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Por qué una persona cis que no es cercana a la experiencia trans no debería escribir sobre esta
M.Recio (06/09/2024)
Por qué una persona cis que no es cercana a la experiencia trans no debería escribir sobre esta
M.Recio (06/09/2024)
Desde el principio del auge de la visibilización LGTBIQ+ y, específicamente, en lo que respecta a las personas que nos identificamos con la etiqueta “transgénero”, han sido las personas “cisgénero” las que han hablado por nosotros. Las que han decidido por nosotros, las que nos han descrito, nos han analizado, nos han demonizado y, más tarde, convertido en héroes sin saber realmente de lo que estaban hablando. Médicos, psicólogos, psiquiatras, políticos, periodistas y gente de poca monta, todos ellos cis, siguen emitiendo declaraciones sobre nosotros, usando nuestra existencia a su favor o en nuestra contra según convenga. Muy pocas personas con verdadero conocimiento sobre la experiencia trans –esto es, personas transgénero o personas íntimas con personas transgénero– han sido realmente escuchadas o leídas a lo largo de la historia. Desgraciadamente, esto es algo que sigue ocurriendo hoy en día, perpetuando así la desinformación del público general sobre qué y cómo es ser transgénero, esparciendo prejuicios y dejando de lado las voces trans que tratan de decir verdades personales para aportar conocimiento sobre la transgeneridad.
En esta entrada para The Octopus, blog llevado por dos personas queers, me planteo explicar breve y simplemente (considerando lo mucho que podría explayarme) por qué, como hombre trans, considero que una persona cis que no sea cercana a la experiencia trans no debería especular o argumentar sobre esta, independientemente de los fines de dicha especulación.
Sin embargo, antes de empezar me gustaría hacer un paréntesis y aclarar que la experiencia de cada persona trans es diferente, porque somos personas más allá del hecho de ser trans –un hecho que tiende a ignorarse–, y esta es solo mi opinión, sobre la cual cualquier lector podrá estar en desacuerdo y, si llega a apetecerle, discutirme los argumentos expuestos a continuación. De cualquier manera, y para que uno se pueda ya empezar a imaginar la dirección de este artículo, creo que son las personas trans las que tienen más derecho que las personas cis a contradecir lo escrito en los próximos párrafos.
La primera razón, y creo que la más simple, por la que una persona cis (cisgénero, o que se encuentra cómoda con el género que le han asignado al nacer) que no es cercana a una trans (trangénero) no debería escribir o hablar en espacios escuchados por multitudes sobre la experiencia trans es porque no conoce la experiencia trans en sí. A pesar de ser un hecho evidente, suele ser fácilmente olvidado, y por ello creo que tiene que ser repetido muchas más veces de las que pueden parecer racionalmente necesario.
Es sencillo, y para explicarlo de manera más sencilla aún, recurriré a uno de los primeros consejos que se oyen cuando uno quiere dedicarse a escribir: “escribe sobre aquello que conoces.”
Si uno no tiene relación cercana con una persona trans, y por lo tanto no conoce a través de una persona trans lo que realmente conlleva serlo –más allá de que cada persona trans es una persona diferente al resto de personas trans-, la transgeneridad no es algo sobre lo que pueda tener verdadero conocimiento. Aunque en muchos otros temas puede resultar suficiente el recurrir al conocimiento teórico, considero necesario el conocimiento obtenido de manera práctica para hablar de un tema tan delicado como el de la experiencia trans. Porque es un tema delicado e importante para todo aquel que lo vive, pues se trata de algo tan grande en esta sociedad como la identidad de género de una persona.
Es muy fácil y común equivocarse al respecto si uno no tiene este conocimiento, pues la persona cis sin relación con personas trans no podrá ni empezar a imaginarse los detalles o experiencias que pueden vivirse. Siendo, pues, complejo, profundo y significativo, creo que muchos de nosotros estaremos de acuerdo en que es cuanto menos atrevido y temerario hablar de ello sin saber qué está diciendo uno.
Más allá de conocer a una persona trans, es necesario que, como persona cis, se informe uno sobre teoría básica, o al menos otras experiencias de personas trans, acerca de aquello sobre lo que se quiere escribir o hablar. Es importante diferenciar entre los escritos y los argumentos dados por personas cisgénero y por personas transgénero. Una vez se tenga en mente esta diferencia, la investigación será seguramente mucho más fructífera. De esta manera, en vez de tener como referencia a filósofos y psicólogos cisgénero que hablan sobre el género y en específico sobre la transexualidad, como podrían ser algunas lecturas más actuales de Freud o, en el caso del género, a Simone de Beauvoir -sin faltarle el respeto a la influencia que han tenido en el desarrollo de la psicología y en la lucha feminista, respectivamente–, no estaría de más centrarse en algunos filósofos o escritores que sí que entran dentro del paraguas trans, como podría ser le famose filósofe Judith Butler o el escritor Paul B. Preciado.
Una vez leídos pensadores no-cisgénero que hablen sobre ello y teniendo desde el principio en mente las experiencias de las personas trans con las que uno es más cercano, aquella persona cis que pretende hablar de la experiencia trans puede empezar a adentrarse en ella. En todo momento, empero, deberá aclarar su postura de mero observador, y mostrar en su texto o discurso una autoridad mínima, escribiendo siempre desde la timidez.
Pero, ¿es realmente necesario conocer a una persona trans y tener una relación estrecha con esta si utilizo a filósofos como Butler? ¿No es suficiente que la información recogida provenga de autores transgénero? Estas preguntas son un poco más complicadas, y la respuesta puede parecer afirmativa, especialmente para las personas cis. Pero es mi opinión, igual de firme que antes de plantearlas, que el hecho de informarse bien es lo mínimo si uno quiere hablar de un tema del peso de la transgeneridad. Con informarse bien no basta, sino que el hecho de tener a una persona trans con la que hablar o al menos preguntarle sobre lo que uno va a declarar es estrictamente necesario si quiere realizarse un escrito válido y fiel a la realidad, o como mínimo, a una realidad trans. Por supuesto, el hecho de que alguien adquiera conocimiento de personas trans reconocidas por sus teorías o escritos otorga automáticamente más credibilidad y validez a lo producido, y por lo tanto puede uno tomarse más licencias a la hora de opinar al respecto, pero la opinión, supervisión o testimonio de una persona trans sobre lo creado es algo que debería ser obligatorio antes de hacer público como personas cis cualquier opinión o declaración sobre las personas trans.
Judith Butler - El género en disputa
Paul B. Preciado - Yo soy el monstruo que os habla
Brandi Lai - The Real Lives of Transgender and Non-binary humans
Uno de los mayores problemas si uno no es cercano con ninguna persona trans es que lo más probable sea que sus opiniones o sus textos estén basados en prejuicios sobre las personas trans. Estos prejuicios pueden ser sutiles, pero pueden igualmente llevar a errores garrafales. En ambos casos, están prácticamente asegurados de no darse el caso de conocer a alguien transgénero. Como ya ha sido mencionado anteriormente, la mayoría de información sobre lo que significa ser transgénero que llega a oídos del público general es producida por personas cisgénero, y en muchos casos esta información está condicionada por ideología o intereses personales, por lo que podría tener como objetivo la expansión de prejuicios o ideas preconcebidas que no pueden alejarse más de la realidad. La mejor manera de escapar de ellas es hablando y consultando a una persona que sí que haya vivido la experiencia de ser trans.
Al no conocer a una persona trans, y por consiguiente no haber podido ser testigo de los deseos, vivencias o pensamientos de esta acerca del tema, el conocimiento de la persona cis respecto a la transgeneridad puede estar basado en lo que ella se imagina que podría significar ser trans y la visión del mundo y de la sociedad que pueden tener las personas trans. En muchos casos la persona cis estará equivocada, lo que puede llevarle a la desinformación y hacer que caiga en bulos y prejuicios, como que la mayoría de las personas transgénero se operan (solo se llevan a cabo operaciones de reafirmación de género en alrededor del 25% de personas trans), que basan el género en la expresión física, que todas las personas trans tienen como objetivo parecer cis o que sienten que le deben algo a la sociedad.
A pesar de que siempre haya que tener en cuenta que cada persona trans tiene su visión propia de la sociedad, y es cierto que hay factores condicionantes pueden afectar, o no, a su vida –al igual que otros pueden afectar a las de las personas cis–, el hecho de hablar con alguien trans puede convertir el discurso o el ensayo de uno en una creación menos basada en prejuicios y fiel a una realidad, si no basada en la experiencia trans, sí en una experiencia trans real. De esta manera, el texto que uno escribe o pronuncia estará filtrado por una persona que, como poco, sabe de lo que está hablando, y evitará que la persona cis caiga en errores que rozan lo absurdo. Esto puede ser dañino y llegar a ello es prácticamente seguro si la persona cis no tiene junto a ella a alguien trans que pueda descartar las ideas incorrectas. Por ello, uno no debería adentrarse en la experiencia trans si va a basarse en verdades tergiversadas, suposiciones o, aún más grave, mentiras. En una era en que la preocupación por las fake news y los bulos incrementa a diario, no contribuyamos a este tipo de desinformación también respecto a la transgeneridad.
Otro detalle importante a tener en cuenta, sea uno cercano a la experiencia trans o no, es el uso de la nomenclatura. La gran mayoría de médicos que han hablado y analizado a las personas trans han resultado ser personas cis, especialmente en el primer tercio del siglo XX, cuando se empezó a estudiar la transexualidad, y es por ello por lo que muchos términos utilizados entonces (y que han sobrevivido hasta ahora) hoy en día son considerados erróneos. En aquella época, los profesionales no tenían un verdadero entendimiento del género ni veían clara la diferenciación entre el sexo y el género, por lo que los términos creados, en la actualidad utilizados en espacios principalmente cis, son anticuados y, muchas veces, erróneos.
Si uno no tiene relación con una persona trans, es probable que solamente haya oído hablar de estos términos y no conozca los correctos, pues debido al tiempo que llevan siendo utilizados, son los más comunes en discursos políticos -en especial de los partidos más conservadores– y en escritos producidos por “especialistas” cisgénero.
Como ya he aclarado hace unos pocos párrafos, lo mínimo que uno puede hacer si es una persona cisgénero hablando sobre la comunidad trans es informarse bien y en los lugares adecuados, y esto incluye buscar los términos correctos a la hora de referirse a los diferentes problemas que se relacionan directamente con la transgeneridad –como la disforia de género– o llamar a las operaciones de reafirmación de género con su verdadero nombre en lugar de utilizar el término tan tristemente común de “operación de cambio de sexo”. Estos tipos de errores pueden corregirse fácilmente si uno conoce a una persona trans, pues lo más seguro es que nunca haya oído salir de su boca este tipo de palabros. Sin embargo, si una persona cis no conoce a nadie que se identifique como transgénero, son errores que puede que ni siquiera tenga en mente. Al cometerlos, restarán valor a su ensayo o discurso, a la vez que evidenciarán las carencias de este. Utilizar la nomenclatura adecuada es necesario a la hora de hablar sobre un tema tan repleto de prejuicios como lo es la transexualidad o la transgeneridad, pero en muchos casos esto no será tenido en consideración por el creador cis a no ser que tenga junto a él a alguien trans.
Considero que todas estas razones son más que suficientes para poder entender por qué una persona cisgénero que no es familiar a la experiencia trans debería escribir sobre ella, pero existe una última razón. Es, a mi parecer, la más importante de todas, el núcleo de este ensayo, y la única razón verdaderamente indiscutible en todo el escrito: cuando una persona cis sin información suficiente o información dudosa sobre qué significa ser trans escribe sobre ello, puede ofender con sus palabras a las personas trans o hacer declaraciones que puedan hacer sentir a alguien menos válido.
Por supuesto, a no ser que el discurso sea uno de odio y lleno de transfobia, no acuso a ningún texto escrito que haya podido causar este tipo de daños de haberlo hecho a propósito, y es cierto que el autor del discurso, ensayo o narración no pecará más que de soberbio por haberse adentrado en temas sin el conocimiento suficiente. Pero el hecho de que este daño no sea creado con intención de ofender no lo convierte en tolerable. Con ciertas afirmaciones ignorantes o temas delicados mal abordados uno puede revivir problemas emocionales de las personas trans, abrir temas que puedan resultar difíciles de conllevar o alimentar ciertas inseguridades o pensamientos recurrentes. Estos pensamientos, complejos o dificultades no son conocidos por la persona cis, ajena en su vida a la transgeneridad, y es por eso por lo que este tipo de declaraciones o temas pueden ser tratados sin el cuidado y conocimiento necesario para ello.
Para concluir, y haciendo este ensayo más extenso de lo primeramente esperado, diré que el hecho de estar familiarizado o tener algún tipo de intimidad con una persona trans no salva a uno automáticamente de cometer errores dañinos, utilizar nomenclatura anticuada y equivocada o sufrir de cierta desinformación. Ni siquiera el hecho de ser trans te salva de ello. No me cansaré de repetir que cada experiencia trans es diferente y que el hecho de conocer a una persona trans o de serlo no le convierte a uno automáticamente en conocedor de la experiencia trans universal. Esto es por el simple hecho de que no existe “la experiencia trans universal”. El concepto de transexualidad o transgeneridad que poseemos y con el que yo me identifico es uno que está arraigado a la concepción del género en el mundo occidental, es exclusivo del mundo occidental, y en otros lugares no seríamos tratados como personas transgénero. Quién sabe, podríamos incluso identificarnos con otros géneros más allá del binarismo que llevan incorporados en otras cosmovisiones desde hace siglos.
Sin embargo, el conocer a una persona trans sí que puede asegurar la eliminación de muchas posibilidades de errar, aunque estos fallos puedan ser menores, y puede ofrecer una base cuanto menos válida para respaldar los argumentos o declaraciones que se realicen en el texto escrito o leído.