Miramos la fotografía, nos gusta, nos la ponemos, y ya está.
ya perecemos profesores de ciencias. Pero, ¿queremos ser o parecer profesores de ciencias? ¿queremos trabajar como profesores de ciencias o ser profesores de ciencias?
Dejemos las bromas, estas clases van dirigidas a personas que quieren ser profesores de ciencias.
Podemos empezar por la implantación del master en educación secundaria. Es una respuesta del sistema educativo y de la sociedad en conjunto para formar profesores de ciencias. Muchos profesores universitarios expresaron mediante un manifiesto un estado de opinión muy extendido en los Departamentos y Claustros. Podemos extraer alguna frase o leerlo integro.
"Denunciamos la simplificación del diagnóstico que atribuye los variados y complejos problemas del sistema educativo a una supuestamente indiscriminada falta de preparación psicopedagógica del profesorado. Dichos problemas tienen causas de índole social, económica y política, que no se resuelven en modo alguno disminuyendo la formación teórica específica de los profesores. No negamos la conveniencia de agregar a esta formación teórica una verdadera etapa de prácticas. Pero nos oponemos a una ampliación del actual “Certificado de Aptitud Pedagógica” (CAP), cuyos deficientes resultados son por todos conocidos y que es lo que, en el fondo, significan estos nuevos másteres profesionales."
Se puede leer integro en http://fs-morente.filos.ucm.es/manifiesto/index.htm
Sin dar tantas vueltas (lo que a veces es de agradecer por la claridad que aporta) podemos encontrar estas ideas en el manifiesto antipedagógico elaborado por Ricardo Moreno Castillo (profesor de Matemáticas en un Instituto de Madrid).
El manifiesto lo podemos leer en los archivos adjuntos pero entresacamos:
"De la actualización pedagógica no voy a hablar mucho. Enseñar se parece más a un arte que a una ciencia, y si bien un compañero más veterano puede indicarte algunos de los errores más habituales en un profesor, el resto depende de la afición del profesor por el saber que se pretende transmitir, de la capacidad de ser claro y ordenado en la exposición, de la de hacerse respetar por los alumnos y comunicar con ellos. Para quien carece de estas habilidades los cursos de formación pedagógica son inútiles, para quien las tiene son superfluos."
No comparto esta opinión y por esa razón estoy embarcado en esta aventura. Creo que buscar respuestas a la pregunta ¿Qué deberíamos conocer - en su sentido más amplio de saber y saber hacer- los profesores de ciencias para impartir docencia? Este planteamiento evita caer en el determinismo. Nos aleja de palabras como vocación, o yo valgo y nos acerca a un área formativa. Nos aleja de la religión o la mística y nos acerca a la ciencia; nos aleja del arte y nos acerca a la medicina.
La profesión docente ha estado anclada demasiado tiempo en palabras como vocación y arte y en eso se parece a otras como la medicina e incluso la psicología. La aplicación del método científico ha hecho de que no admitamos en una consulta médica palabras como sangrías, humores, o imposición de manos. No admitiríamos en una consulta una persona que ha estudiado geología, o biología y que el final ha decidido ejercer de médico. Exigimos un "saber profesional" y evidentemente junto a ello una serie de cualidades entre las que podemos destacar la empatía, incluso hoy en día conocemos que muchas de estas cualidades son entrenables, subceptibles de mejorar con la formación.
Se afronta la profesión docente con el cliché de que para enseñar basta con los conocimientos teóricos específicos recibidos en una formación universitaria (vale cualquiera, por cierto) y buena mano para que se produzca el aprendizaje en los alumnos. El no funcionamiento de este sistema se achaca no al planteamiento inicial sino a razones externas como alumnos, familias, consejería de educación etc.
Vamos a buscar respuestas en dos campos. Uno más general referido a la profesión docente y otro particular con los profesores de ciencias.