Al rescate de uno de los poetas esenciales de la cultura nativa local


Quién fue el señor de Talitas


Por: Marcelo Lorenzo

Un libro sobre Pablo José Díaz Fusté, cultor de la poesía gauchesca y quien mejor le cantó a Talitas, su patria chica, conduce al lector a un viaje mágico donde se mezclan la literatura y la historia.

Le cantó a Talitas, su querencia, a la raza noble del gaucho, a la tapera de tacuara carcomida, al baquiano y al resero nacidos de la ondulada llanura, al palenque enhiesto aprisionado en la tierra, a los bravos soldados de Caseros, a la patria y a los héroes anónimos; a sus días de estanciero, a su padre, a su hijo, al caballo criollo amigo del paisano, a los grandes de la patria chica, a los afectos, al campo y sus vestigios materiales”.

Este elocuente fragmento, extraído del flamante libro “Pablo José Díaz Fusté. El poeta de estancia La Cruz”, escrito por las profesoras Milagros Casanova y Silvia Razzetto, da una pista sobre uno de los personajes ilustres de las letras de Gualeguaychú, cuyo busto se encuentra en el selecto “Rincón de los Poetas” de la Plaza San Martín, un espacio que es tributo de admiración a los principales vates gualeguaychuenses.

Milagros Casanova y Silvia Razzetto, autoras del libro continúan de este modo su tarea de rescate cultural de personalidades literarias locales, produciendo en este caso un libro donde se aborda sistemáticamente la obra del “señor de Talitas”, como se conoció a Pablo Díaz.


Milagros Casanova y Silvia Razzetto, autoras del libro.

Especialista en literatura, Milagros Casanova aborda así todos los aspectos vinculados a la singular lírica de este escritor autodidacta que reúne la extraña condición de hacendado y poeta, en tanto que la historiadora Silvia Razzeto contextualiza al personaje, que es descendiente de las familias fundadoras de Gualeguaychú y reflejó en sus versos gauchos la ideología nativista dominante en su época.

En diálogo con Semanario, las autoras comentaron que el libro surgió a instancias de los familiares de Díaz -en especial de su nuera Elsa Raquel Saavedra- quienes les acercaron documentación inédita sobre la vida y los escritos del poeta. La obra permite un acercamiento a uno de los escritores locales que “supo reunir en sus versos el amor a su pago chico y la fidelidad a las tradiciones”, refiere Casanova, para quien Díaz, conocido familiarmente como “Pablito” para diferenciarlo de su padre, también llamado Pablo José, es una voz auténtica de la tierra.

La lírica gauchesca, según explicó, no fue en este escritor nativo un artificio literario, un producto postizo fabricado en un gabinete académico, alejado existencialmente del hombre de carne y hueso inserto en su medio natural. Según Casanova, aquí las palabras no son un juego diletante sino el vehículo de sentimientos nacidos de un alma gaucha en contacto directo con la tierra y sus habitantes, los paisanos.

Así lo reconoció en su momento el reconocido nativista Julio Carlos Díaz Usandivaras: “yo siempre lo veré en Talitas, despertando en la garganta de los pájaros, sumándose en el viento amigo como corona de la tierra”. Y lo canta en soneto el poeta de Larroque, Roberto Romani: “Es el verso entrerriano que palpita y enamora la dulce chamarrita a través de la sombra de Pablito.”

Hacendado y poeta

Díaz estudió en el Colegio Nacional ‘Luis Clavarino’ y había emprendido la carrera de odontología en Rosario, pero este proyecto se truncó al morir su padre, lo que lo obligó a regresar a la estancia ‘La Cruz’ y asumir el manejo de la explotación rural.

Se casó con María Dominga Martinolich Lucca, con la que tuvo dos hijos, una niña que falleció al nacer y un varón, Carlos Alfredo.

¿Pero cómo alguien que se dedica a las tareas rurales se convierte a la vez en poeta? Según las autoras del libro, ésta es una de las grandes particularidades de Díaz.

En principio hay una influencia literaria en la familia –su tatarabuelo era un asiduo lector y escribía poemas- al tiempo que el poeta cultivó amistad con personalidades de la cultura nativa de la época y de hecho fue miembro de la Asociación Amigos del Arte.

Hay que pensar que en la estancia ‘La Cruz’ se hacían tertulias intelectuales, con escritores, payadores y hombres del arte de la época”, apunta Casanova al señalar que Díaz era miembro de una comunidad afín, integrada por escritores como Eufemio Muñoz, Delio Panizza, Francisco Belgeri, Aristóbulo Barroetaveña, entre otros. “Estamos hablando de un poeta sin una formación literaria académica -añadió-.

Pablo J. Díaz, junto a su esposa María Dominga Martinolich y el hijo de ambos, Carlos Alfredo.

Sin embargo, posee un arte que sabe combinar muy bien ritmos y métricas. Hay algo allí de don natural y también de aprendizaje en un entorno cultural propicio que estimuló su vena literaria. Pensemos, por ejemplo, que Díaz Usandivaras, director de la revista “Nativa”, que difundía la poética gauchesca y tradicionalista, fue el principal impulsor de la primera publicación del poeta talitero”.

Según Casanova, en los sonetos y romances Díaz revela no sólo un gran sentido artístico sino también humano. “Su poesía es sencilla y sentida. Logra así tocar el corazón de los lectores. Revela, por otro lado, a un hombre con un gran poder de observación, un conocedor profundo de su tierra y de su gente”, destaca.

Talitas


Es una hojita de gloria

del libro de la nación,

en el pago del horcón

que aún no pasó a la historia.


La que según los decires

conserva entre sus ceibales

los recuerdos inmortales

de la fama de Ramírez.


La de los gauchos sencillos

que hacen patria en alpargata,

la del gaucho que no mata

ni hiere con sus cuchillas.


Yo que siempre te he seguido

con constancia de mamón…

hoy te dejo el corazón,

pago, donde yo he nacido.

(Pablo J. Díaz Fusté)

Antiguo linaje

Razzetto llama la atención sobre el hecho de que la vida de Díaz transcurre en la estancia ‘La Cruz’, emplazada contra el río Gualeguay, un mítico enclave ganadero que se formó a fines del siglo XVIII, al igual que otras haciendas de la zona y que fue organizada por Don Manuel de la Cruz Mosqueira.

Estamos hablando de los antiguos vecinos que poblaron el Partido de Gualeguaychú, allá por el año 1780. Los Mosqueira se asentaron en el lugar, al igual que los Petizco, los Orué, los De León”, comentó la historiadora.

Eran grandes unidades ganaderas –agregó-. Sus propietarios también tenían casas en la villa de Gualeguaychú, porque fueron sus fundadores. Es importante el rol que cumplió esta gente en la Revolución de Mayo, a la que se plegaron con entusiasmo. Algunos integraron el Cabildo local”.

Pablo José de León, tatarabuelo de nuestro escritor, era el administrador de la estancia de los Mosqueira, y yerno del propietario. “Cuando se produce la Revolución de Mayo, participa activamente junto a otros vecinos. Vale aclarar que si bien los primeros pobladores son europeos, sus hijos, muchos de los cuales administran las haciendas, son criollos”, señaló Razzetto.

El escritor de Talitas es recordado en el Rincón de los Poetas, en Plaza San Martín.

Costumbres austeras

Nuestro personaje transcurrió su vida en torno del hogar doméstico y de las faenas rurales, que además alternó con el uso de la pluma. De acuerdo a la descripción de Razzetto, Díaz se ajusta al tipo humano tradicional propio de las zonas rurales, un hombre de campo de costumbres austeras, que hacía un culto de la sencillez, afecto a un estilo de vida estoico.

Díaz encarnaba a su manera esa estirpe de argentinos orgullosos de su origen criollo, un sobrio defensor de los usos tradicionales, que veía en la raza de los gauchos el arquetipo de la identidad nacional.

Adhería, así, a la corriente nacionalista y nativista de la época, que reivindicaba al ser humano autóctono, que en el pasado protagonizó las guerras de la independencia, que peleó por la libertad en las contiendas civiles, y que en los períodos de paz construyó la riqueza del país agropecuario.

La poesía de Díaz lleva las marcas de esta ideología, de esta cosmovisión del hombre de tierra adentro. Pero según las entrevistadas de ninguna manera hay que ver ahí una pose, sino una auténtica proyección espiritual en alguien que sobresale por la coherencia entre su estilo de vida y las letras de sus versos.

Otro aspecto que caracteriza al personaje es su sentido comunitario. La solidaridad con el grupo social es un rasgo en las comunidades rurales y los testimonios dan cuenta que Díaz trabajaba a la par de sus peones, a los que daba un trato justo y humano.

Del otro lado, potenciado seguramente por su condición de propietario, consciente miembro de las familias fundadoras, nuestro personaje no rehuía por tanto a sus responsabilidades cívicas y políticas.

La índole conservadora del hacendado y poeta se refleja en su afiliación al Partido Demócrata y a su condición de miembro de la Sociedad Rural, una institución que tuvo una fuerte gravitación política en Gualeguaychú, al igual que en el resto del país.

La Tapera


Solo queda la tacuara

con el techo carcomido,

como el recuerdo querido

de una cosa que pasara.


¡Nido de dichas y ensueños!

Te quedaste en el camino

siguiendo el mismo destino

que le tocara a tu dueño.


¿Recuerdas cuando salió

con su tropilla delante?

Era un arreo distante

del que nunca regresó.


El Paraná lo tomó

como una prenda preciada

y en vano la paisanada

lo buscó y no lo encontró…


El yuyal ya te ha cercado

con un anillo de muerte.

El hornero, por quererte,

con tu adobe ha edificado.


Tal vez un compadecido

le prendió una enredadera

a aquella pobre tapera

que en milagro ha florecido.


Su mojinete vencido

parece una cosa muerta…

¡Cada agujero, una puerta

que le da entrada al olvido!


(Pablo J. Díaz Fusté)

Rutinas


Y voy como rezago de mi raza

encendiendo fogones a mi paso,

que esta rebelde sangre se florece

cada vez que veo un poncho o algún lazo.


Marchando cara al sol a mí destino

en la manía de gustar pasado,

quisiera ser la sombra de mí mismo

para gustar la huella de lo andado.


¿Es acaso mi raza la que ordena

o la sangre heredada que me apega?

Yo sólo sé que soy cómo es un eco

de aquella voz lejana que me llega.


Escribo sin saber por qué ni cómo,

porque la vida es frágil y se quiebra…

Y quisiera ser la araña previsora

que va atando rutinas a su hebra.


(Pablo J. Díaz Fusté)

Revista Semanario Nº 109 - Mayo 2021 - Dirección Periodística: Rubén H. Skubij