CAPÍTULO 4
En 2002, Eliot Levine escribió un libro sobre El Met llamado Un muchacho a la vez. Ese título es el punto crucial de la filosofía de El Met. Siempre ha sido mi filosofía. Otra forma de decirlo es tratar a todo el mundo igual de manera diferente. Desde la manera en la que diseñamos los currículos y los estándares hasta la manera en la que diseñamos las escuelas, debemos pensar en el individuo y en lo que él o ella necesita y quiere de la educación. No puedo afirmar esto de una manera más fuerte: Esta es la única manera en la que las escuelas funcionarán de verdad, y la única manera en la que a cada muchacho se le ofrecerá la educación que él o ella merece. Nuestros muchachos están siendo maltratados y abandonados por sus escuelas, y como resultado demasiados están muriendo literalmente. Tenemos que salvarlos, un muchacho a la vez.
Demasiados de nuestros muchachos están cayendo por las grietas, perdiéndose sin que nadie se dé cuenta siquiera de que no están. Hacia 10 semanas que habíamos comenzado nuestro primer semestre en El Met cuando Julio recibió una carta de una de las otras escuelas públicas locales en la que le informaban que había desaprobado la clase de gimnasia y que tendría que reportarse a la oficina del director con sus padres. Julio ni siquiera se había matriculado nunca en esa escuela – ¿cómo se las ingenió para desaprobar la clase de gimnasia? Ese mismo año, otra de nuestros muchachos recibió otra carta de otra escuela local, en la que le advertían que estaba en peligro de suspender una asignatura. De nuevo, ella ni siquiera estaba matriculada en esa escuela, y sin embargo de alguna manera, milagrosamente, ¡aun así estaba aprobando una asignatura allí! Esto simplemente ilustra cómo demasiadas de nuestras escuelas públicas no conocen a sus muchachos lo suficientemente bien como para saber al menos si los muchachos están matriculados o no, menos aún cuáles son sus intereses, qué habilidades tienen, o cuál es la mejor manera de ayudarlos a aprender.
Una talla nunca les sirve a todos. Una talla le sirve a uno.
Tom Peters
Lo que necesitamos no son solo escuelas más pequeñas y metas educacionales realistas, sino relaciones auténticas entre educadores y muchachos. Lo que necesitamos son escuelas verdaderamente personalizadas. Una escuela verdaderamente personalizada es esencialmente flexible: los agrupamientos de los estudiantes, los horarios, el currículo, las actividades, y las herramientas de evaluación se crean todas para ser apropiadas para los estudiantes y las situaciones en cuestión. En una escuela personalizada, la preocupación principal de los maestros es educar a sus estudiantes, no terminar con determinado corpus de contenido. Y al hacer esto, su preocupación principal se convierte en los propios estudiantes individuales.
No importa lo mucho que se esfuercen las escuelas, un enfoque de “una talla le sirve a todos” para la educación siempre será de acertar o fallar. ¿Puede imaginar entrar a una consulta médica y que lo manden a una habitación con otras 20 o 30 personas que tienen la misma queja o enfermedad, y entonces observar mientras el doctor discute el tratamiento que todos ustedes recibirán antes de mandar a todo el mundo afuera con copias de recetas hechas con papel carbón? ¡Por supuesto que no! Los médicos ven a un paciente a la vez. Es la única manera en que verdaderamente pueden ayudar a cada persona. Es la una manera que tiene sentido.
Quiero asistir a la escuela El Met porque la escuela a la que actualmente asisto no es una buena atmósfera de aprendizaje para mí. Los maestros de mi escuela no me entienden a mí y a mis maneras de aprender.
Del ensayo de solicitud para El Met de un estudiante de 8vo grado
Las escuelas que se toman en serio el cumplir la promesa de cada estudiante deben desarrollar estructuras y relaciones que nutran las fortalezas y energías de cada estudiante. Un aprendizaje verdaderamente personalizado requiere reorganizar las escuelas para que comiencen con el estudiante, no con las asignaturas o las clases. La escuela que trata de llevar la educación personalizada hasta su máximo potencial se preocupa de igual manera por qué conocimiento adquieren los estudiantes que por cómo los estudiantes individuales utilizan y aplican ese conocimiento. La prioridad en una escuela así es conocer a los estudiantes y a sus familias lo suficientemente bien para asegurar que cada experiencia de aprendizaje incite al estudiante a aprender más. Existen muchas escuelas grandiosas pequeñas y personalizadas que hacen todo esto. Lo que quiero decir es que necesitan llevar la idea del aprendizaje personalizado al paso siguiente: donde cada estudiante tiene un currículo completamente diferente, basado en quién es él o ella ahora mismo y en quién él o ella quiere convertirse.
Algo fundamental para la idea de tratar a todo el mundo igual de manera diferente es entender que no puede haber un currículo uniforme para cada estudiante en el país – o para cada estudiante en una sola escuela o aula, en cualquier caso. Forzar a los muchachos un conjunto de conocimientos rígidamente definido está en total oposición con lo que sabemos acerca del aprendizaje. Todo lo que sé sobre los muchachos me dice que no existe un contenido que sea adecuado para todos ellos. La fotosíntesis o el pentámetro yámbico pueden ser muy importantes para ti, pero no lo son para mí, al menos no ahora mismo.
A una mayor escala, al seguir la filosofía de un estudiante a la vez, una escuela crea una atmósfera en la que los muchachos se preocupan más por suspender ellos mismos que por competir con otros. Forma un lugar donde todo el mundo puede crear e involucrarse en muchas cosas diferentes y donde todo el mundo se desarrolla como individuo. La escuela reconoce (como hicimos en Thayer, cuando lo pusimos al frente y en el centro de la misión de nuestra escuela) que su meta es que “todos nuestros estudiantes escojan un lugar en la vida, en vez de ser puestos en uno a la fuerza.”
Este tipo de escuela también es capaz de crear un entorno donde la diversidad sea verdaderamente respetada y celebrada. Existe mucho elogio falso a la diversidad, pero cuando acometes la educación un estudiante a la vez, estas obligado a reconocer, y a trabajar con, las peculiaridades individuales de cada muchacho, lengua materna, género, habilidades, situación familiar, y cualquier otra cosa que desempeñe un papel en su vida como aprendiz. Me encanta esta cita, que pertenece al libro The Art of Possibility (El arte de la posibilidad), de Rosamund Stone Zander y Benjamin Zander:
A menudo se hace referencia a que Miguel Ángel dijo que dentro de cada bloque de piedra o mármol habitaba una bella estatua; uno solo tenía que retirar el material excedente para revelar la obra de arte en el interior. Si fuéramos a aplicar este concepto visionario a la educación, no tendría sentido comparar a un niño con otro. En lugar de eso, toda la energía se concentraría en picar la piedra, librándonos de lo que sea que esté en el camino de que cada niño desarrolle habilidades, dominio, y auto expresión.
¿El dirigir una escuela un niño a la vez significa dedicar menos tiempo a la creación de una comunidad interdependiente? Algunos pueden preguntarse esto, y estoy de acuerdo en que es una preocupación filosófica y práctica importante. Se tiene que prestar atención a equilibrar el sentido de cada estudiante de que él o ella es un individuo y un miembro de una comunidad. Con este fin, la escuela debe trabajar duro para crear un entorno que respete lo individual pero que al mismo tiempo espere que él o ella sea parte de la comunidad y que la respete, también. Los Estados Unidos batalla con esto como nación, y nosotros batallamos con esto todos los días en El Met. Pero aun cuando es una batalla, creo que estamos más cerca que la mayoría de las escuelas de alcanzar este equilibrio porque reconocemos que es una meta mucho más importante que el practicar para pruebas estandarizadas o reescribir nuestro código de disciplina.
Y, por supuesto, El Met está más cerca de alcanzar este equilibrio porque somos una escuela pequeña. Cuando solo tienes 110 muchachos, tanto educar un muchacho a la vez como construir un fuerte sentido de comunidad resultan más fácil. Como escuelas pequeñas también significan claustros más pequeños, es más fácil encontrar ese saludable equilibrio entre construir una comunidad de educadores y brindar desarrollo profesional “un miembro del personal a la vez”. En El Met, enfocamos el desarrollo profesional de la misma manera en la que construimos los planes de enseñanza de nuestros muchachos. Todo el mundo tiene su propio plan, y buscamos cosas que el grupo como un todo necesite. Es un enfoque mucho más natural del que la mayoría de las escuelas están asumiendo. Le damos a nuestra gente lo que necesitan en el momento en que lo necesitan y de una manera progresiva. Los directores observan a los maestros, hablan con ellos acerca de sus fortalezas y debilidades, les dan ideas, y ayudan a sugerir soluciones. Cuando sólo un maestro está batallando con un problema, los otros maestros no son forzados a estar sentados durante una sesión de entrenamiento de tres horas al respecto.
En teoría, enviar a los maestros a talleres de trabajo en equipo o traer a expertos para que den conferencias sobre el desarrollo de adolescentes es bueno. Pero en la práctica, no funciona para cada maestro. Es solo otro ejemplo de un enfoque inadecuado, de que una talla les sirve a todos. Tenemos que comenzar a pensar en los maestros (y en los directores) como aprendices, también, y abordar sus necesidades de aprendizaje una a la vez. Las escuelas deben ser un lugar de crecimiento para todos. Si los maestros están aprendiendo y creciendo, entonces los estudiantes lo harán también.
Enfocar la educación y el diseño de una escuela con la perspectiva de un muchacho a la vez es un gran cambio en la manera tradicional de hacer las cosas, y significa mirar a todos los componentes de mayor y de menor importancia de la enseñanza a través de una nueva lente. Sí es posible tratar a todo el mundo igual de manera diferente, aun cuando se trate de algunas de las áreas más complejas de la educación: diseñar el currículo y manejar la disciplina.
El currículo
No dependas del currículo: nunca hubo un curso sobre perspicacia/ comprensión/ entendimiento
John Ciardi
Obviamente, todo este libro es acerca del desarrollo curricular en el sentido más amplio de la palabra. Si tu verdadero interés es enseñar y aprender, entonces todo lo que hagas – desde establecer las reglas de la escuela, entrenar a los directores, hasta trabajar con los padres – es “desarrollar el currículo”. En este caso, solo quiero estacar tres puntos que mejor demuestran como el comenzar con una filosofía de un estudiante a la vez cambia la lente que usas cuando abordas el desarrollo curricular.
Primero, todos los programas educacionales de los estudiantes deben ser diseñados por las personas que mejor los conocen: sus padres, sus maestros, y ellos mismos. Los padres tienen que estar involucrados desde el principio —- justo cuando primero comenzamos a hablar sobre diseñar el currículo de sus muchachos. Ellos tienen tanta especialización acerca de sus propios muchachos como la que tenemos nosotros acerca de educar. En dos de mis antiguas escuelas, algunas de mis ideas más radicales estuvieron bajo ataque por parte de los padres y otros en la comunidad, así que involucrar a los padres de la manera intensiva en que lo hacemos en El Met fue, en cierta manera, un gesto egoísta. Claro, estoy bromeando en parte aquí, pero es cierto que no pueden gritarme a causa de lo que ellos mismos han desarrollado y decidido que es correcto para sus propios hijos.
Las personas de la educación siempre dicen que los padres son los primeros maestros de sus hijos. Así que parte de nuestro papel cuando pensamos en qué enseñar es realmente escuchar a los padres cuando dicen esto es lo que mi hijo hace en la casa; así es como mi hijo reacciona; esto es lo que motiva a mi hijo a aprender; mi hijo sólo ha tenido un año bueno en la escuela y esta es la razón; y así sucesivamente. Se trata de respetar al padre de la misma manera en la que tienes que respetar al muchacho, quien, a pesar de que sólo tiene 15 años, realmente sí tiene una idea acerca de quién es y de lo que necesita. (Y si dice que no tiene idea, sabemos que simplemente tenemos que mirar y escuchar con más atención.)
Algunos pueden ver esta meta – crear el mejor currículo para cada muchacho individual – como el hacer el trabajo del maestro aún más difícil/abrumador. De hecho, tener la flexibilidad para hacer cualquier cosa que puedas para que la escuela funcione mejor para cada muchacho individual lo convierte en un trabajo mucho más natural. Los maestros tienen la libertad de ser creativos en la manera en la que resuelven los problemas y trabajan con cada estudiante individual. No están limitados por un currículo rígido y abstracto que no tienen nada que ver con los muchachos definitivamente reales frente a ellos. De esta manera, ser un “asesor” para cada muchacho individual es un papel mucho más natural que ser el “maestro” de un aula de estudiantes diversos.
Segundo, tenemos que enseñarles a los estudiantes habilidades y conocimientos. Probablemente las habilidades más importantes que los muchachos deben aprender son cómo encontrar más conocimiento y cómo lograr de hecho obtener resultados. Veo tantos estudiantes universitarios que no tienen ni idea de cómo acometer un proyecto porque nunca se les ha enseñado en realidad como hacer las cosas, como hacer una llamada telefónica profesional, o un sistema de redes, o planear un mitin. Además, en esta era de computadoras y tecnología, la cantidad de información allá afuera aumenta cada segundo, y enseñar un conjunto limitado de conocimientos ya no es tan práctico como lo fue una vez. El motivar a los estudiantes a querer conocimiento y el enseñar las habilidades que necesitan para adquirir conocimiento se han hecho muchísimo más importantes. Todos hemos escuchado el proverbio de que es mejor enseñar a alguien cómo pescar que simplemente darle un pescado. ¿Por qué no podemos entender que es mejor enseñar a los estudiantes las habilidades que necesitarán para encontrar la información ellos mismos que simplemente darles una lista de hechos (o de presidentes o de elementos) para que la memoricen? ¿Por qué continuamos dándoles otro pescado, día tras día? ¿Qué milagro esperamos que suceda cuando tengan 18 o 22 años que les dará las verdaderas habilidades que necesitan para tener éxito en la vida?
Tercero, tenemos que utilizar y celebrar el mundo real a nuestro alrededor. Aquí está otra frase que me encanta, del poeta y filósofo Rabindranath Tagore: “Privamos al niño de su tierra para enseñarle geografía, de su lengua para enseñarle gramática.”
Cuando comenzamos El Met, hubo críticas de que nuestro currículo era “demasiado aleatorio”. Para mí, esto es ridículo. Los libros de texto son aleatorios. Un libro de texto de Historia saltará de una guerra a la siguiente y a la siguiente en cuestión de páginas. Un libro de biología se pasará tres párrafos en el sistema digestivo y entonces cambiará radicalmente hacia el sistema nervioso. Y las editoriales de libros de texto dicen que los muchachos tienen que terminar el libro de biología antes de que puedan leer el libro de química porque ese es el “orden correcto” para aprender cosas. ¿Quién les dio tanta autoridad? Por cierto, ¿sabían que en los Estados Unidos sólo cuatro editoriales (Harcourt, Houghton Mifflin, McGraw-Hill, y Pearson) controlan el 70 por ciento del mercado de libros de texto? Si eso no está encaminado hacia un “currículo nacional” – lo exactamente opuesto de enseñar a un muchacho a la vez – entonces no sé qué lo está.
Algo que quiero señalar aquí es que incluso si los libros de texto en los que se apoyan los maestros se juntan en un orden que tenga sentido cronológico o hasta para el desarrollo, ese orden todavía es externo. El orden al que debemos prestarle atención es al orden dentro del muchacho. Así que si Marcus está metido en la poesía ahora, él no debería tener que leer a Hemingway porque eso es lo que requiere el currículo de 10mo grado. ¡Él debería estar leyendo y escribiendo poesía ahora porque es el orden adecuado para él! El desarrollo curricular tradicional mira toda la información que tenemos y determina lo que debe estar dentro de cada muchacho. En vez de eso, necesitamos mirar a lo que ya está dentro del muchacho y usarlo para descubrir cómo ayudarlo a aprender más.
Una de los miembros de mi personal me dijo una vez cómo en el preuniversitario no se le permitió seguir sus intereses y escribir un ensayo sobre la Guerra de Vietnam porque ellos todavía estaban por la Guerra de Independencia en sus libros de texto. Yo, a mi vez, le conté una de mis historias favoritas de los muchachos de El Met. Daniel sabía que yo había estado en el sudeste asiático y siempre me hacía preguntas sobre Vietnam. Un día le pregunté por qué estaba tan interesado, y él me dijo que desde que tenía 10 años había estado tratando de hacer que su papá hablara sobre la guerra. El padre de Daniel era un veterano que fue tan afectado por su experiencia en Vietnam que no le hablaba a su familia sobre eso en lo absoluto. Entonces Daniel comenzó a investigar y a escribir sobre la guerra de su padre. Su papá finalmente abrió su gaveta y le mostró a su hijo sus medallas.
Hay más: Como parte de su “currículo” en El Met, Daniel pasó un curso universitario de entrenamiento para maestros sobre como impartir la Guerra de Vietnam. Obtuvo una pasantía ayudando a otro veterano de Vietnam de la zona a construir un monumento conmemorativo. Para el momento en que se acercó el proyecto de último año de Daniel, él había ampliado tanto la comunicación con su padre que los dos trabajaron juntos para reunir suficiente dinero e ir a Vietnam. Daniel tenía entonces 18 años, la misma edad que tenía su padre cuando él había volado allí por primera vez. Juntos recorrieron el país y aprendieron sobre la guerra y sus efectos en la tierra y en las personas. Ambos escribieron diarios. Cuando regresaron, padre e hijo fueron de un lugar a otro y dieron discursos sobre su experiencia. Daniel incluso desarrolló un sitio Web para ayudar a otros muchachos a hablar con sus padres acerca de la guerra. Hasta este momento, Daniel es un estudiante de último año en la universidad, que se prepara para graduarse con un título en Historia y para regresar a El Met como asesor.
Le “permitimos” a Daniel que estudiara la Guerra de Vietnam en ese momento, de esa manera, porque ese fue el currículo “prescrito” que él necesitaba en ese momento. De nuevo, no existe un conjunto de contenidos que sea adecuado para todos los muchachos.
Esta historia también le habla a otro fragmento del aprendizaje que el desarrollo curricular formal muy raras veces aborda: la importancia de salir de tu propio medio para hacer verdadero el aprendizaje. El currículo tiene que incluir experiencias que eleven por lo alto las cabezas de los muchachos y que los saquen de sus libros de texto, de sus aulas, de sus ciudades, incluso de sus países si es posible. En 1996, uno de nuestros estudiantes de El Met — un muchacho callado, de un barrio en el centro de la ciudad y una familia pobre – fue en un viaje de Outdoor Leadership (Liderazgo al aire libre) a New Hampshire, y eso cambió su vida. Cuando regresó a casa, se sentó en su cama con su mamá y habló con ella sobre la experiencia durante dos horas, el tiempo más largo que él había hablado con ella acerca de la escuela. Ella dijo que fue lo mejor que jamás le había pasado. Otro muchacho en ese viaje tuvo una experiencia similar y la describió de esta manera: “Yo era como una almeja, todo cerrado, y entonces la almeja simplemente se abre y salgo yo, como una flor que florece”. Y entonces estaba Sonya, una muchacha realmente ruda que nunca había visto la escuela como algo tan importante, pero que había expresado cierto interés en la historia de los afroamericanos. El Met tuvo la posibilidad de mandarla a un Freedom Ride (Viaje por la Libertad) con un activista de los derechos civiles de una universidad local. Sonya fue la persona más joven que se unió a este profesor y sus estudiantes en un viaje por el Sur para visitar los sitios más importantes de la era de los derechos civiles, incluida la iglesia Bautista en Birmingham, Alabama, donde una bomba mató a cuatro niñas; el parque de Birmingham donde los manifestantes fueron atacados por la policía con mangueras de incendio y perros; y la parada de autobús de Montgomery donde Rosa Parks fue arrestada. Cuando Sonya regresó, me fascinó escuchar una de las cosas más importantes que ella se llevó de esta experiencia. Ella dijo: “Yo solía llegar tarde a la escuela, realmente no me importaba. Pero cuando descubrí que personas murieron por mi derecho de ir a la escuela, lo veo de una manera tan diferente ahora.”
En El Met, nosotros buscamos cualquier recurso que podamos – y hay millones ahí afuera – para ayudar a los estudiantes a darle vida a sus currículos personalizados. Consideramos que días de excursión, viajes de un día, y (especialmente) experiencias de viajes de inmersión total, como los de Sonya y Daniel, son esenciales para este tipo de aprendizaje. Mediante el apoyo de los padres, la recaudación de fondos por parte de los propios estudiantes, becas, o llevándolos con nosotros en nuestros propios viajes a conferencias, a otras Escuelas de Big Picture, y así sucesivamente, tratamos de asegurar que cada uno de nuestros estudiantes tenga al menos una verdadera experiencia de viaje mientras están en El Met. Las siguientes páginas muestran fragmentos de los diarios y reportes de estudiantes de El Met que describen sus aventuras únicas. Son fantásticos. Describen currículos que nunca podrían venir de un libro de texto. Muestran lo que el aprendizaje debería ser para cada muchacho.
… Pude estudiar muy en serio y reflexionar mucho acerca de cómo vivo allá en casa. Aquí es donde me di cuenta…la famosa “revelación”. Yo caminaba por un sendero polvoriento en Potrero…cuando noté lo rápido que estaba caminando. “¿Por qué me estoy apurando?” me pregunté a mí mismo. “¿Dónde es que tengo que estar?”
Para mí fue como una tonelada de ladrillos pensar sobre esto: ¿Dónde siempre tenía que estar que era tan condenadamente importante? En ese momento (perdón si esto se está poniendo demasiado “espiritual”), yo pasaba junto a un lagarto de colores muy buena onda, y me detuve para examinarlo. Además, qué lagarto tan buena onda era. Realmente me hizo pensar: “Me pregunto qué clases de cosas buena onda hay allá en casa que nunca me tomo el tiempo de apreciar… ”
Me encantan los momentos como esos, porque no sólo te hacen pensar sin importar cuál haya sido tu revelación, sino que también le dan una sacudida/impulso a tu cerebro, una seria sacudida, como los cables de arranque de un camión Mac.
También se me ha dado un mucho mejor aprecio por el idioma inglés, y me he percatado, de manera bastante irónica, de que me gustaría tener una mejor comprensión de mi propio idioma antes de aprender otro. El inglés es un idioma muy expresivo…lo cual es algo que nunca había notado realmente hasta ahora.
Jesse Suchmann (viajó a Costa Rica)
…Usé gafas porque el sol era tan brillante que se reflejaba en el hielo y hacia que todo se iluminara. El cielo era agradable y azul, y mi adrenalina bombeaba mientras yo escalaba el hielo…Yo soy la única persona en mi vecindario que puede decir he estado en Alaska y escalé un glaciar.
Derek Amado (viajó a Alaska)
…Un gran momento de mis últimos meses en Japón fue cuando me uní a un grupo de artistas callejeros. Se llamaba Daidengaku, lo que significa “gran festival callejero”. Había diferentes grupos con diferentes papeles a los que uno podía unirse, pero mi mamá anfitriona me sugirió que bailara, así que lo hice…El instructor nos presionó muchísimo, pero yo estaba en forma debido al karate así que no fue tan malo.
El día del evento aún está vívido en mi mente. Vestido con ropas japonesas tradicionales, caminando por un largo sendero, llevando un gran sombrero que cubría mi rostro, pensé en lo que estaba haciendo y me percaté de cuán increíble era que yo fuera parte de esto.
Cuando regresé a casa, muchas personas dijeron que yo había cambiado y que parecía tan diferente. En ciertas cosas, no creo haber cambiado tanto, pero ceo que me he convertido más en la persona que quiero ser.
Christopher Swepson (viajó a Japón)
…En la segunda y tercera semanas del viaje, aprendimos los nombres comunes y en latín de todos los corales, algas, manglares y peces en el área. Esta fue una de las cosas más desafiantes para mí porque significo que tuve que estudiar duro de verdad. Cuando nos aprendimos los nombres, salimos a bucear con esnórkels para identificar a los animales en su hábitat natural. Durante estos buceos fue cuando aprendí más porque estaba aprendiendo al hacer. Encuentro que, para mí, aprender mediante la práctica es lo más efectivo.
Este viaje ha hecho que mi amor por el océano crezca todavía más. Ha hecho que quiera esforzarme más en la escuela para poder regresar a lugares como este a estudiar en el futuro. Y más que todo, me ha enseñado que la simplicidad en la vida es algo grandioso. Nosotros estuvimos en una comunidad de personas que no tenían mucho, pero que vivían cada día con una sonrisa en sus rostros. Recordaré Caicos del Sur y [esta] experiencia por el resto d mi vida.
Jason Watts (viajó a las Islas Turks y Caicos)
Disciplina
Yo…comencé a entender cómo usar el conflicto y las contradicciones para promover el aprendizaje.
Myles Horton
Nombré a esta sección “Disciplina” porque esa es la palabra de la escuela, pero no es una palabra que me guste. Cuando buscas disciplina en el diccionario Webster’s, la primera palabra en la definición es “entrenamiento”. Lo que conocemos como disciplina en la educación de hoy no “entrena” a los niños a hacer nada excepto a sentirse disciplinados. En lo personal, no creo que debiéramos siquiera usar esa palabra en las escuelas, y me encantaría cambiar la manera en la que las personas piensan sobre esto.
Tampoco me gusta la manera en la que utilizamos la palabra “castigo”, porque esa es la palabra equivocada también. Sé que la mayoría de nosotros piensa que la disciplina es repartir castigo y consecuencias. Pero yo creo que tiene que tiene que tratarse sobre hacer lo que es correcto para ayudar al muchacho y a la comunidad. Cuando un muchacho se interpone en el aprendizaje de otros y lastima a la comunidad en alguna forma, tenemos que intervenir con la misma meta que tenemos al hacer cualquier otra cosa en la escuela. La meta de un educador es mantener a los muchachos aprendiendo y creciendo, y así haces todo lo que puedes para ayudar a que el muchacho, y todos los muchachos, continúen aprendiendo y creciendo. Sí, a veces esto puede lucir como un castigo, o como consecuencias, pero el punto nunca es el castigo. El punto no es ni siquiera la justicia, sino en lugar de eso hacer lo que sea necesario para ayudar al muchacho a crecer, proteger la comunidad, y preservar la cultura de manera de que ese muchacho y todos los demás sigan creciendo. No me canso de repetirlo. Si comienzas con estos pensamientos en mente, y haces frente a los problemas con el aprendizaje como meta, no la disciplina y el castigo, entonces ayudas a crear una escuela personalizada donde “un muchacho a la vez es posible.”
Cuando hablé acerca de la atmósfera escolar en el Capítulo 3, insistí en la idea de que no se pueden hacer reglas basándose en la excepción. Dewey dijo lo mismo allá por 1938: “Las excepciones muy raramente resultan ser la regla o dan una prueba [sic] de lo que la regla debe ser.” Este es el primer paso para cambiar la manera en que vemos la disciplina en la escuela.
Una de las primeras cosas que hice en Thayer fue iniciar un largo proceso en el que los muchachos reescribieron todas las reglas de la escuela. Todos los muchachos tomaron parte. Es increíble, pero a los muchachos siempre se le ocurren más reglas que a sus maestros. Luego de que los limitas a las cosas que realmente son importantes, te das cuenta de que ellos básicamente quieren las mismas cosas que nosotros los adultos queremos: no peleas, no drogas, respetarse unos a otros, respetar la escuela, y así sucesivamente. Garantizo que si dejas a los muchachos escribir las reglas (y les pides que las mantengan claras y simples), no solo obtendrás las reglas que querías en primer lugar, sino que también habrán muchísimas más probabilidades de que los muchachos las sigan porque son sus reglas. Esto, por supuesto, también se relaciona con tratar a los muchachos con respeto y dignidad. Lo que repartas es lo que obtendrás. Es tan importante recordar que una escuela necesita reglas por la misma razón que los conductores necesitan semáforos: para que todos puedan avanzar de manera segura y fácil sin obstáculos que se interpongan en el camino.
Una vez que tienes las reglas acerca de qué comportamientos son deseados y cuáles no son permitidos, y las reglas son simples y consistentes, por supuesto que tienes que seguirlas. Pero cuando una situación justifica que un estudiante sienta las consecuencias de sus acciones, es esencial que no recurras automáticamente a los antiguos estándares: detención, suspensión, o expulsión. Las consecuencias de los actos de un estudiante deben tener sentido – igual que lo tienen en el mundo normal y (usualmente) en el mundo adulto. Si vas a darle a un muchacho una suspensión de tres días por pelear, entonces es necesario que quede claro que tres días es el tiempo que piensas que la escuela y el muchacho necesitan para recobrarse del incidente. O si vas a castigar a un muchacho por ser irrespetuoso, entonces tienes que hacerlo de una manera respetuosa.
Los buenos educadores piensan en cómo hacer que el castigo se corresponda con el problema, o cómo hacer que el castigo sea más productivo mediante cosas como asignar servicio comunitario en lugar de la suspensión. Pero digo que tienes que mirar aún más profundamente al problema y a la solución. La tarea es tanto descubrir cómo ayudar al muchacho o muchacha a resolver su problema como asegurarse de que el muchacho y toda la comunidad escolar continúen aprendiendo y creciendo. Así que si sacas a un muchacho del aula porque no está tomando nada en serio, entonces tus motivos deben ser ayudar a ese muchacho a crecer ensenándole qué es serio y qué no lo es, y ayudar a la comunidad a regresar al estudio.
Hace unos cuantos años, uno de los grupos asesores de El Met pasó una hora y media ayudando a uno de sus compañeros de clase a comprender por qué la pelea que él comenzó al inicio del día estaba poniendo a toda la escuela en peligro. Más tarde, ese muchacho me escribió una nota en la que decía lo mucho que aquella discusión había valido la pena, y como él se había acercado a cada estudiante que presencio la pelea, se había disculpado por su comportamiento, y les había explicado que en realidad él “no era así”.
La cultura de la escuela decía que pelear no es buena onda, pero también decía que reconocer tus acciones/errores y hablar al respecto es buena onda. El castigo de este muchacho no sólo tuvo un significado, sino que también le permitió ir aún más lejos: comunicar sus sentimientos sobre el crimen y el castigo en una manera positiva. ¿Qué hubiera ganado él, o yo, o la escuela si en lugar de eso yo hubiera escogido suspenderlo durante dos semanas? ¿O, como las escuelas con políticas de cero tolerancia hacen ahora, si yo lo hubiera expulsado y le hubiera negado del todo cualquier futuro aprendizaje? No se trata del castigo que el muchacho recibe, sino del efecto que ese castigo tiene y del aprendizaje que tiene lugar como resultado.
Demasiado a menudo, los educadores utilizan métodos de disciplina para evitar lidiar con los verdaderos problemas. La detención como política escolar es un ejemplo de una solución fácil a un problema – que ignora completamente por qué el problema sucedió en primer lugar. La filosofía de un estudiante a la vez te obliga a ver los problemas en relación con el estudiante, la situación actual, y la familia. Me resulta perturbador ver las maneras en la que los administradores reparten castigos sin buscar más información. De hecho, es profesional y humanamente inconsistente, y totalmente irrespetuoso con los estudiantes.
Por ejemplo, las políticas de detención son notoriamente inservibles. Sin embargo, los educadores continúan utilizándolas y preguntándose por qué los mismos muchachos regresan al aula de detención cada semana. Y cuando los estudiantes no se presentan a la detención, ¿qué les pasa? Los suspenden. Ridículo.
En contraste, la filosofía de un muchacho a la vez sugeriría que el maestro o el director preguntaran primero por qué el muchacho llegó tarde o sigue molestando a los otros estudiantes o cualquiera que sea el problema. Entonces quizás tenga sentido traer a la familia del muchacho para ayudar a todos a tener una mejor comprensión del problema. Entonces el estudiante, la familia, y el maestro podrían acordar una solución única que todos ellos consideren que ayudará a resolver el problema.
El mal comportamiento de un estudiante tiene que ser visto no como un comportamiento que necesita ser castigado, sino más bien como un comportamiento que necesita ser cambiado. La idea es ayudar a que un estudiante esté involucrado en cambiar su comportamiento, no sólo castigarlo o tratar de cambiar el comportamiento por él. En la mayoría de los casos, realmente no pienso que tengas que “darles a los muchachos una lección”. (El solo hecho de ser atrapado es realmente una lección más que suficiente.) Simplemente tienes que pensar en qué pasará a continuación.
Quizás una vez cada tres años, una ofensa realmente seria me traumatiza. En uno que otro caso, sé que el castigo es una opción, pero es sólo uno entre una docena, y castigar nunca es mi primer instinto. Usualmente, sólo pregunto: “¿Por qué hiciste eso?” En las escuelas tradicionales, tendemos a buscar las soluciones más impecables y rápidas, pero cambiar el comportamiento es un asunto complicado, y de verdad tenemos que comprometernos a tratar de resolver cada problema de una manera que respete al estudiante y a su familia. Tenemos que comprometernos con llegar a conocer a cada niño de forma individual. Ninguna escuela personalizada puede funcionar sin este esfuerzo.
En una de mis escuelas, tuve un maestro de educación física que obligaba a los muchachos a quedarse después de terminadas las clases por negarse a cambiarse de ropa para la gimnasia. Cuando me enteré, le pedí al maestro que hablara con cada uno de los muchachos y que les preguntara por qué no se cambiaban. Un niño admitió que sus piernas flacuchas le daban vergüenza y que no podía costear pantalones deportivos. ¿La solución? Le compramos un par de pantalones deportivos de $9.95. El niño nunca faltó a otra clase de gimnasia. Otro niño no quería quitarse la ropa delante de los otros niños. ¿La solución? Simplemente se puso ropas deportivas debajo de sus vaqueros cuando venía a la escuela. El tampoco faltó nunca a otra clase.
A veces necesitas una solución realmente creativa. Steven había abandonado su escuela anterior y estaba en su tercer intento de pasar el 9no grado. Él estaba llegando a la escuela dos o tres horas tarde todos los días. En lugar de sólo ponerlo en detención o algún otro castigo sin sentido, tratamos de ayudarlo a cambiar sus hábitos de sueño. Cuando eso no funcionó, hicimos más preguntas y averiguamos que su madre se iba de la casa dos horas antes de que Steven necesitara levantarse para la escuela. Así que intentamos llamarlo por teléfono para despertarlo. Eso tampoco funcionó. Finalmente, decidimos que Steven se levantaría a la misma hora que su mamá, y ella lo dejaría en mi casa de camino a su trabajo. Ya yo estaba levantado a esa hora para comenzar con mi tai chi y salir a correr. Después de eso, Steven y yo hicimos ejercicios juntos cada mañana, y entonces conducíamos hasta la escuela juntos. Él nunca llegó tarde de nuevo. ¡De hecho, más adelante él dejó su banda porque le frustraba que otros miembros no pudieran llegar a las prácticas en tiempo!
Podrías considerar esto un ejemplo extremo, pero no es extremo en el sentido de que simplemente encaja. La mamá de Steven fue una parte del plan, y yo ya tenía esa rutina. Ningún director puede hacer algo como esto por cada muchacho, pero él o ella pueden hacerlo en las situaciones en que funciona para todos los involucrados. Él o ella pueden ser creativos y utilizar los recursos disponibles para ayudar al estudiante. Así que este ejemplo puede sonar extremo, pero realmente fue solo encontrar una solución que tuviera sentido, encajara con la situación, y que cambiara el comportamiento en vez de castigarlo.
Cuando de disciplina se trata, otra cosa que tiene que suceder es que el director y los maestros deben ver cada problema de comportamiento no sólo como problema del estudiante, sino también como un problema del entorno. Tienen que preguntarse a sí mismos: ¿Qué pasa en la escuela que contribuye a que los estudiantes se metan en problemas? Por ejemplo, todos sabemos que en las clases que los muchachos disfrutan hay pocos o ningún problema de comportamiento. Y sabemos que los muchachos disfrutan una clase cuando están involucrados. Si están haciendo un proyecto sobre algo en lo que están interesados, algo que está relacionado con el mundo real y que tiene consecuencias del mundo real, entonces no tienden a pasarse noticas o pedir ir al baño diez veces. Tienes que mirar el entorno. Si los muchachos están interesados en lo que están haciendo, no necesitaran inventar distracciones o encontrar algo que preferirían hacer.
Hacer que el aprendizaje sea interesante es algo tan básico de trabajar con muchachos, como el hacer que se apropien del aprendizaje – y de la disciplina. Los resultados de imponer la usual disciplina externa pueden verse en muchas aulas: Los estudiantes están sentados calladamente y lucen respetuosos, sin embargo cuando el maestro se aleja, ellos comienzan a hacer señales vulgares con la mano o miran a las respuestas del examen de otro estudiante. En El Met, tratamos de ayudar a los estudiantes a que desarrollen su propia disciplina. Creemos que si el estudiante tiene auto disciplina entonces, con esfuerzo, él o ella puede hacer cualquier cosa bien en cualquier momento.
Una vez, algunos estudiantes de otra escuela estaban visitándonos en El Met. Al final del día, debatimos con ellos. Una muchacha, que se había sentado con un grupo de estudiantes que trabajaban en proyectos, dijo que se la había pasado buscando una cámara secreta ya que todo el mundo se estaba esforzando mucho. Alguien tiene que haber estado vigilando, dijo ella. Por supuesto, no había ninguna cámara. El trabajo era interesante para los estudiantes, así que la auto disciplina llegó fácilmente.
En El Met, averiguamos en qué está interesado el estudiante y entonces lo ayudamos a establecer sus propias metas y estándares en torno a aprender más sobre ese interés. Nuestros graduados que se han ido a la universidad, regresan y nos dicen que están muy por delante de otros muchachos porque saben cómo organizar su tiempo y hacer sus tareas sin muchas indicaciones. Ese es el resultado de la auto disciplina. Nuestros estudiantes la desarrollan porque, como muchos dicen, tienen que hacerlo. Personalizar la educación significa no solo personalizar el apoyo que cada estudiante recibe, sino también incrementar considerablemente la medida de responsabilidad que cada estudiante tiene por su propio aprendizaje.
Así ahora estoy a cargo de mi propio aprendizaje, y me encanta. A veces hay baches en el camino, pero me las arreglo para superarlos, ya sea reuniéndome con mi asesor o tomando las cosas una a la vez. Se nos permite aprender a nuestro propio paso, y eso es lo que hace a la escuela exitosa (junto con otras cosas). Esta escuela está establecida de una manera inusual, pero es buena onda.
Fragmento del ensayo de un estudiante de El Met, requerido como parte del Gateway hacia el 11no grado
PREGUNTAS PARA CONTINUAR ESTA CONVERSACIÓN…….
1. ¿Existen algunas situaciones en la vida en las que “una talla les sirva a todos”?
2. Habla sobre un momento cuando algo que aprendiste te motivó a aprender más. ¿Qué implicaciones tiene esto para la educación?
3. Escribe las que consideres que son las cosas más importantes que todo niño debe aprender. Pide a tus colegas y amigos que hagan lo mismo. ¿Qué es diferente? ¿Qué es igual? ¿Nuestras escuelas se aseguran de que los niños aprendan estas cosas?
4. ¿Cómo consigues que un estudiante quiera conocimiento? Una vez que logras que lo quieran, ¿cuáles son las mejores maneras para ayudarlos a obtenerlo?
5. Habla sobre una vez que estuvieras en la escuela y tu aprendizaje se correspondiera con tus intereses. ¿Cómo fue esa experiencia diferente de las veces en las que tu aprendizaje no se correspondió con las cosas en las que estabas interesado?
6. ¿Qué tenemos que desaprender acerca de la enseñanza tradicional para que podamos educar a un estudiante a la vez?
7. ¿Qué cambios tendrían que ocurrir para hacer que una escuela verdaderamente personalizada sea posible? ¿Por dónde comenzarías?