UN VECINO CREADOR QUE DEJÓ SUS HUELLAS EN OBRAS Y ACCIONES


Las ideas innovadoras de Ismael Villemur

La proyección de la ciudad con avenidas de circunvalación, el retiro de las vías y las obras de edificios; algunas de las acciones de Don Ismael Villemur, un hombre que dejó su mano creadora en la ciudad. Lector e investigador, impulsor de obras que hoy se ven.

Por Rubén Skubij

Ismael Villemur

Las ciudades se construyen y avanzan por la acción colectiva de personas, la gran mayoría desconocida. Las poblaciones se desarrollan, habitan lugares, conviven y disfrutan de espacios, todos con sus propias historias.

En Gualeguaychú muchas décadas atrás sucedieron hechos no relacionados con la política o que marcaron una fecha especial; no obstante, la tarea y el aporte intelectual de muchos vecinos en lo arquitectónico, social, cultural e iniciativas personales tuvieron su fruto. Y es importante contarlo para las futuras generaciones.

Ismael Villemur, seguramente, para muchos resultará un nombre no conocido. Sin embargo su tarea hoy se ve diariamente. Un hombre increíble por lo que proyectó, estudió, leyó e indagó sobre diversas ciencias.

Nació en Montevideo el 24 de abril de 1901. A muy temprana edad su familia se estableció en Urdinarrain, su padre instaló la primera feria ganadera y exposición de la región y siendo casi un niño tuvo que colaborar trabajando a su lado. Don Ismael fue autodidacta, comenzó su educación dirigido por su madre que era profesora. Toda la vida fue un observador curioso, se nutría de la influencia del medio en el que vivía.

Dos elementos formativos: inquietud por el saber y experiencia de vida, dan carácter original y distinto a este hombre que se destacó en la comunidad. Dos de sus hijas, Rosa y

Diana Villemur, relataron innumerables características.

- ¿Quién fue Ismael Villemur?

Rosa: nació en 1901 en Montevideo. Cuando tenía 11 años su padre llevó la familia a Urdinarrain donde instaló las primeras ferias ganaderas. Mi padre no pudo ir colegio porque tenía que trabajar, aprendió a leer y escribir por su madre que era profesora. Ahí desarrolló toda su niñez y juventud.

Diana: en 1947 nos radicamos en Gualeguaychú, comienza su actividad en una carpintería de Etchegoyen ubicada en Avenida Del Valle.

“Nuestro padre fue un gran visionario, guiado por su espíritu de aventura tuvo la genial idea de construir el primer planeador entrerriano. Para ello, contó con la ayuda de su esposa que le tradujo el manual escrito en alemán y soportó con entereza que hasta hipotecó la chacra familiar para solventarlo. En aquella quijotada lo acompañó un grupo de vecinos de Urdinarrain que, además de ponerle el hombro al proyecto, lo alentó a concretar su mayor sueño”, contó Rosa.

En el 47 se vino a la ciudad y la disfrutó hasta los últimos días de su vida. Al establecerse tomó contacto con los directivos del Aero Club local y les propuso reconstruir aviones desmantelados, “tarea que llevó a cabo con éxito”.

Fue un defensor apasionado de la democracia, efectuaba numerosas publicaciones en diarios locales sobre distintos temas que sobre los que consideraba debía reflexionarse por el bien de la comunidad. “Estas manifestaciones públicas le valieron aplausos pero también críticas y hasta intimidaciones por las cual debió ausentarse del país por algún tiempo”, recordaron.

Don Ismael era receptáculo ante todo pedido. En 1954 la Bandera Nacional que flameaba intrépida, se enredó en lo más alto del mástil de Plaza Belgrano, los colores patrios se veían enmarañados, allá a lo lejos, a 25 metros de altura. “Con su habitual inquietud se mostró interesado en el tema pensando –como muchos vecinos- que era necesario liberarla. Escuchó a alguien proponer directamente voltear el mástil, le pareció tan inapropiada la opinión que se acercó y ofreció subir para solucionar el inconveniente planteado. Todo un acontecimiento para el Barrio Oeste que un vecino como Don Ismael realizara esta proeza. Subió una segunda vez a desenredar la bandera y también para pintar el asta porque no podía verla cubierta de óxido”, precisó Diana.

“Ahora tenemos el cenotafio (descubierto poco tiempo atrás) en la plaza, por lo menos lo destacan. De haberse subido al mástil dos veces en una escalera de 30 centímetros con paños de un metro que mis hermanos se lo alcanzaban, los ataban con alambre y subían. Desenredó la bandera, no podían izarla hacía años porque estaba todo el cable enrollado.

Nadie lo quería hacer, le preguntaron a las sociedades activas de Gualeguaychú y dieron opciones insólitas como de hundir o tirar el mástil”.

INQUIETO Y VISIONARIO

Ismael Villemur en la década de 1970 realizó estudios y produjo los primeros escritos sobre la existencia de aguas termales en la región. “Era tal su convicción que presentó un proyecto a la Dirección de Hidráulica de la Provincia pero no encontró eco. Volvió a insistir en 1983 ante el mismo Organismo Provincial, tampoco obtuvo una respuesta”.

Fue iniciador de la primera Comisión Vecinal del Barrio Oeste en 1973. “En los períodos democráticos, fiel a sus convicciones y principios, tuvo activa participación como ciudadano. Sus anhelos y esfuerzos se vieron premiados al ser elegido Concejal, cargo que desempeñó en el período desde 13 de septiembre de 1973 al 22 de marzo de 1976. Entonces, el titular del Ejecutivo Municipal era Don Carlos Bibe; presidente del Concejo Deliberante la Dra. Marta Olachea; papá vice-presidente 1º y secretario Don Rómulo Arteaga. Durante el tiempo de su mandato donó su dieta al dispensario de Lactantes Patico Daneri, considerando que el cargo era una distinción y honor”, recordó Rosa.

Desde su banca persistió en sus proyectos de aguas termales, en el fomento del turismo, también sugirió la idea de una Avenida de Circunvalación que alcanzara las diferentes rutas que rodeaban la ciudad ya que obligaban a circular por el trazado urbano para pasar de una a otra. Tal era su convencimiento de las ventajas que su propuesta representaba que realizó un plano con la traza respectiva, presentándolo a la sociedad por medio de los diarios en 1989. La familia conserva diseños originales con fecha y firma.

“Con respecto a la estación del ferrocarril, sugirió su traslado a Palavecino, a los galpones transformarlos en hangar, la sala de máquinas en invernáculos, a los terrenos convertirlos en un hermoso Jardín Botánico y al edificio de la Estación destinarlo a un Museo Regional o de cualquier otra índole. Sostenía que además de cambiar el aspecto estético de la ciudad sería una atracción más para brindarle algo diferente al turista.

Hoy, más de 40 años después de manifestar esas ideas y con el tiempo transcurrido, se ven los frutos que aquel gran hombre sostenía con fuerza y convicción, como hacía con todos sus proyectos”, enfatizó.

Como constructor, llevó a cabo importantes obras en distintas zonas de la ciudad: las cúpulas de la Catedral, la capilla del Carmelo, el primer edificio del Hogar de Niñas -actualmente Escuela Fray Mamerto Esquiú-, la estación de servicios La Posta en Urquiza al Oeste, el Barrio Tomás de Rocamora y la entrada del Hipódromo, entre otras.

INCANSABLE CONSTRUCTOR

Rosa y Diana enumeraron muchas obras a cargo de Don Ismael. “Papá construyó la estación de servicio de Rivas en calle Urquiza, la estructura del ex Hogar de Niñas con la escalera que aún se conserva o las bodegas de Galardón, por ejemplo”, dijo Rosa. Su propietario, el señor Galanternic, tenía mucho apuro de concretar la inauguración pero los tiempos no daban. ¿En esa época quienes llevaban la arena? Los carros porque los camiones escaseaban. Papá y los obreros estaban haciendo las piletas de material y con revestimiento porque el vino era a granel”, apuntó Diana.

Un día arribó a su predio Galanternic cuando la tarea estaba a pleno; como hacía calor todos estaban sin camisas y las alpargatas. Entró a la zona de las piletas y dijo ‘desocupen todo porque vienen los camiones con el vino. No alcanzaron a sacar la ropa, llenaron todo con el líquido y las prendas de todos quedaron flotando igual que las bolsitas con la comida ya que por esos años no existía la mochila. Papá no se olvidó nunca de esa situación y siempre la contaba como anécdota”. Su mano creativa también estuvo en las Iglesias evangélicas ubicadas en calle Santa Fe y Rivadavia. “La cúpula de la Catedral tiene toda una anécdota. Un día el señor Pérez Tiribelli le pidió ayuda para construirla. Fue, miró y sobre la pared de una vecina dibujó el plano y cómo debían ir los ladrillos encastrados”, explicó. “Lo ayudaron nuestros hermanos Otto y Carlos y finalizaron el trabajo”.

- ¿Cómo hizo la bóveda?

Nunca lo dijo, fue un secreto que mantuvo siempre. Además, en su interior, colocó una botella con un mensaje para que se abriera en el 2000, es decir su objetivo era que se conociera el texto que rubricó en 1971. Lo hemos comunicado a diferentes sacerdotes de la Catedral, han pasado muchos años y sería importante poder llegar a la misma.

Por otra parte, Rosa y Diana recordaron que los ovnis “y ese mundo desconocido fue siempre una obsesión de papá. Se pasaba las noches mirando el cielo, había creado un telescopio y estudiaba las estrellas y movimientos”.

“Papá fue un gran visionario con muchos proyectos; hubo varios que lamentablemente lo tomaron otros y ni siquiera pusieron el nombre de él. La Avenida Parque debería llamarse Ismael Villemur”, estimó Rosa.

Sin dudas que Ismael siempre fue un hombre de buscar lo más sencillo. Lo más lógico, no la cosa rebuscada. Falleció en Gualeguaychú el 18 de Julio de 1995, a los 94 años, rodeado del cariño de sus hijos, nietos y familiares.

El destino quiso que se durmiera el día de la Independencia de su país, Uruguay, lugar donde nació en Montevideo.

Revista Semanario Nº 92 - Noviembre 2019 - Dirección Periodística: Rubén H. Skubij