Los colectivos inteligentes han estado presente a lo largo de nuestra historia y quizás nunca lo habíamos notado. Para la invención de un barco no se tuvo en cuenta el aporte de una sola persona en el producto final, pues muchos creemos que la idea principal de un individuo es la que se tiene que llevar el crédito absoluto en el producto final pero es una idea errada, ya que detrás de ello hay muchas ideas que fueron aportadas por otros individuos en su momento. El barco requirió ideas tales como la proa, la popa, la vela, los remos, y luego más adelante el carbón, el motor, la electricidad, el acero, etc. Todos esos aportes no vinieron bajo ninguna circunstancia de una sola persona sino de varias que desde sus imaginarios aportaron a la idea de lo que hoy conocemos como barco.
En el comercio electrónico se aplica la misma historia del barco: necesidades que van creciendo y cada quien aportando desde lo que sabe. Hace 40 años era impensable comprar un producto en China desde Colombia y mucho menos creer que llegaría a la puerta de nuestras casas y no tener que ir hasta Buenaventura a buscar el paquete pedido. Lo común era esperar que un familiar en Estados Unidos lo comprara por nosotros y esperar a que esa persona llegara de vacaciones a Colombia para hacer entrega del mismo o que lo enviara por una empresa de mercancías que cobraba un dineral por traer el paquete. Por hoy vemos que los procesos de compra de productos de todas las categorías son mucho más sencillos, accesibles y que han mejorado mucho la calidad de vida de muchas personas que pasaban penurias para adquirir un producto y la espera era casi eterna. Ahora veremos la importancia de los colectivos inteligentes en el proceso del comercio electrónico y cómo es posible que ahora pida una revista manga en Japón y pueda llegar a nuestro país que está a más de 14,000 km del país nipón.