GUALEGUAYCHÚ-FRAY BENTOS, ANALIZADAS BAjO EL PRISMA DE LA SEMEJANZA


Gualeguaychú y Fray Bentos,

cercanas y unidas por la historia

Por Marcelo Lorenzo

Gualeguaychú y Fray Bentos nacieron de un mismo proceso sociohistórico y, desde sus orígenes, estuvieron íntimamente ligadas a través de la frontera fluvial, compartiendo fluidas interacciones y estrechos vínculos culturales.

Cabría aplicar a Gualeguaychú y Fray Bentos el ejercicio de estimulación cognitiva conocido como “juego de las diferencias”.

Entonces uno se detendría en aquellos aspectos que vuelven a estas dos ciudades extrañas entre sí.

Resaltaría a priori que estos núcleos urbanos pertenecen a países distintos (Argentina y República Oriental del Uruguay, respectivamente), y por tanto tienen especificidades culturales y estatales propias, de lo cual se deduce que sus habitantes son idiosincráticamente diferentes.

La nacionalidad no es un tema menor ya que hace a la identidad de los grupos humanos. Los argentinos no son iguales a los uruguayos. Y en el caso de los gualeguaychuenses y los fraybentinos, reportan a colectividades distintas, fraguadas en la ideología constitutiva del estado-nación a partir del siglo XIX.

De hecho ese sentimiento nacionalista se activó a raíz del conflicto más grave que enfrentó a ambas comunidades y que puso en entredicho la buena vecindad construida por años en el espacio fronterizo sobre el eje del río Uruguay.

Nos referimos a la ruptura suscitada a partir del año 2005 a raíz de la instalación de una planta de procesamiento de pasta de celulosa para la fabricación de papel en Fray Bentos, que motivó la movilización social de Gualeguaychú contra la contaminación que genera este tipo de industria, circunstancia que hizo que los respectivos estados nacionales disputaran ante la Corte Internacional de La Haya.

Aunque el conflicto ha bajado objetivamente de tensión, y las relaciones entre los estados se han encaminado estos años, se cree no obstante que algo se ha roto socialmente entre las localidades fronterizas protagonistas primarias del conflicto, de suerte que llevará tiempo aminorar el recelo que en el último tiempo cultivaron los vecinos de ambas orillas.

Como sea, y en pos de la integración de ambos pueblos, vale superar las diferencias para anotar, en otro juego intelectual estimulante, los lazos bilaterales estables entre ambas localidades.

Y esto pensando sobre todo que el futuro tiene que encontrar unidos a gualeguaychuenses y fraybentinos, en torno a un proyecto regional común que ayude a elevar el nivel de vida de sus habitantes.

El 16 de septiembre de 1976 se inauguró el puente carretero Libertador General San Martín, que a través del río Uruguay une la zona de Puerto Unzué, cercana a Gualeguaychú, con Fray Bentos, capital del departamento uruguayo de Río Negro.

CIUDADES GEMELAS

Para describir a ciudades que se encuentran una al lado de la otra de un límite internacional y que, por tanto, son parte de una misma frontera, ha adquirido carta de ciudadanía la categoría de “ciudades gemelas”, una noción que es perfectamente aplicable para Gualeguaychú y Fray Bentos.

Aunque muy rica conceptualmente, la noción en principio puede prestarse a equívoco. Y esto en el sentido de que la idea de lo símil o idéntico no debe interpretarse como “iguales”, pues no existen ciudades que sean perfectamente iguales.

En nuestro caso, al margen de sus respectivas especificidades, y de los elementos que juegan a favor de la fragmentación, cabe postular que Gualeguaychú y Fray Bentos presentan aspectos socio-urbanos semejantes.

Sumariamente califican como ciudades gemelas por las siguientes notas distintivas:

  • Poseen un sistema geofísico compartido (características climáticas, ecológicas, geomorfológicas e hidrográficas similares).

  • Tienen un poblamiento de similar origen migratorio que compartió en el espacio geográfico un proceso histórico común.

  • Se trata de formaciones poblacionales con características socioeconómicas relativamente parecidas en ambos sectores fronterizos. Ambos núcleos urbanos tienen un tamaño que se corresponde con el hecho de que están emplazadas en el “interior” respecto de sus capitales nacionales (Buenos Aires –Arg.- y Montevideo –Uru.-).

  • A pesar de la fragmentación inherente al hecho de que las localidades reportan a formaciones estatales distintas, sus poblaciones comparten rasgos sociales, demográficos y condiciones de vida similares.

Es decir, a poco que se haga un esfuerzo por mirar estas dos ciudades bajo el prisma de la semejanza, se cae en la cuenta de que se trata de una díada fronteriza donde priman los elementos de simetría por sobre los de desemejanza.

De hecho, cabría postular -haciendo la salvedad de las diferencias suscitadas por el conflicto pastero- que las asimetrías son más bien coyunturales, derivadas de los vaivenes de los mercados cambiarios (como el que existe actualmente) o del auge de alguna actividad que incentiva las migraciones laborales hacia uno y otro lado.

EL RíO URUGUAY COMO EJE ARTICULADOR

Gualeguaychú y Fray Bentos son ciudades separadas por un río, el Uruguay, constituyendo este curso de agua una frontera natural, alrededor del cual los habitantes de ambas orillas han ido tejiendo una trama de relaciones históricas de todo tipo.

El movimiento de los pobladores de las dos márgenes del río es de larga data. Ya los indígenas de diferente parcialidad (charrúas, guaraníes, chanáes, etc.) se trasladaban en grupos en épocas pretéritas de una a otra región, a veces en búsqueda de lugares no depredados para aposentarse o simplemente para hacer intercambios.

Con la llegada del hombre blanco español, allá por el siglo XVI, el espacio se ocupó con un sentido de conquista, desplazando al nativo residente, y siguiendo una organización de tipo europeo.

En 1782 el virrey del Río de la Plata Juan José de Vértiz y Salcedo comisionó al militar Tomás de Rocamora para que organizara a los pobladores dispersos en la región del Litoral Medio.

Le pidió que emplazara villas que reforzaran la presencia española en la zona ante las incursiones portuguesas desde la Banda Oriental, donde hoy se encuentra ubicada Fray Bentos.

Es así que el 18 de octubre de 1783 Rocamora funda la Villa San José de Gualeguaychú, oportunidad en que designó el primer cabildo.

Por otra parte, a mediados del 1600 aparecía en la cartografía europea el nombre de “Barrancas de Fray Bentos”.

La historiografía atribuye ese nombre a un fraile ermitaño de apellido Bentos, que se habría instalado en la zona del arroyo Caracoles, sobre el río Uruguay.

A mediados del siglo XIX comienza la actividad portuaria en la región, constituyéndose el eje fluvial en elemento de conectividad social.

En 1855 el puerto de Gualeguaychú, ubicado sobre el río del mismo nombre, tenía una intensa actividad comercial y presentaba problemas de calado lo que impedía que ingresaran embarcaciones de gran tamaño.

Esta circunstancia obligó a las naves a recalar en el “atracadero de Fray Bentos”, sobre la costa oriental del río Uruguay, ya que las barrancas y la bahía ofrecían un excelente puerto natural.

Isidoro de María, vicecónsul oriental en Gualeguaychú, comenzó a alentar la radicación de personas en la orilla uruguaya y a despertar el interés de inversores en la zona.

En 1857, el vasco francés José Hargain, un hombre de negocios radicado en Gualeguaychú, decidió instalar una hostería en la orilla oriental y por ese motivo se le considera el primer poblador de lo que sería Fray Bentos.

Paralelamente, un grupo de empresarios uruguayos, ingleses, alemanes e irlandeses, compraron las tierras y donaron al gobierno uruguayo el terreno suficiente para fundar una población.

Así surgió Villa Independencia, que fue creada formalmente el 16 de abril de 1859. Años más tarde fue elevada a la categoría de ciudad y pasó a llamarse Fray Bentos.

Mientras Gualeguaychú recibió inmigrantes europeos durante la segunda mitad del siglo XIX, idéntico proceso ocurrió en la otra orilla, donde las colonias de inmigrantes y sus descendientes hicieron avanzar la frontera agrícola.

En esa época el uso de la navegación fue el principal medio de transporte y fue clave para el desarrollo complementario de Gualeguaychú y de Fray Bentos, cuyas comunidades intensificaron su vinculación como ciudades ribereñas, creando lazos sociales relevantes.

El historiador fraybentino René Boretto Ovalle, al reseñar este activo intercambio entre ambas poblaciones, traza un cuadro un tanto nostálgico de aquel período en el cual las localidades abrazaban, en forma simultánea, el ideal de la modernidad.

Eran tiempos en que el río no era frontera –relata-. Cuando se cruzaba muchos más fácil que hoy. Con novios del otro lado, con casamientos que unían familias, con clubes sociales que se llamaban de igual manera en ambas costas, cuando se entendía que el progreso es un derecho de los pueblos y ayudarse a crecer era la linda filosofía que nos permitía enfrentar el mundo”.

Hasta mediados del siglo XX se desarrolló un importante sistema de transporte de pasajeros y cargas que conectó a estas poblaciones fronterizas con Buenos Aires y Montevideo, a través de los puertos y embarcaderos existentes.

En la memoria regional se destaca el vapor Luna, que hacía el recorrido entre Gualeguaychú y Fray Bentos, transportando a los vecinos de ambas orillas.

Vale recordar que en la segunda década del siglo XX, la producción pecuaria y la industria frigorífica se convirtieron en el motor de las economías tanto de Gualeguaychú como de Fray Bentos.

Puente Libertador General San Martín que une Fray Bentos con Puerto Unzué (Gualeguaychú)

NUEVA ERA CON LA CONEXIÓN FÍSICA

La navegación en el río Uruguay perdió importancia frente a los medios de transporte terrestres, durante la segunda mitad del siglo pasado. El ciclo coincidió con un giro en la política de los respectivos estados nacionales (Argentina y República Oriental del Uruguay), los cuales se fueron haciendo de un control más efectivo de sus territorios.

Desde finales de 1960 y durante la década de 1970, en el marco de políticas desarrollistas, tuvo lugar la construcción de infraestructura destinada a la articulación física de todo el corredor del río Uruguay y la explotación de los recursos hídricos.

Eso se tradujo en la construcción de dos puentes internacionales y de la represa de Salto Grande, o cual reforzó la presencia de los gobiernos nacionales en el espacio fronterizo, produciendo una “burocratización” en el tránsito, algo que le quitó fluidez a los intercambios entre las comunidades próximas.

El 16 de septiembre de 1976 se inauguró el puente carretero Libertador General San Martín, que a través del río Uruguay une la zona de Puerto Unzué, cercana a Gualeguaychú, con Fray Bentos, capital del departamento uruguayo de Río Negro.

Algunos observadores han llamado la atención sobre el hecho de que los lugares del espacio fronterizo argentino-uruguayo, como es el caso Gualeguaychú-Fray Bentos, que tenían antaño un importante vínculo a través del río, pasaron a vinculares productiva y económicamente casi en forma exclusiva con sus capitales nacionales y muy poco entre sí.

Se critica que los pasos fronterizos carreteros, con las correspondientes agencias de control gubernamentales, han sido obstáculos al ideal de la integración proclamado por el Tratado del Mercosur del año 1991.

Al mismo tiempo, la década de 1990 implicó la expansión de inversiones transnacionales en la región (como la llegada de la pastera finlandesa Botnia/UPM a Fray Bentos), que lejos de alentar la integración regional han sido fuente de conflicto entre las comunidades.

DOS CIUDADES, DOS MÍTICOS FRIGORÍFICOS

Tanto Gualeguaychú como Fray Bentos fueron escenarios, en la segunda década del siglo pasado, del desarrolló de la industria frigorífica de exportación.

Hacia 1923 se funda el primer frigorífico con capitales argentinos, el Frigorífico Gualeguaychú, a la vera del río del mismo nombre.

Casi simultáneamente, en 1924, en Fray Bentos se instala el Anglo, luego de que la Vestey Co. comprara la planta del saladero y fábrica de extracto de carne de la Liebig's Extract of Meat Co.

Si bien se trata de proyectos productivos realizados en países y por actores sociales distintos, su confrontación no obstante permitiría establecer una serie de semejanzas, que ayudarían a entender a la sociedad de la época y a la región.

Los dos frigoríficos fueron, en su época, piedra angular de la vida económica y social de las ciudades respectivas.

Ambos enclaves se erigieron a la vera de un curso de agua: uno del río Gualeguaychú y el otro del río Uruguay, utilizando los puertos fluviales. Los ríos y mares eran la vía de comunicación vital para trasladar la preciada mercadería hacia los mercados externos.

Los emprendimientos se explican en un contexto histórico donde el negocio de la carne explotó en estas latitudes, a partir de la aparición de la demanda europea, especialmente de Gran Bretaña, potencia hegemónica de la época.

Una de las comarcas más promisorias para la producción de este alimento a gran escala en todo el mundo era Sudamérica, en especial el litoral argentino-uruguayo, donde abundaba el ganado vacuno.

Las caídas de los dos frigoríficos, en el último tramo del siglo XX, fueron episodios traumáticos para ambas comunidades litoraleñas, reflejo de la enorme gravitación que tuvieron estas fábricas en la vida colectiva.

Los sucesos posteriores son idénticos en ambos casos: intentos fallidos de reactivación y gran malhumor social, alimentado por el contraste del esplendor del pasado y el vacío del presente.

Revista Semanario Nº 124 - Agosto 2022- Dirección Periodística: Rubén H. Skubij