El arte conceptual es una mierda.
Nunca mejor dicho.
M. Camí (28/09/2024)
Nunca mejor dicho.
M. Camí (28/09/2024)
“Digo simplemente que el arte es un engaño.”
Parece que Duchamp tenía razón cuando pronunció estas palabras. El arte contemporáneo, y dentro de él todas sus variantes (conceptual, performático, minimalista, de instalación, land art, etc.) ha sido ampliamente criticado en los últimos años, principalmente por carecer de profundidad, sentido o incluso belleza. Cuando Duchamp habló del arte como un engaño, ponía en tela de juicio todos aquellos tradicionalismos que, según su criterio, empeoran nuestra percepción artística; para él, no es necesario seguir las convenciones y cánones que rodean el arte, pues estas son construcciones que limitan su verdadero potencial. Esta idea puede tratarse de un engaño perceptivo o incluso de uno de carácter institucional, debido al poder que ejercen las entidades dedicadas al arte en la denominación de lo que es o no es arte.
Sin embargo, aquí no venimos a hablar de la obra de Duchamp –la cual es de lo más interesante y que definitivamente merece un artículo aparte–, sino que venimos a tratar una de mis obras contemporáneas favoritas; un artista que, al igual que Duchamp, antepuso la idea de la obra a la obra en sí misma. Personalmente, me parece fascinante la idea del arte conceptual, porque siempre es objeto de burla, de crítica o incluso de rabia por parte del espectador. A veces pienso que estamos tan obsesionados con ver belleza inmediata y renacentista nada más entrar al museo que se nos olvida toda esta corriente que sitúa la reflexión artística por encima de la obra que se va a exponer. De hecho, he de admitir que no solamente me gusta por esta parte metafísica e introspectiva, sino que me encanta por la capacidad que tienen de reírse del espectador; que sepan perfectamente el tumulto social que van a causar sus obras, y que, sin embargo, sigan haciéndolo es de lo más satisfactorio. Pues justo esto es lo que hizo Piero Manzoni con muchas de sus obras; reflexionar acerca de la industria artística y mofarse de sus espectadores y futuros compradores (o al menos esta es la sensación que me da; vaya, que el tío era un cachondo.). Hoy en específico venimos a hablar de mierda, más concretamente de mierda enlatada.
Marcel Duchamp con su famosa obra "Rueda de Bicicleta" (1913)
Piero Manzoni
Manzoni cogió un día y puso sus heces en 90 latas de acero; las firmó, les puso una etiqueta a cada una con el nombre “Mierda de artista”, las vendió por lo que entonces valían 30 gramos de oro y… et voilà, así creó su obra estrella “Mierda de artista” (1961). Ya llevo tiempo pensando en hacer una sección en ‘The Octopus’ de “Artistas Sudapollistas”, y es que Manzoni cuadra a la perfección con la idea sudapollista de arte. Existen tantas interpretaciones de esta obra que cuesta comprender si realmente tiene un trasfondo muy profundo –tal y como nos lo suele vender la industria artística conceptual– o si, por el contrario, simplemente se burla de nosotros. Podría ser una crítica a la mercantilización del arte o podría ser un “I’m not like the other ones…” en toda regla. De hecho, de esta obra sabemos bien poco, ni siquiera si verdaderamente ha habido mierda durante todo este tiempo, ya que nadie se ha dignado a abrir la obra –de lo contrario, la obra perdería mucho valor. ¿Sabéis cuando acabáis una película tan mala, pero tan mala que lo único que ha hecho es maravillaros? Pues esta obra es básicamente lo mismo para mí; es tan simple y basta, pero a la vez tan compleja que es imposible que no me encante. Un buen paralelismo con esta obra sería la película “Dicks: The Musical”; sino, miradla que seguro me entenderéis.
Manzoni con sus latas llenas de mierda.
En 2007 esta obra se subastó por el módico precio de 124.000 €, sin embargo, el precio más alto subastado fue de 275.000 € en Milán. Fuerte. En su tiempo, a Duchamp (precursor del arte conceptual) ya se le atribuía este elemento humorístico en sus obras; y es que esta mezcla entre reflexión social y humor es lo que convierte al arte conceptual en uno de mis favoritos. Esta es la obra estrella de Manzoni, pero no solamente hizo esta mierda, sino que también realizó obras donde metía su aliento en globos (Aliento de Artista, 1961) u otras donde estampó su huella dactilar en la cáscara de un huevo (Uovo con impronta, 1960).
Aliento de Artista (1961)
Uovo con impronta (1960)
¿Es entonces ‘arte’ todo lo que el artista toca? ¿Es el arte conceptual una mofa de la sociedad de consumo y de los estándares de belleza? Puede que haya artistas conceptuales con propuestas más “serias”, como Kosuth o Marina Abramović, pero ¿es que la mofa social no es seria? Muchos se reirán antes y después de conocer a fondo la mierda de Manzoni, pero ¡ojo! que este hombre fue el puto amo, ya que no solo puso de manifiesto una reflexión social importante, sino que también consiguió colar trozos de mierda en museos y exposiciones de gran renombre, además de venderlos por más de cinco cifras, obviamente.
¡Ojo! Que a ver si hasta echar un mojón nos está saliendo caro.