Endocanibalismo yanomami
Sobre el culto a la muerte de la tribu Yanomami.
M. Camí (08/01/2025)
Sobre el culto a la muerte de la tribu Yanomami.
M. Camí (08/01/2025)
Uno de mis mayores miedos es la muerte. Pero una de mis mayores curiosidades e inquietudes también es la muerte. No me deja dormir por las noches: mi muerte, la de mi familia. Pero si tengo que escoger una película para ver o un libro para leer, jamás será una comedia romántica hetero-vainilla. Las películas de terror, el gore, la tortura, los crímenes, el canibalismo, la violencia… todo eso me fascina, me seduce. Me descojono al ver escenas de películas donde destripan a una persona. El cine de terror me divierte. Pero si me preguntas mi mayor miedo, también te responderé: “morir”. La muerte es de los pocos acontecimientos que, en mi opinión, juega al ping-pong en mi cabeza sin cesar. Me divierte, luego me aterra. Me horroriza y me atrapa a partes iguales.
Siempre me han sorprendido las personas que llevan la muerte con normalidad, como si fuera una banalidad, algo inofensivo. Eso sí que me da escalofríos. Sobre todo, escuchar a mi abuela hablar de su muerte:
“Vine i fes-me una foto, a vore si me la trie per al soterrar”; “Espere estar ací per a Cap d’Any, i així farem un viatge”.
Nunca falla en ponerme los pelos de punta.
Hace unos meses, mientras escuchaba a la elocuente Beatriz de Vicente, conocí a una tribu indígena americana con una visión muy diferente a la que yo tengo de la muerte. Claro que podría hablar de los mexicanos, pero ya sabéis que prefiero una cultura con más fantasía, más ocultismo. Esta comunidad, conocida como Yanomami, reside en el estado Amazonas de Venezuela y en los estados brasileños de Amazonas y Roraima, y la conforman alrededor de 35.000 miembros.
En cuanto a su visión de la muerte, los Yanomamis sostienen firmemente que la muerte no es un evento natural de la vida, sino que piensan que otra tribu rival formada por chamanes envió un espíritu maligno a sus miembros. Los Yanomamis, por tanto, realizan un meticuloso y metódico ritual caníbal conmemorativo con tal de que el difunto llegue a alcanzar la paz en el más allá. De hecho, esta tribu se niega a cazar ciertas especies de aves por el impacto negativo que pueda tener sobre las almas.
El ritual, en síntesis, podría estructurarse en dos etapas diferentes: en la primera se llevaría a cabo la cremación y la trituración de los huesos (paushimou), y en la segunda, los preparativos para el encuentro intercomunitario y finalmente la realización de este (rehao).
En la primera fase, el dolor de su entorno es un elemento clave; sus familiares cercanos exteriorizan emocionalmente el duelo como forma de conmemoración. Las mujeres se pintan la cara de negro y los hombres recolectan brazaletes hechos con plumas de guacamayo. Para la cremación, se cubre al difunto con hojas y ramas, creando así una pira funeraria. Durante la cremación, el fuego asciende al cielo y los dolientes lloran y cantan en memoria del fallecido. De hecho, después de la cremación, los parientes más cercanos se acercan a comprobar que el muerto se ha quemado correctamente, prestando especial atención a su hígado, pues si no se ha quemado correctamente puede interpretarse como que el difunto ha practicado incesto. Posteriormente, se hace un llamamiento a todos los familiares y se lleva a cabo el paushimou, un proceso de trituración de los huesos y dientes. Una vez triturado todo, se deposita en pequeños contenedores y se reparte entre los familiares más cercanos.
En esta segunda fase, tras la preparación ritual del encuentro intercomunitario, todos los miembros más cercanos se reúnen en el shabono (cabaña) del fallecido para conmemorar la vida y la muerte de este. En este punto es donde se realiza el endocanibalismo, práctica que consiste en la ingesta de la carne y otras sustancias humanas dentro de un contexto ritualístico; en este caso, se trata de la ingesta de las cenizas del difunto en cuestión. Las cenizas se mezclan con una fermentación de plátano, creando una especie de sopa (carato), y se depositan en un recipiente donde, uno por uno, los familiares beben, cantan, bailan y toman una sustancia alucinógena llamada yakoana. Según su cosmovisión, hasta que este ritual no se realiza, el muerto jamás podrá alcanzar la paz absoluta en el más allá.
Shabono (cabaña)
En un inicio, esta práctica puede llegar a perturbar, pero la muerte, seas de donde seas, es y será un acontecimiento con una enorme carga cultural. En este caso, el endocanibalismo y las prácticas ritualistas presentan una clara dualidad material-espiritual, la cual se establece como un evidente identificador sociocultural del pueblo Yanomami.