Si la vida te da limones, haz símbolos.
Sobre los limones (y otros cítricos) en el arte clásico.
M. Camí (25/11/2024)
Sobre los limones (y otros cítricos) en el arte clásico.
M. Camí (25/11/2024)
Siempre he odiado los limones. En todas sus formas: tartas, pudines, mousse, sorbete, helado, bizcocho… da igual, siempre los he odiado. Pero oye, parece ser que en el arte, el limón tiene cierta relevancia simbólica. Por ello, hoy venimos a hablar (resumidamente) de esta curiosa y, personalmente, poco palatable fruta y de su simbolismo en la historia del arte clásico.
Lo normal es que el limón aparezca representado en bodegones, especialmente en los holandeses, también conocidos como naturalezas muertas. Este género artístico, basado en la representación de flores, alimentos y utensilios cotidianos, alcanzó su máximo esplendor en el ‘Siglo de Oro’ neerlandés, en el siglo XVII. Normalmente, cuando vemos un limón en una pintura de este tipo, solemos encontrarlo a medio pelar; para mí es parecido a cuando alguien está pelando una manzana y la tiene que dejar a medias porque ha tenido que irse, con esa satisfactoria y fluida cáscara que, inintencionadamente, cae y se suspende en el aire. Está claro que la representación de esta fruta tiene fuertes implicaciones pictóricas; por ejemplo, en la sensación de movimiento que los pliegues amarillos crean en el espacio o en la implementación de diferentes texturas: por un lado, la rugosidad de la piel y, por otro, la jugosidad del interior. Sin embargo, lo interesante — al menos a mi parecer — reside en el uso de esta como objeto transmisor de significados.
“Tabletop still life, including a herring on a pewter dish, a porcelain bowl of shrimp, a wine glass, and a partially-peeled lemon” de Joris van Son
Por ejemplo, en muchos casos se ha usado para representar frescura y vitalidad. Esto lo podemos ver claramente gracias al color tan radiante que tiene la fruta, por lo que suele ser un buen recurso capaz de evocar felicidad, estabilidad, bienestar y prosperidad. Pero, además de poder representar vivacidad, también ha sido usada para hacer referencia a la fertilidad, abundancia, riqueza y la pureza del alma. Que una pintura tenga a su alrededor un cítrico puede significar que a esa situación le rodea un aura de cualquiera de estos atributos mencionados anteriormente.
Un buen ejemplo es el famoso cuadro de Jan van Eyck, “El matrimonio Arnolfini”, donde al lado izquierdo de esta excéntrica pareja encontramos un total de cuatro naranjas (cítricos). La interpretación dice que el simbolismo detrás de estas piezas de fruta quiere poner de relieve la abundancia y la riqueza del matrimonio, así como la lealtad o la fertilidad (esta última posiblemente representada mediante el supuesto embarazo de la mujer. Aunque bueno, esto depende de cada uno, pues ha habido mucho debate en torno a si está embarazada o no). Incluso se ha hablado de referencias al jardín del Edén y a la pureza del hombre cristiano, obviamente debido a la gran carga cultural y religiosa que había en la época.
“El matrimonio Arnolfini” de Jan van Eyck
Detalle de “El matrimonio Arnolfini” de Jan van Eyck
Por otro lado, y aunque estas interpretaciones ya de por sí me encantan, he de decir que tengo una favorita. Esta dice que cuando veas un limón en alguna obra de arte, siempre debería alertarte de que hay tanto un signo de vida espléndida como otro de acidez. Una de cal y otra de arena, vaya. El limón es precioso y brillante en su exterior, pero en su interior aguarda un sabor ácido e incluso problemático, tal y como es la vida. Esta lectura del simbolismo la podemos ver en un cuadro de Jan Havicksz Steen llamado “Cuidado con el lujo”, a veces también llamado “El mundo al revés”, de 1663.
Esta maravillosa pintura nos muestra una escena cargada de teatralidad y lujuria: muchas personas amontonadas llevando a cabo comportamientos fuera de lo que se consideraría “correcto”. La figura central, una prostituta. El perro, comiéndose el pastel. Un infante robando algo de una vitrina y un hombre extraño con un pato en los hombros. Sutilmente, encontramos un limón a medio pelar a la derecha del todo.
Cuidado con el lujo («In Weelde Siet Toe») (1663) de Jan Steen. Óleo sobre lienzo. 105 × 145,5 cm. Kunsthistorisches Museum, Viena, Austria. Fuente de la imagen.
Detalle de Cuidado con el lujo («In Weelde Siet Toe») (1663) de Jan Steen.
“Todo es derroche y caos, todo es felicidad y peligro; carpe diem”, dice el limón.
El limón es un elemento escondido a simple vista que, sin decir nada, nos saca a la luz una reflexión sobre la situación dada. En esta escena vemos ciertos placeres efímeros, fugaces; “hazlo ahora que luego solo quedará putrefacción. Cómetelo ahora y disfruta el momento, que es fugaz." Incluso: "cuidado con alargar la fiesta, el despilfarro y los excesos, porque en un instante, todo puede volverse caos”, añade.
꩜
Por tanto, el limón es un símbolo que, como muchos otros, puede llegar a cambiar por completo la lectura de la obra que observamos, creando una moraleja o reflexión filosófica. Sin embargo, también se encarga de reflejar una idea colectiva que recorría las mentes de todos los pintores de la escena artística de ese período en concreto.
Por esta razón, los símbolos ponían (y siguen poniendo) de manifiesto el pensamiento, las inquietudes, los valores y los cambios culturales de la sociedad artística de un momento histórico determinado. El limón es simplemente otro ejemplo de este fenómeno.
Quizás los deteste, pero desde ahora, ni tú ni yo volveremos a ignorar un solo limón en una obra de arte.