrumpir, sus órbitas o los patrones que siguen. Debido a que las leyes especiales que gobiernan su movimiento y los datos precisos que los describen están predestinados por la autoridad del Creador, estos obedecen estas leyes por sí mismos, bajo Su soberanía y Su control. En el macronivel no le resulta difícil al hombre encontrar algunos patrones, algunos datos y algunas leyes o fenómenos extraños e inexplicables. Aunque la humanidad no admite que Dios exista ni acepta que el Creador hiciera y domine todas las cosas, además de no reconocer la existencia de Su autoridad, los científicos, astrónomos y físicos humanos están viendo cada vez más que la existencia de todas las cosas en el universo, los principios y patrones que dictan sus movimientos, están todos gobernados y controlados por una inmensa e invisible energía oscura. Esto obliga al hombre a afrontar y reconocer que existe un Todopoderoso en medio de estos patrones de movimiento, que lo orquesta todo. Su poder es extraordinario y, aunque nadie puede ver Su verdadero rostro, Él lo gobierna y lo controla todo en todo momento. Ningún hombre o fuerza puede ir más allá de Su soberanía. Frente a esta realidad, el hombre debe reconocer que las leyes que gobiernan la existencia de todas las cosas no pueden ser controladas por los humanos, nadie puede cambiarlas; al mismo tiempo, el hombre debe admitir que los seres humanos no pueden entender del todo estas leyes, que no ocurren de manera natural, sino que son dictadas por un Señor y Amo. Todas estas son expresiones de la autoridad de Dios que la humanidad puede percibir en un macronivel.
En el micronivel, todas las montañas, lagos, mares y masas continentales que el hombre observa sobre la tierra, todas las estaciones que experimenta, todas las cosas que habitan la tierra, incluidas plantas, animales, microorganismos y seres humanos, están sujetos a la soberanía de Dios y son controlados por Él. Bajo la soberanía y el control de Dios, todas las cosas nacen o desaparecen de acuerdo con Sus pensamientos, sus vidas están gobernadas por ciertas leyes, crecen y se multiplican según ellas. Ningún ser humano o cosa está por encima de estas. ¿Por qué ocurre esto? La única respuesta es: por la autoridad de Dios. O, dicho de otro modo, por Sus pensamientos y palabras; porque Dios mismo lo hace todo. Es decir, son la autoridad y la mente de Dios las que dan lugar a estas leyes; cambiarán y se transformarán de acuerdo con Sus pensamientos, y estos cambios y transformaciones ocurren o desaparecen por causa de Su plan. Por ejemplo, consideremos las epidemias. Se producen sin avisar, nadie conoce su origen ni las razones exactas por las que ocurren, y siempre que una epidemia alcanza un lugar, los que están condenados no pueden escapar a la calamidad. La ciencia humana entiende que las epidemias son causadas por la propagación de microbios violentos y dañinos, y no puede predecir ni controlar su velocidad, alcance ni método de transmisión. Aunque la humanidad las resiste con todos los medios posibles, no puede controlar qué personas o animales se ven inevitablemente afectados cuando brotan. Lo único que los seres humanos pueden hacer es intentar prevenirlas, resistirlas e investigarlas. Pero nadie conoce las causas principales que explican el comienzo o el final de ninguna epidemia particular, y nadie las puede controlar. Frente al brote y a la propagación de una epidemia, la primera medida que toman los seres humanos es desarrollar una vacuna; sin embargo, con frecuencia la epidemia se extingue por sí sola antes de que la vacuna esté lista. ¿Por qué desaparecen las epidemias? Algunos dicen que se han controlado los gérmenes, otros dicen que mueren por los cambios estacionales… En cuanto a si estas especulaciones descabelladas se sostienen, la ciencia no puede ofrecer explicación ni dar una respuesta precisa. El hombre no sólo se enfrenta a estas especulaciones, sino a la falta de entendimiento de las epidemias y al miedo a las mismas por parte de la humanidad. Nadie sabe, en el análisis final, por qué empiezan o terminan. La humanidad nunca hallará respuesta, porque sólo tiene fe en la ciencia y se basa por completo en ella, sin reconocer la autoridad del Creador ni aceptar Su soberanía.
Bajo la soberanía de Dios, todas las cosas existen y perecen debido a Su autoridad, a Su gestión. Algunas cosas vienen y van silenciosamente, y el hombre no puede decir de dónde vinieron ni comprender las reglas que siguen, y mucho menos entender las razones por las que vienen y van. Aunque el hombre puede presenciar, oír o experimentar todo lo que acaba pasando entre todas las cosas; aunque todas repercuten en el hombre, y aunque el hombre comprende subconscientemente la excepcionalidad, la regularidad, o incluso la extrañeza de los diversos fenómenos, este sigue sin saber nada respecto a la voluntad del Creador y Su mente, que subyacen a todas esas cosas. Detrás de estas hay muchas historias, muchas verdades ocultas. Al haberse alejado el hombre del Creador, al no aceptar que Su autoridad gobierna todas las cosas, nunca conocerá ni comprenderá todo lo que ocurre bajo Su soberanía. En su mayor parte, el control y la soberanía de Dios exceden los límites de la imaginación humana, del conocimiento humano, del entendimiento humano, de lo que la ciencia humana puede lograr; las capacidades de la humanidad creada no pueden rivalizar con ellos. Algunas personas dicen: “Si no has presenciado por ti mismo la soberanía de Dios, ¿cómo puedes creer que todo está sujeto a Su autoridad?”. Ver no siempre implica creer, ver no siempre implica reconocer y entender. ¿Entonces, de dónde viene la creencia? Puedo afirmar con seguridad que “La creencia viene del grado y de la profundidad de la comprensión y la experiencia de la realidad y las causas fundamentales de las cosas por parte de las personas”. Si crees que Dios existe, pero no puedes reconocer y mucho menos percibir la realidad del control y de la soberanía de Dios sobre todas las cosas, nunca admitirás en tu corazón que Él tiene este tipo de autoridad y que esta es única. Nunca aceptarás realmente que el Creador es tu Señor, tu Dios.
El destino de la humanidad y el destino del universo son inseparables de la soberanía del Creador
Vosotros sois todos adultos. Algunos de vosotros sois de mediana edad; otros habéis entrado en la vejez. De ser incrédulos a ser creyentes, y desde el principio de creer en Dios hasta llegar a aceptar la palabra de Dios y experimentar Su obra, ¿cuánto conocimiento teníais de Su soberanía? ¿Qué perspectivas del destino humano obtuvisteis? ¿Puede uno conseguir todo lo que desea en la vida? ¿Cuántas cosas habéis sido capaces de cumplir como deseabais en las pocas décadas de vuestra existencia? ¿Cuántas cosas no ocurren como se espera? ¿Cuántas vienen como sorpresas agradables? ¿Cuántas siguen esperando las personas que den fruto, aguardando inconscientemente el momento correcto, y la voluntad del cielo? ¿Cuántas cosas hacen que las personas se sientan desamparadas y frustradas? Todo el mundo está lleno de esperanzas respecto a su destino, y espera que todo en su vida vaya como desea, no tener escasez de alimentos o ropa, que su fortuna aumente de forma espectacular. Nadie quiere una vida pobre y oprimida, llena de dificultades, sitiada por las calamidades. Pero las personas no pueden prever ni controlar estas cosas. Quizás, para algunos, el pasado no es más que un revoltijo de experiencias; nunca saben cuál es la voluntad del cielo ni se preocupan de ella. Viven su vida sin pensar, como los animales, día a día y sin preocuparse de cuál es el destino de la humanidad, de por qué están vivos los seres humanos ni de cómo deberían vivir. Estas personas alcanzan la vejez sin haber obtenido un entendimiento del destino humano, y hasta el momento de su muerte no tienen ni idea de en qué consiste la vida. Estas personas están muertas; son seres sin espíritu; son bestias. Aunque viven entre todas las cosas, hallan su disfrute en las muchas formas en las que el mundo satisface sus necesidades materiales; aunque ven que este mundo material avanza constantemente, su propia experiencia —lo que sus corazones y espíritus sienten y experimentan— no tiene nada que ver con las cosas materiales, y nada de esto la sustituye. Es un reconocimiento en lo profundo del corazón, algo que no se puede ver a simple vista. Este reconocimiento se encuentra en el entendimiento y el sentimiento propios de la vida y del destino humanos. A menudo lleva a la comprensión de que un Amo invisible está organizando todas las cosas, y que está orquestándolo todo para el hombre. En medio de todo esto, uno no puede sino aceptar las disposiciones y orquestaciones del destino y, al mismo tiempo, admitir el camino que el Creador ha puesto por delante, Su soberanía sobre el destino propio de uno. Este es un hecho indiscutible. No importa qué profundo conocimiento y actitud se tenga sobre el destino, nadie puede cambiar este hecho.
Dónde irás cada día, qué harás, con quién o con qué te encontrarás, qué dirás, que te ocurrirá… ¿puede predecirse algo de esto? Se puede decir que las personas no pueden prever todos estos sucesos y mucho menos controlar su desarrollo. En la vida, estos acontecimientos imprevisibles ocurren todo el tiempo, y son un hecho cotidiano. Estas vicisitudes cotidianas y su forma de desarrollarse, o los patrones por los cuales evolucionan, son recordatorios constantes para la humanidad de que nada ocurre aleatoriamente, de que la voluntad humana no puede cambiar las ramificaciones de estas cosas ni su inevitabilidad. Todo acontecimiento transmite una amonestación del Creador a la humanidad, y también envía el mensaje de que los seres humanos no pueden controlar sus propios destinos; al mismo tiempo, cada suceso es una refutación de la ambición y el deseo descabellados y fútiles de la humanidad de tomar su destino en sus propias manos. Son como fuertes bofetadas cerca de los oídos de la humanidad, una tras otra, que obligan a las personas a reconsiderar quién gobierna y controla su destino al final. Y, como sus ambiciones y deseos son frustrados y destrozados repetidamente, los seres humanos llegan, de forma natural, a una aceptación inconsciente de lo que el destino les tiene preparado, de la realidad, de la voluntad del cielo y de la soberanía del Creador. Desde estas vicisitudes diarias a los destinos de vidas humanas completas, no hay nada que no revele los planes del Creador y Su soberanía; no hay nada que no envíe el mensaje de que “la autoridad del Creador no puede ser superada”, que no transmita la verdad eterna de que “la autoridad del Creador es suprema”.
Los destinos de la humanidad y del universo están íntimamente entretejidos con la soberanía de Dios, inseparablemente vinculados con las orquestaciones del Creador; al final, no pueden desenredarse de Su autoridad. A través de las leyes de todas las cosas el hombre llega a comprender la orquestación del Creador y Su soberanía; a través de las normas de supervivencia percibe Su gobierno; a partir de los destinos de todas las cosas saca conclusiones sobre las formas en las que Él ejerce Su soberanía y Su control sobre ellas; y en los ciclos de vida de los seres humanos y de todas las cosas el hombre experimenta realmente las orquestaciones y disposiciones del Creador para todas las cosas y seres vivos, y presencia realmente cómo las mismas sobrepasan a todas las leyes, reglas, e instituciones terrenales, y a todos los demás poderes y fuerzas. A la luz de esto, la humanidad se ve empujada a reconocer que ningún ser creado puede violar la soberanía del Creador, que ninguna fuerza puede meterse en medio de los acontecimientos y las cosas predestinados por Él ni alterarlos. Bajo estas leyes y normas divinas, los seres humanos y todas las cosas viven y se propagan, generación tras generación. ¿No es esta la verdadera materialización de la autoridad del Creador? Aunque en las leyes objetivas el hombre ve Su soberanía y Su ordenación de todos los acontecimientos y cosas, ¿cuántas personas son capaces de comprender el principio de la soberanía del Creador sobre el universo? ¿Cuántas personas pueden saber, reconocer, aceptar, y someterse realmente a la soberanía y la organización de su propio destino por parte del Creador? ¿Quién, habiendo creído la realidad de la soberanía de Dios sobre todas las cosas, creerá y reconocerá realmente que el Creador también dicta el destino de una vida humana? ¿Quién puede comprender realmente el hecho de que el destino del hombre reposa en la palma del Creador? La clase de actitud que debe adoptar la humanidad respecto a Su soberanía, cuando se enfrenta al hecho de que Él gobierna y controla el destino de la humanidad, es una decisión que debe tomar por sí mismo todo ser humano que se enfrente a esta realidad.
El nacimiento: la primera coyuntura
El lugar de nacimiento de una persona, la familia en que nace, su género, su aspecto y el momento de su nacimiento son los detalles de la primera coyuntura de la vida de una persona.
Nadie tiene elección en estas partes de esta coyuntura; el Creador las ha predestinado desde mucho antes. No están influenciadas en modo alguno por el entorno externo, y ningún factor producido por el hombre puede alterar estas realidades que el Creador ha predeterminado. Que una persona nazca significa que Él ya ha cumplido el primer paso del destino que Él mismo ha organizado para esa persona. Como Él ha predeterminado todos estos detalles con mucha antelación, nadie tiene el poder de modificar ninguno de ellos. Independientemente del destino subsiguiente de una persona, las condiciones de su nacimiento están predestinadas y permanecen como están; no están influenciadas de ninguna manera por el destino propio en la vida ni afectan en modo alguno la soberanía del Creador sobre este.
1. Nace una nueva vida de los planes del Creador
¿Qué detalles de la primera coyuntura —el lugar de nacimiento, la familia, el género, el aspecto físico, el momento del nacimiento— puede una persona elegir? Obviamente, el nacimiento es un acontecimiento pasivo: uno nace involuntariamente, en cierto lugar, en cierto momento, en cierta familia, con cierto aspecto físico; pasa a ser involuntariamente miembro de una familia, hereda un cierto árbol genealógico. En esta primera coyuntura de la vida no tiene elección, pues nace en un entorno fijado según los planes del Creador, en una familia específica, con un género y un aspecto específicos, y en un momento específico íntimamente vinculado con la trayectoria vital de una persona. ¿Qué puede hacer un ser humano en esta coyuntura crítica? Como se ha dicho, no puede escoger ninguno de estos detalles relativos a su nacimiento. De no ser por la predestinación del Creador y Su dirección, una vida recién nacida en este mundo no sabría adónde ir ni dónde quedarse; no tendría relaciones, no pertenecería a ningún lugar, no poseería un hogar real. Pero, debido a las disposiciones meticulosas del Creador, inicia el viaje de su vida con un lugar donde quedarse, unos padres, un entorno al que pertenece y familiares. A lo largo de este proceso, la llegada de esta nueva vida queda determinada por los planes del Creador, y todo lo que llegará a poseer le será concedido por Él. De un cuerpo que flota libre sin nada a su nombre, se convierte gradualmente en un ser humano de carne y hueso, visible, tangible, en una de las creaciones de Dios, que piensa, respira y siente el calor y el frío; que puede participar en todas las actividades habituales de un ser creado en el mundo material y que pasará por todas las cosas que un ser humano creado debe experimentar en la vida. La predeterminación del nacimiento de una persona por el Creador significa que Él le concederá todas las cosas necesarias para sobrevivir; y que una persona nazca significa, de igual forma, que recibirá de Él todo lo necesario para la supervivencia, que desde ese momento en adelante vivirá en otra forma, provista por el Creador y sujeta a Su soberanía.
2. Por qué nacen diferentes seres humanos bajo diferentes circunstancias
A las personas les gusta imaginar con frecuencia que, si naciesen otra vez, lo harían en una familia ilustre; si fuesen mujeres, se parecerían a Blancanieves y todo el mundo las querría; y si fuesen hombres, serían el Príncipe Azul, a quien no le falta de nada, con todo el mundo pendiente de sus deseos. Algunos tienen a menudo muchas ilusiones respecto a su nacimiento y suelen estar insatisfechos con él, resentidos con su familia, con su aspecto, con su género y hasta con el momento de su nacimiento. Pero las personas nunca entienden por qué han nacido en una familia particular o por qué tienen cierto aspecto. No saben que, independientemente de dónde hayan nacido o del aspecto que tengan, deben desempeñar diversos roles y cumplir diferentes misiones en la gestión del Creador; este propósito nunca cambiará. A Sus ojos, el lugar de nacimiento, el género y el aspecto físico son, todos ellos, cosas temporales. Son una serie de minúsculas marcas, pequeños símbolos en cada fase de Su gestión de toda la humanidad. Y el destino y el final reales de una persona no están determinados por su nacimiento en ninguna de sus fases particulares, sino por la misión que él o ella cumple en su vida, por el juicio del Creador sobre ellos cuando Su plan de gestión se complete.
Esto explica la variedad de circunstancias diferentes en las que nacen las personas: unas nacen en familias pobres y otras en familias ricas. Unas son de origen común, otras tienen un linaje ilustre. Unas nacen en el sur, otras en el norte. Unas nacen en el desierto, otras en tierras verdes. El nacimiento de unas personas viene acompañado por vítores, risas y celebraciones; el de otras trae lágrimas, calamidad y aflicción. Unos nacen para ser apreciados, otros para ser dejados de lado como la mala hierba. Unos nacen con rasgos bellos, otros con defectos. Unos son agradables a la vista, otros son feos. Unos nacen a medianoche, otros bajo el brillo del sol del mediodía… El nacimiento de personas de todo tipo está determinado por el destino que el Creador tiene guardado para ellas; su nacimiento determina su destino en la vida presente, así como los papeles que desempeñará y las misiones que cumplirá. Todo esto está sujeto a la soberanía del Creador, predestinado por Él; nadie puede escapar de su suerte predestinada, nadie puede cambiar las circunstancias de[a] su nacimiento y nadie puede elegir su propio destino.
Dependiendo de la clase de familia donde hayan nacido, las personas crecen en diferentes entornos familiares y aprenden diferentes lecciones de sus padres. Esto determina las condiciones en las cuales una persona llega a la edad adulta, y el crecimiento[b] representa la segunda coyuntura crítica de la vida de una persona. Sobra decir que las personas tampoco tienen elección en esta coyuntura. También es algo fijado, organizado de antemano.
1. Las circunstancias bajo las cuales uno crece están fijadas por el Creador
Una persona no puede elegir las personas o los factores bajo cuya edificación e influencia crece. Uno no puede escoger qué conocimiento o habilidades adquiere, qué hábitos forma. Uno no tiene nada que decir respecto a quienes sean sus padres o familiares, en qué tipo de entorno crece; las relaciones de uno con las personas, los acontecimientos y las cosas a su alrededor, y cómo influyen estas en su desarrollo, están todos más allá de su control. ¿Quién decide entonces estas cosas? ¿Quién las organiza? Como las personas no tienen elección en el asunto, como no pueden decidir estas cosas por sí mismas, y como obviamente no se forman de manera natural, no hace falta decir que la formación de todo esto queda en las manos del Creador. Del mismo modo que Él organiza las circunstancias particulares del nacimiento de cada persona, también dispone las circunstancias específicas bajo las cuales crece; no es necesario decirlo. Si el nacimiento de una persona produce cambios en las personas, los acontecimientos y las cosas a su alrededor, entonces el crecimiento y el desarrollo de esa persona también le afectará necesariamente. Por ejemplo, algunas personas nacen en familias pobres, pero crecen rodeadas de riquezas; otras nacen en familias acaudaladas, pero provocan que la fortuna de su familia disminuya hasta el punto de crecer en un entorno de pobreza. Ningún nacimiento está gobernado por una regla fija, y nadie crece bajo una serie inevitable y fija de circunstancias. Estas no son cosas que una persona pueda imaginar o controlar; son productos del destino de uno, y están determinadas por este. Por supuesto, el balance final es que el Creador las ha predestinado para el destino de una persona, están determinadas por la soberanía del Creador sobre el destino de esa persona y Sus planes para este.
Las circunstancias del nacimiento de una persona establecen, en un nivel básico, el entorno y las circunstancias en las que crece, y estas son del mismo modo un producto de las circunstancias de su nacimiento. Durante este tiempo, se empieza a aprender el lenguaje, y la mente comienza a encontrar y asimilar muchas cosas nuevas; en este proceso se crece constantemente. Las cosas que una persona oye con sus oídos, ve con sus ojos y asimila con su mente enriquecen y animan gradualmente su mundo interior. Las personas, los acontecimientos y las cosas con los que uno entra en contacto, el sentido común, el conocimiento y las habilidades que uno aprende, así como las formas de pensar que influyen en uno, que se le han inculcado o enseñado, guiarán e influirán el destino de una persona en la vida. El lenguaje que uno aprende cuando crece y la forma de pensar son inseparables del entorno en el que uno pasa su juventud, y este se compone de padres, hermanos y otras personas, acontecimientos y cosas a su alrededor. Por tanto, el curso del desarrollo de una persona queda determinado por el entorno en el que crece, y también depende de las personas, los acontecimientos y las cosas con las que entra en contacto durante ese período de tiempo. Ya que las condiciones bajo las que una persona crece son predestinadas con mucha antelación, el entorno en el que uno vive durante este proceso también está, por supuesto, predeterminado. No se decide por las elecciones y preferencias personales, sino de acuerdo con los planes del Creador, está determinado por Sus disposiciones cuidadosas, por Su soberanía sobre el destino de la persona en la vida. Así pues, las personas que cualquier individuo encuentra en el curso de su crecimiento, y las cosas con las que entra en contacto, están todas inevitablemente conectadas con la orquestación y el arreglo del Creador. Las personas no pueden prever estos tipos de interrelaciones complejas ni controlarlas, ni entenderlas. Muchas cosas y personas diferentes tienen influencia sobre el entorno en el que una persona crece, y ningún ser humano es capaz de organizar y orquestar una red tan inmensa de conexiones. Ninguna persona o cosa, excepto el Creador, puede controlar la aparición, la presencia y la desaparición de todas las diversas personas, acontecimientos y cosas, y es precisamente esa inmensa red de conexiones la que da forma al desarrollo de una persona tal como el Creador lo haya predestinado y la que forma los diversos entornos en los que crecen las personas, y crea los diversos roles necesarios para la obra de gestión del Creador, estableciendo unos fundamentos sólidos y fuertes para que las personas cumplan con éxito sus misiones.
Después de que una persona haya pasado por la niñez y la adolescencia, y llegue a la madurez gradual e inevitablemente, el siguiente paso para ella es despedirse por completo a su juventud, decir adiós a sus padres y afrontar el camino que tiene por delante como un adulto independiente. En este punto,[c] debe hacer frente a todas las personas, acontecimientos y cosas que un adulto debe afrontar, todas las partes de su destino que pronto se presentarán. Esta es la tercera coyuntura por la que una persona debe pasar.
1. Después de volverse independiente, la persona empieza a experimentar la soberanía del Creador
Si el nacimiento y el crecimiento de una persona son el “período preparatorio” para su viaje en la vida, y coloca la piedra angular de su destino, su independencia es entonces el monólogo inicial de su destino en la vida. Si el nacimiento y el crecimiento de una persona son la riqueza que esta ha amasado para su destino en la vida, su independencia es cuando empieza a gastar esa riqueza o a aumentarla. Cuando uno deja a sus padres y pasa a ser independiente, las condiciones sociales a las que se enfrenta y el tipo de trabajo y profesión disponibles para él son decretados por el destino y no tienen nada que ver con sus progenitores. Algunas personas eligen una buena especialidad en la universidad y acaban encontrando un trabajo satisfactorio después de la graduación, dando una primera zancada triunfante en el viaje de su vida. Algunas personas aprenden y perfeccionan muchas habilidades distintas, pero nunca encuentran un trabajo adecuado para ellas o que se adapte a su posición, y mucho menos tienen una carrera; al principio del viaje de su vida se ven frustradas a cada paso, asediadas por los problemas, con sus perspectivas ensombrecidas y la vida incierta. Algunas personas se aplican diligentemente en sus estudios, pero se pierden por poco todas las oportunidades de recibir una mejor educación, y parecen destinadas a no conseguir nunca el éxito y a ver cómo sus primeras aspiraciones en el viaje de la vida se esfuman. Sin saber[d] si el camino por delante es liso o pedregoso, sienten por primera vez lo lleno de variables que está el destino humano, y contemplan la vida con esperanza y temor. A pesar de no tener una educación demasiado buena, algunos escriben libros y consiguen algo de fama; algunos, aunque casi analfabetos, hacen dinero en los negocios y son por tanto capaces de sustentarse por sí solos… Qué ocupación elegir, cómo ganarse la vida: ¿tienen las personas algún control sobre la toma de buenas o malas decisiones? ¿Son estas acordes con sus deseos y decisiones? La mayoría de las personas desea poder trabajar menos y ganar más, no trabajar al sol ni bajo la lluvia, vestir bien, resplandecer y brillar en todas partes, estar por encima de los demás y honrar a sus ancestros. Los deseos de las personas son tan perfectos; pero cuando dan sus primeros pasos en el viaje de su vida, llegan a darse cuenta poco a poco de lo imperfecto que es el destino humano, y por primera vez comprenden realmente la realidad de que, aunque uno pueda hacer planes atrevidos para su futuro, aunque pueda albergar audaces fantasías, nadie tiene la capacidad ni el poder para materializar sus propios sueños, nadie está en posición de controlar su propio futuro. Siempre habrá alguna distancia entre los sueños y las realidades a las que se debe hacer frente; las cosas nunca son como a uno le gustaría que fuesen, y frente a tales realidades las personas no pueden conseguir satisfacción ni contentamiento. Algunas personas llegarán incluso hasta un punto inimaginable, realizarán grandes esfuerzos y sacrificios por el bien de su sustento y futuro, intentando cambiar su propio destino. Pero al final, aunque puedan materializar sus sueños y sus deseos a través de su propio trabajo duro, nunca pueden cambiar su destino. Por muy obstinadamente que lo intenten nunca podrán superar lo que el destino les ha asignado. Independientemente de las diferencias de capacidades, el coeficiente intelectual y la fuerza de voluntad, las personas son todas iguales ante el destino, que no hace distinción entre grandes y pequeños, altos y bajos, eminentes y humildes. A qué ocupación se dedica uno, qué se hace para vivir y cuánta riqueza se amasa en la vida es algo que no deciden los padres, los talentos, los esfuerzos ni las ambiciones propias: es el Creador quien lo predestina.
Cuando uno alcanza la madurez, puede dejar a sus padres y desenvolverse por sí mismo. Es en ese momento cuando uno comienza a desempeñar su propio papel, cuando la misión de uno en la vida deja de ser brumosa y se va volviendo cada vez más clara. Nominalmente uno sigue estrechamente vinculado a sus padres, pero como su misión y el papel que desempeña en la vida no tienen nada que ver con su padre y su madre, en realidad ese vínculo íntimo se rompe lentamente conforme la persona se va independizando gradualmente. Desde una perspectiva biológica, las personas siguen sin poder evitar depender de sus padres subconscientemente, pero hablando de forma objetiva, una vez que han crecido han separado totalmente su vida de sus padres, y llevarán a cabo los roles que asuman de forma independiente. Además del nacimiento y la crianza, la responsabilidad de los padres en la vida de un niño es simplemente proveerle un entorno formal para que crezca en él, porque nada excepto la predestinación del Creador tiene influencia sobre el destino de la persona. Nadie puede controlar qué clase de futuro tendrá una persona; se ha predeterminado con mucha antelación, y ni siquiera los padres de uno pueden cambiar su destino. En lo que respecta a este, todo el mundo es independiente, y tiene el suyo propio. Por tanto, los padres no pueden evitar el destino de uno ni ejercer la más mínima influencia sobre el papel que uno desempeña en la vida. Podría decirse que la familia en la que uno está destinado a nacer, y el entorno en el que crece, no son nada más que las condiciones previas para cumplir su misión en la vida. No determinan en modo alguno el destino de la persona en la vida ni la clase de destino en el que cumplirá su misión. Y, por tanto, los padres no pueden ayudarle en el cumplimiento de su misión ni tampoco puede ningún familiar ayudarle a asumir su papel en la vida. Cómo cumple uno su misión y en qué tipo de entorno desempeña su papel viene determinado por su destino de uno en la vida. En otras palabras, ninguna otra condición objetiva puede influenciar la misión de una persona, que es predestinada por el Creador. Todas las personas maduran en su entorno de crecimiento particular, y después poco a poco, paso a paso, emprenden sus propios caminos en la vida, cumplen los destinos planeados para ellas por el Creador, de manera natural; y entran involuntariamente en el inmenso mar de la humanidad y asumen sus propios puestos en la vida, donde comienzan a cumplir con sus responsabilidades como seres creados por causa de la predestinación y la soberanía del Creador.
Cuando uno se hace mayor y madura, se distancia más de sus padres y el entorno en el que nació y fue criado, y comienza a buscar una dirección para su vida y a perseguir sus propias metas vitales con una forma de vida diferente a la de sus padres. Durante este tiempo uno ya no necesita a sus padres, sino más bien un compañero o una compañera con quien pasar la vida: un cónyuge, una persona con la que el destino de uno está íntimamente entrelazado. De esta forma, el primer acontecimiento importante que uno afronta después de la independencia es el matrimonio, la cuarta coyuntura por la que uno debe pasar.
1. Uno no tiene elección en cuanto al matrimonio
El matrimonio es un acontecimiento fundamental en la vida de cualquier persona; es el momento en el que uno comienza a asumir realmente diversos tipos de responsabilidades y a cumplir diversos tipos de misiones. Las personas albergan muchas ilusiones sobre el matrimonio antes de experimentarlo por sí mismas, y todas ellas son hermosas. Las mujeres imaginan que sus medias naranjas serán el Príncipe Azul, y los hombres imaginan que se casarán con Blancanieves. Estas fantasías muestran que cada persona tiene ciertos requisitos para el matrimonio, su propia serie de exigencias y estándares. Aunque en esta era malvada las personas son constantemente bombardeadas con mensajes distorsionados sobre el matrimonio, que crean aún más requisitos adicionales y les dan todo tipo de bagaje y extrañas actitudes, cualquier persona que lo haya experimentado sabe que no importa cómo uno lo entienda ni cuál sea su actitud al respecto: el matrimonio no es un asunto de elección individual.
Uno se encuentra con muchas personas en su vida, pero no sabe quién será su compañero o compañera en el matrimonio. Aunque todos tienen sus propias ideas y posturas personales en este asunto, nadie puede prever quién será finalmente su media naranja real, y las nociones que uno pueda tener cuentan poco. Después de conocer a una persona que te gusta, puedes mostrar interés por ella; pero si este interés es recíproco o no, si puede llegar a ser tu pareja, no te toca a ti decidirlo. El objeto de tus afectos no es necesariamente la persona con la que podrás compartir tu vida; y, entretanto, alguien que nunca esperabas entra silenciosamente en tu vida y se convierte en tu pareja, pasa a ser el elemento más importante en tu destino, tu otra mitad, alguien a quien tu destino está inextricablemente vinculado. Y así, aunque hay millones de matrimonios en el mundo, cada uno de ellos es diferente: cuántos matrimonios son poco satisfactorios, cuántos son felices; cuántos abarcan el Oriente y el Occidente, cuántos el Norte y el Sur; cuántos son uniones perfectas, cuántos son de un mismo rango; cuántos son felices y armoniosos, cuántos son dolorosos y tristes; cuántos son la envidia de los demás, cuántos son incomprendidos y desaprobados; cuántos están llenos de alegría, cuántos están inundados de lágrimas y provocan desesperación… En esta miríada de matrimonios, los humanos muestran lealtad y un compromiso vitalicio en el matrimonio, o amor, apego, e inseparabilidad, o resignación e incomprensión, o traición, incluso odio. Tanto si el matrimonio en sí trae felicidad como dolor, la misión de cada uno dentro del mismo está predestinada por el Creador y no cambiará; cada uno debe cumplirla. Y el destino individual que se encuentra detrás de cada matrimonio es inmutable; el Creador lo predestinó con mucha antelación.
El matrimonio es una importante coyuntura en la vida de una persona. Es el producto de su destino, un vínculo crucial en el mismo; no se fundamenta en la voluntad o las preferencias individuales de cualquier persona, y no está influenciado por ningún factor externo, sino que está determinado totalmente por los destinos de las dos partes, por los arreglos y las predeterminaciones del Creador relativos a los destinos de la pareja. En su superficie, el propósito del matrimonio es continuar la raza humana, pero en realidad el matrimonio no es otra cosa que un ritual por el que uno pasa en el proceso de cumplir su misión. Los papeles que las personas desempeñan en el matrimonio no son simplemente los de criar a la siguiente generación; son los diversos roles que uno asume y las misiones que uno debe cumplir en el curso de mantener un matrimonio. Así como el nacimiento de uno influye en el cambio de las personas, los acontecimientos y las cosas a su alrededor, su matrimonio también los afectará y, además, los transformará de diversas formas distintas.
Cuando uno pasa a ser independiente, comienza su propio viaje en la vida, que le lleva paso a paso hacia las personas, los acontecimientos y las cosas relacionadas con su matrimonio; y, al mismo tiempo, la otra persona que formará ese matrimonio se está acercando, paso a paso, a esas mismas personas, acontecimientos y cosas. Bajo la soberanía del Creador, dos personas sin relación que comparten un destino relacionado entran gradualmente en el matrimonio y pasan a ser, milagrosamente, una familia, “dos langostas agarrándose a la misma cuerda”. Por tanto, cuando uno entra en el matrimonio, su viaje en la vida influirá y tocará a la otra mitad y, de igual forma, el viaje en la vida del compañero o la compañera influirá y tocará el destino en la vida de uno. En otras palabras, los destinos humanos están interconectados, y nadie puede cumplir su misión en la vida o desempeñar su papel de forma completamente independiente de los demás. El nacimiento de uno tiene influencia en una inmensa cadena de relaciones; el crecimiento también implica una compleja cadena de relaciones; y, de forma parecida, un matrimonio existe y se mantiene inevitablemente en una vasta y compleja red de relaciones humanas, implicando a cada miembro e influenciando el destino de todo aquel que forma parte de la misma. Un matrimonio no es el producto de las familias de ambos miembros, las circunstancias en las que crecieron, sus aspectos, sus edades, sus cualidades, sus talentos ni cualquier otro factor; más bien, surge de una misión compartida y un destino relacionado. Este es el origen del matrimonio, un producto del destino humano orquestado y organizado por el Creador.
Después de casarse, uno comienza a criar a la siguiente generación. Uno no tiene nada que decir en cuanto al número o al tipo de hijos que tiene; esto también viene determinado por el destino de una persona, predestinado por el Creador. Esta es la quinta coyuntura por la que debe pasar una persona.
Si uno nace con el fin de desempeñar la función del hijo de otro, cría a la siguiente generación con el fin de desempeñar la función del padre de otro. Este cambio de papeles hace que uno experimente fases diferentes de la vida desde perspectivas distintas. También le proporciona a uno diferentes series de experiencias vitales, en las que llega a conocer la misma soberanía del Creador, así como el hecho de que nadie puede sobrepasar o alterar la predestinación del Creador.
1. Uno no tiene control sobre lo que pasa con sus hijos
El nacimiento, el crecimiento y el matrimonio producen diversos tipos y diferentes grados de decepción. Algunas personas no están satisfechas con sus familias o sus aspectos físicos; a algunos no les gustan sus padres; otros están resentidos o tienen muchas cuentas pendientes con el entorno en el que crecieron. Y, para la mayoría de las personas, entre todas estas decepciones, el matrimonio es la más insatisfactoria. Independientemente de lo insatisfecho que uno esté con su nacimiento, su crecimiento o su matrimonio, todo el que ha pasado por ellos sabe que uno no puede elegir dónde y cuándo nace, qué aspecto tiene, quiénes son sus padres ni quién es su cónyuge, sino que debe solamente aceptar la voluntad del cielo. Pero cuando llegue el momento de que las personas críen a la siguiente generación, proyectarán todos sus deseos no realizados en la primera mitad de sus vidas sobre sus descendientes, esperando que ellos compensen todas las decepciones que experimentaron en la primera mitad de sus vidas. Así, las personas se permiten toda clase de fantasías sobre sus hijos: que sus hijas crecerán hasta ser asombrosas bellezas y, sus hijos elegantes caballeros; que sus hijas serán cultas y talentosas, y sus hijos, brillantes estudiantes y atletas estrella; que sus hijas serán amables, virtuosas y sensibles y, sus hijos, inteligentes, capaces y sensibles. Esperan que, ya sean hijas o hijos, respetarán a sus mayores, serán considerados con sus padres, serán amados y alabados por todos… En este punto, las esperanzas de la vida brotan de nuevo, y se encienden nuevas pasiones en los corazones de las personas. Estas saben que están indefensas y desesperanzadas en esta vida, que no tendrán otra oportunidad, otra esperanza, de destacar sobre los demás, y que no tienen elección sino aceptar sus destinos. Y, por tanto, proyectan todas sus esperanzas, sus deseos e ideales no realizados en la siguiente generación, esperando que sus descendientes puedan ayudarles a lograr sus sueños y materializar sus deseos; que sus hijas e hijos traigan gloria al apellido, sean importantes, ricos o famosos; en resumen, quieren ver aumentar las fortunas de sus hijos. Los planes y las fantasías de las personas son perfectos; ¿no saben que el número de hijos que tienen, el aspecto de sus hijos, sus capacidades, etc., no es algo que ellos puedan decidir, que los destinos de sus hijos no descansan en absoluto en las palmas de sus manos? Los humanos no son señores de su propio destino, pero esperan cambiar los destinos de la generación más joven; no tienen poder para escapar de sus propios destinos, pero intentan controlar los de sus hijos e hijas. ¿No están sobrevalorándose? ¿No es esto insensatez e ignorancia humanas? Las personas llegan hasta donde sea por el bien de sus hijos, pero al final, cuántos tenga uno, y cómo sean estos, no responde a sus planes y deseos. Algunas personas son pobres, pero engendran muchos hijos; algunas son ricas, pero no tienen ninguno. Algunos quieren una hija, pero se les niega ese deseo; algunos quieren un niño, pero son incapaces de tener un varón. Para algunos, los hijos son una bendición; para otros, una maldición. Algunas parejas son brillantes, pero dan a luz hijos torpes; algunos padres son trabajadores y honestos, pero los hijos que crían son indolentes. Algunos padres son amables y justos, pero tienen hijos que resultan ser astutos y despiadados. Algunos padres están sanos de mente y cuerpo, pero dan a luz hijos discapacitados. Algunos padres son ordinarios y fracasados, pero tienen hijos que consiguen grandes éxitos. Algunos padres son de un estatus bajo, pero tienen hijos que llegan a ser eminencias.
2. Después de criar a la siguiente generación, las personas obtienen un nuevo entendimiento del destino
La mayoría de las personas que se casan lo hacen alrededor de los treinta años de edad, y en este punto de la vida uno no tiene ningún entendimiento del destino humano. Pero cuando las personas empiezan a criar a sus hijos, conforme sus descendientes crecen, ven a la nueva generación repetir la vida y todas las experiencias de la anterior, y ven sus propios pasados reflejados en ellos y se dan cuenta de que el camino recorrido por la generación más joven, como la suya, no puede planearse ni escogerse. Frente a esta realidad, no tienen elección sino admitir que el destino de cada persona está predestinado; y sin darse cuenta de ello dejan gradualmente de lado sus propios deseos, y las pasiones en sus corazones se consumen y mueren… Durante este período de tiempo, uno ha pasado en su mayor parte los hitos importantes de la vida y ha obtenido un nuevo entendimiento de la vida, ha adoptado una nueva actitud. ¿Cuánto puede esperar del futuro una persona de esta edad y qué perspectivas tiene que esperar? ¿Qué mujer de cincuenta años sigue soñando con el Príncipe Azul? ¿Qué hombre de cincuenta años sigue buscando a su Blancanieves? ¿Qué mujer de mediana edad sigue esperando pasar de ser un patito feo a ser un cisne? ¿Tienen la mayoría de los hombres mayores la misma energía en su profesión que los jóvenes? En resumen, independientemente de si uno es un hombre o una mujer, cualquiera que viva hasta esta edad probablemente tenga una actitud relativamente racional y práctica hacia el matrimonio, la familia y los hijos. A esa persona no le quedan básicamente elecciones ni deseos de desafiar el destino. Hasta donde llega la experiencia humana, tan pronto como uno alcanza esta edad desarrolla naturalmente una actitud de “uno debe aceptar el destino; los hijos corren sus propias suertes; el destino humano es ordenado por el cielo”. La mayoría de las personas que no entienden la verdad, después de haber aguantado todas las vicisitudes, frustraciones y dificultades de este mundo, resumirán sus perspectivas de la vida humana con tres palabras: “¡Es el destino!”. Aunque esta frase sintetiza la conclusión y la comprensión de las personas mundanas acerca del destino humano, aunque expresa la impotencia de la humanidad y podría decirse que es penetrante y precisa, no tiene mucho que ver con un entendimiento de la soberanía del Creador, y simplemente no sustituye el conocimiento de Su autoridad.
Después de haber sido seguidores de Dios durante tantos años, ¿existe una diferencia sustancial entre vuestro conocimiento del destino y el de las personas mundanas? ¿Habéis entendido realmente la predestinación del Creador, y habéis llegado verdaderamente a conocer Su soberanía? Algunas personas tienen un entendimiento profundo y muy sentido de la frase “es el destino”, pero no creen en absoluto en la soberanía de Dios, no creen que Dios organiza y orquesta el destino humano, y no están dispuestas a someterse a Su soberanía. Esas personas están como a la deriva en el océano, lanzadas por las olas, llevadas por la corriente, sin otra elección que esperar pasivamente y resignarse al destino. Sin embargo, no reconocen que el destino humano está sujeto a la soberanía de Dios; no pueden llegar a conocerla por su propia iniciativa y, de ese modo, lograr el reconocimiento de la autoridad de Dios, someterse a Sus orquestaciones y arreglos, dejar de resistirse al destino y vivir bajo el cuidado, la protección y la dirección de Dios. En otras palabras, aceptar el destino no es lo mismo que someterse a la soberanía del Creador; creer en el destino no significa que uno acepte, reconozca y conozca la soberanía del Creador; creer en el destino es sólo el reconocimiento de este hecho y de este fenómeno externo, que es diferente de conocer cómo gobierna el Creador el destino de la humanidad, de reconocer que el Creador es la fuente de dominio sobre los destinos de todas las cosas e, incluso más, de someterse a Sus orquestaciones y arreglos para el destino de la humanidad. Si una persona sólo cree en el destino, aun teniendo una profunda convicción del mismo, pero no es capaz aún de conocer, reconocer, someterse a la soberanía del Creador sobre el destino de la humanidad, y aceptarla, su vida no será más que una tragedia, una vida vivida en vano, un vacío; seguirá siendo incapaz de someterse al dominio del Creador, de convertirse en un ser humano creado en el sentido estricto de la frase, y de disfrutar de Su aprobación. Una persona que conoce y experimenta verdaderamente la soberanía del Creador debería estar en un estado activo, no pasivo ni impotente, sino aceptando al mismo tiempo que todas las cosas están destinadas, debería poseer una definición precisa de la vida y el destino: que toda vida está sujeta a la soberanía del Creador. Cuando uno mira atrás el camino que ha recorrido, cuando uno rememora cada fase de su viaje, ve que, en cada paso, ya fuera el camino arduo o liso, Dios estaba dirigiendo su senda y planificándola. Fueron los arreglos meticulosos de Dios, Su planificación cuidadosa, los que llevaron a uno, inconscientemente, hasta hoy. Poder aceptar la soberanía del Creador, recibir Su salvación, ¡qué gran suerte! Si la actitud de una persona hacia el destino es pasiva, demuestra que se está resistiendo a todo lo que Dios ha organizado para ella, que no tiene una actitud sumisa. Si la actitud de uno hacia la soberanía de Dios sobre el destino humano es activa, cuando uno mira atrás a su viaje, cuando llega a comprender verdaderamente la soberanía de Dios, deseará con más empeño someterse a todo lo que Dios ha organizado, tendrá más determinación y confianza para dejar que Dios orqueste su destino, para dejar de rebelarse contra Dios. Porque uno ve que cuando no comprende el destino, cuando no entiende la soberanía de Dios, cuando anda a tientas voluntariamente, tambaleándose y cayendo, a través de la niebla, el viaje es demasiado difícil, demasiado descorazonador. Por tanto, cuando las personas reconocen la soberanía de Dios sobre el destino humano, los inteligentes escogen conocerla y aceptarla, decir adiós a los dolorosos días en los que intentaban construir una buena vida con sus propias manos, en lugar de seguir luchando contra el destino y perseguir a su manera los así llamados objetivos de la vida. Cuando uno no tiene a Dios, cuando no puede verlo, cuando no puede reconocer claramente la soberanía de Dios, cada día carece de sentido, es vano, miserable. Allí donde uno esté, cualquiera que sea su trabajo, sus medios de vida y la persecución de sus objetivos no le traen otra cosa que una angustia infinita y un sufrimiento que no se pueden aliviar, de forma que uno no puede soportar mirar atrás. Sólo cuando uno acepta la soberanía del Creador, se somete a Sus orquestaciones y arreglos, y busca la verdadera vida humana, se librará gradualmente de toda angustia y sufrimiento, se deshará de todo el vacío de la vida.
4. Sólo aquellos que se someten a la soberanía del Creador pueden alcanzar la verdadera libertad
Como las personas no reconocen las orquestaciones y la soberanía de Dios, siempre afrontan el destino desafiantemente, con una actitud rebelde, y siempre quieren desechar la autoridad y la soberanía de Dios y las cosas que el destino les tiene guardadas, esperando en vano cambiar sus circunstancias actuales y alterar su destino. Pero nunca pueden tener éxito; se ven frustrados a cada paso. Esta lucha, que tiene lugar en lo profundo del alma de uno, es dolorosa; el dolor es inolvidable; y, al mismo tiempo, uno está desperdiciando su vida. ¿Cuál es la causa de este dolor? ¿Es debido a la soberanía de Dios, o porque una persona nació sin suerte? Obviamente ninguna de las dos es cierta. En última instancia, es debido a las sendas que las personas toman, los caminos que eligen para vivir sus vidas. Algunas personas pueden no haberse dado cuenta de estas cosas. Pero cuando conoces realmente, cuando verdaderamente llegas a reconocer que Dios tiene soberanía sobre el destino humano, cuando entiendes realmente que todo lo que Dios ha planeado y decidido para ti es un gran beneficio, y es una gran protección, sientes que tu dolor se reduce gradualmente, y todo tu ser se queda relajado, libre, liberado. A juzgar por los estados de la mayoría de las personas, aunque en un nivel subjetivo no quieren seguir viviendo como lo hacían antes, aunque quieren alivio de su dolor, objetivamente no pueden comprender realmente el valor y el significado prácticos de la soberanía del Creador sobre el destino humano; no pueden reconocer ni someterse realmente a la misma, y mucho menos saber cómo buscar y aceptar las orquestaciones y los arreglos del Creador. Así, si las personas no pueden reconocer realmente el hecho de que el Creador tiene soberanía sobre el destino humano y sobre todas las cosas de los hombres, si no pueden someterse realmente a Su dominio, entonces será difícil para ellas no verse impulsadas y coartadas por la noción de que “el destino de uno está en sus propias manos”, será difícil para ellas deshacerse del dolor de su intensa lucha contra el destino y la autoridad del Creador, y no hace falta decir que también será difícil para ellas estar verdaderamente liberadas y libres, convertirse en personas que adoran a Dios. Existe una forma muy simple de liberarse de este estado: decir adiós a la antigua forma de vida de uno, a los anteriores objetivos en la vida, resumir y analizar el estilo de la vida, visión de la vida, las búsquedas, los deseos y los ideales, y compararlos después con la voluntad y las exigencias de Dios para el hombre, y ver si todos ellos son acordes con estas, si todos ellos transmiten los valores correctos de la vida, llevan a uno a un mayor entendimiento de la verdad, y le permiten vivir con humanidad y semejanza humana. Cuando investigas repetidamente y analizas cuidadosamente los diversos objetivos de la vida que las personas persiguen y sus diversas formas diferentes de vivir, verás que ninguno de ellos encaja con el propósito original del Creador cuando creó a la humanidad. Todos ellos apartan a las personas de Su soberanía y Su cuidado; son todos pozos en los que la humanidad cae, y que la llevan al infierno. Después de que reconozcas esto, tu tarea es dejar de lado tu antigua visión de la vida, mantenerte alejado de diversas trampas, dejar a Dios que se haga cargo de tu vida y haga arreglos para ti, intentar someterte solamente a las orquestaciones y la dirección de Dios, no tener elección y convertirte en una persona que lo adora a Él. Esto suena fácil, pero es difícil de hacer. Algunos pueden soportar el dolor que ello conlleva, otros no. Algunos están dispuestos a obedecer, otros no. Los que no están dispuestos carecen del deseo y la determinación para hacerlo; son claramente conscientes de la soberanía de Dios, saben perfectamente bien que es Él quien planea y organiza el destino humano, pero siguen pateando y luchando, siguen sin reconciliarse con la idea de dejar sus destinos en las manos de Dios y someterse a Su soberanía y, además, están resentidos con Sus orquestaciones y Sus disposiciones. Así, habrá siempre algunas personas que quieran ver por sí mismas de lo que son capaces; quieren cambiar sus destinos con sus propias manos, o conseguir la felicidad con sus propias fuerzas, ver si pueden sobrepasar los límites de la autoridad de Dios y subir por encima de Su soberanía. Lo triste del hombre no es que busque una vida feliz ni que persiga fama y fortuna o luche contra su propio destino a través de la niebla, sino que después de haber visto la existencia del Creador, después de haber conocido la realidad de que Él tiene soberanía sobre el destino humano, siga sin enmendar sus caminos, sin poder sacar los pies del fango, y endurezca su corazón persistiendo en sus errores. Preferiría quedarse revolcándose en el barro, compitiendo obstinadamente contra la soberanía del Creador, resistiéndose a ella hasta el amargo final, sin la más mínima pizca de remordimiento, y sólo cuando yace quebrantado y sangrando decide finalmente rendirse y darse la vuelta. Esto es lo realmente triste del ser humano. Así pues, digo que aquellos que deciden someterse son sabios, y aquellos que deciden escapar son testarudos.
Después de demasiado ajetreo, de muchas frustraciones y decepciones, después de muchas alegrías, tristezas y altibajos, después de tantos años inolvidables, después de ver las estaciones volver una y otra vez, uno pasa los hitos importantes de la vida sin darse cuenta, y en un santiamén se encuentra en sus últimos años de vida. Las señales del tiempo están marcadas por todo el cuerpo: uno ya no puede mantenerse erguido, una cabeza de pelo negro se vuelve blanca, los ojos brillantes y claros se vuelven vagos y se nublan, y la piel suave y tersa se llena de arrugas y manchas. La capacidad de oír se debilita, los dientes se sueltan y se caen, las reacciones se retrasan, los movimientos se enlentecen… En este punto, uno se ha despedido por completo de los años apasionados de su juventud y ha entrado en el crepúsculo de su vida: la vejez. Después, uno se enfrentará a la muerte, la última coyuntura en la vida humana.
1. Sólo el Creador tiene el poder de la vida y la muerte sobre el hombre
Si el nacimiento de uno fue destinado por su vida anterior, entonces su muerte señala el final de ese destino. Si el nacimiento de uno es el comienzo de su misión en esta vida, entonces la muerte señala el final de esa misión. Como el Creador ha determinado una serie fija de circunstancias para el nacimiento de una persona, no hace falta decir que Él también ha organizado una serie fija de circunstancias para su muerte. En otras palabras, nadie nace por azar, ninguna muerte es inesperada, y tanto el nacimiento como la muerte están necesariamente conectados con las vidas anterior y presente de uno. Las circunstancias del nacimiento y la muerte de uno están predeterminadas por el Creador; este es el destino de una persona, su sino. Al igual que se puede decir esto de su nacimiento, la muerte de cada persona tendrá lugar bajo una serie diferente de circunstancias especiales, de ahí la duración diferente de las vidas de cada persona y las distintas formas y momentos de sus muertes. Algunos son fuertes y sanos, pero mueren pronto; otros son débiles y enfermizos, pero viven hasta la vejez y fallecen apaciblemente. Algunos mueren por causas no naturales; otros, por causas naturales. Algunos terminan su vida lejos de casa, otros cierran los ojos por última vez con sus seres queridos a su lado. Algunos mueren en el aire, otros bajo tierra. Algunos se hunden bajo el agua, otros se pierden en desastres. Algunos mueren por la mañana y otros por la noche… Todo el mundo quiere un nacimiento ilustre, una vida brillante y una muerte gloriosa, pero nadie puede pasar por encima de su propio destino, nadie puede escapar de la soberanía del Creador. Este es el destino humano. El hombre puede hacer todo tipo de planes para su futuro, pero nadie puede planear la forma y el momento de su nacimiento y de su partida de este mundo. Aunque las personas hacen todo lo que pueden para evitar y resistirse a la llegada de la muerte, aun así, sin que lo sepan, la muerte se les acerca silenciosamente. Nadie sabe cuándo o cómo morirá, mucho menos dónde ocurrirá. Obviamente, la humanidad no es la que tiene el poder de la vida y la muerte ni ningún ser del mundo natural, sino el Creador, cuya autoridad es única. La vida y la muerte de la humanidad no son el producto de alguna ley del mundo natural, sino una consecuencia de la soberanía de la autoridad del Creador.
2. Quien no conozca la soberanía del Creador será afligido por el miedo a la muerte
Cuando uno entra en la vejez, el desafío que afronta no es proveer para una familia o establecer sus grandes ambiciones en la vida, sino cómo despedirse de su vida, cómo llegar al final de la misma, cómo poner el punto final a su propia existencia. Aunque superficialmente parece que las personas prestan poca atención a la muerte, nadie puede evitar explorar el tema, porque nadie sabe si hay otro mundo al otro lado de la muerte, un mundo que los humanos no pueden percibir ni sentir, uno del que no saben nada. Esto hace que las personas tengan miedo de mirar a la muerte de frente, tengan miedo de afrontarla como deberían hacerlo y, en su lugar, hacen todo lo que pueden para evitar el tema. Y así la muerte llena a cada persona de terror hacia ella, y añade un velo de misterio a esta realidad inevitable de la vida, ensombreciendo persistentemente el corazón de cada persona.
Cuando uno siente que su cuerpo se deteriora, que se está acercando a la muerte, siente un terror difuso, un miedo indescriptible. El miedo a la muerte hace que uno se sienta más solo y desamparado, y en este punto se pregunta: ¿De dónde vino el hombre? ¿Adónde irá? ¿Así es como va a morir, con la vida pasando como la brisa? ¿Es este el período que señala el final de la vida? ¿Cuál es, al final, el significado de la vida? ¿Cuál es el valor de la vida, después de todo? ¿Consiste en tener fama y fortuna? ¿Consiste en criar una familia?… Independientemente de si uno ha pensado en estas preguntas específicas o no, de lo intenso que sea su miedo a la muerte, en lo profundo del corazón de cada persona siempre hay un deseo de investigar los misterios, un sentimiento de incomprensión sobre la vida, y mezclados con estos, un sentimentalismo sobre el mundo, una reticencia a marcharse. Quizás nadie pueda expresar con claridad qué es lo que el hombre teme, qué es lo que el hombre quiere investigar, qué es lo que le pone sentimental y en qué se muestra reticente a dejar atrás…
Como temen a la muerte, las personas se preocupan demasiado; como temen a la muerte, hay demasiado que no pueden dejar atrás. Cuando están a punto de morir, algunas personas se inquietan por esto o aquello; se preocupan por sus hijos, sus seres queridos, su riqueza, como si por preocuparse pudiesen borrar el sufrimiento y el terror que la muerte trae, como si manteniendo una especie de intimidad con los vivos pudiesen escapar del desamparo y la soledad que acompañan a la muerte. En las profundidades del corazón humano reside un miedo incipiente, un miedo de ser separados de sus seres queridos, de nunca más posar la mirada en el cielo azul, de no poder mirar nunca más el mundo material. Un alma solitaria, acostumbrada a la compañía de sus seres queridos, es reticente a soltarse y partir, sola, hacia un mundo desconocido y extraño.
Debido a la soberanía y la predestinación del Creador, un alma solitaria que empezó con nada a su nombre consigue unos padres y una familia, la oportunidad de ser un miembro de la raza humana, de experimentar la vida humana y ver el mundo; y también consigue la oportunidad de experimentar la soberanía del Creador, de conocer la maravilla de la creación del Creador y, sobre todo, de conocer y someterse a la autoridad del Creador. Sin embargo, la mayoría de las personas no aprovecha realmente esta oportunidad excepcional y fugaz. Uno agota toda una vida de energía luchando contra el destino, gasta todo su tiempo ajetreado intentando alimentar a su familia y yendo y viniendo entre la riqueza y el estatus. Las cosas que las personas valoran son la familia, el dinero y la fama; consideran que son las cosas más valiosas en la vida. Todas las personas se quejan de sus destinos, pero relegan en sus mentes las preguntas que son más imperativas de examinar y entender: por qué está vivo el hombre, cómo debería vivir, cuál es el valor y el sentido de la vida. Durante todas sus vidas, por muchos años que puedan ser, corren de acá para allá buscando fama y fortuna, hasta que se les esfuma su juventud, hasta que se llenan de canas y arrugas; hasta que ven que la fama y la fortuna no pueden detener su avance hacia la senilidad, que el dinero no puede llenar el vacío del corazón; hasta que entienden que nadie está exento de la ley del nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte, que nadie puede escapar de lo que el destino le tiene guardado. Sólo cuando se ven obligados a hacer frente a la coyuntura final de la vida comprenden verdaderamente que, aunque uno tenga millones en propiedad, aunque uno sea un privilegiado y de alto rango, nadie puede escapar de la muerte, todas las personas retornarán a su posición original: un alma solitaria, con nada a su nombre. Cuando uno tiene padres, cree que ellos lo son todo; cuando tiene propiedades, piensa que el dinero es su sostén, que es el medio gracias al cual vive; cuando las personas tienen estatus, se aferran fuertemente a él y arriesgarían sus vidas por su causa. Sólo cuando las personas están a punto de dejar este mundo se dan cuenta de que las cosas que persiguieron durante sus vidas no son nada sino nubes fugaces, cosas que no pueden mantener, que no pueden llevarse consigo, que no pueden librarlas de la muerte, que no pueden proveer compañía ni consuelo a un alma solitaria en su camino de regreso; y mucho menos, no pueden dar a una persona la salvación, permitirle trascender la muerte. La fama y la fortuna que uno obtiene en el mundo material le dan satisfacción temporal, un placer pasajero, un falso sentido de comodidad, y hacen que uno pierda su camino. Así, las personas, cuando dan vueltas en el inmenso mar de la humanidad, anhelando la paz, la comodidad y la tranquilidad del corazón, son absorbidas una y otra vez bajo las olas. Cuando las personas tienen aún que averiguar las preguntas más cruciales de entender —de dónde vienen, por qué están vivas, adónde van, etc.—, son seducidas por la fama y la fortuna, confundidas, controladas por ellas, irrevocablemente perdidas. El tiempo vuela; los años pasan en un pestañeo; antes de que uno se dé cuenta, ya ha dicho adiós a los mejores años de su vida. Cuando uno está pronto para partir del mundo, llega a la comprensión gradual de que todo en el mundo está yendo a la deriva, que uno no puede mantener más las cosas que poseía; entonces uno siente realmente que sigue sin poseer nada en absoluto, como un bebé que llora y que acaba de llegar al mundo. En este punto, uno se ve empujado a reflexionar sobre lo que ha hecho en la vida, sobre cuál es el valor de estar vivo, qué significa, por qué vino al mundo; y, en este punto, uno quiere conocer cada vez más si realmente hay una segunda vida, si el cielo existe realmente, si realmente hay retribución… Mientras más se acerque uno a la muerte, más querrá entender en qué consiste la vida; mientras más se acerque uno a la muerte, más vacío parecerá su corazón; mientras más se acerque uno a la muerte, más desamparado se sentirá; y así el miedo de uno a la muerte se incrementa día a día. Existen dos razones por las que las personas se comportan así cuando se acercan a la muerte: primero, están a punto de perder la fama y la riqueza de las que han dependido sus vidas, a punto de dejar atrás todo lo visible en el mundo; y segundo, están a punto de hacer frente, completamente solas, a un mundo extraño, una esfera misteriosa y desconocida en la que tienen miedo de poner el pie, donde no tienen seres queridos ni ningún apoyo. Por estas dos razones, todo aquel que se enfrenta a la muerte se siente incómodo, experimenta un pánico y un sentido de desamparo que nunca ha sentido antes. Sólo cuando las personas alcanzan realmente este punto son conscientes de que lo primero que uno debe comprender, cuando uno pone el pie en esta tierra, es de dónde vienen los seres humanos, por qué están vivas las personas, quién dicta el destino humano, quién provee para la existencia humana y tiene soberanía sobre ella. Este conocimiento es el verdadero medio a través del cual una persona vive, la base esencial para la supervivencia humana, y no aprender cómo mantener a la propia familia o cómo lograr fama y riqueza o aprender cómo destacar entre la multitud o cómo vivir una vida más próspera y, mucho menos, cómo sobresalir y competir con éxito contra los demás. Aunque las diversas habilidades de supervivencia en cuya maestría las personas malgastan sus vidas pueden ofrecer abundantes comodidades materiales, nunca traen al corazón de uno verdadera paz y consuelo, sino que, en su lugar, hacen que las personas pierdan constantemente el rumbo, tengan dificultades para controlarse, se pierdan cada oportunidad de conocer el sentido de la vida; estas habilidades de supervivencia crean un trasfondo de ansiedad acerca de cómo enfrentar la muerte apropiadamente. De esta forma, las vidas de las personas se arruinan. El Creador trata a todo el mundo de forma justa, da a cada uno toda una vida de oportunidades para experimentar y conocer Su soberanía, pero es sólo cuando la muerte se acerca y el espectro de esta cuelga sobre uno, que uno comienza a ver la luz, y entonces es demasiado tarde.
Las personas gastan su vida persiguiendo el dinero y la fama; se agarran a un clavo ardiendo, pensando que son sus únicos apoyos, como si teniéndolos pudiesen seguir viviendo, eximirse de la muerte. Pero sólo cuando están cerca de morir se dan cuenta de cuán lejos están estas cosas de ellas, cuán débiles son frente a la muerte, cuán fácilmente se hacen añicos, cuán solas y desamparadas están, sin ningún lugar adónde ir. Son conscientes de que la vida no puede comprarse con dinero ni fama, que no importa cuán rica sea una persona, no importa cuán elevada sea su posición, todas las personas son igualmente pobres e intrascendentes frente a la muerte. Se dan cuenta de que el dinero no puede comprar la vida, que la fama no puede borrar la muerte, que ni el dinero ni la fama pueden alargar un solo minuto, un solo segundo, la vida de una persona. Mientras más piensan eso las personas, más anhelan seguir viviendo, mientras más piensan eso las personas, más temen el acercamiento de la muerte. Sólo en este punto se dan cuenta realmente de que sus vidas no les pertenecen, de que no son ellos quienes las controlan, y de que no tienen nada que decir en cuanto a si viven o mueren, que todo esto está fuera de su control.
4. Ven bajo el dominio del Creador y afronta la muerte con tranquilidad
En el momento en que una persona nace, un alma solitaria comienza su experiencia vital en la tierra, su experiencia de la autoridad del Creador que este ha organizado para ella. No es necesario decir que, para la persona, el alma, esta es una excelente oportunidad para obtener el conocimiento de la soberanía del Creador, de llegar a conocer Su autoridad y experimentarla personalmente. Las personas viven sus vidas bajo las leyes del destino establecidas para ellas por el Creador, y para cualquier persona razonable con una conciencia, aceptar Su soberanía y reconocer Su autoridad durante el curso de sus varias décadas sobre la tierra no es algo difícil de hacer. Por tanto, debería ser muy fácil para cada persona reconocer, a través de sus propias experiencias a lo largo de varias décadas, que todos los destinos humanos están predestinados, y comprender o concretar lo que significa estar vivo. Al mismo tiempo que uno aprovecha estas lecciones vitales, llegará gradualmente a entender de dónde viene la vida, a entender qué necesita realmente el corazón, qué llevará a uno al verdadero camino de la vida, cuáles deberían ser la misión y el objetivo de una vida humana; y uno reconocerá gradualmente que si uno no adora al Creador, si no viene bajo Su dominio, entonces cuando hace frente a la muerte, cuando un alma está a punto de enfrentarse al Creador una vez más, su corazón se llenará de un temor y una intranquilidad ilimitadas. Si una persona ha existido en el mundo durante un puñado de décadas y aún no ha llegado a saber de dónde viene la vida humana, no ha reconocido aún en manos de quién está su destino, entonces no es de extrañar que no sea capaz de afrontar la muerte con calma. Una persona que ha adquirido el conocimiento de la soberanía del Creador tras experimentar varias décadas de vida es una persona con una apreciación correcta del sentido y el valor de la vida; una persona con un conocimiento profundo del propósito de la vida, con una experiencia y entendimiento reales de la soberanía del Creador; e incluso más, una persona capaz de someterse a la autoridad del Creador. Tal persona entiende el sentido de la creación de la humanidad por parte de Dios, entiende que el hombre debería adorar al Creador, que todo lo que el hombre posee viene del Creador y regresará a Él algún día no muy lejano en el futuro; tal persona entiende que el Creador arregla el nacimiento del hombre y tiene soberanía sobre su muerte, y que tanto la vida como la muerte están predestinadas por la autoridad del Creador. Así, cuando uno comprende realmente estas cosas, será capaz de forma natural de afrontar la muerte con tranquilidad, de dejar de lado todas sus posesiones terrenales con calma, de aceptar y someterse alegremente a todo lo que venga, y de dar la bienvenida a la última coyuntura de la vida arreglada por el Creador en lugar de temerla ciegamente y luchar contra ella. Si uno ve la vida como una oportunidad para experimentar la soberanía del Creador y llegar a conocer Su autoridad, si uno ve su vida como una oportunidad excepcional para llevar a cabo sus obligaciones como ser humano creado y cumplir su misión, entonces tendrá necesariamente la perspectiva correcta de la vida, tendrá una vida bendita y guiada por el Creador, andará en la luz del Creador, conocerá Su soberanía, vendrá bajo Su dominio, se volverá un testigo de Sus obras milagrosas y Su autoridad. No hace falta decir que el Creador amará y aceptará necesariamente a tal persona, y sólo una persona así puede tener una actitud calmada frente a la muerte, puede dar la bienvenida alegremente a la coyuntura final de la vida. Es obvio que Job tuvo este tipo de actitud hacia la muerte; estaba en posición de aceptar alegremente la coyuntura final de la vida, y habiendo llevado el viaje de su vida a una conclusión tranquila, habiendo completado su misión en la vida, regresó al lado del Creador.
En las Escrituras se dice acerca de Job: “Y murió Job, anciano y lleno de días” (Job 42:17). Esto significa que cuando Job falleció, no tuvo remordimientos y no sintió dolor, sino que partió de este mundo con naturalidad. Como todo el mundo sabe, Job fue un hombre que temió a Dios y se apartó del mal cuando estaba vivo; Dios elogió sus obras justas, las personas las recordaron, y su vida, más que la de nadie, tuvo valor y sentido. Job disfrutó de las bendiciones de Dios y fue llamado justo por Él sobre la tierra, y también fue probado por Dios y tentado por Satanás; se mantuvo como testigo de Dios y mereció ser calificado como una persona justa. Durante las varias décadas posteriores a haber sido puesto a prueba por Dios, vivió una vida incluso más valiosa, llena de sentido, fundamentada y apacible que antes. Debido a sus obras justas, Dios lo puso a prueba; debido a sus obras justas, Dios se le apareció y le habló directamente. Así, durante los años posteriores tras haber sido puesto a prueba, Job entendió y apreció el valor de la vida de una forma más práctica, alcanzó un entendimiento más profundo de la soberanía del Creador, y obtuvo un conocimiento más preciso e incuestionable de cómo el Creador da y quita Sus bendiciones. El libro de Job registra que Jehová Dios concedió a Job bendiciones incluso mayores que las que le había dado antes, colocándolo en una posición incluso mejor para conocer la soberanía del Creador y afrontar la muerte con calma. Así, cuando envejeció y afrontó la muerte, Job seguramente no habría estado preocupado por sus propiedades. No tenía preocupaciones, no tenía nada de lo que arrepentirse, y por supuesto no temía a la muerte; porque pasó toda su vida andando por el camino del temor de Dios y del apartarse del mal, y no tenía razón para preocuparse por su final. ¿Cuántas personas podrían actuar hoy de la forma en que Job lo hizo cuando afrontó su propia muerte? ¿Por qué no es nadie capaz de mantener esa actitud exterior tan simple? Sólo hay una razón: Job vivió su vida en la búsqueda subjetiva de la fe, el reconocimiento y la sumisión a la soberanía de Dios, y fue con esta fe, este reconocimiento y esta sumisión que él pasó por las coyunturas importantes en la vida, vivió sus últimos años y recibió la coyuntura final de su vida. Independientemente de lo que Job experimentó, sus búsquedas y objetivos en la vida fueron alegres, no dolorosos. Él no sólo estaba feliz por las bendiciones o los elogios concedidos a él por el Creador, sino más importante, por sus búsquedas y objetivos en la vida, por el conocimiento gradual y el entendimiento real de la soberanía del Creador que alcanzó a través del temor de Dios y del apartarse del mal, y además, por las maravillosas obras del Creador que Job experimentó personalmente durante su tiempo sometido a la soberanía del Creador, y las experiencias cariñosas e inolvidables, así como los recuerdos de la coexistencia, familiaridad y entendimiento mutuo entre él y Dios; por el consuelo y la felicidad que vinieron como consecuencia de conocer la voluntad de Dios; por la reverencia que surgió después de ver que Él es grande, maravilloso, adorable y fiel. La razón por la que Job fue capaz de afrontar la muerte sin ningún sufrimiento fue que sabía que, al morir, regresaría al lado del Creador. Y fueron sus búsquedas y logros en la vida lo que le permitieron afrontar la muerte con calma, afrontar la perspectiva del Creador llevándose su vida de vuelta, con un corazón tranquilo y, además, levantarse, impoluto y libre de preocupaciones, delante del Creador. ¿Pueden las personas hoy en día conseguir el tipo de felicidad que Job poseía? ¿Estáis vosotros en una posición para hacerlo? Puesto que las personas hoy en día lo están, ¿por qué son incapaces de vivir felizmente, como Job? ¿Por qué son incapaces de escapar del sufrimiento del temor de la muerte? Cuando afrontan la muerte, algunas personas pierden el control; otras tiemblan, se desmayan, arremeten contra el cielo y los hombres por igual, incluso gimen y lloran. Estas no son en absoluto las reacciones repentinas que tienen lugar cuando la muerte se acerca. Las personas se comportan de estas formas embarazosas principalmente porque, en lo profundo de sus corazones, temen a la muerte, porque no tienen un conocimiento y una apreciación claros de la soberanía de Dios y Sus arreglos, y mucho menos se someten realmente a ellos; como las personas no quieren otra cosa que organizar y gobernarlo todo por sí mismas, controlar sus propios destinos, sus propias vidas y muertes, no es de extrañar, por tanto, que las personas no sean capaces de escapar del miedo a la muerte.
Si uno no tiene un conocimiento y una experiencia claros de la soberanía de Dios y de Sus disposiciones, su conocimiento del destino y de la muerte será necesariamente incoherente. Las personas no pueden ver claramente que todo esto descansa en la mano de Dios, no se dan cuenta de que Dios lo controla y tiene soberanía sobre ellas, no reconocen que el hombre no puede desechar o escapar de esa soberanía; y así, cuando afronta la muerte, no hay final para sus últimas palabras, preocupaciones y remordimientos. Están cargados con demasiado bagaje, demasiada reticencia, demasiada confusión, y todo esto causa que teman a la muerte. Para cualquier persona nacida en este mundo, su nacimiento es necesario y su muerte inevitable, y nadie puede sobrepasar esta línea. Si uno desea partir de este mundo sin dolor, si uno quiere ser capaz de afrontar la coyuntura final de la vida sin reticencias ni preocupaciones, la única forma es no dejar remordimientos. Y la única forma de partir sin remordimientos es conocer la soberanía del Creador, Su autoridad, y someterse a ellas. Sólo de esta forma puede uno mantenerse lejos de los conflictos humanos, del mal, de la atadura de Satanás; sólo de esta forma puede uno vivir una vida como la de Job, guiada y bendecida por el Creador, una vida libre y liberada, con valor y sentido, honesta y franca; sólo de esta forma puede uno someterse, como Job, a ser puesto a prueba y privado por el Creador, someterse a las orquestaciones y arreglos del Creador; sólo de esta forma puede uno adorar al Creador toda su vida y ganarse Sus elogios, tal como Job hizo, y oír Su voz, verlo aparecerse; sólo de esta forma puede uno vivir y morir felizmente, como Job, sin dolor, sin preocupación, sin remordimientos; sólo de esta forma puede uno vivir en la luz, como Job, pasar cada una de las coyunturas de la vida en la luz, completar sin problemas su viaje en la luz, completar con éxito su misión —experimentar, aprender y llegar a conocer la soberanía del Creador como un ser creado— y morir en la luz, y permanecer por siempre al lado del Creador como un ser humano creado, elogiado por Él.
No pierdas la oportunidad de conocer la soberanía del Creador
Las seis coyunturas descritas anteriormente son fases cruciales establecidas por el Creador que cada persona normal debe experimentar en su vida. Cada una de estas coyunturas es real; ninguna de ellas puede eludirse, y todas guardan relación con la predestinación del Creador y Su soberanía. Así pues, para un ser humano, cada una de estas coyunturas es un puesto de control importante, y cómo pasar a través de cada uno de ellos sin problemas es una cuestión muy seria que todos vosotros afrontáis ahora.
El puñado de décadas que forman una vida humana no son ni largas ni cortas. Los veintitantos años entre el nacimiento y la mayoría de edad pasan en un abrir y cerrar de ojos y, aunque en este punto de la vida una persona se considera adulta, los individuos en este grupo de edad no saben casi nada sobre la vida y el destino humanos. Conforme adquieren más experiencia, avanzan gradualmente hacia la mediana edad. Las personas de treinta y cuarenta años adquieren una experiencia incipiente de la vida y el destino, pero sus ideas sobre estas cosas siguen siendo muy vagas. No es hasta los cuarenta que algunas personas comienzan a entender a la humanidad y el universo, que estos fueron creados por Dios, a comprender en qué consiste la vida humana, en qué consiste el destino humano. Algunas personas, aunque han sido desde mucho tiempo atrás seguidores de Dios y son ahora de mediana edad, siguen sin poseer un conocimiento y una definición precisos de la soberanía de Dios, mucho menos una verdadera sumisión. Algunas personas no se preocupan por otra cosa que no sea buscar el recibir bendiciones y, aunque hayan vivido muchos años, no saben ni entienden en lo más mínimo la realidad de la soberanía del Creador sobre el destino humano y, por ende, no han entrado ni un poco en la lección práctica de someterse a las orquestaciones y los arreglos de Dios. Tales personas son totalmente insensatas; tales personas viven sus vidas en vano.
Si una vida humana se divide de acuerdo con el grado de experiencia de uno y su conocimiento del destino humano, quedará desglosada más o menos en tres fases. La primera es la juventud, los años entre el nacimiento y la mediana edad, o desde el nacimiento hasta los treinta. La segunda es la maduración, desde la mediana edad hasta la vejez, o de los treinta hasta los sesenta. Y la tercera fase es el período de la madurez, desde la vejez, que comienza a los sesenta, hasta que uno parte del mundo. En otras palabras, desde el nacimiento hasta la mediana edad, la mayor parte del conocimiento del destino y la vida por parte de la mayoría de las personas se limita a repetir las ideas de otros; casi no tiene un contenido real, práctico. Durante este período, la perspectiva de uno sobre la vida y cómo se abre camino en el mundo son aspectos muy superficiales e ingenuos. Este es el período juvenil de uno, sólo después de haber probado todas las alegrías y tristezas de la vida obtiene uno un entendimiento real del destino, llega uno a apreciar subconscientemente, en lo profundo de su corazón, gradualmente lo irreversible del destino, y a darse cuenta lentamente de que la soberanía del Creador sobre el destino humano existe realmente. Este es el período de maduración de la persona. Cuando uno ha dejado de luchar contra el destino, y cuando ya no está dispuesto a ser atraído hacia los conflictos, sino que conoce su suerte, se somete a la voluntad del cielo, evalúa sus propios logros y errores en la vida y está esperando el juicio de su vida por parte del Creador, este es el período maduro. Considerando los diferentes tipos de experiencias y ganancias que una persona obtiene durante estos tres períodos, en circunstancias normales la ventana de oportunidad para conocer la soberanía del Creador no es muy grande. Si uno alcanza los sesenta, tiene sólo treinta años o así para conocer la soberanía de Dios; si uno quiere un período más grande de tiempo, eso sólo es posible si su vida es lo suficientemente larga, si es capaz de vivir un siglo. Digo entonces que, de acuerdo a las leyes normales de la existencia humana, aunque es un proceso muy largo desde que uno encuentra por primera vez el tema de conocer la soberanía del Creador hasta que es capaz de reconocer la realidad de Su soberanía, y desde entonces hasta el punto en que es capaz de someterse a ella, si uno cuenta realmente los años, no hay más de treinta o cuarenta durante los cuales tiene la oportunidad de obtener estas recompensas. Y, a menudo, las personas se dejan llevar por sus deseos y sus ambiciones por recibir bendiciones; no pueden discernir dónde reside la esencia de la vida humana, no comprenden la importancia de conocer la soberanía del Creador y, por tanto, no aprecian esta valiosa oportunidad de entrar en el mundo humano para experimentar la vida humana, la soberanía del Creador, y no se dan cuenta de lo inestimable que es para un ser creado recibir la dirección personal del Creador. Así pues, digo que esas personas que quieren que la obra de Dios acabe rápidamente, que desean que Dios organice el final del hombre tan pronto como sea posible, de forma que puedan observar inmediatamente Su persona real y ser pronto bendecidas, son culpables del peor tipo de desobediencia e insensatas en extremo. Y aquellos que desean, durante su tiempo limitado, aprovechar esta oportunidad única de conocer la soberanía del Creador, son las personas sabias, las brillantes. Estos dos deseos diferentes exponen dos perspectivas y búsquedas inmensamente diferentes: aquellos que buscan bendiciones son egoístas y viles; no muestran consideración por la voluntad de Dios, nunca buscan conocer Su soberanía, nunca quieren someterse a ella, simplemente quieren vivir como les place. Son degenerados despreocupados; son la categoría que será destruida. Aquellos que buscan conocer a Dios son capaces de dejar de lado sus deseos, están dispuestos a someterse a la soberanía y los arreglos de Dios; intentan ser la clase de personas sumisas a la autoridad de Dios y satisfacer el deseo de Dios. Tales personas viven en la luz, en medio de las bendiciones de Dios; serán elogiados sin duda por Dios. Sea como sea, la decisión humana es inútil, los humanos no tienen nada que decir sobre cuánto durará la obra de Dios. Es mejor para las personas entregarse a merced de Dios, someterse a Su soberanía. Si no te entregas a Su merced, ¿qué puedes hacer? ¿Sufrirá Dios una pérdida? Si no te entregas a Su merced, si intentas estar a cargo, estás tomando una decisión insensata y eres el único que sufrirá una pérdida al final. Sólo si las personas cooperan con Dios lo más pronto posible, sólo si se dan prisa en aceptar Sus orquestaciones, conocer Su autoridad, y reconocen todo lo que Él ha hecho por ellas, tendrán esperanza, no vivirán sus vidas en vano, alcanzarán la salvación.
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Todo el mundo siente que la gestión de Dios es extraña, porque las personas piensan que la misma no está en absoluto relacionada con el hombre. Piensan que esta gestión es una tarea de Dios únicamente, que son Sus asuntos, y que la humanidad es indiferente a la misma. De esta forma, la salvación de la humanidad se ha vuelto confusa e indistinta, y ahora solamente retórica vacía. Aunque el hombre sigue a Dios con el fin de ser salvado y entrar en el hermoso destino, no se preocupa por cómo gestiona Él Su obra. El hombre no se preocupa por lo que Dios planea hacer y la parte que debe desempeñar con el fin de ser salvado. ¡Qué trágico! La salvación del hombre es inseparable de la gestión de Dios y menos aún puede divorciarse de Su plan. Sin embargo, el hombre no piensa nada de la gestión de Dios, y cada vez se distancia más de Él. En consecuencia, una creciente cantidad de personas se está convirtiendo en seguidora de Dios sin conocer cosas estrechamente relacionadas con la salvación del hombre, como qué es la creación, qué es la creencia en Él, cómo adorarle, etc. En este punto debemos tener, pues, una charla sobre la gestión de Dios, de manera que cada seguidor pueda saber claramente el significado de seguir a Dios y creer en Él. También podrán elegir de forma más precisa el camino que deben pisar, en vez de seguir a Dios únicamente para obtener bendiciones, evitar el desastre, o tener éxito.
Aunque la gestión de Dios puede parecerle profunda al hombre, no le resulta incomprensible, porque toda Su obra está conectada a Su gestión, tiene relación con la obra de la salvación de la humanidad y concierne a la vida, al trabajo, y al destino de la humanidad. Se podría decir que la obra que Dios hace en medio del hombre y en él es muy actual y está llena de sentido. El hombre puede verla, experimentarla, y está lejos de ser abstracta. Si el hombre es incapaz de aceptar toda la obra que Dios hace, ¿cuál es entonces el sentido de esta obra? ¿Y cómo puede llevar esa gestión a la salvación del hombre? Muchos de los que siguen a Dios sólo se preocupan por cómo obtener bendiciones y evitar el desastre. A la mención de la obra y la gestión de Dios, quedan en silencio y pierden todo el interés. Creen que conocer tales cuestiones tediosas no desarrollará sus vidas ni será beneficioso y, así, aunque han oído mensajes acerca de la gestión de Dios, los tratan como si nada. No los ven como algo precioso que se debe aceptar, y menos aún lo reciben como parte de sus vidas. Esas personas tienen un objetivo muy simple al seguir a Dios: obtener bendición, y son demasiado perezosas para atender a cualquier cosa que no implique este objetivo. Para ellas, creer en Dios para obtener bendiciones es la más legítima de las metas y el propio valor de su fe. Cualquier cosa que no logre este objetivo no les afecta. Tal es el caso de la mayoría de los que creen en Dios hoy. Su objetivo y su motivación parecen legítimos porque, al mismo tiempo que creen en Dios, también se gastan para Él, se dedican a Él, y cumplen su obligación. Entregan su juventud, abandonan a la familia y su trabajo, e incluso pasan años ocupados lejos de su hogar. Por causa de su objetivo definitivo, cambian sus intereses, alteran su perspectiva en la vida, e incluso cambian la dirección que buscan, pero no pueden cambiar el objetivo de su creencia en Dios. Corretean por la gestión de sus propios ideales; no importa cuán lejos esté el camino ni cuántas dificultades y obstáculos haya a lo largo del mismo, se mantienen firmes y sin miedo a la muerte. ¿Qué poder les hace continuar entregándose de esta forma? ¿Es su conciencia? ¿Es su carácter excelente y noble? ¿Es su determinación a luchar con las fuerzas del mal hasta el mismo final? ¿Es su fe en la que dan testimonio de Dios sin buscar recompensa? ¿Es su lealtad por la que están dispuestos a entregarlo todo para cumplir la voluntad de Dios? ¿O es su espíritu de devoción en el que siempre han renunciado a exigencias personales extravagantes? ¡Que personas que nunca han conocido la obra del plan de gestión de Dios den tanto, es simplemente un milagro maravilloso! Por el momento, no expongamos cuánto han dado estas personas. Sin embargo, su comportamiento es muy digno de nuestro análisis. Aparte de los beneficios tan estrechamente asociados con ellos, ¿podría existir alguna otra razón para estas personas que nunca entienden a Dios den tanto por Él? En esto, descubrimos un problema previamente no identificado: la relación del hombre con Dios es simplemente de puro interés personal. Es la relación entre el receptor y el dador de las bendiciones. En palabras claras, es como la relación entre empleado y empleador. El primero sólo trabaja para recibir las recompensas concedidas por el segundo. En una relación como esta, no hay afecto, sólo un trato; no hay un amar y ser amado, sólo caridad y misericordia; no hay entendimiento, sólo resignación y decepción; no hay intimidad, sólo un abismo sobre el que no se puede tender un puente. Cuando las cosas llegan a este punto, ¿quién es capaz de revertir tal tendencia? ¿Y cuántas personas son capaces de entender verdaderamente cuán desesperada se ha vuelto esta relación? Creo que cuando las personas se sumergen en el gozo de ser bendecidas, nadie puede imaginar cuán embarazosa y desagradable es una relación así con Dios.
Lo más triste acerca de la creencia de la humanidad en Dios es que el hombre dirige su propia gestión en medio de la obra de Dios y no presta atención a Su gestión. El fracaso más grande del hombre reside en cómo, al mismo tiempo que busca someterse a Dios y adorarlo, está construyendo su propio destino ideal y calculando cómo recibir la mayor bendición y el mejor destino. Incluso si las personas entienden cuán despreciables, odiosas, y patéticas son, ¿cuántas podrían abandonar de inmediato sus ideales y esperanzas? ¿Y quién es capaz de detener sus propios pasos y dejar de pensar en sí mismo? Dios necesita a los que cooperarán estrechamente con Él y completarán Su gestión. Él requiere a aquellos que entregarán su mente y su cuerpo a la obra de Su gestión con el fin de que se sometan a Él; no necesita personas que tenderán sus manos y le suplicarán cada día, mucho menos aquellos que dan un poco y después esperar a que se les devuelva el favor. Dios desprecia a los que hacen una pequeña contribución y después de quedan en los laureles. Aborrece a esas personas con sangre fría que se ofenden con la obra de Su gestión y sólo quieren hablar sobre ir al cielo y obtener bendiciones. Aborrece aún más a los que se aprovechan de la oportunidad presentada por la obra que Él hace al salvar a la humanidad. Eso es debido a que estas personas nunca se han preocupado por lo que Dios desea conseguir y adquirir por medio de la obra de Su gestión. Sólo lo hacen por cómo pueden usar la oportunidad provista por la obra de Dios para obtener bendiciones. Son insensibles al corazón de Dios, preocupados totalmente por su propio futuro y destino. Los que se ofenden con la obra de gestión de Dios y no tienen el más mínimo interés en cómo salva Él a la humanidad y en Su voluntad, están todos haciendo lo que les place independientemente de la obra de gestión de Dios. Él no recuerda su comportamiento ni lo aprueba, y mucho menos lo mira con favor.
Cuántas criaturas existen viviendo y reproduciéndose en la vasta expansión del universo, siguiendo la ley de la vida una y otra vez, ciñéndose a una norma continua. Los que mueren se llevan con ellos las historias de los vivos, y estos repiten la misma trágica historia de los que han muerto. Y así, la humanidad no puede evitar preguntarse: ¿por qué vivimos? ¿Y por qué tenemos que morir? ¿Quién domina este mundo? ¿Y quién creó a esta humanidad? ¿Fue la humanidad realmente creada por la Madre Naturaleza? ¿Controla realmente la humanidad su propio destino?… Durante miles de años, la humanidad ha hecho estas preguntas, una y otra vez. Desgraciadamente, cuando más se ha obsesionado con ellas, más se ha desarrollado una sed por la ciencia. Esta ofrece una breve gratificación y un disfrute temporal de la carne, pero está lejos de ser suficiente para liberar a la humanidad de la soledad, el aislamiento, el terror y el desamparo apenas encubiertos en lo profundo de su alma. La humanidad usa simplemente el conocimiento científico que el ojo humano puede ver y el cerebro comprender para anestesiar su corazón. No obstante, ese conocimiento científico no puede hacer que la humanidad deje de explorar misterios. La humanidad no sabe quién es el Soberano de todas las cosas en el universo, y mucho menos el principio y el futuro de sí misma. Simplemente vive, forzosamente, en medio de esta ley. Nadie puede escapar de ello y nadie puede cambiarlo, porque entre todas las cosas y en los cielos sólo hay Uno desde la eternidad hasta la eternidad que tiene la soberanía sobre todas las cosas. Él es Aquel que el hombre nunca ha visto, que la humanidad nunca ha conocido, en cuya existencia nunca ha creído, pero que sopló aliento en sus ancestros y dio vida a la humanidad. Él es Aquel que provee y alimenta a la humanidad para su existencia, y la guía hasta el día presente. Además, Él y sólo Él es de quien depende la humanidad para su supervivencia. Tiene la soberanía sobre todas las cosas y domina a todos los seres vivos debajo del universo. Domina las cuatro estaciones, y es quien convoca al viento, la escarcha, la nieve y la lluvia. Él da el sol a la humanidad y trae la venida de la noche. Él fue quien estableció los cielos y la tierra, proveyendo al hombre montañas, lagos y ríos, así como todas las cosas vivientes en ellos. Sus hechos están en todas partes, Su poder está en todas partes, Su sabiduría está en todas partes y Su autoridad está en todas partes. Cada una de estas leyes y normas son la representación de Sus hechos, y cada uno de ellos revela Su sabiduría y autoridad. ¿Quién puede eximirse de Su soberanía? ¿Y quién puede liberarse de Sus designios? Todas las cosas existen bajo Su mirada, y además todas viven bajo Su soberanía. Sus hechos y Su poder dejan a la humanidad con la única elección de reconocer el hecho de que Él existe realmente y tiene soberanía sobre todas las cosas. Ninguna otra cosa aparte de Él puede dominar el universo, y menos aún proveer incesantemente para esta humanidad. Al margen de que seas capaz de reconocer los hechos de Dios, y creer en Su existencia, no hay duda de que tu destino se encuentra en la ordenación de Dios, y de que Él siempre tendrá soberanía sobre todas las cosas. Su existencia y autoridad no se predican en función de que el hombre pueda o no reconocerlas y comprenderlas. Sólo Él conoce el pasado, el presente y el futuro del hombre, y sólo Él puede determinar el destino de la humanidad. Independientemente de que seas capaz de aceptar este hecho, no pasará mucho tiempo antes de que esta presencie todo esto con sus propios ojos, y esta es la realidad que Dios pronto sacará a la luz. La humanidad vive y muere bajo los ojos de Dios. Vive para la gestión de Dios, y cuando sus ojos se cierran para el tiempo final, también es por esa misma gestión. Una y otra vez, el hombre va hacia atrás y hacia adelante. Sin excepción, todo forma parte de la soberanía y de los designios de Dios. Su gestión siempre está avanzando y nunca ha cesado. Él hará a la humanidad consciente de Su existencia, que confíe en Su soberanía, vea Sus hechos, y vuelva a Su reino. Este es Su plan, y la obra que Él ha estado llevando a cabo durante miles de años.
La obra de la gestión de Dios comenzó en la creación del mundo, y el hombre se encuentra en el núcleo de la misma. Puede decirse que la creación de todas las cosas por parte de Dios es por causa del hombre. Como la obra de Su gestión se extiende a lo largo de miles de años, y no se lleva a cabo en el espacio de simples minutos o segundos, o de un pestañeo, o a lo largo de un año o dos, Él tuvo que crear más cosas necesarias para la supervivencia del hombre, como el sol, la luna, todo tipo de criaturas vivientes, y alimentos y un entorno vivo para la humanidad. Este fue el comienzo del plan de gestión de Dios.
Después de eso, Dios entregó la humanidad a Satanás, el hombre vivió bajo su dominio, y esto llevó gradualmente a la obra de Dios de la primera etapa: la historia de la Era de la Ley… Durante varios miles de años de la Era de la Ley, la humanidad se acostumbró a la dirección de esta, empezó a tomársela a la ligera, y gradualmente dejó el cuidado de Dios. Así, al mismo tiempo que se adhirieron a la ley, también adoraron a ídolos y cometieron actos malvados. Quedaron sin la protección de Jehová, y se limitaron a vivir su vida delante del altar en el templo. En realidad, la obra de Dios los había abandonado hacía mucho, y aunque los israelitas seguían adheridos a la ley, pronunciaban el nombre de Jehová, y hasta creían con orgullo que sólo ellos eran el pueblo de Jehová y Sus escogidos, la gloria de Dios los abandonó silenciosamente…
Cuando Dios hace Su obra, siempre abandona un lugar en silencio mientras lleva a cabo con delicadeza la nueva obra que comienza en otra parte. Esto les parece increíble a las personas que están entumecidas. Estas siempre han valorado lo viejo y han considerado las cosas nuevas y poco familiares con hostilidad, o las han visto como un fastidio. Y así, cualquiera que sea la nueva obra que Dios haga, desde el principio hasta el final, el hombre es el último en saber de ella entre todas las cosas.
Como siempre ha sido el caso, después de la obra de Jehová en la Era de la Ley, Dios empezó Su nueva obra en la segunda etapa: asumiendo la carne, encarnándose como hombre durante diez, veinte años, y hablando y haciendo Su obra entre los creyentes. Pero sin excepción, nadie sabía, y sólo un pequeño número de personas reconocía que Él era Dios hecho carne después de que el Señor Jesús fuera clavado en la cruz y resucitara. De forma problemática, apareció uno llamado Pablo, que se puso en enemistad mortal con Dios. Incluso después de ser derribado y de convertirse en apóstol, su vieja naturaleza no cambió, y escribió muchas epístolas. Tristemente, generaciones posteriores tomaron sus epístolas como palabras de Dios para ser disfrutadas, hasta el punto de que fueron incluidas en el Nuevo Testamento y confundidas con las palabras habladas por Dios. Esta es verdaderamente una gran desgracia desde la llegada de la Escritura. ¿Y no se cometió este error por la insensatez del hombre? Poco sabían que, en los relatos de la obra de Dios en la Era de la Gracia, las epístolas o escritos espirituales del hombre simplemente no deberían estar ahí para sustituir a la obra y las palabras de Dios. Pero esto es irrelevante, así que volvamos a nuestro tema original. Tan pronto como la segunda etapa de la obra de Dios se completó —después de la crucifixión—, Su obra de recuperar al hombre del pecado (es decir, de las manos de Satanás) se cumplió. Y así, desde ese momento en adelante, la humanidad sólo tuvo que aceptar al Señor Jesús como el Salvador para que sus pecados fueran perdonados. Nominalmente hablando, los pecados del hombre ya no eran más una barrera para la consecución de su salvación y para presentarse delante de Dios, ni eran ya más la influencia por la que Satanás acusaba al hombre. Esto se debe a que Dios mismo había hecho una obra real, se había convertido en la semejanza y la muestra de la carne pecaminosa, y Él mismo era la ofrenda por el pecado. De esta forma, el hombre descendió de la cruz, siendo redimido y salvado gracias a la carne de Dios, la semejanza de esta carne pecaminosa. Y así, después de haber sido hecho cautivo por Satanás, el hombre se acercó un paso más hacia la aceptación de la salvación delante de Dios. Por supuesto, esta etapa de la obra fue la gestión de Dios que iba un paso por delante de la Era de la Ley, y cuyo nivel era más profundo que esta.
Así es la gestión de Dios: entregar la humanidad a Satanás —una humanidad que no sabe qué es Dios, qué es el Creador, cómo adorar a Dios y por qué es necesario someterse a Él— y dar rienda suelta a la corrupción de Satanás. Paso a paso, Dios recupera al hombre de las manos de Satanás, hasta que adora al primero y rechaza al segundo. Esta es la gestión de Dios. Todo esto suena a historia mitológica; y parece sorprendente. Las personas sienten que es como una historia mitológica, y eso se debe a que no tienen ni idea de cuánto ha pasado al hombre a lo largo de los últimos varios miles de años, y mucho menos cuántas historias han acontecido en la expansión de este universo. Además, eso se debe a que no pueden apreciar el mundo más asombroso, que induce al miedo, que existe más allá del mundo material, pero que sus ojos mortales les evitan ver. Esto parece incomprensible para el hombre, y se debe a que este no tiene entendimiento del sentido de la salvación de la humanidad por parte de Dios y de Su obra de gestión ni comprende cómo desea Él que sea la humanidad en última instancia. ¿Es una humanidad parecida a Adán y Eva, no corrompida por Satanás? ¡No! La gestión de Dios tiene el fin de ganar a un grupo de personas que adoren a Dios y se sometan a Él. Esta humanidad ha sido corrompida por Satanás, pero ya no lo ve como su padre; reconoce el feo rostro de Satanás, y lo rechaza, y viene delante de Dios para aceptar Su juicio y castigo. Sabe lo que es feo, y cómo contrasta con lo que es santo, y reconoce la grandeza de Dios y la maldad de Satanás. Una humanidad como esta ya no trabajará más para él ni lo adorará, ni lo consagrará. Es porque es un grupo de personas a las que Dios ha ganado de verdad. Este es el sentido de la gestión de la humanidad por parte de Dios. Durante Su obra de gestión en este tiempo, la humanidad es el objeto de la corrupción de Satanás, y a la vez lo es de la salvación de Dios, así como el producto por el que luchan Dios y Satanás. Al mismo tiempo que lleva a cabo Su obra, Dios recupera gradualmente al hombre de las manos de Satanás y, por tanto, el ser humano se acerca cada vez más a Él…
Y después vino la Era del Reino, que es una etapa más actual de la obra y sigue siendo la más dura de aceptar para el hombre. Esto es así porque, cuanto más se acerca el hombre a Dios, más se acerca a él Su vara, y Su rostro aparece con mayor claridad delante de él. Después de la redención de la humanidad, el hombre regresa oficialmente a la familia de Dios. Él pensaba que ahora era el momento de disfrutar, pero está sujeto a un asalto frontal total por parte de Dios como nadie ha previsto nunca. Al final, es un bautismo que el pueblo de Dios tiene que “disfrutar”. Bajo ese tratamiento, las personas no tienen más elección que pensar para sí: yo soy el cordero perdido durante muchos años, por el cual Dios gastó tanto para comprarlo de vuelta; entonces, ¿por qué me trata Él así? ¿Es esta la forma en que Dios se ríe de mí, y me revela?… En el transcurso de los años, el hombre se ha curtido, ha experimentado la dificultad del refinamiento y el castigo. Aunque el hombre ha perdido la “gloria” y el “romance” de tiempos pasados, ha llegado a entender inconscientemente la verdad de ser un hombre, y a apreciar los años de devoción de Dios para salvar a la humanidad. El hombre comienza a aborrecer lentamente su propia barbarie. Empieza a odiar lo salvaje que es, y todas las malinterpretaciones sobre Dios, y las exigencias irracionales que él le ha puesto. El tiempo no puede revertirse; los acontecimientos pasados se convierten en pesarosos recuerdos del hombre, y las palabras y el amor de Dios pasan a ser la fuerza impulsora de la nueva vida del hombre. Las heridas de este se curan día tras día, su fortaleza vuelve y él se pone en pie y mira el rostro del Todopoderoso… sólo para descubrir que Él siempre ha estado a mi lado, y que Su sonrisa y Su hermoso rostro siguen siendo tan conmovedores. Su corazón se sigue preocupando por la humanidad que Él creó, y Sus manos siguen siendo tan cálidas y poderosas como lo eran al principio. Es como si el hombre regresara al jardín del Edén, pero esta vez ya no escucha las seducciones de la serpiente, ya no se aleja del rostro de Jehová. El hombre se arrodilla delante de Dios, mira Su rostro sonriente, y ofrece su sacrificio más valioso: ¡Oh mi Señor, mi Dios!
El amor y la compasión de Dios impregnan cada detalle de Su obra de gestión, e independientemente de si las personas son o no capaces de entender las buenas intenciones de Dios, Él sigue haciendo sin descanso la obra que pretende cumplir. Sin importar cuánto entienden las personas de la gestión de Dios, todos pueden apreciar los beneficios y la ayuda de la obra realizada por Él. Hoy, quizás no hayas sentido nada del amor o la vida provistos por Dios, pero mientras no lo abandones ni renuncies a tu determinación de buscar la verdad, siempre habrá un día en el que la sonrisa de Dios se te revelará. Porque la meta de la obra de Dios consiste en recuperar a la humanidad que se encuentra bajo el dominio de Satanás, no abandonar a la humanidad corrompida por este y que se opone a Él.
23 de septiembre de 2005
嗨 弟兄姊妹 早上好
早上美好的时间。我们继续来阅读全能上帝的话
约伯的故事是我们学习的典范
因为约伯是一个敬畏神远离恶的人
这个故事不管我们有没有阅读过,看看上帝怎么看待约伯的故事……
Hola hermanos y hermanas. Buenos días 💗💗
Buen momento por la mañana. Sigamos leyendo las palabras de Dios Todopoderoso☕☕
La historia de Job es un modelo a seguir para nosotros🙌🙌
Porque Job fue un hombre que teme a Dios y se aparta del mal 🙇🙇
No importa si hayamos leído esta historia o no, veamos lo que Dios piensa de la historia de Job ......
https://www.kingdomsalvation.org/es/recital-god-work-disposition-3-6.html
https://www.youtube.com/watch?v=2FAb3fjD-hA
El testimonio de Job trae consuelo a Dios
Si os digo ahora que Job es un hombre encantador, quizás no seáis capaces de apreciar el sentido subyacente a estas palabras ni de comprender el sentimiento que respalda la razón por la que he hablado todas estas cosas; pero esperad hasta el día cuando hayáis experimentado las mismas pruebas que Job o parecidas, cuando hayáis pasado por la adversidad, cuando hayáis experimentado pruebas dispuestas personalmente por Dios para vosotros; cuando des todo tu ser, y soportes la humillación y las dificultades a fin de prevalecer sobre Satanás y dar testimonio de Dios en medio de las tentaciones, entonces podrás apreciar la relevancia de estas palabras que pronuncio. En ese momento, te sentirás infinitamente inferior a Job, sentirás lo encantador que es y lo digno de ser emulado; cuando llegue ese tiempo, te darás cuenta de la importancia de estas palabras clásicas proferidas por Job para quien sea corrupto y viva en estos tiempos, así como de lo difícil que les resulta a las personas de hoy conseguir lo que Job logró. Cuando te parezca difícil, apreciarás cuán angustiado y preocupado está el corazón de Dios, cuán alto es el precio pagado por Él para ganar a esas personas, y cuán precioso es lo que Él hizo e invirtió por la humanidad. Ahora que habéis oído estas palabras, ¿tenéis un entendimiento preciso y una valoración correcta de Job? A vuestros ojos, ¿era Job un hombre verdaderamente perfecto y recto que temía a Dios y se apartaba del mal? Creo que la mayoría de las personas dirán sin duda que sí. Y es que las realidades del comportamiento de Job y lo que este reveló son innegables para cualquier hombre y para Satanás. Son la prueba más poderosa de su triunfo sobre este. La prueba se produjo en Job, y fue el primer testimonio que Dios recibió. Por consiguiente, cuando triunfó en las tentaciones de Satanás y dio testimonio de Él, Dios vio esperanza en Job, y esto consoló Su corazón. Desde la creación hasta él, fue la primera vez que Dios experimentó lo que era el consuelo, y lo que significaba ser reconfortado por el hombre, y era la primera vez que veía y obtenía un testimonio verdadero sobre Él.
Confío en que, habiendo oído el testimonio y los relatos de los diversos aspectos de Job, la mayoría de las personas tengan planes para el camino que se presenta ante ellos. También espero que estas, llenas de inquietud y miedo, empiecen a relajarse lentamente en cuerpo y en mente, y a sentirse poco a poco aliviadas…
Los pasajes siguientes también son relatos sobre Job. Continuemos leyendo.
4. Mediante su capacidad auditiva, Job ha escuchado hablar de Dios
(Job 9:11) Ved, Él pasa por mi lado y no lo veo; Él también pasa, pero yo no lo percibo.
(Job 23:8-9) Ved, yo voy de frente pero Él no está ahí; y hacia atrás pero no lo puedo percibir; en la mano izquierda, donde Él trabaja pero no puedo contemplar; Él se esconde en la mano derecha donde no lo puedo ver.
(Job 42:2-6) Sé que puedes hacer todo y que ningún pensamiento se te puede esconder. ¿Quién es el que esconde el consejo sin conocimiento? Por lo tanto, he dicho lo que no he entendido; cosas tan maravillosas para mí que yo no sabía. Escucha, te ruego, y hablaré; te preguntaré y Tú me contestarás. He sabido de Ti solo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Es por eso que me aborrezco y me arrepiento echado sobre polvo y cenizas.
Aunque Dios no se ha revelado a Job, él cree en Su soberanía
¿Cuál es la idea central de estas palabras? ¿Os habéis dado cuenta de que aquí hay una realidad? En primer lugar, ¿cómo supo Job que había un Dios? ¿Y cómo sabía que los cielos y la tierra, y todas las cosas, son gobernados por Dios? Hay un pasaje que responde estas dos preguntas: “He sabido de Ti solo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Es por eso que me aborrezco y me arrepiento echado sobre polvo y cenizas” (Job 42:5-6). De estas palabras aprendemos que, en lugar de haber visto a Dios con sus propios ojos, Job había sabido de Él a partir de la leyenda. Bajo estas circunstancias comenzó a andar por el camino de seguir a Dios, tras lo cual confirmó Su existencia en su vida, y entre todas las cosas. Aquí encontramos un hecho innegable; ¿cuál es? A pesar de ser capaz de seguir el camino de temer a Dios y apartarse del mal, Job nunca lo había visto. ¿Acaso no era igual, en esto, a las personas actuales? Job nunca había visto a Dios, lo que implica que aunque había oído de Él, no sabía dónde estaba, cómo era ni qué estaba haciendo; todos estos son factores subjetivos; objetivamente hablando, aunque seguía a Dios, Él nunca se le apareció ni le habló. ¿No es esto una realidad? Aunque Él no le había hablado a Job ni le había dado ningún mandamiento, este había visto Su existencia, observaba Su soberanía entre todas las cosas y en leyendas en las que había oído de Dios mediante el sentido auditivo, tras lo cual comenzó a vivir temiendo a Dios y apartándose del mal. Estos eran los orígenes y el proceso por los cuales Job seguía a Dios. Pero, independientemente de su forma de temerle y de apartarse del mal, de cómo se agarrara firmemente a su integridad, Dios nunca se le apareció. Leamos este pasaje. Él dijo: “Ved, Él pasa por mi lado y no lo veo; Él también pasa, pero yo no lo percibo” (Job 9:11). Lo que estas palabras están indicando es que Job podría, o no, haber sentido a Dios a su alrededor; sin embargo, nunca lo pudo ver. Había momentos en los que se lo imaginaba pasando delante de él, actuando, o guiando al ser hombre, pero nunca lo había conocido. Dios viene al hombre cuando este no lo espera; el ser humano no sabe cuándo Dios viene a él ni dónde lo hace, porque no puede verlo y, por tanto, para el hombre Dios está escondido de él.
Las citas de la Biblia en este artículo han sido traducidas de AKJV.
La fe de Job en Dios no se tambalea porque Él esté escondido de él
En el siguiente pasaje de las escrituras, Job dice: “Ved, yo voy de frente pero Él no está ahí; y hacia atrás pero no lo puedo percibir; en la mano izquierda, donde Él trabaja pero no puedo contemplar; Él se esconde en la mano derecha donde no lo puedo ver” (Job 23:8-9). En este relato, aprendemos que en las experiencias de Job, Dios se había escondido totalmente de él; no se le había aparecido ni le había hablado abiertamente palabra alguna, pero en su corazón, Job confiaba en la existencia de Dios. Siempre había creído que Él podía estar caminando delante de él, o actuando a su lado, y que aunque no podía verlo, estaba junto a él gobernando su todo. Job nunca había visto a Dios, pero podía mantenerse fiel a su fe, algo que ninguna otra persona podía hacer. ¿Y por qué no? Porque Dios no habló a Job ni se le apareció, y si no hubiera creído de verdad, no habría podido seguir adelante ni haberse aferrado al camino de temer a Dios y apartarse del mal. ¿No es esto cierto? ¿Cómo te sientes cuando lees sobre Job pronunciando estas palabras? ¿Sientes que la perfección y la rectitud de Job, y su justicia delante de Dios, son reales y no una exageración por parte de Dios? Aunque Él tratara a Job igual que a otras personas, y no se le apareciera ni le hablara, él seguía firme en su integridad, continuaba creyendo en Su soberanía y, además, ofrecía con frecuencia holocaustos y oraba delante de Dios como consecuencia de su miedo a ofenderle. En su capacidad de temerle sin haberlo visto, percibimos cuánto amaba las cosas positivas, y cuán firme y real era su fe. No negaba la existencia de Dios porque estuviera escondido de él ni perdía su fe, abandonándolo por no haberle visto nunca. En su lugar, en medio de la obra oculta de Dios de gobernar todas las cosas, había sido consciente de Su existencia, y sentía Su soberanía y Su poder. No dejó de ser recto porque Dios estuviera escondido ni abandonó el camino de temerle y apartarse del mal porque Él nunca se le apareciera. Job nunca había pedido que Dios se le manifestara abiertamente para demostrar Su existencia, porque ya había observado Su soberanía en medio de todas las cosas, y creía haber obtenido las bendiciones y las gracias que otros no habían recibido. Aunque Dios seguía escondido para él, su fe en Él nunca se tambaleó. Así pues, cosechó lo que nadie más tenía: la aprobación y la bendición de Dios.
Job bendice el nombre de Dios y no piensa en las bendiciones o el desastre
Hay un hecho al que nunca se hace referencia en las historias de Job en las Escrituras, y hoy nos centraremos en él. Aunque Job nunca había visto a Dios ni había oído Sus palabras con sus propios oídos, Él tenía un lugar en su corazón. ¿Y cuál era la actitud de Job hacia Dios? Era, como ya mencionamos anteriormente, “bendito sea el nombre de Jehová”. Bendecía el nombre de Dios de manera incondicional, sin reservas y sin razones. Vemos que le había entregado su corazón, permitiendo que Él lo controlara; todo lo que pensaba, lo que decidía, y lo que planeaba en su corazón estaba expuesto abiertamente para Dios y no cerrado a Él. Su corazón no se oponía a Él, y nunca le pidió que hiciera algo por él, que le concediera algo ni albergó deseos extravagantes de conseguir alguna cosa por su adoración a Dios. Job no habló de negocios con Dios, y no le pidió ni le exigió nada. Alababa Su nombre por el gran poder y autoridad de este en Su dominio de todas las cosas, y no dependía de si obtenía bendiciones o si el desastre lo golpeaba. Job creía que, independientemente de que Dios bendiga a las personas o acarree el desastre sobre ellas, Su poder y Su autoridad no cambiarán; y así, cualesquiera que sean las circunstancias de la persona, debería alabar el nombre de Dios. Que Dios bendiga al hombre se debe a Su soberanía, y también cuando el desastre cae sobre él. El poder y la autoridad divinos dominan y organizan todo lo del hombre; los caprichos de la fortuna del ser humano son la manifestación de estos, e independientemente del punto de vista que se tenga, se debería alabar el nombre de Dios. Esto es lo que Job experimentó y llegó a conocer durante los años de su vida. Todos sus pensamientos y sus actos llegaron a los oídos de Dios, y a Su presencia, y Él los consideró importantes. Dios estimaba este conocimiento de Job, y le valoraba a él por tener un corazón así, que siempre aguardaba el mandato de Dios, en todas partes, y cualesquiera que fueran el momento o el lugar aceptaba lo que le sobreviniera. Job no le ponía exigencias a Dios. Lo que se exigía a sí mismo era esperar, aceptar, afrontar, y obedecer todas las disposiciones que procedieran de Él; creía que esa era su obligación, y que era precisamente lo que Él quería. Nunca había visto a Dios ni le había oído hablar palabra alguna, emitir mandato alguno, comunicar una enseñanza o instruirlo sobre algo. En palabras actuales, que fuera capaz de poseer semejante conocimiento de Dios y una actitud así hacia Él, aun cuando Él no le había facilitado esclarecimiento, dirección ni provisión respecto a la verdad, era algo valioso; que demostrara estas cosas bastaba para Dios, que elogió y apreció su testimonio. Job nunca le había visto ni oído pronunciar personalmente ninguna enseñanza para él, pero para Dios su corazón y él mismo eran mucho más preciados que esas personas que, delante de Él, sólo podían hablar de profundas teorías, jactarse, y departir sobre ofrecer sacrificios, pero nunca habían tenido un conocimiento verdadero de Dios ni le habían temido en realidad. Y es que el corazón de Job era puro, no estaba escondido de Dios, su humanidad era honesta y bondadosa, y amaba la justicia y lo que era positivo. Sólo un hombre así, con un corazón y una humanidad semejante era capaz de seguir el camino de Dios, de temerle y apartarse del mal. Este tipo de hombre podía ver la soberanía, la autoridad y el poder de Dios, a la vez que tenía la capacidad de lograr la obediencia a Su soberanía y a Sus disposiciones. Sólo un hombre así podía alabar realmente el nombre de Dios, porque no consideraba si Él lo bendecía o traía el desastre sobre él, porque sabía que Su mano lo controla todo, y la preocupación del hombre es señal de insensatez, ignorancia e irracionalidad, de dudas hacia la realidad de la soberanía de Dios sobre todas las cosas, y de no temerle. El conocimiento de Job era precisamente lo que Dios quería. ¿Acaso tenía Job un mayor conocimiento teórico de Dios que vosotros? La obra y las declaraciones divinas en aquella época eran muy pocas, y no resultaba fácil adquirir el conocimiento de Dios. Ese logro de Job no era una nimiedad. Él no había experimentado la obra de Dios ni le había oído hablar, ni había visto Su rostro. Que fuera capaz de tener esa actitud hacia Él era la consecuencia de su humanidad y su búsqueda personal, que las personas no poseen hoy. De ahí que, en aquel tiempo, Dios declaró: “no hay ningún otro como él en la tierra, un hombre perfecto y recto”. Él ya había efectuado esa valoración de Job y había llegado a esa conclusión. ¿Cuánto más cierta sería hoy?
Aunque Dios está escondido del hombre, Sus hechos entre todas las cosas son suficientes para que el hombre le conozca
Job no había visto el rostro de Dios ni había oído palabras pronunciadas por Él, y mucho menos experimentado personalmente Su obra; sin embargo, todos han sido testigos de su temor de Dios y de su testimonio durante las pruebas; Él los ama, se deleita en ellos y los elogia, y las personas los envidian, admiran, y además cantan sus alabanzas. No había nada extraordinario ni grandioso en su vida: como cualquier persona ordinaria, vivía una vida común y corriente: salía a trabajar al amanecer y regresaba al hogar para descansar al anochecer. La diferencia es que durante estas varias décadas poco destacables, adquirió una perspectiva del camino de Dios, fue consciente y entendió Su gran poder y Su soberanía, como ninguna otra persona lo había hecho nunca. No era más listo que cualquier otra persona común, su vida no era especialmente férrea ni, aún menos, él tampoco tenía habilidades especiales invisibles. Sin embargo, poseía una personalidad honesta, bondadosa, recta, que amaba la ecuanimidad, la justicia, y las cosas positivas, algo que la mayoría de las personas ordinarias no poseen. Diferenciaba entre el amor y el odio, tenía sentido de la justicia, era inflexible y persistente, a la vez que diligente en sus pensamientos; así, durante su tiempo común y corriente sobre la tierra vio todas las cosas extraordinarias que Dios había hecho, Su grandeza, Su santidad y Su justicia; Su preocupación por el hombre, Su gracia y Su protección sobre este, así como la honorabilidad y la autoridad del Dios supremo. La primera razón por la que Job fue capaz de obtener estas cosas, que estaban fuera del alcance de cualquier persona normal, era que tenía un corazón puro; este le pertenecía a Dios, y el Creador lo dirigía. La segunda razón era su búsqueda: procuraba ser impecable y perfecto, alguien que cumpliera la voluntad del Cielo, que fuera amado por Dios, y que se apartara del mal. Job poseía y buscaba estas cosas aunque fuera incapaz de ver a Dios u oír Sus palabras; aunque nunca le había visto, había llegado a conocer los medios por los que Él domina todas las cosas, y entendió la sabiduría con la que Él lo hace. Aunque nunca había oído las palabras habladas por Dios, Job sabía que el recompensar al hombre y el quitarle cosas, todo procede de Él. Aunque los años de su vida no fueron diferentes de los de una persona ordinaria, no permitió que lo poco destacado de su existencia afectase a su conocimiento de la soberanía de Dios sobre todas las cosas, o a seguir el camino de temer a Dios y apartarse del mal; a sus ojos, las leyes de todas las cosas estaban llenas de Sus hechos, y Su soberanía podía contemplarse en cualquier parte de la vida de la persona. No había visto a Dios, pero era capaz de darse cuenta de que Sus hechos están por todas partes, y durante su tiempo común y corriente sobre la tierra, fue capaz de ver y de ser consciente de los hechos extraordinarios y maravillosos de Dios, y Sus maravillosas disposiciones, en cada rincón de su vida. Que Dios estuviese escondido y en silencioso no le estorbó para tomar consciencia de Sus hechos ni afectó a su conocimiento de Su soberanía sobre todas las cosas. Su existencia fue la comprensión de la soberanía y de las disposiciones de Dios, quien está escondido entre todas las cosas, durante su vida cotidiana. En ella también oyó y entendió la voz del corazón de Dios y las palabras de Dios, quien permanece callado entre todas las cosas, pero que expresa la voz de Su corazón y Sus palabras al gobernar las leyes de todas las cosas. Ves, pues, que si las personas tienen la misma humanidad y búsqueda que Job, pueden obtener la misma conciencia y conocimiento, y adquirir el mismo entendimiento y conocimiento de la soberanía de Dios sobre todas las cosas que él. Dios no se le había aparecido ni le había hablado, pero él fue capaz de ser perfecto y recto, de temerle y apartarse del mal. En otras palabras, sin que Dios se le aparezca o le hable al hombre, Sus hechos entre todas las cosas y Su soberanía sobre estas son suficientes para que el ser humano sea consciente de Su existencia, Su poder y Su autoridad; estos dos últimos son suficientes para que el hombre siga el camino de temer a Dios y apartarse del mal. Si una persona corriente como Job fue capaz de hacer esto, cualquier ser humano ordinario que siga a Dios también debería poder hacerlo. Aunque estas palabras suenen, quizás, como una deducción lógica, no contraviene las leyes de las cosas. Sin embargo, los hechos no han estado a la altura de las expectativas: podría parecer que temer a Dios y apartarse del mal es terreno exclusivo de Job. Cuando se menciona “temer a Dios y apartarse del mal”, las personas piensan que sólo Job debería hacerlo, como si ese camino llevara la etiqueta con su nombre y no guardara relación con otros. La razón es clara: como sólo Job poseía una personalidad honesta, bondadosa, y recta, amaba la ecuanimidad, la justicia y las cosas positivas, sólo él podría seguir el camino de temer a Dios y apartarse del mal. Todos debéis de haber entendido la implicación aquí: como nadie posee una humanidad honesta, bondadosa y recta, que ame la ecuanimidad, la justicia y lo que es positivo, nadie puede temer a Dios y apartarse del mal; por tanto nunca podrá obtener el gozo de Dios ni mantenerse firme en medio de las pruebas. Esto significa, asimismo, que a excepción de Job, todas las personas siguen atadas y atrapadas por Satanás, todas están acusadas, atacadas y maltratadas por este, y están las que Satanás trata de tragarse; ninguna tiene libertad, son prisioneras que han sido capturadas por Satanás.
Si el corazón del hombre está enemistado con Dios, ¿cómo puede temerle y apartarse del mal?
Como las personas actuales no poseen la misma humanidad que Job, ¿qué hay de la esencia de su naturaleza, y de su actitud hacia Dios? ¿Temen a Dios? ¿Se apartan del mal? Los que no temen a Dios ni se apartan del mal sólo pueden definirse con cuatro palabras: son enemigos de Dios. Pronunciáis a menudo estas cuatro palabras, pero nunca habéis conocido su verdadero significado. Tienen contenido en sí mismas: no están diciendo que Dios vea al hombre como enemigo, sino que es el hombre quien le ve a Él así. Primero, cuando las personas comienzan a creer en Él, ¿quién no tiene sus propios objetivos, motivaciones y ambiciones? Aunque una parte de ellas crea en la existencia de Dios, y la haya visto, su creencia en Él sigue conteniendo esas motivaciones, y su objetivo final es recibir Sus bendiciones y las cosas que desean. En sus experiencias vitales piensan a menudo: He abandonado a mi familia y mi carrera por Dios, ¿y qué me ha dado Él? Debo sumarlo todo y confirmarlo: ¿He recibido bendiciones recientemente? He dado mucho durante este tiempo, he corrido y corrido, y he sufrido mucho; ¿me ha dado Dios alguna promesa a cambio? ¿Ha recordado mis buenas obras? ¿Cuál será mi final? ¿Puedo recibir Sus bendiciones?… Toda persona hace, constantemente y con frecuencia, esas cuentas en su corazón, y le ponen exigencias a Dios que incluyen sus motivaciones, sus ambiciones y sus tratos. Es decir, el hombre le está poniendo incesantemente a prueba en su corazón, ideando planes sobre Él, defendiendo ante Él su propio fin, tratando de arrancarle una declaración, viendo si Él puede o no darle lo que quiere. Al mismo tiempo que busca a Dios, el hombre no lo trata como tal. Siempre ha intentado hacer tratos con Él, exigiéndole cosas sin cesar, y hasta presionándolo a cada paso, tratando de obtener mucho dando poco. A la vez que intenta pactar con Dios, también discute con Él, e incluso los hay que, cuando les sobrevienen las pruebas o se encuentran en ciertas circunstancias, con frecuencia se vuelven débiles, pasivos y holgazanes en su trabajo, y se quejan mucho de Él. Desde que empezó a creer en Él por primera vez, el hombre lo ha considerado una cornucopia, una navaja suiza, y se ha considerado Su mayor acreedor, como si tratar de conseguir bendiciones y promesas de Dios fuera su derecho y obligación inherentes, y la responsabilidad de Dios protegerlo, cuidar de él y proveer para él. Tal es el entendimiento básico de la “creencia en Dios” de todos aquellos que creen en Él, y su comprensión más profunda del concepto de creer en Él. Desde la esencia de la naturaleza del hombre a su búsqueda subjetiva, nada tiene relación con el temor de Dios. El objetivo del hombre de creer en Dios, no es posible que tenga nada que ver con la adoración a Dios. Es decir, el hombre nunca ha considerado ni entendido que la creencia en Él requiera que se le tema y adore. A la luz de tales condiciones, la esencia del hombre es obvia. ¿Cuál es? El corazón del hombre es malicioso, alberga traición y astucia, no ama la ecuanimidad, la justicia ni lo que es positivo; además, es despreciable y codicioso. El corazón del hombre no podría estar más cerrado a Dios; no se lo ha entregado en absoluto. Él nunca ha visto el verdadero corazón del hombre ni este lo ha adorado jamás. No importa cuán grande sea el precio que Dios pague, cuánta obra Él lleve a cabo o cuánto le provea al hombre, este sigue estando ciego a ello y totalmente indiferente. El ser humano no le ha dado nunca su corazón a Dios, sólo quiere ocuparse él mismo de él, tomar sus propias decisiones; el trasfondo de esto es que no quiere seguir el camino de temer a Dios y apartarse del mal ni obedecer Su soberanía ni Sus disposiciones, ni adorar a Dios como tal. Este es el estado del hombre en la actualidad. Consideremos de nuevo a Job. Lo primero es: ¿hizo un trato con Dios? ¿Tenía motivos ocultos al aferrarse al camino de temer a Dios y apartarse del mal? En aquella época, ¿había hablado Dios a alguien sobre el fin venidero? En aquel momento, Dios no le había hecho promesas a nadie respecto al fin, y Job fue capaz de temer a Dios y apartarse del mal con ese trasfondo. ¿Salen bien paradas las personas actuales si las comparamos con Job? Hay mucha disparidad, juegan en ligas diferentes. Aunque Job no tenía mucho conocimiento de Dios, le había dado su corazón y este le pertenecía. Nunca hizo un trato con Él ni tuvo deseos o exigencias extravagantes para con Él, sino que creía que “Jehová dio y Jehová quitó”. Esto era lo que él había visto y obtenido al aferrarse al camino de temer a Dios y apartarse del mal durante muchos años de vida. De igual manera, también había llegado a la conclusión de “¿Recibiremos de la mano de Dios todas las cosas buenas y no recibiremos la maldad?”. Estas dos frases eran lo que él había visto y llegado a conocer como resultado de su actitud de obediencia a Dios, durante sus experiencias vitales. Eran, asimismo, sus armas más poderosas con las que triunfó en las tentaciones de Satanás, y el fundamento de su firmeza en el testimonio de Dios. En este punto, ¿imagináis a Job como una persona agradable? ¿Esperáis ser como él? ¿Teméis tener que pasar por las tentaciones de Satanás? ¿Estáis decididos a pedirle a Dios que os someta a las mismas pruebas que Job? Sin duda, la mayoría de las personas no se atrevería a orar por estas cosas. Es evidente, pues, que vuestra fe es lamentablemente pequeña; en comparación con Job, vuestra fe es sencillamente indigna de mención. Sois enemigos de Dios, no le teméis, sois incapaces de manteneros firmes en vuestro testimonio de Él, y de triunfar sobre los ataques, las acusaciones y las tentaciones de Satanás. ¿Qué os hace aptos para recibir las promesas de Dios? Una vez oída la historia de Job y entendido el propósito de Dios de salvar al hombre y la relevancia de la salvación del hombre, ¿tenéis ahora la fe para aceptar las mismas pruebas que Job? ¿No deberíais tener un poco de determinación para poder seguir el camino de temer a Dios y apartarse del mal?
La Biblia es un registro histórico de la obra de Dios en Israel, y documenta muchas de las predicciones de antiguos profetas, así como algunas de las declaraciones de Jehová en Su obra en ese momento. Por tanto, todas las personas consideran este libro como santo (porque Dios es santo y grande). Por supuesto, esto es todo un resultado de su reverencia por Jehová y su adoración de Dios. Las personas se refieren así a este libro, sólo porque las creaciones de Dios son tan veneradoras y adoradoras de su Creador, y están incluso aquellos que catalogan a este libro de libro celestial. En realidad, es simplemente un registro humano. Jehová no lo tituló personalmente ni guió su creación. Es decir, el autor de este libro no es Dios, sino los hombres. La Santa Biblia sólo es el título respetuoso que el hombre le ha dado. No fue decidido por Jehová y Jesús tras un debate entre Ellos; no es nada más que una idea humana. Porque Jehová no escribió este libro, y mucho menos Jesús, sino que son los relatos escritos por muchos antiguos profetas, apóstoles y adivinos, recopilados por generaciones posteriores en un libro de escritos antiguos que, para las personas, parece especialmente santo, un libro que en su opinión contiene muchos misterios insondables y profundos que están esperando a ser descubiertos por generaciones futuras. Así pues, las personas están aún más dispuestas a creer que este libro es un libro celestial. Con el añadido de los Cuatro Evangelios y el libro del Apocalipsis, la actitud de las personas hacia él es particularmente diferente de la que tienen hacia cualquier otro libro y, por tanto, nadie se atreve a diseccionar este “libro celestial”, porque es demasiado “sagrado”.
¿Por qué, tan pronto como las personas leen la Biblia, son capaces de encontrar una senda apropiada para practicar en ella? ¿Por qué son capaces de ganar muchas cosas que eran incomprensibles para ellos? Hoy, estoy diseccionando la Biblia de esta forma y eso no significa que la aborrezca, o que niegue su valor como referencia. Te estoy explicando y aclarando el valor inherente y los orígenes de la Biblia para que no sigas atrapado en las tinieblas. Porque las personas tienen muchas opiniones sobre ella, y la mayoría de ellas son equivocadas; leer la Biblia de esta forma no sólo evita que obtengan lo que deberían, sino, más importante, obstaculiza la obra que pretendo hacer. Interfiere tremendamente con la obra del futuro, y sólo ofrece inconvenientes, no ventajas. Por tanto, lo que te estoy enseñando es simplemente la esencia y la historia interna de la Biblia. No te estoy pidiendo que no la leas, o que vayas por ahí proclamando que está desprovista de valor, sino solo que tengas el conocimiento y la opinión correctos de ella. ¡No seas demasiado parcial! Aunque la Biblia es un libro de historia escrito por los hombres, también documenta muchos de los principios por los cuales los antiguos santos y profetas servían a Dios, así como las experiencias de los apóstoles recientes en su servicio a Él; todo lo cual fue verdaderamente visto y conocido por estas personas, y puede servir de referencia para las personas de esta era en su búsqueda del camino verdadero. Por tanto, al leer la Biblia, las personas también pueden aprender muchos caminos de vida que no pueden encontrarse en otros libros. Estos caminos son los caminos de vida de la obra del Espíritu Santo, experimentados por profetas y apóstoles en eras pasadas; muchas de las palabras son valiosas y pueden proveer lo que las personas necesitan. Por tanto, a todas las personas les gusta leer la Biblia. Como hay tanto escondido en ella, las opiniones de las personas sobre ella son diferentes de las que tienen sobre los escritos de grandes figuras espirituales. La Biblia es un registro y una colección de las experiencias y el conocimiento de personas que sirvieron a Jehová y Jesús en la antigua era y en la nueva; así, generaciones posteriores han sido capaces de obtener de ella mucha ilustración, iluminación y sendas para practicar. La razón por la que la Biblia es más elevada que los escritos de cualquier gran figura espiritual es que sus escritos se sacan de la Biblia, sus experiencias proceden todas de ella, y todos la explican. Así pues, aunque las personas puedan obtener provisión de los libros de cualquier gran figura espiritual, siguen adorando la Biblia, ¡porque parece muy elevada y profunda para ellos! Aunque la Biblia reúne algunos de los libros de las palabras de vida, como las epístolas de Pablo y las de Pedro, y aunque estos libros pueden proveer para las personas y ayudarles, los mismos siguen siendo obsoletos, siguen perteneciendo a la era antigua, y por muy buenos que sean, sólo son apropiados para un período, y no son eternos. Y es que la obra de Dios siempre está desarrollándose, y no puede simplemente detenerse en la época de Pablo y Pedro, o permanecer siempre en la Era de la Gracia en la que Jesús fue crucificado. Por tanto, estos libros sólo son apropiados para la Era de la Gracia, no para la Era del Reino de los últimos días. Sólo pueden proveer para los creyentes de la Era de la Gracia, no para los santos de la Era del Reino; y por muy buenos que sean, siguen siendo obsoletos. Ocurre lo mismo con la obra de creación de Jehová o Su obra en Israel: por muy grande que fuera, llegaría a estar obsoleta, y llegaría el tiempo en el que pasaría. La obra de Dios también es igual: es grande, pero llegará un momento en el que termine; no siempre puede permanecer en medio de la obra de la creación ni entre la de la crucifixión. No importa cuán convincente fue la obra de la crucifixión ni lo efectiva que fue en la derrota de Satanás; la obra sigue siendo, después de todo, obra, y las eras siguen siendo, después de todo, eras. La obra no siempre puede permanecer sobre el mismo fundamento ni los tiempos pueden permanecer inmutables, porque existió la creación y también existirán los últimos días. ¡Es inevitable! Por consiguiente, las palabras de vida del Nuevo Testamento —las epístolas de los apóstoles y los Cuatro Evangelios— han pasado hoy a ser libros históricos, viejos almanaques; ¿y cómo podrían los viejos almanaques llevar a las personas a la nueva era? Independientemente de lo capaces que sean estos almanaques de proveer vida a las personas y de llevarlas a la cruz, ¿no están obsoletos? ¿No están desprovistos de valor? Por tanto, digo que no deberías creer ciegamente en estos almanaques. Son demasiado antiguos, no pueden llevarte a la nueva obra, y sólo pueden ser una carga para ti. No sólo no pueden llevarte a la nueva obra, y a nueva entrada, sino que te conducen a viejas iglesias religiosas; y si así fuera, ¿no estarías retrocediendo en tu creencia en Dios?
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
https://www.youtube.com/watch?v=o7BkaTl1DsA
En el principio Dios estaba reposando. No había seres humanos ni nada más sobre la tierra en aquel entonces y Dios no había hecho ninguna obra. Dios sólo comenzó Su obra de gestión una vez que la humanidad existió y una vez que la humanidad se había corrompido. De este momento en adelante ya no reposó, sino que comenzó a ocuparse entre la humanidad. Debido a la corrupción de la humanidad fue que Dios fue sacado de Su reposo y también fue por la rebelión del arcángel que Dios fue sacado de Su reposo. Si Dios no derrota a Satanás y salva a la humanidad, que se ha corrompido, Dios nunca más podrá entrar en el reposo. Así como al hombre le falta el reposo, a Dios también. Cuando Dios una vez más entre en el reposo, el hombre también entrará en el reposo. Una vida en el reposo es una vida sin guerra, sin inmundicia, sin una persistente injusticia. Es decir, sin el acoso de Satanás (aquí “Satanás” se refiere a las fuerzas hostiles), ni la corrupción de Satanás, así como la invasión de cualquier fuerza que se oponga a Dios. Todos siguen a los de su propia especie y adoran al Señor de la creación. El cielo y la tierra están completamente tranquilos. Esta es la vida apacible de la humanidad. Cuando Dios entre en el reposo, ya no seguirá más la injusticia sobre la tierra y ya no habrá más invasión de ninguna fuerza hostil. La humanidad también entrará en un nuevo reino; no será más una humanidad corrompida por Satanás, sino una humanidad que ha sido salvada después de haber sido corrompida por Satanás. El día de reposo de la humanidad también es el día de reposo de Dios. Dios perdió Su reposo debido a la incapacidad de la humanidad de entrar en el reposo; no fue que al principio Dios fuese incapaz de reposar. Entrar en el reposo no quiere decir que todas las cosas dejarán de moverse o que todas las cosas dejarán de desarrollarse, tampoco significa que Dios dejará de obrar o que el hombre dejará de vivir. La señal de entrar en el reposo es semejante a esto: Satanás ha sido destruido; esa gente malvada que se unió a Satanás en su maldad ha sido castigada y eliminada; todas las fuerzas hostiles a Dios dejan de existir. Que Dios entre en el reposo quiere decir que ya no llevará a cabo Su obra de salvación de la humanidad. Que la humanidad entre en el reposo quiere decir que toda la humanidad va a vivir dentro de la luz de Dios y bajo Sus bendiciones; no habrá nada de la corrupción de Satanás ni tampoco ocurrirán cosas injustas. La humanidad vivirá normalmente sobre la tierra y vivirá bajo el cuidado de Dios. Cuando Dios y el hombre entren juntos en el reposo, querrá decir que la humanidad ha sido salvada y que Satanás ha sido destruido, que la obra de Dios entre los hombres se ha terminado por completo. Dios ya no continuará obrando entre los hombres y el hombre ya no vivirá bajo el dominio de Satanás. Por lo tanto, Dios ya no va a estar ocupado y el hombre ya no correrá de aquí para allá; Dios y el hombre entrarán al mismo tiempo en el reposo. Dios regresará a Su posición original y cada persona regresará al lugar que le corresponde. Estos son los destinos en los que Dios y el hombre, respectivamente, residirán después del fin de toda la gestión de Dios. Dios tiene el destino de Dios y el hombre tiene el destino del hombre. Mientras reposa, Dios seguirá guiando a toda la humanidad en sus vidas sobre la tierra. Mientras está a la luz de Dios, el hombre adorará al único Dios verdadero que está en el cielo. Dios ya no vivirá entre la humanidad y tampoco el hombre podrá vivir con Dios en el destino de Dios. Dios y el hombre no pueden vivir dentro del mismo reino; en vez de esto, ambos tienen sus respectivas maneras de vivir. Dios es el que guía a toda la humanidad, mientras que toda la humanidad es la cristalización de la obra de gestión de Dios. La humanidad es la que es guiada; en cuanto a la esencia, la humanidad no es similar a Dios. Reposar quiere decir regresar a su lugar original. Por lo tanto, cuando Dios entra en el reposo, esto quiere decir que Dios regresa a Su lugar original. Dios ya no va a vivir sobre la tierra ni compartirá el gozo y el sufrimiento de la humanidad mientras esté entre la humanidad. Cuando la humanidad entre en el reposo, esto querrá decir que el hombre se ha convertido en una verdadera creación; la humanidad adorará a Dios desde la tierra y tendrá vidas humanas normales. La gente ya no será desobediente a Dios o resistirá a Dios; regresará a la vida original de Adán y Eva. Estas son las respectivas vidas y destinos de Dios y la humanidad después de que entren en el reposo. La derrota de Satanás es una tendencia inevitable en la guerra entre Dios y Satanás. De esta manera, la entrada de Dios en el reposo después que se complete Su obra de gestión y la salvación completa del hombre y su entrada en el reposo se vuelven igualmente tendencias inevitables. El lugar del reposo del hombre es sobre la tierra y el lugar del reposo de Dios es en el cielo. Mientras el hombre reposa adorará a Dios y también vivirá sobre la tierra, y mientras Dios reposa, Él guiará al resto de la humanidad; los guiará desde el cielo, no desde la tierra. Dios todavía será el Espíritu mientras que el hombre todavía será carne. Dios y el hombre, ambos, cada uno tiene su diferente manera de reposar. Mientras Dios reposa, Él vendrá y aparecerá entre los hombres; mientras el hombre reposa, Dios lo guiará a visitar el cielo y a gozar también la vida en el cielo. Después de que Dios y el hombre entren en el reposo, Satanás ya no existirá y, como Satanás, esa gente malvada tampoco existirá. Antes de que Dios y el hombre entren en el reposo, esos malvados individuos que una vez persiguieron a Dios sobre la tierra y los enemigos que fueron desobedientes a Él sobre la tierra ya habrán sido destruidos; los grandes desastres de los últimos días los habrán destruido. Después de que esos malvados individuos hayan sido destruidos por completo, la tierra nunca más volverá a conocer la persecución de Satanás. La humanidad obtendrá la salvación completa y sólo entonces será que la obra de Dios termine por completo. Estos son los prerrequisitos para que Dios y el hombre entren en el reposo.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
Diferentes lugares de reposo para Dios y el hombre
I
Dios tiene Su propio destino, y el hombre tiene el suyo propio. Mientras reposa, Dios guía al hombre, que debe adorar al único Dios real en el cielo. Dios no vive entre la humanidad; el hombre no puede vivir en el destino de Dios. Dios y el hombre no pueden vivir en el mismo reino, con sus respectivas maneras de vivir. La humanidad es el fruto de la gestión de Dios y es a quien Dios guía. Mientras que Dios es el que la guía. La esencia de Dios y la del hombre son distintas.
II
El lugar de reposo del hombre es en la tierra; el lugar de reposo de Dios es en el cielo. Mientras reposa, el hombre adora a Dios y vive en la tierra; y Dios, mientras reposa, guía a la humanidad. Dios guiará desde el cielo y no desde la tierra. Dios aún es el Espíritu, el hombre aún será la carne. Dios y el hombre descansan cada uno a su manera. Dios aparece entre los hombres mientras descansa. Mientras que la humanidad descansa, Dios la llevará de visita al cielo, y para que disfrute cómo es la vida en el mundo de los cielos, y para que disfrute cómo es la vida en el mundo de los cielos.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”
https://www.youtube.com/watch?v=mx5MffUuWOw
Vosotros debéis llegar a conocer la visión de la obra de Dios y captar la dirección general de Su obra. Esta es la entrada de una manera positiva. Cuando domines con precisión las verdades de la visión, tu entrada estará segura; no importa cómo cambie Su obra, vas a permanecer firme en tu corazón, estarás seguro de la visión y tendrás una meta para tu entrada y tu búsqueda. De esta manera, toda la experiencia y el conocimiento que haya dentro de ti irán profundizando más y se volverán más refinados. Una vez que hayas captado el panorama general en su totalidad, no sufrirás pérdida en la vida y ni te perderás. Si no llegas a conocer estos pasos de la obra, sufrirás pérdida en cada uno de ellos. No podrás dar la vuelta en pocos días, y no podrás emprender el camino correcto ni siquiera en unas cuantas semanas. ¿No te está retrasando esto? Mucho hay acerca de la entrada de una manera positiva y de esas prácticas que debéis dominar, y también debes captar varios puntos de la visión de Su obra, tales como la relevancia de Su obra de conquista, el camino para ser perfeccionado en el futuro, lo que se debe alcanzar a través de la experiencia de las pruebas y las tribulaciones, la relevancia del juicio y del castigo, los principios de la obra del Espíritu Santo, y los principios de la perfección y de la conquista. Todas estas son las verdades de la visión. El resto son las tres etapas de la obra de la Era de la Ley, la Era de la Gracia y la Era del Reino, así como el testimonio futuro. Estas también son las verdades que pertenecen a la visión y que son las más fundamentales así como las más cruciales. En el presente, hay demasiado que debéis entrar y practicar. Y ahora está más detallado y más estratificado. Si no tienes conocimiento de estas verdades, es prueba de que todavía no has entrado. La mayor parte del tiempo, el conocimiento que el hombre tiene de la verdad es demasiado hueco; el hombre no puede poner en práctica ciertas verdades básicas y no sabe cómo manejar hasta los asuntos triviales. La razón de que el hombre no pueda practicar la verdad es por causa de su carácter de rebeldía, y porque su conocimiento de la obra de la actualidad es demasiado superficial y unilateral. Así, no es una tarea fácil para el hombre ser perfeccionado. Tu rebeldía es demasiado grande y retienes demasiado de tu antiguo yo; no puedes permanecer del lado de la verdad y no puedes practicar ni siquiera la más evidente de las verdades. Tales hombres no pueden ser salvados y son los que no han sido conquistados. Si tu entrada no tiene ni detalles ni objetivos, el crecimiento te llegará lento. Si tu entrada no tiene lo más mínimo de la realidad, entonces tu búsqueda será en vano. Si no eres consciente de la esencia de la verdad, permanecerás sin cambios. El crecimiento en la vida del hombre y los cambios en su carácter se logran entrando en la realidad y, además, entrando en las experiencias detalladas. Si tienes muchas experiencias detalladas durante tu entrada, y tienes mucho conocimiento y entrada reales, tu carácter cambiará con rapidez. Incluso si en el presente no estás muy iluminado en la práctica, debes por lo menos ser iluminado acerca de la visión de la obra. Si no, no podrás entrar, y no podrás hacerlo así a menos que primero tengas el conocimiento de la verdad. Sólo si el Espíritu Santo te esclarece en tu experiencia obtendrás una comprensión más profunda de la verdad y entrarás más profundamente. Debéis llegar a conocer la obra de Dios.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
PRACTICA LA VERDAD PARA CAMBIAR REALMENTE
I
Hay tanto en lo que debes entrar y practicar; es más profundo y detallado que antes. Si no conoces nada sobre la verdad, eso prueba que no has entrado en ella. El hombre no conoce casi la verdad, las verdades básicas no las practica, ya que es rebelde y casi no conoce la obra de hoy. Así es difícil que sea perfeccionado. Eres muy rebelde y obstinado, no practicas ni siquiera las verdades evidentes. La gente así no puede ser salvada, son los que no han sido conquistados. Para que el hombre pueda crecer y su carácter pueda cambiar, debe entrar en la realidad viviendo experiencias más detalladas.
II
Si tu entrada no tiene detalles ni objetivos, tu crecimiento será lento. Si tu entrada no es real, no importa que busques, todo será en vano. Sin conocer la verdad, no cambiarás. Si tienes experiencias detalladas al entrar, y conoces y entras ahora, verás lo rápido que tu carácter puede cambiar, puede cambiar. Y comprendes la verdad con más profundidad, y luego entras cada vez más, si el Espíritu Santo te esclarece al vivir tus experiencias. Para que el hombre pueda crecer y su carácter pueda cambiar, debe entrar en la realidad viviendo experiencias más detalladas. Para que el hombre pueda crecer y su carácter pueda cambiar, debe entrar en la realidad viviendo experiencias más detalladas.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”