Marina Tsvietáieva
S.E.
Yo escribí en la pizarra
y en los pliegues de viejos abanicos
y en el río y en la arena del mar
con los patines sobre el hielo y con el anillo sobre el cristal-
y en los troncos que tienen cientos de inviernos
en fin -¡para que todo el mundo lo supiera!-
qué tú eres mi amado, ¡amado, amado, amado!-
Lo firmé –con el arcoíris del cielo.
¡Y cómo deseaba que cada uno floreciera
durante siglos junto a mí, bajo mis dedos!
Luego, con la frente apoyada en la mesa
fui tachando –cruz tras cruz- el nombre…
Pero tú, preso en la mano de un escribidor corrupto
¡Tú, tú me muerdes el corazón a mí!
¡Tú, el que no traicioné nunca! ¡Grabado en el anillo!
Tú- vivirás ileso en las tablas de la ley.