Salud

Medicina sin engaños

Medicina sin engaños


¿Qué nombre recibe la medicina basada en evidencia científica, que sigue un riguroso método para corroborar la validez de los procedimientos diagnósticos y terapéuticos? Medicina. 

¿Qué ocurre con un tratamiento alternativo, natural, ancestral, herbal, tradicional, chino, cuando se demuestra que sirve usando el método científico?  Entra a formar parte de la medicina. 

El bioquímico español J. M. Mulet enseña en su libro la evidencia que respalda a las llamadas opciones alternativas y muestra por qué algunos funcionan a medias y cómo muchos son engaños de mentes confundidas con buenas intenciones y  muchos otros no son más que un tramposo negocio. 

Porque la verdad es que la Medicina (si, así a secas) es a donde acuden la mayoría de los mortales cuando se enferman o se accidentan, incluyendo los que viven de criticarla usando métodos “alternativos”.

Válido que en una sociedad libre, haya otras opciones para diagnosticar y tratar enfermedades.

Lo que viola derechos elementales, es la intervención del estado con acciones claramente asimétricas y abusivas.

Los médicos, los que estudian largos años, los que pasan exámenes, los que ascienden en un estricto sistema de filtración de calidad, los que siguen estudiando toda la vida, son sometidos a toda clase de normas, regulaciones, restricciones, algunas llegando al nivel de la ridiculez. Acosados por la presión de atender consultas y cirugías, con equipos cada vez más precisos y costosos, no tienen tiempo ni mente para llenar tanto requisito y documento. Aparecen, convenientemente, empresas que hacen el trabajito por valores que van sumando para aumentar el costo de sostener una práctica ética y de calidad, y el valor que paga el paciente. 

En cambio si el alternativo se llama curandero, brujo, yerbatero y su método incluye leer cartas, aplicar el zodiaco, fumar al enfermo, crackear huesos, vender pastillas de azúcar y agua con nombres pseudocientíficos, clavar agujas o cualquier otro tipo de pase mágico, que no esté respaldado por evidencia científica alguna, el estado le da plena libertad de funcionar sin ningún control. La celebración de la ignorancia que venera lo “natural” y “ancestral” convertida en brazo legal para perseguir y restringir la medicina real con sus odiados químicos, láseres, equipos sofisticados, a la que siempre acuden los enfermos de verdad.

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Numeros mortales

Manipular cifras es atributo de la perfidia cuando se usa para el engaño. Los artistas de la confusión lo hacen con sutileza para que la trampa quede oculta. 

Cuando el séquito de un ególatra inventa un aura de inteligencia cósmica que “hay que saber entender”,  el patético personaje se siente en libertad de imaginar hipótesis que lanza al mundo, como borbotones de efervescencia genial, en la seguridad de encontrar aplausos majaderos. 

La de los millones de muertos de un sistema de salud perverso, dominado por las fuerzas del mercado, “que supera en mucho a los de la violencia” de las admiradas bandas criminales de sus amigos, solo merece mención para que no falte en los anales del cinismo. 

Es de suponer que fue su ministro de salud quien, en desesperada competencia por el primer puesto de las bestialidades, le sugirió usar la cifra de muertes prevenibles. Así, el fumador barrigon y estresado que murió de infarto, fue asesinado por el sistema, la niña que no sobrevivió el tratamiento de una bronconeumonía, fue victima de la indiferencia de un hospital comercial, el anciano infectado de Covid, cruelmente ahogado por el negocio de las UCI.

Lo burdo del argumento se complementa con el error en las cifras, que en realidad son un 25% menos y que han bajado en un 100% en los últimos años. Colombia muestra una de las gráficas de caida más pendientes de toda America, muy en contraste con Cuba y Venezuela. Peor aún, en el grupo de prevenibles lo que más pesa es precisamente la violencia, obviamente evitable, si no hubiese una dirigencia que la valide. 

Un aporte más, a esa receta nacional tan típica que es el sancocho moral. Supera con creces a aquel antecesor que no vió elefantes y cuya espalda creíamos inigualable. También ahora estaba de espaldas cuando entraron los recursos de los criminales a su campaña.

Y metidos en numeros, se dan el lujo de esquivar las cifras de todos los que están muriendo por un desabastecimiento de medicamentos, sin percedentes. La ineptitud e ineficacia de todos los correligionarios que han ido reemplazando a tecnicos claves del ministerio y demás dependencias de la salud, quienes si entendian el mercado de fármacos, combinada con el ahorcamiento financiero a las entidades del sistema, están generando muertes cuya trazabilidad llega muy directo a las oficinas de un frío Palacio.

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La dicha de enfermarse

Tuve  el privilegio de integrar un equipo de colegas que resolvimos no resignarnos a practicar medicina tercermundista. Arriesgando escasos patrimonios, adquirimos equipos con los que cada vez prestamos más y mejores servicios lo que nos dio los recursos para construir una sede en la que logramos no solo un altísimo nivel profesional sino comodidad en un ambiente bello y distinto para los enfermos. “Que no se sientan en un hospital” fue la instrucción que Raul H Ortiz supo plasmar para aprecio y disfrute de muchos. 

También fui muy afortunado en poder visitar, enseñar y practicar en culturas y sistemas muy diversos de primero. segundo y tercer mundo, lo que me dio un aprecio renovado por lo que tenemos. Como prestador, nunca sentí, ni el los centros más avanzados que podía hacer las cosas tan bien como aquí.  En 40 años he podido comprobar cómo ese mismo poder de superación llevó a miles de colegas en toda Colombia a lograr una de las mejores redes prestadoras del mundo.  

Aunque son muchos los ejemplos en Cali y en todo el país, hay que destacar  lo que logró el Centro Médico Imbanaco con el tesón de los médicos y el empuje del Dr. Armando Gonzalez. Pero tal vez el ejemplo más asombroso es la forma como el Dr. Vicente Borrero logró canalizar la filantropía del Valle para construir el más imponente centro hospitalario que la mente más ilusa hubiese podido imaginar. Enorme, funcional, cómodo, bello y lleno de miles de atentos y dedicados “sanitarios” (como le dicen en España a quienes viven de cuidar a los demás). No solo tuvo la capacidad para imaginar cientos de servicios en todas las especialidades, sino que lo volvió realidad: más de 700 médicos atendiendo, educando e investigando con gusto, recursos y comodidad. 

En la medida en que nos da la “duradera”, tendemos a pasar más tiempo del lado del que recibe y menos del que da, por lo que he sentido profundo orgullo al comprobar que enfermos de todas las condiciones somos atendidos cumplidamente, con amabilidad y seguridad en un ambiente que combina jardín botánico, con plazoleta de restaurantes y odisea del espacio.

Alguna vez, el portento moral que fue Álvaro H Caicedo me pidió que lo operase de algo más porque había pasado delicioso en cirugía. Respetando a quienes sufren, la confianza que transmite Valle del Lili enciende una luz de dicha.

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Presupuesto en Salud

Se insiste mucho en la importancia de hacer estudios realistas para garantizar el “derecho fundamental a la Salud”. Sin ahondar mucho en lo que esto quiere decir, es obvio que prestar servicios médicos tiene costos y si no se asignan  recursos para cubrirlos se está proporcionando Salud en el papel, recurso que no es extraño a la legislación y cultura Colombianas.

Para dar una idea de las confusiones que se publican en cifras debemos hacer un análisis en billones de dólares (9 ceros) comparado con el mundo.

Según la OCDE el gasto en Salud en Colombia es 50, el presupuesto de Salud es 15, según planteaba la Ministra era 5 y según el ADRES es 0.5.

En la mejor de las cifras el gasto per cápita es US$1.181, que comparado con el promedio del grupo de 4.877 y con el de USA, con un 30% de la población no cubierta, de 12.000. La UPC promedio es $561.

Al no tener un marco económico que permita volver realidad los buenos deseos de darle la mejor Salud a todos, los ejercicios que se proponen son fútiles o para decirlo en términos más coloquiales, propios de la pendejada nacional.

Si países con PIB per cápita entre 4 y 7 veces el de Colombia gastan en sus muy restrictivos sistemas de Salud sumas muy superiores, se hace obvio que la pretensión de garantizar el “derecho fundamental” con 8 dólares o 500, o 1000 es ilusoria.  De hecho lo que garantizan casi todos no es “La Salud” sino  el acceso a ciertos servicios médicos con muchas limitaciones, racionamientos y esperas. Solo unos cuantos subdesarrollados decretan en el papel lo que no van a poder cumplir. Lo que si logran montar con mucho éxito es una farsa informativa que mantiene a la población enferma en subregistro y a muchos incautos, en el engaño.

La realidad es que 20 de 24 EPS no tienen recursos para cubrir sus deudas. Les falta la fruslería de 3 billoncitos de dólares. Han atendido sin tener con que.

Es válido solicitar como lo hace la ACSC que haya transparencia en los sistemas de información y contratación, que actúen los entes de control y vigilancia, pero si no se aterrizan las cifras, solo va a servir para cuantificar un enorme hueco. No hay que ser muy agudo para ver el desastre de un sistema que presupuesta COP 1.7 billones y la sola Nueva EPS tiene cartera de 2. 

Está además el punto de los costos administrativos. Como todo el sistema funciona con grandes contratos, se garantiza la corrupción y todos los esfuerzos por controlarla se van en inoperantes y costosos procesos administrativos que determinan que un 30% de los recursos se desvían de la atención médica a mover papeles entre funcionarios. 

El control más universalmente probado, en todos los sectores y culturas es la libertad de escogencia por parte del enfermo. Bellamente enunciado en todos los principios de las leyes y consistentemente violado en todos los contratos que estimulan la comisión para asignarlos y la respectiva tajada para pagarlos. Quien “entiende el sistema”, prospera. Quien quiere dar un servicio de calidad, sin participar de la piñata, está condenado a llenarse de papelitos llamados “órdenes de servicio” a los que nadie le reconoce valor alguno.  Es la moneda de la Salud que seguirá arruinando hospitales. 

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Trasplante de ojo

La noticia ha dejado asombrados a muchos y le ha creado expectativas a muchos otros. 

Los primeros sorprendidos son los oftalmólogos, expertos en microcirugía del ojo y conocedores en detalle de todas las dificultades y limitaciones que implican ciertos procedimientos. 

La combinación de cirugía bajo el microscopio con asombrosos avances tecnológicos para fabricar equipos e instrumentos, materiales como agujas e hilos casi invisibles, láseres de ciencia ficción, computadores y robots que participan en cada etapa de la cirugía, virus usados como asistentes para corregir genes, han permitido soluciones inimaginables hace apenas pocos años. La capacidad para restaurar y mejorar la visión ha cambiado dramáticamente en una generación. 

Por eso, ante la pérdida total de visión, no es infrecuente la pregunta de por qué no se procede con un trasplante de ojo. Se trasplantan riñones, corazón, páncreas y muchos otros tejidos y órganos ¿porque no se van a poder trasplantar ojos? He sostenido que cuando sea popular el trasplante de cabezas, todavía falta mucho para poder trasplantar un ojo. 

La razón implica entender el proceso de la visión. El ojo no es sino la cámara que transforma luz en electricidad que se transmite a través de un millón de cables empacados en 1.5 mm de nervio óptico. La información la recibe la parte de atrás del cerebro (corteza occipital), donde ocurre la visión.  Para que el mensaje llegue correctamente cada cable (fibra del nervio) debe conectar con la zona exacta del cerebro. Se ha progresado mucho en regeneración y reconexión de nervios pero el número y finura de las fibras del nervio óptico sugieren que aún está lejos la posibilidad de lograr visión. Está además la enorme dificultad técnica que implica hacer la conexión en la profundidad de la órbita, por detrás del ojo  además de la conexión de diminutos vasos sanguíneos que sostienen la circulación.

Entonces, cómo es que se pudo lograr el trasplante? ¿Es una noticia falsa? 

Como en muchas ocasiones, en el afan de simplificar y generar un titular la información se da incompleta. 

En realidad lo que se hizo fue un trasplante de media cara que involucró hueso, músculos y piel. Se acerca al trasplante de cabeza. Con estructuras más grandes, se hace posible. Los vasos (tubos) son mucho más gruesos por lo que se hace posible la conexión y el acceso quirúrgico es amplio. El hecho de que se haya logrado y los tejidos, incluyendo el ojo, hayan sobrevivido, es un gran logro y demuestra que el conocimiento avanza cuando hay valientes que están dispuestos a invadir las fronteras de lo imposible. 

La cirugía se hizo hace 5 meses y como era de esperar no ha ocurrido ninguna recuperación visual. Cosméticamente es un gran avance pues  representa para el paciente tener interacción social, como ha ocurrido con otros trasplantes faciales. Pero no se trasplantó un ojo que logre visión. Sí se ha logrado retina artificial con chips que hacen su función, la corrección de defectos genéticos con virus y hay potencial con regeneración tisular, trasplante de tejidos, y ojos artificiales, pero lo que son ojos funcionando, todavía no se trasplantan.

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Genios envenenados

Los Genios siempre han sido incomprendidos e ignorados por la humanidad. “¿Qué es más venenoso para el ser humano? La cocaína, el carbón o el petróleo?”  Todos los asistentes a la Asamblea de la ONU seguían conversando sobre los recientes discursos de dos paísitos como Brasil y USA.

Ignorantes despistados! En vez de sentarse juiciosos a escuchar la poesía mística y premonitoria que salía, con alguna dificultad de la luminosa mente.

Que no entienden de venenos? Se los está advirtiendo nada menos que el Presidente del segundo país más bello del mundo, el de más biodiversidad, un experto en venenos de culebras, alacranes y arañas y otros regalos naturales que nos da la Pacha Mama ¡Si es el dueño de la rana mas venenosa del mundo!

Les esta diciendo que si siguen inhalando carbon les va a dar neumoconiosis o pulmon negro. Van a empezar con tos, luego dificultad respiratoria, dolor en el pecho y finalmente van a morir ahogados! Y le dan la espalda?

Trata de hacerles entender que si toman gasolina, van a tener gastritis, van a entrar en coma y tener convulsiones, van a tener daño renal y hepático, su corazón va a hacer arritmias y van a morir! ¿Y se ponen a conversar de pendejadas como la guerra en Ucrania?

En cambio la cocaína solo produce elevación de la frecuencia cardiaca y la presión arterial y hay que ser muy exagerado en la  “esnifada”, para hacer arritmia y morirse. Igual que la dificultad respiratoria, el ahogo, el dolor en el pecho y el aumento del riesgo de infecciones respiratorias. Los dolores de cabeza y las convulsiones suelen ser pasajeras y hay que estar “de malas” para tener un infarto cerebral. La ansiedad, la paranoia, la agitación y la depresión conducen a un ciclo de adicción, que hace que se quiera consumir cada vez más, pero eso solo afecta a un 25% de los consumidores. Los demás pueden seguir estudiando y trabajando e inclusive llegan a cargos importantes. Los excelentísimos asistentes a la asamblea no entienden que es cheverisimo para las orgías en las que todo se comparte incluyendo los muy tratables virus del HIV y la Hepatitis B.

Se ponen a creerle a los estudios serios de la OMS que muestran que sólo en Estados Unidos hay 1.3 millones de adictos y que ninguna de las modalidades de tratamiento ha sido efectiva, creando una alarma que en últimas puede afectar el consumo. Y si el mundo deja de consumir, el “eslabón” de la intermediación, narcos que llaman los despreciables capitalistas, no va a poder seguirle pagando a los campesinos Colombianos, que con tanto esfuerzo cultivan la tierra con sus propias manos y tienen derecho a una subsistencia digna. ¿Qué más prueba quieren para demostrar que los “grandes poderes” no se ocupan de los pobres? Si en el gran país de las estadísticas, en el 2021 las muertes por cocaína fueron solo 24.486 aumentando un módico 54%. ¡Eso no es nada! si se compara con inundaciones como la de Libia, causadas por la codicia del gran capital. Si todos hubiesen hecho un esfuerzo por conectarse con la poesía del genio, habrían comenzado a trabajar en recipientes, cohetes o explosiones nucleares que ayuden a “expandir" (regar?) “el virus de la vida”(DNA?) “por todas las estrellas”.

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Cumbres Bochornosas

Hay que celebrar que la humanidad haga cumbres. Se reúnen delegados de distintos países para tratar de ponerse de acuerdo en un tema. Es un estadío muy superior a la estupidez de las guerras, que es como solían dirimir las diferencias las naciones.

Los funcionarios, usualmente conocedores del tema, exponen, discuten, “viatican”, pasean y suelen lograr una declaración que resuelve un conflicto o sienta las bases para que una política se comparta e inclusive se vuelva universal.

Por ese mecanismo se han creado múltiples organismos internacionales que discuten asuntos políticos, económicos, de solidaridad, de agricultura y alimentos, de prevención y atención de desastres y mil temas más. Gracias a esos organismos y a algunas cumbres, se han logrado acuerdos que han permitido que la humanidad progrese a un ritmo nunca antes visto..

Pero así como hay enormes logros, se arman cumbres que parecieran diseñadas para tomar fotos con banderas, darse abrazos, disfrutar banquetes y cantar himnos.

Cuando se lee lo que lograron, parece tan soso que cabe la pregunta ¿Había que reunirse para salir con semejante sarta de tonterías? Ciertamente las podían decir, o seguir diciendo, sin necesidad de cumbres.

La reciente cumbre antidrogas de Cali en la que se abrazaron con tanto cariño AMLO y Petro, cae en esta categoría. Veamos:

“Entre las causas estructurales del narcotráfico está la pobreza y la violencia” Cuando todos creíamos que es con plata que se compran las drogas y es la ambición por dinero  la que genera violencia.

Se reconoce “el valor de las convenciones internacionales..” que establecen luchar contra las drogas pero se reconoce el “fracaso de la guerra contra las drogas” por lo que hay que “abordar un nuevo paradigma”, pero “hay que romper los nefastos vínculos entre el tráfico y la delincuencia organizada”. En qué quedamos: se combate o se baila con la droga.

El cuento de la “guerra perdida” usa una analogía tan majadera como diseminada. Las guerras son entre ejércitos y cuando uno gana, el otro pierde y dejan de pelear y allí sí, hay un bando que puede decir que “perdió la guerra”. Pero la lucha contra el crimen no es una “guerra” que se gane o se pierda. Se combate porque el delito, la violencia y el consumo le hacen mucho daño a la sociedad. Si se combate, se reduce. Si se deja de combatir florece, que es lo que está pasando desde que estamos estrenando cambio.  La misma absurda analogía se podría usar para todo. Abandonemos la educación porque la guerra contra la ignorancia se perdió. No distribuimos alimentos porque la guerra contra el hambre se perdió. Cerramos los hospitales porque la guerra con la enfermedad se perdió. Vaciamos las cárceles porque la guerra contra el delito se perdió. Acabemos con la riqueza porque la guerra contra la desigualdad se perdió. Prohibamos las Iglesias porque la guerra contra el mal se perdió.Y así, hasta el infinito de la tontería.

Hay otras perlas como “cuidar el medio ambiente.. porque las anfetaminas generan residuos químicos”, pero los campesinos y procesadores de coca “son trabajadores en busca de oportunidades”.

Tiene mucho mérito reunir un grupo que resuma en 10 puntos, tantas y tan pretenciosas sandeces.

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Luz, Pantallas y mente

Un mito muy diseminado es el daño a los ojos por la luz azul de las pantallas. Se deriva de una práctica muy común en la interpretación de la evidencia científica. Alguien hace un experimento en el que se logra demostrar la muerte de un cultivo celular con la exposición prolongada de luz azul intensa. Quien lo usa para engañar repite sin entender el lenguaje científico, con todos los detalles de la física y la bioquímica del daño. Luego, en un acto de magia, saca del sombrero la conclusión: los ojos sufren un daño irreversible por luz azul y por tanto todo el mundo debe comprar filtros y gafas especiales. El lego oye Ciencia y queda convencido. Cerrada la venta.

Un truco que se repite en muchos campos para promover negocios y servicios disfrazando prácticas inútiles con supuesta evidencia científica.

No hay ninguna base seria para suponer que los ojos sufren daño por la exposición prolongada a la luz de pantallas. Sin embargo, el cuento se vende como pandebono fresco.  

El sol, el medio ambiente tiene mucha más luz azul y ultravioleta (esa sí dañina) que la que pueda salir de una pantalla. Lo que sí puede ocurrir es el cansancio asociado a la exposición por muchas horas al trabajo de cerca. La concentración hace que se parpadee menos, los ojos se secan y arden. El esfuerzo muscular del enfoque y convergencia puede llegar a producir dolor y fastidio con visión borrosa. Pero no pasa de ser una molestia pasajera y se controla fácilmente haciendo pausas. También es cierto que se puede alterar el ciclo del sueño, pero para eso los programas de los celulares disminuyen la intensidad y composición de la luz en lecturas nocturnas.


La mitología del daño de las pantallas a los ojos oculta el verdadero peligro, que es el daño a los cerebros. La programación de redes ha estandarizado una estrategia inventada hace mucho en publicidad de televisión y radio. Si el mensaje dura solo 30 segundos, atrapa la atención de la “víctima”. Así, todas las redes han basado su éxito en la brevedad: Twitter (X), Facebook, Instagram y el de más reciente éxito: Tik tok. Pocos segundos son suficientes para enganchar con el siguiente. Mensajes cortos que toquen alguna fibra emocional y “voilá”, los atrapados no se dan cuenta y se quedan pegados a una secuencia de videos, imágenes o mensajes, todos breves y encadenados. El cerebro entra  en modo de simpleza repetitiva, lo que representa una reducción de la actividad eléctrica, que tiene algo de similitud con la “paz” que se logra con el rezo o la meditación, pero con un componente adictivo ya que se enlaza a una secuencia que cada vez produce más placer. El adicto puede pasar horas en modo distracción, sin pensar ni producir, emulando los efectos de un porro o cualquier químico que desconecte de la realidad. En la dependencia, se va perdiendo la libertad para decidir cuándo no usarlo o cuándo parar. La secuencia está siendo programada por bots de IA, que conocen al sujeto mejor de lo que él mismo se conoce. Los cerebros hackeados por una inteligencia extrahumana. Lo que a cultos y religiones, le costó siglos de educación y ritos repetitivos, lo está logrando nuestro iluminado apéndice rectangular.


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Libertad para la esclavitud

En la discusión sobre la legalización de las drogas se exponen tres retorcidos argumentos que logran hacer un gran daño social. 

El primero, es que la guerra se ha perdido: la lucha contra las drogas no sirve porque los narcos son muy poderosos y siguen produciendo, exportado y generando criminalidad. 

Como tantos males sociales, no se combaten porque se pretenda acabarlos. Lo que se busca es reducirlos a sus mínimas proporciones. Curioso que no se use el mismo argumento contra la corrupción: la guerra se ha perdido, porque está muy diseminada y tenemos que dejar de combatirla  permitiendo que los corruptos prosperen a su amaño.

El segundo sugiere que legalizada la droga, se acaba el crimen. Hay que preguntarse por qué Colombia ha resultado ser territorio tan próspero para el narcotráfico. Marihuana y coca, seguida de amapola y todos los menjurjes que sintetizan o mezclan los modernos alquimistas del maleficio. La respuesta es que éste ha sido campo en el que florece la criminalidad por la combinación de una autoridad débil con una sociedad que tolera un extenso menú delincuencial, lo que siempre y en todas partes resulta en el predominio del hampa y sus creativos grupos. Con la legalización, ese ambiente no solo no va a cambiar, sino que va a empeorar, porque el incentivo económico está en la exportación, y quien conozca el espinoso asunto sabe que la legalización no va a ser universal, por lo que el tráfico seguirá siendo delito en la mayoría de los países. La candidez del funcionario que asume ingresos para el estado, vía impuestos, generaría sonrisas si no fuese tan trágica. Ni siquiera Holanda ha logrado que no se cree un mercado negro paralelo, no solo para evadir los costos de la legalidad sino para incluir las mas “pesadas” que no estan incluidas en lo permitido y que se diseminan en la medida en que el consumo se facilita.

El tercero es una paradoja abrumadora. Los camaradas, tan propensos a restringir la libertad en casi todos los campos de la actividad humana, resuelven que meterle tóxicos al cuerpo, es un asunto de libertad. Quien exhibe la desfachatez de ignorar el concepto de adicción, suele aprender con crueldad, cuando tiene un familiar o conocido destruido por la droga. Quienes las diseñan y comercializan logran convertir al consumidor en un esclavo que hará lo que sea para seguir comprando y consumiendo. A quienes banalizan el consumo de drogas adictivas, habría que presentarle las familias de las 500.000 víctimas del muy legal oxycontin en USA. Habría que mandarlos a examinar habitantes de la calle del mundo y preguntarle a quienes se ocupan de ayudarlos, por qué no los han podido sacar de su lamentable situación. Habría que educarlos en Salud Pública para que revisen la larga lista de drogas legales, sometidas a control estricto, precisamente por ser adictivas.

La comparación con el alcohol no tiene sentido. Sin desconocer los tremendos daños del alcoholismo, la tasa de adicción es mucho menor y el daño es menos severo. Además resulta tremendamente inmoral justificar un cáncer social porque ya existe otro que sí ha sido aceptado. 

No se debe defender la libertad para convertirse en esclavo de un tóxico

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UCI y negocios

“He visto la lista de todos los médicos y personal que han muerto en la epidemia. Un largo listado en orden alfabético, ¿Cuántos son?.. Dejaron a sus familias.. Salieron a curar sabiendo que la muerte los estaba esperando.. ¿Importa cuántos? Los lloran sus padres, hijos, esposas, hermanos, colegas, los lloramos todos”

Eso escribí, en medio de lágrimas, el 11 de abril del 2020. Aunque la magnitud de la tragedia, es difícil entenderla en números, los médicos muertos fueron 411 en Colombia y 115.000 en el mundo. Todos entregaron sus vidas en lo que ahora el Ministro de Salud Dr. Jaramillo, califica como el “negocio” de las UCI.


Obnubilado por una ideología desueta, no es capaz de entender que ante la tragedia de la demanda de servicios médicos críticos, los hospitales hubiesen reaccionado aumentando la oferta de UCI, que obviamente alguien tenía que pagar. No, según la lógica Petrista, ese fue el odioso mercado que convirtió la tragedia humana en un negocio.


Olvida el ciudadano y político Jaramillo su obligación de denunciar si tiene conocimiento de montajes y cobros fraudulentos, para no generalizar y despreciar el heroísmo de quienes dejaron a sus familias, sufrieron y finalmente entregaron sus vidas para ayudar a los demás. Esa si fue una primera línea valiente que arriesgó y lo entregó todo. Para ellos no hemos escuchado las vivas de quienes pactan con la historia, alabando a quienes salieron a quemar y acuchillar policías y destruir los bienes públicos.


Pide que le revelen cuántos sobrevivieron a las UCI, un dato que un Ministro debería tener en la mente. Ya lo están informando exministros y funcionarios, pero hago un llamado a todos los sobrevivientes de las UCI para que le escriban al Ministro y le cuenten su experiencia o contesten la encuesta al final.


También llamo a los familiares, colegas y amigos de todos los médicos y personal de salud que murieron en el “negocio” de la atención en la pandemia. Cuentenle quiénes eran y como ofrendaron sus vidas.


Y en plan de revelaciones, le solicitamos al Ministro que nos aclare cuánto se ha ganado en el negocio de operar del corazón a los pobres niños enfermos. Cuánto ha recibido por honorarios y sueldos y cuántos niños se le han muerto. Solo por equilibrio informativo. Para completar la educación del Dr. Jaramillo, ojalá todos los médicos de Colombia y agremiaciones científicas le digan lo que piensan de sus “denuncias” y le expresen si los representa y si están dispuestos a trabajar con un colega que se expresa de esa manera del trabajo médico.


Yo fui testigo de la salida entre aplausos de un querido amigo y colega quien luchó contra el virus y la “tormenta citoquínica” durante 10 días en una UCI, cuando aún no se sabía mucho del tratamiento. Vi enterrar a 5 de mis compañeros de Medicina. Promoví, a los 15 días de aislamiento, que todos los médicos saliésemos, a atender enfermos, previendo la debacle en represa de enfermos que se veía venir. Nos pondría en contexto que el Ministro nos revelase cual fue su papel en la pandemia. Aunque el comunicado de la Asociación de Medicina Crítica y Cuidado Intensivo demuestra que el Ministro de pandemia sabe poco, sería bueno que nos revelara que hizo y donde estuvo.


Encuesta: De click aqui: https://bit.ly/UCInegocio o use el codigo QR con su camara:

Si Ud es sobreviviente de atencion en la UCI durante la pandemia, o un familiar suyo murio durante la atencion de pacientes de COVID, escanee el codigo QR para conestar la encuesta.

El Negocio de la Salud

Coinciden la Ministra Corcho y varios líderes de agremiaciones médicas en que la Salud no debe ser un negocio, mientras se rasgan las blancas batas que certifican su abnegación y altruismo.  

No perciben la contradicción quienes han fundado y dirigido centros de atención en salud, que existen y han perdurado, gracias a que son un negocio. Es decir se manejan con eficiencia y llevan cuentas para asegurarse que el dinero que entra sea más que el que sale. Sabemos además que no es el gran negocio que se cacarea, y que el 65% del margen se reinvierte en salud ya que ese es el porcentaje de prestadores que son fundaciones o públicos. Pero así sea un negocio que da utilidades para repartir entre quienes aportaron sus recursos a una empresa de salud, el fenómeno es muy positivo, porque está muy probado que el estado no tiene ni el capital ni la capacidad para gestionar todos los servicios del país. Los sistemas de Salud estatizados como el Inglés y el Canadiense, están haciendo agua desde hace años y por más manipulación que se haga de la información, la crisis ya es evidente. Para no hablar de la muy cantada fábula del modelo cubano. A quien la siga repitiendo como loro entrenado, le recomiendo que cuando se enferme, se vaya sin dólares, no a las clínicas de la élite de Habana sino a un hospital periférico y busque atención. Y que cuando vuelva, si sobrevive, cuente la verdad.

Entonces, lo razonable es permitir y celebrar que la salud no solo pueda, sino que deba ser un negocio, porque ocurre lo que se da en el resto de la economía: atrae capital, crece, hay competencia, los servicios mejoran, se amplían y cada vez cuestan menos.

La diseminación de la ideología del “derechismo”, que se resume en que todo el mundo tiene derecho a todo, ha logrado darle a la palabra “negocio” una connotación fea, muy cercana al robo. Si alguien hace negocio con algo, es porque se las ingenia para esquilmar a los demás. No caen en cuenta que esa visión se deriva precisamente de los negocios en los sistemas estatizados, donde las empresas no prosperan porque sean bien manejadas y eficientes, sino porque están enchufadas al poder y florecen en un ambiente de comisiones, corrupción o franca delincuencia.

La libre empresa involucra competencia, ética de negocios y el respeto a un marco legal complejo que regula las relaciones entre ellas, los clientes y el estado.

En los 40 años que llevo lidiando con el sufrimiento de la oscuridad, he visto como la libertad ha dado a luz a unas 30 Clínicas de Oftalmología privadas en todo el país. Allí donde el Estado no proveía ni los más básicos servicios de salud visual, grupos de médicos aportaron su patrimonio asumiendo enormes riesgos y han logrado posicionar la oftalmología Colombiana en la vanguardia, atrayendo con su calidad y bajos precios, enfermos de muchos países. A pesar de una densa maraña de requisitos y regulaciones, le han devuelto, mejorado o preservado la visión a millones. No solo no han recibido aportes del estado sino que han contribuido miles de millones en impuestos, y atienden la población desprotegida o mal atendida por el sistema. ¿Seremos tan ciegos de creer que esto es lo que hay que corregir?



El espejismo de la prevencion

Aun los más críticos con la Reforma de Salud, le reconocen un aporte en prevención. Imbuidos de la popular presunción de quien cree que llevando una vida saludable, comiendo frutas y verduras, sin sobrepeso, evitando el humo, carnes y carbohidratos procesados, haciendo ejercicio y meditando, logra esquivar los demonios de la enfermedad. 

Es cierto que todo lo que se conoce como dieta sana ayuda a prevenir un pequeño grupo de enfermedades que afectan a muchos y pesan en los costos de cualquier sistema de salud. Pero hay muchísimas que no son prevenibles y van a ocurrir independiente de cuántos centros de cuidado primario se tengan o cuantas visitas domiciliarias se hagan. Para esas, pesa mucho más el diagnóstico temprano y el tratamiento especializado, que poco ocurren en los sistemas estatizados, por las barreras y filtros de la atención en la que todo se regula. Si fuese verdad que la población cubana es más saludable, es muy seguro que se deba al ayuno prolongado ya que han sabido evitar la abundancia que produce el odioso mercado. Los médicos con formación muy elemental, garantizan también reducción de las enfermedades por la vía de no hacer diagnósticos complejos. Invento que ya se está probando aquí con la reducción de delitos usando el artilugio de cambiarles el nombre.

Las acciones preventivas válidas y probadas, tienen una montaña grande e indiscutible de evidencia. No se requieren “comités interinstitucionales” ni mucha sapiencia médica para reconocer que el agua potable, el alcantarillado y las vacunas han sido las medidas que más han contribuido a la salud pública. Y no hay que producir o importar más medicos para enseñar los daños producidos por el cigarrillo, el alcohol o el sexo inseguro. A un costo mucho menor, se pueden usar redes y tecnología para enseñar las bases elementales de medicina. 

Un sector en el que Colombia ha progresado mucho, desde la ley 100, ha sido la prevención de enfermedades y accidentes laborales, donde lo que se ha logrado ha sido con la ejecución de normas de sentido común.

Y dos determinantes que llenan las urgencias y hospitales son la violencia y los accidentes de tránsito. Se controlan con políticos honestos que sepan leer el escudo de Colombia: libertad y orden, y expertos que sepan diseñar y regular las redes viales para evitar una mortalidad que es 5 veces superior a la de países organizados.


Dos áreas que sí son del ámbito de la Salud en las que tenemos mucho por mejorar, son la vigilancia epidemiológica de infecciones y la ambiental. Volver realidad el anhelado plan de un sistema único de historia clínica digital es  primordial  y se complementa con la tecnificación y actualización a estándares internacionales de laboratorios de microbiología y bioquímica. Se requiere una vigilancia ambiental moderna y estricta controlando la calidad del agua, la comida, el aire, y la exposición a químicos y toxinas. 

Ninguno de los avances en prevención y salud pública, tienen que ver con construir los centros de salud donde vamos a estar obligados a consultar. Sería muy útil que quienes se creen el cuento de la prevención con médicos visitando casas, concreten qué es lo que van a prevenir y como.



Numeros en Salud

Quien haya revisado el proyecto de reforma a la Salud, habrá reconocido que los números escasean. Muchas de las propuestas se derivan de concepciones ideológicas desconectadas de la realidad financiera. Hago aquí una contribución basada en cifras del 2021 que Visión Estratégica, Valora y El Colombiano publicaron en agosto del 2022, sobre las 1000 empresas más grandes del país que representan el 77% del producto interno bruto (PIB). Todas las cifras han sido convertidas a dólares con cambio de 4.200, por lo que, billones significa mil millones. Para convertir a billones de pesos, basta con multiplicar por 5. 

Según la Ministra el sector maneja unos 20 billones por lo que es posible asumir que estas cifras representan la mayoría del sistema y su analisis es aplicable a los cientos de empresas con facturación menor a 47 millones de dolares

Hay 114 empresas de Salud grandes que suman una facturación de 27 billones de dólares, ⅓ más que la de Ecopetrol. La utilidad del sector salud es 670 millones comparada con los 4.000 millones de la petrolera. El margen es 2.4% de la facturación y  19% del patrimonio. Dato de interés para quienes se lamentan del “escandaloso” negocio de la Salud. Los indicadores de Ecopetrol, conocida como ineficiente, son 19% (8 veces más) y 23%, respectivamente.


Hay 55 prestadores (hospitales y clínicas) con una facturación de 5.5 billones, 21% del sector, con 463 millones de utilidad, y un margen del 8.5% sobre facturación y 14% sobre inversión.

De estos, 16 son estatales con 1.5 billones en facturación generando utilidades por 127 millones (8.4%) y un patrimonio de 1.2 billones (10%)

Los 38 privados facturaron 4 billones con utilidades de 335 millones (8.6%) con un patrimonio de 2.1 billones (15.6%)

Es decir, el sector privado aporta el 63% del capital con lo que asume el 74% de la facturación con una utilidad porcentual similar al público.

Del sector privado el 44% es fundacional, o sea sin ánimo de lucro.

En todo el sistema de prestación el 65% del capital invertido es sin ánimo de lucro y el 60% de las utilidades no se reparten.


Hay 29 empresas que corresponden a la industria de la salud, principalmente laboratorios de medicamentos. Estos facturan 5 billones o 19% del sector. Con 269 millones de utilidad o 5% sobre la facturación y 13% sobre patrimonio. El margen de 8% de los hospitales públicos, sugiere que le deberían enseñar a la industria farmacéutica a mejorar el negocio.


Las cifras de intermediarios demuestran la ilusión del sistema de salud de Colombia. La diferencia que hay entre planes y realidad. Los deseos vs. los recursos. La facturación es de 16 billones. En este grupo, las utilidades son negativas en 64 millones y el patrimonio es negativo en 93 millones. Las EPS del estado facturan el 33%, pierden 116 millones y tienen un capital de menos 361 millones. Las privadas “otro gran negocio” facturan 6.6 billones, para perder 28 millones y acumulan un capital negativo de 100.

Aunque las cifras de aseguramiento no suman con las demás, aspiro que este breve análisis, de muchas horas de trabajo, sirva para que la discusión se lleve a cabo con más nivel que el aporte de fotos falsas de supuestos hospitales colombianos.

Salud Celestial

Un grupo importante de Asociaciones que representan a los médicos, expuso algunas de las contradicciones y dificultades que tendría la reforma a la Salud que fue presentada ante el Congreso.

Los médicos apoyan de lleno el marco legal y jurídico garantista. ¿Quién puede tener mejores intenciones que estos abnegados personajes que le dedican su vida al servicio de los demás? Estudian largos años una difícil e imprecisa ciencia y hacen enormes esfuerzos por aliviar el sufrimiento. Por eso y porque en su formación, poco se habla del dinero, son los perfectos  agentes de bellos ideales, desconectados de las finanzas.

Critican por tanto el artículo 150 del PL 339, porque “sujeta el derecho a la salud a la disponibilidad presupuestal y al marco fiscal de mediano y largo plazo”- La reforma casi no tiene números, muy pocas referencias a costos y menos a las fuentes de los recursos necesarios para todo lo que se propone. Pero ese artículo es de lo poco juicioso que hay en todo el texto, ajustando la aplicación de los planes a la realidad económica. Sin embargo los médicos lo critican y citan el artículo 334 de la Constitución Política: “En ninguna circunstancia, autoridad alguna de naturaleza administrativa, legislativa o judicial, podrá invocar la sostenibilidad fiscal para menoscabar los derechos fundamentales, restringir su alcance o negar su protección efectiva”.

Esta es una de las piezas de literatura más angelicales que haya podido producir corte alguna en este planeta e ilustra la contradictoria fábula.

Que bello que las agremiaciones de Salud, recuerden la sentencia de nuestros ilustres Magistrados, que ordena garantizar salud a todos. 

Cuando esto se le explica a directivos y planificadores de la Salud de otros países, se quedan boquiabiertos. ¿Cómo se puede ofrecer un servicio a la  población sin proceder, acto seguido, a calcular cómo se paga? Cómo no se va a entender que las necesidades de salud y bienestar son casi infinitas y los recursos son bien finitos? Especialmente en un país que ocupa el puesto 100 con sus 6 a 7 mil dólares de ingreso per cápita (PIB). Quienes tienen un gasto en salud per cápita de siete mil sonríen, por la inocencia de las pretensiones, de un país que ronda en un mil. No es difícil entender que es imposible satisfacer tan empíreos deseos.

A pesar de esta cita, el documento de los médicos aterriza, anotando que “No hay cifras totales de los recursos que requerirá el Sistema en los próximos años, incluido un plan financiero que defina fuentes y garantice sostenibilidad”. 

No hay ni estimados de cómo se pagarán los más de 60 comités y juntas de hasta 38 personas, que regularán el sistema, los 2500 centros de atención primaria, la formalización de trabajadores operativos y de apoyo, las mejoras salariales y muchas otras bellezas.

Los médicos suelen estar muy concentrados mirando a sus pacientes y por eso concluyen, en contradicción con el citado artículo 334, que se debe buscar “el mejor Sistema de Salud posible, acorde con nuestras condiciones de desarrollo económico..” Pedirán ayuda a la Ministra y Magistrados, para desviar su mirada al cielo y ver de cual helicoptero es que van a caer los billetes para tanta maravilla.

Febrero 24/2023

La Salud, un negocio?

Una constante en el discurso de muchos directivos médicos de Colombia es que la Salud no debe ser un negocio. Según la aversión por la libertad económica del disertante o escritor, este dictum puede tener varias acepciones.

La primera, parte del derecho universal a la Salud, consagrado en la constitución y las leyes.  Por decreto, todos tenemos derecho a tener salud. Pero cual es la esencia de un derecho? En que sea inherente al ser humano. Algo que nadie debe poder quitar. Su expresión más sencilla la hizo Jefferson en la constitución americana enunciando el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. En el interés de precisar, muchos países han elaborado listas de derechos a los que llaman humanos, cuando aplican universalmente o fundamentales si aplican a un país o región. En estos listados, no está el derecho a la salud. Está definido el derecho a acceder a la seguridad social o  servicios médicos. Se detalla el derecho a ser atendido en condiciones de emergencia sin exigencia de pago previo. Pero la salud, estar sano, saludable, no es un derecho. No es sino pensar, qué pasa cuando me enfermo. ¿Me atropellaron mi derecho? ¿Quién es responsable y quién debe responder? La concepción conduce al absurdo, salvo en escasas excepciones. 

La segunda dificultad es definir Salud. ¿Como ausencia de enfermedad? Como el disfrute pleno de todas las capacidades físicas y mentales? Donde esta el limite de lo que cada cual requiere para sentirse pleno? No hay que elaborar mucho para entender que sería imposible satisfacer las pretensiones de “salud” de todos.

La tercera es la garantía del derecho para toda la población. Allí es donde el simplismo en Colombia llega a niveles irrisorios: sin consideraciones financieras, como lo han dicho en repetidas ocasiones magistrados, jueces y colegas.

Las sociedades serias que han pretendido cubrir a toda la población con servicios de salud, saben que se comienza con un presupuesto. ¿Cuánto del PIB se debe destinar a salud? Las socialdemocracias liberales y prósperas, han llegado a una cifra que oscila entre 5.000 y 7.000 dólares de gasto anual per cápita. Estados Unidos, campeón del gasto en salud puede llegar a 17.000. Con este 10 a 20% del PIB se asignan prioridades y definen cupos. El tan admirado sistema canadiense, que gasta 5.200 convive con largas listas de espera para consultas, procedimientos diagnósticos y terapéuticos, que tienen su válvula de escape en el vecino libre del sur. No hay sistema de salud social, serio y funcional que no racione la oferta de servicios. En los países más socializados, como Cuba o Canadá, todo se costea centralmente y unos sabios de la salud pública deciden que se justifica tratar, quien vive y quien muere.

Es lamentablemente tonto seguir repitiendo que la Salud es un derecho y que el sucio dinero no debe manchar las batas blancas. Cualquiera que tenga una modesta conexión con la realidad, tiene que mirar a la Salud como un negocio. Un acto en salud tiene unos costos definidos por el sitio en el que se prestan, los insumos rqueridos y el grupo profesional que provee la atención. Y ese costo lo tiene que pagar alguien: el estado, un sistema de aseguramiento o el bolsillo del enfermo. Repetir la necedad de la salud gratis, sin pensar en las implicaciones económicas, llevará siempre a una fábula trágica. Porque si un país tiene un PIB de 16.000 y quiere tener el mismo nivel de quien gasta 7.000,  tiene que pensar en que casi el 50% de sus recursos se van en salud y no fantasear con 280 dólares per cápita para dar atención básica. Esta concepción angelical del sistema ha llevado a la debacle financiera del sistema de salud colombiano, basado en emitir órdenes de atención que nunca se van a pagar. Y a la terrible burocratización e ineficiencia de las EPS, a la corrupción operando para obtener contratos, para que los paguen, para que acepten facturas infladas. Cuando se pasa un tiempo en este juego irresponsable, la EPS implosiona porque ha gastado mucho más de lo que tiene. No sirven las superintendencias, ni los jueces,  ni los mecanismos de control. Cuando ya hay que liquidar la EPS, los prestadores se quedan con sus papelitos de recuerdo.

Entonces que habría que hacer? Lo primero es lograr que se aumente el gasto en salud siquiera al 20% de PIB. Eso significa pasar de de 1200 a 3000, reduciendo la financiación de otros sectores. Con eso podríamos comenzar a parecernos a lo que hace Israel, República Checa, Portugal o Corea del Sur. Luego hay que presupuestar y crear autorregulación. La forma  universalmente probada que estimula y regula cualquier actividad económica, es la libertad. El principio de la libertad de escogencia, tan bellamente consagrado en la ley, es sistemáticamente ignorado. El sistema debe provisionar la atención de urgencias y enfermedades catastróficas y lo que queda es el límite per cápita en gasto, con un copago incremental según estrato. De esa manera cada cual define, según la enfermedad y su condición económica cuanto asume de su bolsillo creando autorregulación para el subsidio. La atención médica, esencial para la vida, sigue las reglas que rigen para la comida, la vivienda, el agua, el transporte, los servicios, que son también esenciales.  

Es indispensable comenzar a manejar verdaderos indicadores de costo eficiencia. Por paciente, por enfermedad, por resultados en calidad de vida. Que sean públicos de manera que sean los usuarios quienes pueden juzgar y decidir.

Es necesario educar, sobre todo a los médicos, que el sistema no está mal porque se haya vuelto negocio. Es más bien porque no se ha manejado como un negocio, en el que las entradas tienen que ser más que las salidas, que  la salud va llegando al desastre.

También está la corriente de quienes sostienen que  lo grave es que sea un negocio en el que algunos hacen plata, es decir obtienen utilidades sobre su inversión. Quienes así se lamentan, disfrutan de todos los beneficios de una economía libre que se mueve precisamente por el incentivo económico. Desde luego que el sector salud se ha caracterizado por la existencia de fundaciones y entes sin ánimo de lucro que no reparten utilidades. Pero pocos piensan que para que las fundaciones sean posibles, tiene que haber empresas prósperas y muchos ricos que hayan ganado muy bien, para que estén dispuestos a compartirlas subsidiando hospitales. Si se busca que haya flujo de dinero hacia la salud, ésta debe tener negocios prósperos. No es sano que el desarrollo de la Salud dependa de la buena voluntad de unos pocos privilegiados. En el modelo de economía libre es precisamente la viabilidad de los negocios lo que atrae interés y capital. El sector financiero es próspero y organizado porque tiene unos márgenes bien establecidos. El sector manufacturero o de distribución de alimentos funcionan porque son negocios. El sector de la salud en Colombia se ha convertido en un desastre por la miope y cándida visión, que sostiene que la enfermedad no se combate con plata, cuando la verdad es que van a sobrevivir los pocos que llevan una estricta contabilidad de sus gastos y saben por tanto a qué precio pueden vender sus servicios. Las multinacionales que están comprando Clínicas y Hospitales saben que la comprensión del concepto en Colombia es todavía muy primitiva y que pueden volver las empresas más productivas, precisamente porque las convierten en mejores negocios. Y cuál es el efecto para el consumidor? Lo mismo que cualquier sector que opera con libertad: mejora la calidad, el acceso y bajan los precios. Las leyes de la economía, como las de la física, no hacen excepciones.

Alberto Castro- Marzo 2022



Se acabo la pandemia

La pandemia se acabó. No es sino mirar el último largo y delgado pico de la gráfica en todos los países. Todos habían tenido serruchos variados, reflejo del apego a la ciencia y la rapidez o efectividad de las medidas. Entre más lentos más ancho el diente y entre más resistencia a la vacuna, más alto. Ahora todos comparten un pico mucho más alto e invariablemente delgado, cortesía de Omicron.  Si se hubiese diseñado una variante para solucionar la situación, no lo habrían hecho mejor. Alta contagiosidad y muy baja agresividad. Se acabaron las anosmias y las neumonías, se redujeron dramáticamente los ingresos a UCI y las muertes. Llevaron la peor parte los predispuestos y los antivacunas, quienes a pesar de la evidencia estadística, han sido capaces de concluir que lo ocurrido, prueba su singular sinrazón. Lo cierto es que a estas alturas, prácticamente toda la población tiene inmunidad por la vacuna o  la “infección natural”. No se equivocó el funcionario con la prediccion que en Febrero todos iban a estar vacunados, recuperados o muertos. En Colombia, las cifras son dicientes: 40 millones de vacunados, 6 millones de infectados, que probablemente son el doble por lo que es muy seguro asumir inmunidad para casi todos.  Podemos entonces celebrar el fin de la pandemia, aunque no haya certeza absoluta de nuevas variantes, como tampoco la hay sobre nuevos virus. Pero si es suficiente para que la humanidad declare el triunfo de la ciencia y acabe con todos los mandatos que generan tanto descontento. Desde luego que la OMS se demorará como de demoró con el inicio. No tiene sentido seguir con las restricciones que aplicadas en forma laxa no sirven sino para incomodar. Que las mascarillas queden para uso voluntario. Verlas tapando la cara de los griposos, será de elemental cortesía. Aumentaremos la frecuencia de lavado de manos y la higiene en general. Aprendimos que las grandes aglomeraciones con gritos y cantos son excelentes dispersores, así que cada cual quedará en libertad de buscar su próximo virus. Pero esos aprendizajes quedan en el territorio de la educación y las buenas maneras. Ya no hay lugar para más leyes y restricciones. No más carnets, no más mandatos, no más distanciamiento, no más aforos.

El balance nos dice que las restricciones tuvieron algún valor para aliviar la presión al sistema de salud y que el prolongado uso de mascarillas probablemente redujo la altura de los picos.

Pero el daño económico ha sido terrible. El mundo entero está indigestado con inflación, consecuencia de medidas anti-covid y de los flujos económicos promulgados para compensar los daños generados por las restricciones.

Y si no se normaliza la situación, tenemos campo para empeorar. La polarización de quienes protestan está llegando a extremos peligrosos. Los más  golpeados por la pandemia, los que no han encontrado el camino de la recuperación, tienen razón en estar frustrados y desesperados con la prolongación de tan larga pesadilla.

Las autoridades a todos los niveles tienen que reventar esa burbuja de control social, que los tiene embriagados y abstenerse de seguir decretando prohibiciones. A trabajar y gozar con la recuperada libertad.

Alberto Castro

2249

La Ilusion de la Salud

La reciente caída de Coomeva EPS es una piedra más del derrumbe en que se ha convertido el sistema de salud en Colombia. Escrito por ángeles y vigilado por querubines, se puede resumir en: “todos tienen derecho a todo, de la mejor calidad y ya”. La advertencia que acaba de enviar la superintendencia recalca que estamos protegidos por el mejor sistema de salud del mundo. Con un adorno muy singular, respaldado por las cortes:  “sin limitación por consideraciones financieras”. Inspirada insensatez. Si tenemos en papel un sistema solidario, justo y de altísimo nivel,  los panes se multiplican. Sacamos pecho con el 98% de cobertura y nos repiten sin cesar los beneficios a que todos tenemos derecho. En la imaginación. 

Como en todo lo que se diseña con deseos, la realidad termina siendo muy distinta: enormes contratos que estimulan corrupción, miles de enfermos agravándose, muertes prevenibles y sufrimiento indecible, generado en la dilación, estrategia central de las EPS. Todo decorado con la inutil estadística del número de atenciones que no dicen nada sobre calidad, eficiencia o resultados. 

¿Cuántos más se tienen que ir por el mismo barranco? ¿Y cuántos serán los prestadores arrastrados?  Hospitales y clínicas, asfixiados por la cultura del no pago, logran subsistir con una paradoja generada por el mismo malogrado sistema. La gente más pobre, sin un seguro voluntario, se desespera con la no atención y se convierte en particular.(con descuento) 


El diseño de un sistema viable tiene que ser realista y asignar los recursos requeridos para dar buena salud. Actualmente, el valor  de la UPC que pretende cubrir la salud básica de los colombianos es de 280 dólares al año y el gasto total per cápita se estima en 1.200. Países con sistemas socializados gastan  entre 5 y 8.000 dólares, y aún así, tienen largas listas de espera con muchos procedimientos restringidos. 

La libertad para escoger el médico está garantizada en el papel, pero se viola universalmente, comprometiendo la continuidad en los tratamientos. Cuando el enfermo puede decidir quien lo trate, opera la magia que ocurre en todas las demás áreas de la economía: hay competencia, bajan los precios, mejora el acceso y sube la calidad. Se argumenta que la libertad no aplica a la atención médica porque es esencial a la vida. ¿Y la comida?, el agua, el techo, el transporte y un largo etc.? ¿No son esenciales a la existencia? No hay que mirar muy lejos para ver lo que ocurre cuando un gobierno decide planificar y centralizar, asignando “con justicia” lo que cada cual requiere. Todo lo que se pretende racionar, termina escaseando o desapareciendo. Ese es el camino que estamos siguiendo. Deshacerse de contrataciones y pre aprobaciones que vuelven el sistema pesado y costoso es esencial para que los recursos lleguen a los enfermos.

Francia lo tiene resuelto. El usuario puede acudir donde quiera. Los prestadores definen sus tarifas y el paciente decide si acude al servicio que el estado le ofrece, sin costo y con calidad razonable, o si quiere asumir un copago en el sistema privado, sin perder el cubrimiento básico, que ha sido establecido en un presupuesto. La ley de la “liberté” no falla.

Alberto Castro

2235

Locos locuaces

Los locos y charlatanes han recorrido el globo tramando a una humanidad necesitada de explicaciones mágicas y soluciones rápidas. Su efecto siempre fue local y transitorio. Cuando la comunidad hacía conciencia del engaño, ya el estafador, quien posaba de médico curalotodo, estaba esquilmando aldeas distantes con sus patrañas. 

En esta aldea global creada por internet, loquitos de todas las especies y calibres han logrado invadir un buen bloque de la información que con tanta facilidad, circula. Se combinan con logias, también globales, que buscan una explicación simple para sus grises vidas: tiene que haber unos malignos poderosos que nos mantienen pisados y dominados. 

Secuestran, para justificar sus rebeldes teorías, hechos reales de la historia. Es verdad que las observaciones de Semmelweis en Austria hace 170 años, sobre la importancia del lavado de manos y la antisepsia, fueron ignoradas por el establecimiento médico y el lúcido Ignaz murió en un manicomio. Y que muchos otros inteligentes observadores y creativos innovadores se han estrellado con el muro del conocimiento establecido. Pero ya hay que retroceder muchos años para citar los demás ejemplos. Porque el conocimiento médico, igual que las mentiras, se beneficia con la globalización de la información. Ya es casi imposible que una buena idea sea frenada por un poderoso profesor y todo el conocimiento se somete a continuas y permanentes revisiones y rectificaciones  que generan en el lego la sensación de una verdad inestable. Cuando mucha gente, acosada por la angustia, busca una explicación sencilla y estable, se encuentra con la cambiante ciencia que está permanentemente afinando el conocimiento. 

El saber serio, exige muchas horas de estudio solo para entender y estar al día de los avances. 

En cambio los charlatanes son capaces de armar un discurso manipulando el lenguaje para que le suene a ciencia al incauto. Si además lo impregnan con alguna conspiración esotérica, lo riegan como caramelos con veneno, logrando matricular a muchos. Es deplorable cuando los voceros son médicos porque completan la triada de abusos, al usufructuar la credibilidad de un gremio regido por la ética desde hace más de 2400 años. 

Quien pretenda estar bien informado no le puede dedicar mucho tiempo a escuchar basura. Circula un video de un Dr Malone que ilustra muy bien el fenómeno. Bastan un par de indagantes clicks para descubrir la poca confiabilidad de su cuento y sus resentidas motivaciones. Si todos hiciesen ese sencillo ejercicio de responsabilidad antes de reenviar, la mentira no tendría tanta penetración. Habrá quien piense que el calificativo de loco para personajes tan perniciosos es muy benigno, pero después de oír el rosario de dislates que produce una mente supuestamente educada, hay que concluir que está perturbada. 

La historia nos ha enseñado a preferir la libertad sobre la censura. El largo y ojala delgado colmillo que omicron le ha sacado al serrucho de la pandemia,  afilado por el irresponsable libertinaje verbal de algunos médicos, nos hace añorar el poder de las asociaciones médicas que no controlan a quienes olvidaron el “primero no dañar”, y contribuyen a la congestión de las UCI y las necrópolis. 

Alberto Castro

2220

Lo Natural

Es muy convincente la erudición con que muchos, incluyendo los que tienen alguna formación en Ciencia, hablan de lo NATURAL. La palabrita es mágica para validar todo discurso. Representa  el saber ancestral y universal, y adquiere connotación casi divina. Los sabios de lo natural dispensan a sus congéneres la verdad revelada. No les asiste ninguna duda y su sello de garantía se basa en insertar el vocablo en todos los menesteres: las plantas, la selva, los animales, la tierra. Algo es confiable porque viene directamente del ambiente y por tanto nos lo podemos untar, comer o inhalar. 

A diferencia de lo “químico”, que se evita con orgullo, confirmando el desconocimiento de lo que parece obvio: todo en la naturaleza está formado por moléculas. La química las aísla y estudia sus interacciones. Un producto natural no es sino  una mezcla desconocida de químicos.


Uno de los ejemplos más viejos es la dedalera. Conocida por siglos como veneno. Pero alguien descubre que una cantidad pequeña puede ser beneficiosa para enfermos del corazón. Se comienza a usar en forma "natural". Si el yerbatero se equivoca y muele un poco más del extracto, el enfermo se muere. A principios del siglo XX y gracias a los avances de la farmacología se descubre que el principio activo es la digoxina, una molécula que mejora la contractilidad del miocardio. Se descubre también que en el extracto, hay otros potentes químicos que pueden ser muy tóxicos.  Se extrae entonces la molécula que sirve, se define una dosis muy precisa, se comprime en una pastilla. Se describen los efectos adversos, las interacciones con otros medicamentos y se descubre cuales son las condiciones cardiacas específicas en las que es útil.

Cuando la digital pasa por todo este proceso, deja de ser un producto natural para convertirse en un “peligroso químico” producido por la “abusiva industria farmacéutica” mundial.  

Esta misma historia se puede repetir para casi todos los medicamentos, incluyendo los sintéticos, que no son otra cosa que la modificación de una molécula para mejorar sus efectos benéficos o disminuir los negativos, una vez se entiende como interactúa con un tejido.

Así que la próxima vez que alguien recomiende con fervorosa convicción un producto natural, considere:

- alguien mide y certifica que lo que dice contener el frasco, realmente es?

- tiene forma de saber cual es la dosis? Muy poco y no hay efecto, mucho y es tóxico. Todo en la naturaleza es veneno dependiendo de la dosis.

- se ha comprobado con estudios científicos serios de casos y controles, si verdaderamente es útil para lo que se quiere tratar? O son solo opiniones anecdóticas de otros, que pueden haber tenido una enfermedad muy distinta con síntomas similares. 

- está explícita la mezcla de químicos que hay en el producto? Puede haber algunos útiles para lo que se quiere tratar, y muchos otros que hacen daño a otros tejidos y órganos. 

Una caso conocido es el muy natural tabaco . Buscando los efectos de la nicotina, se inhalan una buena cantidad de cancerígenos.


En cambio el vilipendiado  “químico” que viene en la pastillita, ha pasado por todo el proceso y mejora mucho la posibilidad de un beneficio conocido y controlado.

Alberto Castro

2214

Mi verdad - la vacuna

Cómo construye cada cual su verdad? Solía ser fácil creer en lo que nos habían enseñado y estaba escrito en libros sagrados. Vino la ilustración y creímos que el método científico nos revelaría siempre la verdad. Y no se puede negar todo lo que la humanidad ha avanzado gracias a la ciencia. 

Pero resulta que los problemas que enfrentamos no son sencillos. Quisiéramos que todo se resuelva con un  simple SÍ o NO. ¿La vacuna sirve? ¿Tenemos democracia? ¿Estamos destruyendo el planeta?

Con internet, nuestra fuente de la verdad dejó de estar en unas pocas personas, o libros. Tenemos acceso a miles de opiniones y datos que nos llegan empacados en todos los medios posibles y filtrados para que nos gusten 

Cómo construimos entonces NUESTRA verdad? ¿En qué creo yo? ¿Qué historias consumo? Porque me creo unas y rechazo, o ni siquiera miro otras? 

Empecemos con Covid. La mayoría de la gente cree que la Medicina está regida por la Ciencia y por tanto los médicos son unos modernos sacerdotes. Eso es cierto en un buen porcentaje. Pero hay charlatanes, pseudociencia, fraude estadístico y locos con título. Sería lindo y fácil contestar la pregunta de la vacuna con un estruendoso SÍ. 

reduce dramáticamente la ocupación de las  UCI y las muertes. Pero no las elimina, especialmente en viejos y enfermos. Reduce la frecuencia de contagio pero muchos vacunados se enferman y pueden transmitir la enfermedad. La protección de la vacuna es buena pero a los 6 meses comienza a bajar por lo que todos vamos a terminar con dosis recurrentes. La inmunidad de rebaño aplica, pero está pareciendo que por la contagiosidad de las nuevas variantes va a tener que acercarse al 90% .

Esta es la verdad que hemos podido construir con la observación de los hechos y datos,  constantemente corroboradas por científicos honestos, con mentes equilibradas, que están en el oficio de observar la realidad del comportamiento de un virus nuevo y orientar nuestras decisiones. 

Explica porqué algunos países están creciendo un diente más del fatídico serrucho que ha sido la gráfica de la pandemia. Y está llevando a que algunos gobiernos se desesperen con quienes han resuelto construir su verdad con pintorescas conspiraciones, elaboraciones simplistas y farsantes titulados, e inclusive están considerando vacunar a la brava. Es que las delta y omicron de los no vacunados nos van a llevar a encierros. Es que todos pagamos por sus costosas y buscadas estancias en las UCI. Hay médicos y enfermeras que ya no dan más y están renunciando a lidiar con tan suicida e ignorante terquedad.

El valor más preciado es la libertad. Todos la debemos defender. Para informarnos, pensar y creer en lo que queramos. Pero si nuestras creencias generan acciones que pueden hacer daño a los demás, pisamos el límite de nuestra libertad. Para disfrutarla con responsabilidad tenemos la obligación de buscar fuentes serias, cotejarlas, verificarlas y usar el sentido común. Cuestionarse y correlacionar con hechos verificables. Si eso se hace con juicio y se aprenden rudimentos de matemáticas y estadística, se podrá evitar construir verdades que parecen disparatadas fabulas. Continuaremos con la democracia y el clima.


Alberto Castro

Diciembre 2021

Mi Cuerpo, Mi libertad

El estado no tiene porqué imponer restricciones que limiten mi libertad en el manejo de mi cuerpo.

Quiero circular libremente por donde quiera, a la velocidad que quiera. No me tienen por qué restringir la libertad, con límites de velocidad, obligarme a usar cinturón o limitarme con semáforos que me obligan a parar donde no quiero.

Quiero tener la libertad de tomar todo el alcohol que quiera, donde quiera y no me tienen porque poner horarios, ni sitios prohibidos o exigir conductas decorosas. Es mi cuerpo el que se emborracha.

Quiero fumar todo lo que quiera, de la hoja que yo quiera, en el sitio y cantidades que quiera. No me tienen porqué impedir ni limitar la cantidad o los espacios. Es mi cuerpo el que inhala el humo y eso es asunto mío.

Quiero oír música al volumen que quiera a la hora que quiera y de la calidad que quiera. Son mis oídos y nadie tiene porqué restringir mi libertad de distraerme como me parezca.

Tengo derecho a celebrar haciendo disparos al aire o al horizonte, sin pensar a donde o a quien le van a caer esas balas. Es mi cuerpo el que dispara y mi libertad para expresarme no tiene porqué restringirse.”


Podría seguir con una larga lista de  libertades que NO tenemos y las  concesiones que todos hacemos para vivir en sociedad. Una de las  más elementales se basa en el respeto a la vida de los demás. No tengo derecho a tomar u omitir acciones que pongan en peligro la vida de otros. No tengo derecho a inventar o seguir una ficción, para sustentar esa particular forma de defender la libertad. Mis derechos terminan donde empiezan los de los demás. Mi libre cuerpito puede fácilmente convertirse en un caldo de cultivo de los más variados microbios: virus, bacterias, hongos, parásitos, transmisibles a muchos en variadisimas formas. Las pestes que diezmaban a la ignorante humanidad , se controlaron cuando los científicos entendieron los mecanismos de diseminación de la extensa fauna microbiana. Las medidas sanitarias (agua potable y alcantarillado) fueron las más elementales y efectivas. Junto con las vacunas, un poco más difíciles de entender, han sido las contribuciones más efectivas al bienestar y longevidad de los humanos. Solo en esta pandemia se estima que han salvado 5 millones de vidas. 

La negativa a vacunarse ha frenado el ritmo de prevención en los países que más estaban avanzando. Inglaterra con 63%, Israel con 62% y USA con 52% están todavía lejos de los niveles deseables. Habían logrado bajar sus tasas, especialmente de mortalidad, pero el éxito los llevó a relajarse y todos están subiendo de nuevo. La negativa a vacunarse en un tercio de la población, no solo  mantiene los hospitales y UCIs llenas, sino que le da al virus mayor oportunidad de mutar a variantes peores. Ya estamos viendo los estragos de la Delta y otras, cuya peligrosidad aún se desconoce.

En ninguna parte se está vacunando a la brava. Eso es libertad. Solo se establecen límites sociales a quien no se vacuna. También se les respeta el derecho a morir de COVID. Siguiendo el ejemplo de sus más sonoros voceros, lo están haciendo a una tasa 3.000 veces mayor que la de los vacunados. La libertad de abandonar el cuerpo no la restringe nadie.


Alberto Castro

Septiembre 2021

Las Pantallas

Es de alto nivel intelectual dogmatizar sobre los efectos nocivos de las pantallas. 

Por un lado están los ojos. Con qué facilidad se disemina el mito de los perniciosos rayos que salen de las pantallas y dañan nuestros ojos. No hay ninguna evidencia científica y cientos de estudios demuestran lo contrario. De las pantallas sale luz que estimula nuestras retinas de la misma manera que lo hace un paisaje. Lo único que está demostrado es que si los niños pasan muchas horas mirando objetos de cerca, pantallas o papeles, desarrollan o aumentan la miopía. Las abuelitas tenían razón. Pero la prevención es fácil y basta con dos horas de exposición al sol y juego al aire libre todos los días. 

La preocupación mayor, personificada en el viral discurso del ministro francés de finanzas es el daño mental de “les écrans”. Estimulante la erudición pero equivocada. 

“Las pantallas” haciendo referencia al mundo digital y de internet, no son sino un medio. Son tan responsables de las tonterías, que con tanto éxito circulan, como lo fue la imprenta de las fotonovelas, los cómics y tantos otros impresos llenos de basura. Muchos de ellos, libros. Así que el hecho de que un libro sea impreso no quiere decir que abre la inteligencia, estimula la imaginación y nos agrega como seres humanos. Depende del contenido. Igual que las pantallas. Se pueden usar para leer los más clásicos e inspiradores libros, o para pasarse el día viendo volteretas de gatos. 

Es cierto que las redes están diseñadas para enganchar al usuario a ver las mismas necedades en forma repetitiva. Lo mismo podría decirse de un buen libro. El escritor engancha con las primeras líneas y mete al lector en su mundo imaginado a través del hábil manejo del lenguaje. Un gran clasico estimula la mente de la misma forma, independiente de si se lee en un papel o en una pantalla.

De hecho, las pantallas tienen grandes ventajas: no se requiere luz especial, se puede graduar el contraste, el tamaño de la letra y la iluminación a gusto y necesidad del lector. El peso es mucho menor que un libro y no hay el problema del curvado en la union de las páginas. Es posible consultar el significado de palabras en forma instantánea y ampliar referencias a medida que se lee. Los libros son transportables, consultables, accesibles. Es posible leer en forma gratuita millones de títulos y se pueden comprar en instantes y a menor precio los autores recientes. Se subraya sin dañar y se extraen fragmentos con gran facilidad. 

La añoranza del olor del papel y el ruido de las paginas es comparable a la de los coches de caballos. Más bien desconcierta que haya aún todavía ese afán por imprimir en papel, con todo el daño ecológico que implica, cuando todo se transmite tan fácil por vía digital. 

La controversia está mal planteada y si sigue así, la razón tiene las de perder. El camino es  estimular a  los jóvenes para que usen los medios digitales todo lo que quieran. El esfuerzo no es contrarrestarlos sino educar para hacer ver que dan acceso al mundo del arte, de la literatura y la ciencia. Si se logra  enseñar a usar bien “las pantallas” se logrará que cada vez menos, sean dominadas por la superficialidad y las bobadas. 


Alberto Castro

Agosto 2021

CRISPR

Reconocemos y nos alegramos con los progresos de homo sapiens. Cuando se aplica a combinar inteligencia con bondad, logra enormes avances. La ciencia aplicada a la medicina nos ha llevado a reducir el sufrimiento y la muerte, en la ingeniería  y física nos lleno de comodidades y movilidad. Con internet nos integramos y estamos logrando la diseminación del saber. Todas, han sido modificaciones que se le hacen al entorno para mejorar nuestras vidas. 

Transformarnos a nosotros, nuestra esencia humana es algo que parecía imposible. Era el terreno de Dios. CRISPR nos ha abierto la posibilidad de editar nuestros propios genes. 

Gracias a decididas y brillantes mujeres que se concentraron en el RNA, y no el DNA, dominado por hombres, se logró entender cómo es que estas particulares moléculas de la vida, transmiten el código que permite construir otras moléculas. Este trabajo, fruto de largos años en los que observaron cuidadosamente lo que hacen las bacterias para defenderse, mereció un premio Nobel, y fue fundamental para el rapidísimo desarrollo de las vacunas COVID. 

La Ciencia básica sale del laboratorio y en una ambiente de libertad económica, se atraen grandes capitales y se crean empresas con enorme capacidad de producción con lo que se logra diseminar el extraordinario desarrollo a gran parte de la humanidad. 

Así como la imaginación y la inteligencia de Sapiens, son infinitas, también lo es la estupidez, y resurge el movimiento antivacunas, que tantas muerte y daño ha generado. Argumentan que fue muy rápido, porque no quieren ver todos los años de trabajo previo, que sentaron las bases de la edición molecular. Que no está probada, como si 3.000 millones de vacunados con el 99.5% de las muertes ocurriendo en no vacunados, no fuese suficiente. Que hay efectos colaterales, porque se niegan a entender sencillos conceptos aritméticos que demuestran que el riesgo de la vacuna es ridículo al lado del riesgo de la enfermedad. 

La INTELIGENCIA colectiva de la humanidad está en mora de quitarse los guantes y discutir prescindiendo de tanta corrección política. Ya Macron, muy crispado, tomó el liderazgo, desde la cuna de la ilustración y la libertad. Las bobadas y la ignorancia hay que llamarlas por su nombre. Quienes están interesados en regir sus vidas al ritmo de los avances de la Ciencia no tienen por qué encerrarse. Que lo hagan los que quieren permanecer en el oscurantismo. Quien es trabajador de salud, NO TIENE la libertad de enfermar a los demás. 

CRISPR está ya probando ser uno de los avances más trascendentales para la humanidad. Seguiremos dando grandes pasos para reducir el sufrimiento, a pesar de las advertencias apocalípticas que han enfrentado a lo largo de la historia todas las innovaciones. 

Los temerosos y excesivamente prudentes tendrán que reconocer que lo que ha ocurrido con la vacuna, ha sido extraordinario para la humanidad. Se estan evitando millones de muertes. Quien le tenga miedo a CRISPR (leer lo que significa, lo dejará en las mismas), averigüe que opinan los ciegos congénitos que están comenzando a ver, gracias a su aplicación en la retina.

Alberto Castro

Julio 2021

La linea delta

El fenómeno es universal. La vacuna está disponible para todos en USA pero solo el 40% de los jóvenes ha acudido,mientras que los viejos ya pasan el 80%. Quienes la rechazan? Los de más bajo nivel educativo.Que más evidencia se requiere, para probar éxito indiscutible de la vacunación?. Con un poco más del 50% de la población vacunada, el número de muertes por COVID ha caído a menos del 10% de los 3.000 en que estuvo varios meses. Y con restricciones sociales eliminadas.


Los datos estadísticos son fríos y no permiten captar el sufrimiento. Es fácil pasar por alto lo que significa para una sociedad reducir 3.000 muertos CADA DIA. Eso hace posible hablar con tanta banalidad del asunto, recurriendo a datos parciales y conceptos descaradamente tendenciosos. 


No son solo las muertes, que traumatizan familias y empresas. Muchos han conocido, ahogados por el llanto, el martirio de familiares hospitalizados. Pasar días en un corredor, esperando que se libere una cama o una conexión a oxígeno. Médicos exhaustos, abrumados, forzados a tomar las decisiones más crueles: como priorizan sus esfuerzos y limitados recursos. El horror de estar aislado de allegados, rodeado de luces, aparatos y sonidos, viendo morir a los vecinos de cama, agobiado por el malestar, y la ansiedad de no saber cuándo lo van a intubar, ni cuales son las circunstancias en que se va a tener que despedir de este mundo.


Después de espantarnos con Wuhan, Bérgamo fue el primer susto que tuvo occidente. El brote ocurrió después de un partido de fútbol. La tragedia se veía aterradora. Vino luego Madrid, que tuvo su pico después de una marcha masiva y clamorosa. Luego Estados Unidos, batió récord mundial, mientras Trump promovía ruidosos mítines. Son muchos los sitios con brotes trágicos, donde se ha podido establecer la asociación con eventos públicos en los que la gente grita o canta.


Pero en Colombia le teníamos que mezclar ideología a la epidemiología. Ya se pronunciaron pontífices de la verdad: el hecho de que Colombia tenga en el momento la peor tasa del mundo, con más de 700 muertos diarios, “nada tiene que ver con las marchas”. Si tuviésemos algo de coherencia social, deberíamos estar encausando a todos los que promovieron las marchas en conjunto con los que afirman con cara de sabios que no hay relación entre miles de marchas y miles de muertos por COVID.


Es probable que ya circule entre nosotros la variante Delta, más contagiosa, más letal, especialmente en jóvenes. Además engañosa porque los síntomas iniciales son distintos (cefalea, debilidad, neumonía, sin tos, ni fiebre) y hay más test falsos negativos. Es posible que con tan alta tasa de contagios, generosamente distribuidos por ardientes jóvenes, tengamos también nuestra propia variante a la que podremos llamar “primera línea” en reconocimiento a sus promotores. 


El desastre está creado y es urgente acelerar la vacunación, abriéndose a todas las edades, y dejar bien claro que son las bulliciosas aglomeraciones las que explican nuestra debacle.


Hay quienes imaginan a la naturaleza diezmando a homo sapiens por haberse multiplicado tanto. Difícil confirmar. Pero no hay duda que está usando a los menos sapiens para diseminar el virus.


Alberto Castro

Junio 2021

Palabras genocidas

Palabras genocidas