El principio de todo aprendizaje.
Como miembros de la civilización humana, somos los herederos, no de una investigación sobre nosotros mismos y el mundo, ni de un cuerpo acumulador de información, sino de una conversación, iniciada en el bosque primitivo y extendida y convertida cada vez más en algo articulado a lo largo de los siglos. Es una conversación que continúa en público y en el interior de cada uno de nosotros La educación, estrictamente hablando, es una iniciación a la habilidad y a la participación en esta conversación, en la que nosotros aprendemos a reconocer las voces, a distinguir las formas correctas de expresión, y a través de la cual adquirimos los hábitos intelectuales y morales apropiados a la conversación. Y es esta conversación la que, finalmente, da paso y carácter a toda actividad humana y a toda expresión. Michael Oakeshott, 1962
Encontré esta cita en un artículo de Carles Lladó (profesor de matemáticas). Es para mí importante por que el contacto con este profesor en varias actividades de formación, supuso para mí un cambio en la manera de pensar y hacer en educación. La importancia del lenguaje, de la conversación en clase como creadora de conocimiento nos pasa normalmente desapercibida cuando no es despreciada. Pero volveremos con Carles otro día. Ahora sigamos con Oakeshott.
Siguiendo a este profesor de Ciencia Política la conversación tiene una serie de interesantes cualidades:
- No hay que descubrir una "verdad", ni sacar una conclusión.- es una aventura intelectual, un juego improvisado.- se puede diferir y discrepar, se acepta la diferencia. - no hay jerarquía. Cada participante es valorado, sobre todo, por su presencia activa.- puede en parte estar constituida por razonamientos pero no es "un" razonamiento.- las "certezas" se deshacen por la presencia de otras ideas.El objetivo de estas clases es iniciarnos en una conversación sobre la profesión de docente, sobre las relaciones que se establecen en el Centro de enseñanza, sobre el significado de enseñar y aprender, sobre métodos. Una conversación cercana a la reflexión, alejada de los lugares comunes, de las opiniones a bote pronto, de las palabras sin fundamento. Buscando siempre la respuesta y más interesante aún las preguntas adecuadas. Siempre aplaudimos las buenas respuestas pero nos dan más juego las buenas preguntas.
¿Qué significa aprender?
¿Qué significa enseñar?
¿Qué necesito saber?
¿Qué tengo que saber hacer?
¿Qué papel juegan las ciencias en la educación?
Y antes de todo ¿Quienes somos?
Como decía Willian Cory (Alumno y profesor en Eton en el siglo XIX):
Pero vas a una buena escuela no tanto por los conocimientos sino por las artes y los hábitos; por el hábito de la atención, por el arte de la expresión, por el arte de asumir con la noticia del momento una nueva posición intelectual, por el arte de penetrar rápidamente en los pensamientos de otra persona, por el hábito de someterte a la censura y la refutación, por el arte de indicar asentimiento y disentimiento en términos graduados, por el hábito de considerar los pequeños detalles de una afirmación, por el arte de elaborar algo que es posible en un tiempo dado, por el gusto, la discriminación, el valor mental y la sobriedad mental. Y sobre todo vas a una gran escuela para conocerte a ti mismo.
Para seguir con nuestra conversación podemos ver un vídeo del educador inglés Ken Robinson realizado en las charlas organizadas por el T.E.D.
Los puntos de vista que mantiene Ken Robinson me pueden servir para plantear una pequeña búsqueda de información que amplíe el vídeo visto en clase.
Las preguntas sobre ¿donde van nuestros sistemas educativos?, ¿cómo se aprende?, ¿Que efectos tiene la forma actual de enseñar?
Pero la conversación se rompe cuando uno o varios de los participantes rompe las reglas mínimas que la organizan. Cuando se levantan barreras en forma de insultos o desprecios a los demás, cuando desviamos la conversación porqué no nos interesa donde nos conduce, cuando creemos que los demás no pueden aprender (si no que tienen que simplemente creer) etc.
Podemos buscar muchos ejemplos de como se rompe la conversación sobre educación. Aquí tenemos uno del escritor Arturo Pérez Reverte.