Hasta el c***
Trans rage, dosificada a gusto del lector.
M. Recio (09/12/2024)
Trans rage, dosificada a gusto del lector.
M. Recio (09/12/2024)
Últimamente solo hablo de esto. Puede que sea por la impotencia y la rabia y la cantidad de odio, desnudo, pero sobre todo escondido, que llevo soportando en silencio durante años, y que se acumula, callado, dentro de mí. Por algún lugar tiene que salir, es natural. Este es un escrito que no tenía pensado hacer, que hace treinta minutos no existía en ningún estado, no había sido concebido en mi cabeza, no había sido planteado en un papel en sucio. Pero no conozco a nadie que hable de esto, más allá de los típicos pesados a quienes se les pone los ojos en blanco cuando abren la boca. Posiblemente me esté convirtiendo en uno de ellos.
Por otra parte, nunca habría pensado que escribiría de esta manera aquí, en The Octopus. Normalmente utilizaría Medium, Twitter, incluso una historia rápida de mejores amigos de Instagram, porque esto no es nada más allá de mi opinión, si es que a esto se le puede denominar “opinión”, basada únicamente en mi experiencia. En mi enfado.
Pero me interesa que se lea, los que lo vayan a leer. Y creo que no es un interés individual. Es un interés necesario, colectivo, aunque sea para sentirse menos solo. Si es que hay alguien que piensa como yo. Que lo hay, porque somos humanos, y entre nosotros no hay nada verdaderamente original. Mucho menos voy a serlo yo. Pero soy honesto. Al menos en esto.
Y lo que yo llamo "esto" es un escrito, como ya he dicho, nacido de la rabia, y de la impotencia, pero también de la verdad, o al menos de mi verdad, que es suficiente. Y es un texto al que seguramente, cobarde, le seré infiel, aunque sospeche eternamente de la palabra “infiel”. Pero es la que más concuerda para describir la distancia entre lo que realmente pienso, lo que realmente siento, y mis acciones.
Estoy aquí porque estoy hasta el coño. Y sí, soy un tío, y puedo decir que estoy hasta el coño porque tengo uno, porque soy transexual, transgénero, como quieras llamarlo. Hay personas que odian el concepto “transexual”, pero lo soy, porque hay más mañanas en las que me despierto deseando un cambio de genitales que en las que no. Pero al menos así, siendo tío pero transexual, puedo decir que estoy hasta el coño, ¿no?
Y es que estoy hasta el coño, de que se me cuestione, y de no sentirme cómodo a no ser que esté en un ambiente tan disidente que parezcamos sacados de un ejemplo de inclusión forzada mal llevada a cabo. Estoy hasta el coño de tener que entrar al baño de chicas, como tantos otros chicos tienen que hacer, y mirar con anhelo la puerta de al lado. Estoy hasta el coño, sí, de que me digan “tranquila” en el baño de chicas mientras me aparto para que se sequen las manos y que me tenga que callar porque, ¿cómo espero que se me refieran en un espacio exclusivamente femenino? Pero estoy en el baño de tías para que no me peguen en el de tíos y para que no se rían de mí como lo han hecho las seis veces que he entrado al baño de chicos en bachillerato.
Estoy hasta el coño de sentirme menos válido como hombre por disfrutar de mi sexualidad a pesar de “mi cuerpo de mujer”, que se supone que tengo que odiar, que tantas veces odio. De que se me cuestione el género porque esté saliendo con otro tío. Porque uno para ser trans tiene que ser híper-masculino, y si no lo eres ¿por qué dices que eres trans? Tener que negar mi feminidad para que se me tome en serio, y que aún así sea una batalla perdida. Que no me puedan gustar los chicos, porque nosotros, los maricones, somos femeninos por naturaleza, pero si soy femenino, no puedo ser trans. Porque, ¿qué cojones hago diciendo que soy un tío si luego me voy a sentar con las piernas cruzadas?
Estoy, también, hasta el coño de la aceptación, la paciencia, que se me exige tener, porque aquí el extraño soy yo, el que obligo al resto a cambiar su percepción de mí, a fingirlo al menos, a pesar de mi voz aguda, a pesar de los bultos en mi pecho, soy yo. Requiero un esfuerzo, y me hacen sentir culpable por ello, y me hacen sentir jodidamente avergonzado de ello. Mi vida está llena de vergüenza hasta el punto en el que a veces me niego cualquier tipo de vida más allá de la mera existencia. Porque soy un travelo medio maricón. Y francamente, estoy hasta el coño de ello.
“¿Y por qué no haces algo al respecto?” Me pregunto, me preguntan. Pero también estoy hasta el coño de esa pregunta, porque estoy cansado de tener que ser valiente, de tener que defenderme, de que se me den palmadas en la espalda porque “soy muy fuerte”. “Pobrecito, lo que tiene que aguantar”, “es que vivimos en una sociedad muy difícil para las personas trans”. Y, ¿a vosotros quién os ha dicho que yo quiero ser fuerte? ¿Que estoy de acuerdo con ello? ¿Quién os ha dicho que estoy dispuesto a luchar por ello, aunque lo esté? ¿Y qué pasa, que tengo menos derecho que el resto, que las personas cis, a que se me reconozca por quién soy? Pero parece que si no lo recuerdo, si no me defiendo, si no grito a los cuatro vientos que soy un chico, que soy trans, toda la responsabilidad de la negación de mi identidad, toda la culpa, es mía. Y ya sois todos inocentes. Ya os podéis ir a la cama tranquilos, limpios y puros, allies, porque al fin y al cabo si me habéis hecho missgendering es porque yo no os he corregido. Estoy hasta el coño de ello. De tener que callarme la rabia y el enfado porque no he tenido las fuerzas de corregir a la panadera, de pedirle a mi amiga que deje de llamarme “tía”, porque aunque ella jure y perjure que “llama tía a todo el mundo”, su otro amigo es “bro”. Y tengo que morderme la lengua y desahogarme aquí, soltar todo este veneno tan justificado, porque no he querido defenderme. ¿Es en serio? ¿Tengo que defenderme?
Pero sí que es en serio, y además tengo también que callar mi feminidad y acentuar mi masculinidad, y no puedo ser heterosexual pero tampoco puedo ser homosexual. No puedo ser nada porque mi cuerpo es disonante a mi identidad de género para una sociedad tan retrasada en cuanto a la percepción de lo humano. ¿Cómo es que soy heterosexual, pero si mantengo relaciones con una mujer no va a haber una penetración? ¿Cómo es que soy homosexual, pero si mantengo relaciones con un hombre solo va a haber una persona que “dé” y otra que “reciba”? Las personas trans no entramos en este concepto. Yo, como hombre trans de 1,70m sin ninguna fuerza ni poder físico, sin ninguna presencia ni capacidad de intimidar, sin ningún rasgo esencialmente masculino más allá de que soy un tío, no entro en ningún concepto estricto de sexualidad, ni de género. Y estoy hasta el coño de que se me cuestione por ello.
Mi existencia es intrínsecamente cuestionada constantemente. Y estoy muy cansado, pero más que nada estoy harto. Y muchos de los que leeréis esto, si es que la palabra “muchos” se puede utilizar para mencionar a los que lo vais a leer, vais a procesar esta información, y vais a estar tan de acuerdo conmigo, y os vais a sentir tan bien por estar de acuerdo conmigo, por apoyarme, por verdaderamente entender a un tío trans. Pero puedo aseguraros de que varios de los que estáis pensando así habéis contribuido a esto. Y no quiero nada de vosotros, nada más allá de molestar un poco, de, con un poco de suerte, plantaros una mosca detrás de la oreja, por efímera que sea. Incomodaros, aunque sea, durante unos pocos segundos.
No me quito más responsabilidad de la que tengo, pero sí que me deshago de la culpa, la vergüenza y el peso que se me impone. Del “deber” que se supone que tengo que realizar. Porque también es vuestro. Y no escupo esto desde la perspectiva de “víctima”, sino solamente desde alguien que está hasta el coño. Porque puede que vosotros podáis vivir sin tener todo esto en cuenta. Pero eso no lo hace menos vuestro. El hecho de que uno no sea consciente de su papel no lo hace menos responsable de él. No en esto.
Pero realmente, más que nada vengo a decir, y por si no ha quedado ya claro, que estoy hasta el coño.
Manhood - Marvel Harris