Por Fray Gregorio Cortázar Vinuesa, O.C.D.
VÍA CRUCIS DE JESUCRISTO
Según el modelo tradicional de las estaciones
Textos del Papa Juan Pablo II[1]
CONSIDERACIÓN
«Mientras recorremos el Vía Crucis, pasando de una estación a otra, permanezcamos continuamente presentes en espíritu allí donde este camino tuvo su verificación "histórica", allí donde se desarrolló a lo largo de las calles de Jerusalén, desde el pretorio de Pilato hasta la cima del Gólgota, fuera de las murallas. Permanezcamos en espíritu allí en la ciudad del "gran Rey", que como signo de su realeza ha escogido la corona de espinas en vez de la corona real, y la cruz en lugar del trono»[2]. «Permanezcamos con el pensamiento y el corazón más "allí" que "aquí"»[3]. «¡Oh Madre unida a Cristo en la obra de la Redención del mundo» (VC 84), «sostén nuestro camino de la fe»[4].
Primera estación:
JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«A Pilato no le convencen las acusaciones contra Jesús. Azotado y con una corona de espinas lo muestra a la turba: "He aquí el Hombre" (Jn 19, 5). Pero no encuentra compasión. Su sentencia, humanamente injusta, se inscribe en el misterio del sacrificio del Cordero de Dios. Por medio de la injusticia del hombre actúa el amor eterno de Dios. "Tanto amó Dios al mundo que entregó su unigénito Hijo" (Jn 3, 16) para que fuese condenado por Pilato a la muerte de cruz y poder así redimir al mundo. ¡Cordero de Dios, haz que no te volvamos a condenar con nuestros pecados. Que de tu muerte obtengamos la vida!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: Acompaña_a tu Dios, alma mía[5], / al que_un simple hombre condena_a la cruz, / y_el designio del Padre tú_admira, / que todo lo_ordena_en su plan todo luz. // ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin[6], y_amor nos pides[7]. / Nos quieres ver santos[8], sed tienes de_amor[9]. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Segunda estación:
JESÚS ES CARGADO CON LA CRUZ
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«Los pecados del mundo serán cancelados mediante la cruz. La escolta de la muerte se dispone a la ejecución de la condena. Quitan de los hombros de Jesús el manto de color púrpura, y le devuelven sus vestiduras. Y le cargan la cruz. Bajo este peso debe atravesar las calles de Jerusalén. "Creció como un retoño, como raíz en tierra árida" (Is 53, 2). Jesús tiene que identificarse plenamente con la cruz, como un único signo de salvación. Los pecados del mundo serán cancelados por el Cordero de Dios. Salgamos a la calle con él. ¡Jesús Mesías y Señor, enséñanos nuevamente la verdad de tu cruz!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: Se la_acercan y presto_él la_abraza: / es cruz del pecado_y de todo dolor. / Recibir un "bautismo" le_apremia, / que_incendie las almas de_amor al buen Dios. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Tercera estación:
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«"Desechado por los hombres" (Is 53, 3). Hasta hace poco "daba órdenes a los vientos y al agua" (cf Lc 8, 25). Daba pruebas de poder divino y "enseñaba con autoridad" (cf Mc 1, 22). Sin embargo, para la redención del mundo hace falta también el poder que se manifiesta en la debilidad, que se manifiesta en las caídas bajo el peso de la cruz. Y hace falta la palabra del silencio: "Como oveja que está muda ante los que la trasquilan, tampoco él abrió la boca" (Is 53, 7). ¡Señor Jesús, enséñanos que "la virtud se perfecciona en la debilidad" (2Co 12, 9). Enséñanos a levantarnos de nuevo en cada caída!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: A su_excelsa palabra_y milagros / faltaba,_en sus planes, llegase_él a_estar / en silencio_y caído_en el suelo, / que_al hombre sanasen de_orgullo mortal. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Cuarta estación:
JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«"¿No sabíais que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?" (Lc 2, 49). Ésta había sido un día la respuesta de Jesús a María y José. Y he aquí que ella "conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón" (Lc 2, 51). Y ahora: ¿Esta cruz, este camino bajo el peso de la muerte ignominiosa, son éstas las "cosas del Padre" de las que debes ocuparte? María no pregunta. María cree. Sí, éstas son "las cosas del Padre" de las que su Hijo debe ocuparse. Y ella está junto a él. ¡Oh María, ayúdanos a encontrar mediante la fe la respuesta a las preguntas más difíciles. Haznos sentir siempre tu presencia!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: En las "cosas" del Padre_ocupado, / Jesús, con María, por siempre vivió; / y_esas "cosas", con ella_a su lado, / le_apremian muy mucho_a morir por amor. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Quinta estación:
JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRINEO A LLEVAR LA CRUZ
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«"Quien no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí" (Mt 10, 38). Simón de Cirene lleva la cruz por obligación. El hombre rehúye la cruz. No quiere probar humillaciones. Era necesario el camino de la cruz para que Jesús pudiese anunciar hasta el final el Evangelio del sufrimiento. Simón de Cirene, ¡sé solidario! ¡Compadécete! Es posible que gradualmente se desvele la verdad ante tus ojos; que te hagas "digno" de aquel junto al cual llevas la cruz. ¡Jesús, enséñanos a llevar tu cruz junto a todo hombre que sufre y que pones en nuestro camino. Obra en nosotros la conversión de los corazones!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: Por que vivo_al Calvario llegase, / a_un tal de Cirene cargaron la cruz. / Compadece,_oh Simón, al que sufre; / quizás, poco_a poco, percibas su luz. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Sexta estación:
LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«"Ha hecho una obra buena conmigo" (Mt 26, 10). Del sudor y la sangre de Jesús, absorbidos por el paño de la Verónica, nació la imagen de su rostro. Esta imagen se ha convertido en el testimonio de una verdad muy particular: en todo acto de amor va impreso el rostro de Cristo. Esta huella permanece en el corazón y en la conciencia del hombre. Ella es el velo interior de la Verónica. Cristo, el Redentor, es el Esposo de la humanidad. Y espera que todos le respondan con el amor, como la Verónica en el camino de la cruz. ¡Oh Jesús, enséñanos a amar también en el dolor. A amar especialmente en el dolor!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: "Obra buena" también le_hace ésta; / y_acoge, piadosa,_en su lienzo la faz / del sufriente Señor de la gloria, / que_imprime su rostro_en todo_acto de_amar. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Séptima estación:
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«"Él tomó sobre sí nuestras enfermedades y cargó con nuestros dolores. Traspasado por nuestras iniquidades, molido por nuestros pecados" (Is 53, 4s). He aquí expresada por el libro de Isaías la verdad de la cruz de Cristo, la verdad de sus caídas. El que cae bajo la cruz está pagando por las culpas ajenas, no por las propias. Cae para levantar al hombre. Cae para que nosotros nos levantemos. Cada caída bajo la cruz está impregnada de todo el misterio divino de la Redención. ¡Señor, que sepamos ver nuestras caídas en el pecado en tus caídas bajo el peso de la cruz. Danos la luz y la fuerza de la conversión!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: Quien de nuevo se_inclina_hasta_el suelo, / las culpas de todos él viene_a pagar. / Cae para_elevarnos consigo. / Con él, pues, vivamos, su rostro mirar. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Octava estación:
JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«Las "hijas de Jerusalén" -que, junto con María, siguen a Jesús[10]- marcan con una nota de piedad el cruel trayecto de la vía dolorosa»[11]. «"No lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos" (Lc 23, 28). Jesús alcanza con estas palabras a todos los dolores que afligirán al hombre. Todos los sufrimientos humanos, ligados a la herencia del pecado, confluyen hacia el sufrimiento de Cristo. Desde su cruz la redención se irradia a todos los hombres. Por eso sus palabras de advertencia llevan en sí la luz de la esperanza. Dice: "No lloréis". Son palabras de consuelo para el hombre sumergido en el "sequedal" del mundo» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: Compasivas lloraban por Cristo / -el verde_Árbol lleno de frutos de bien-, / que,_al abrirnos el cielo sufriendo, / las penas consuela con su «No lloréis». / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Novena estación:
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«Jesús está cada vez más cansado. Cae bajo el peso de la cruz. Cae a la vez bajo el peso de los pecados de toda la humanidad. "El Señor cargó sobre él la culpa de todos nosotros". Así dice Isaías (53, 6). ¿Puede expresarse mejor el realismo de la tercera caída, el realismo de este tremendo misterio? San Pablo dirá: "Al que no conoció pecado, Dios le hizo (víctima del)[12] pecado por nosotros" (2Co 5, 21). Conoció en el camino de la cruz qué terrible sufrimiento es el pecado. ¡Oh Jesús, que caes por tercera vez, te pedimos para todos la gracia de la contrición, la gracia del dolor salvífico de la conciencia!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: El pecado_y dolor de los siglos / es losa que_él lleva con suma piedad. / Pues nos busca, pretende, cayendo, / podamos todo_ello mejor vislumbrar. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Décima estación:
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«"Le dieron a beber vino mezclado con hiel; y, probándolo, no lo quiso beber" (Mt 27, 34). Jesús no acepta la bebida embriagante. Quiere, incluso humanamente, conservar para sí la medida plena del sufrimiento. "Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me diste un Cuerpo a propósito" (Hb 10, 5). Este Cuerpo es despojado de sus vestiduras. Se le vuelven a abrir las heridas de la flagelación y de la corona de espinas. Este Cuerpo se inmolará como sacrificio. Debe permanecer como alimento en la Eucaristía. ¡Oh Señor, por tu Cuerpo martirizado, concédenos vivir como templos del Espíritu Santo, que nos habita!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: Con mil llagas su Cuerpo_él nos muestra. / Es precio que salva, es don de su_amor. / De_este Cuerpo,_este Pan, nos nutrimos. / Por él somos templos de Dios Trino_Amor. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Undécima estación:
JESÚS ES CRUCIFICADO
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«"Han traspasado mis manos y mis pies, se pueden contar mis huesos" (Sal 22, 17s). Cuando Jesús caía en su camino al Gólgota, la cruz era un peso que lo aplastaba. Ahora ha sido "levantado" (Jn 12, 32). "Mi amor es mi carga", exclamó san Agustín. La cruz pesaba sobre el Cuerpo; ahora pesa el Cuerpo sobre la cruz. En ambos casos es un peso de amor. Es necesario que todo lo que es fruto del pecado sea contrarrestado por el peso de este amor. En este peso misterioso es redimido irreversiblemente el mundo. ¡Espíritu de Verdad, concédenos sentir siempre el peso salvífico de la cruz de Cristo!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: Más que_el clavo_es su_amor quien le clava, / que_anhela_inmolarse y_a todos salvar. / Es amor que_a los cielos asombra, / que_excede_infinito del mundo su mal. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Duodécima estación:
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«"Se hizo obediente hasta la muerte. No retuvo ávidamente el ser igual a Dios" (Flp 2, 6-8). Siendo igual al Padre en la divinidad, aceptó en la humanidad la muerte como herencia de Adán. Y fue perfectamente obediente, salvíficamente obediente. Cuando grita: "Padre, ¿por qué me has abandonado?" (cf Mt 27, 46), los sufrimientos penetran hasta el fondo de su alma, hasta donde ha llegado el poder destructor del pecado. La desobediencia del hombre es rescatada por la inmensidad de la obediencia y del amor del Hijo. ¡Oh Jesús, que vivamos de la Vida a la que nos has introducido mediante tu muerte!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: Oh Jesús, Verbo_eterno, que mueres / cual hombre_obediente_a tu Padre, tu Dios; / el orgullo del hombre compensas, / mereces podamos ser fieles a Dios. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Decimotercera estación:
JESÚS, BAJADO DE LA CRUZ, ES ENTREGADO A SU MADRE
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«Oh María, he aquí que vuelve a tus brazos este Cuerpo que el Hijo eterno asumió en tu seno virginal. Estuvo en tus brazos como niño. Ya entonces le amenazaba la muerte. Y ahora le ha alcanzado ante tus ojos. Y como fruto maduro es de nuevo colocado en tus brazos. "Fue arrancado de la tierra de los vivos. Por nuestras rebeldías fue entregado a la muerte" (Is 53, 8). La espada anunciada por Simeón traspasa tu alma "para se descubran los pensamientos de muchos corazones" (Lc 2, 35). ¡Oh Madre, que la luz de la cruz de Cristo reflejada en tu Corazón penetre los pensamientos de nuestros corazones!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: Madre Santa, de nuevo_en tus brazos, / tiernísima,_acoges a tu_Hijo, tu Dios. / Ya ves cuál nuestro mal te lo torna, / y_a dónde su_entrega_y su_amor le llevó. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Decimocuarta estación:
JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«"No abandonarás mi alma en el sepulcro ni dejarás que tu Santo vea la corrupción" (Sal 16, 10). Tomemos parte en su sepultura. Esta sepultura es la realización plena de su obediencia. Las tumbas protegen de las miradas. El sepulcro de Jesús encubre su bajada a "los infiernos"» (VC 84) «a dar a los difuntos la noticia de la Redención»[13]. «Con su muerte redentora ha redimido al hombre. Le ha sacado fuera de la perspectiva de ser rechazado por Dios. ¡Oh Jesús, todos caminamos hacia la tumba. Concédenos detenernos en espíritu junto a tu sepulcro. Que el poder de Vida manifestado en él traspase nuestros corazones!» (VC 84).
Padrenuestro. Avemaría. Gloria.
Cántico: Un sepulcro, Jesús, te recibe / cual trigo_enterrado que_anhela brotar / para vida divina_en la gloria: / en ti Dios en todos amor, don y paz. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
ORACIÓN CONCLUSIVA
«Oremos con Cristo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23, 34). Oremos, como haciendo eco a sus palabras: Padre, acógenos a todos en la cruz de tu Hijo. Permanezca esta cruz como signo de la Alianza nueva y eterna»[14]. Y tú, «oh Cristo, háblanos con el lenguaje de tu cruz. Háblanos siempre»[15]. Háblanos «por medio de tu Madre, a quien desde la cruz has encomendado particularmente cada hombre (cf Jn 19, 27)»[16]. «Enséñanos, por medio de tu cuerpo crucificado, cuán infinito es el precio de nuestras almas»[17], «el precio de la herencia divina de todos los hombres, el precio de nuestra filiación adoptiva»[18]. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
VÍA CRUCIS DE JESUCRISTO
Según el modelo plenamente evangélico del enunciado de las estaciones. Se rezó así por primera vez el Viernes Santo de 1991 en el Coliseo de Roma.
Los textos de entonces no eran de Juan Pablo II, que lo presidía. Los textos de ahora son de aquel Papa[19]
CONSIDERACIÓN[20]
«Mientras recorremos el Vía Crucis, pasando de una estación a otra, permanezcamos continuamente presentes en espíritu allí donde este camino tuvo su verificación "histórica", allí donde se desarrolló a lo largo de las calles de Jerusalén, desde el pretorio de Pilato hasta la cima del Gólgota, fuera de las murallas. Permanezcamos en espíritu allí en la ciudad del "gran Rey", que como signo de su realeza ha escogido la corona de espinas en vez de la corona real, y la cruz en lugar del trono». «Permanezcamos con el pensamiento y el corazón más "allí" que "aquí"». «¡Oh Madre unida a Cristo en la obra de la Redención del mundo» (VC 84), «sostén nuestro camino de la fe».
Primera estación:
JESÚS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«"Padre mío, si es posible pase de mí este cáliz" (Mt 26, 39). ¿No siente así todo hombre en el sufrimiento, en la tribulación, frente a la cruz? ¡Pase de mí! ¡No suceda! ¡No me alcance! Cada hombre, frente al sufrimiento, está ante un reto. ¿Es sólo un reto de la suerte? Cristo nos da la respuesta: No se dirige a la "suerte ciega". Habla al Padre: "No se haga como yo quiero, sino como quieres tú". Pero esta respuesta no es la última palabra. No podemos comprender ni Getsemaní ni el Calvario sino en el contexto de todo el acontecimiento pascual»[21]. ¡Jesús, obediente hasta la muerte, ilumina nuestras pruebas!
Padrenuestro
Cántico: Acompaña_a tu Dios, alma mía[22], / postrado_en angustia_y de sangre_en sudor; / mira cuán animoso_él asume / del mundo_el pecado la plena_expiación. // ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Segunda estación:
JESÚS, TRAICIONADO POR JUDAS, ES ARRESTADO
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«Amigo, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?»[23]. «La traición le hizo probar un profundo dolor»[24] y «tristeza»[25]. Pero «Jesús reconoce en el Padre a aquel que ha trazado el camino del sacrificio como vía de salvación: "El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?" (Jn 18, 11). El Padre quiso un sacrificio de reparación por las culpas de la humanidad, pero él mismo ha pagado el precio entregando a su Hijo. Su gesto es la cumbre del amor: "Tanto amó Dios al mundo que le dio su unigénito Hijo" (Jn 3, 16 cf 1Jn 4, 10). ¿Cómo no darle gracias por este amor que nos ha traído con la salvación la paz y la alegría?»[26].
Padrenuestro
Cántico: La traición del amigo recibe / Jesús, fiel Amigo, sin tacha_en su_amor. / Es tristeza, que_acoge del Padre, / pues todo_él lo_ordena_en su plan salvador. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Tercera estación:
JESÚS ES CONDENADO POR EL SANEDRÍN
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«A pesar de la discreción con que Jesús actuaba, la verdad sobre su filiación divina se había ido haciendo cada vez más patente. Si para unos esto era motivo de fe, para otros era causa de contradicción (cf Jn 10, 33)»[27]. Y así, «arrastrado ante el tribunal del Sanedrín, el sumo sacerdote le dirige la pregunta-imputación: "Te conjuro por el Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios". Y Jesús responde: "Tú lo has dicho" (Mt 26, 63-64)»[28]. «La reacción es unánime: "Ha blasfemado. Reo es de muerte" (Mt 26, 65-66; Lv 24, 16»[29]. ¡Jesús, Hijo de Dios, paciente e infinitamente misericordioso, atráenos hacia ti!
Padrenuestro
Cántico: A Jesús de su pueblo los jefes, / pues dijo Dios era, le quieren matar; / el orgullo y_envidia les ciega, / que bien él mostraba ser Dios de Bondad. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Cuarta estación:
JESÚS ES NEGADO POR PEDRO
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«Al anunciar la triple negación que por miedo hará Pedro, Jesús le predice también: "Yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando te conviertas, confirma a tus hermanos" (Lc 22, 31s). Experimentada su debilidad, fue confirmado en la fe por la oración de Jesús, para que pudiera cumplir su misión de confirmar a sus hermanos»[30]. «"Confirma" significa "vuelve más fuerte", "ayuda a encontrar de nuevo las fuentes de esta energía": ¡Es necesario fiarse de Cristo, que ha vencido por medio de la Cruz!»[31]. «Él "miró a Pedro" (Lc 22, 61), y con esa mirada amorosa lo sacó del abismo»[32]. ¡Madre de Jesús, enséñanos esta confianza sin límite!
Padrenuestro
Cántico: Anunció_el buen Jesús la caída / de Pedro por miedo, por debilidad; / mas sus ojos de_amor lo buscaron; / se cruzan miradas, rompió a llorar. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Quinta estación:
JESÚS ES JUZGADO POR PILATO
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«Pilato está convencido de que Jesús es inocente. Es consciente de que se lo han "entregado por envidia" (Mc 15, 10). Tras haber opuesto una dudosa resistencia a las presiones del Sanedrín, cede por fin por temor al riesgo de desaprobación del César, tanto más cuanto que ya la multitud pide la crucifixión»[33]. «La sentencia de Pilato, humanamente injusta, se inscribe en el misterio del sacrificio del Cordero de Dios. Por medio de la injusticia del hombre actúa el Amor eterno de Dios. "Tanto amó Dios al mundo que entregó su unigénito Hijo" (Jn 3, 16) para que fuese condenado por Pilato a la muerte de cruz y poder así redimir al mundo» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: En la_injusta sentencia de un hombre, / Dios Trino_Amor obra_entregando_a Jesús / a que,_en cruz, le den muerte_y nos salve / y parta con todos su_herencia_en la Luz. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Sexta estación:
JESÚS ES FLAGELADO Y CORONADO DE ESPINAS
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«Con frecuencia el que sufría la flagelación quedaba exánime. Jesús no quiso ahorrarse este atroz sufrimiento: lo afrontó por nosotros»[34]. «Luego "los soldados, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron. Y se burlaban de él, le golpeaban y escupían". Estamos ante una imagen de dolor que evoca todos los sadismos de la historia. "He aquí el Hombre" (Jn 19, 5) que, mediante un sufrimiento indecible, lleva a cumplimiento el plan salvífico del Padre»[35]. «A su ejemplo acojamos la "flagelación" de la sobriedad y del ejercicio de la caridad»[36], «y la "corona de espinas", mortificando nuestras arrogancias»[37].
Padrenuestro
Cántico: No les basta_el flagelo_implacable / -que lo_ara de surcos la piel divinal-, / que de_escarnio_y de_espinas circundan / al que_es para todos el bien sin igual. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Séptima estación:
JESÚS ES CARGADO CON LA CRUZ
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«Los pecados del mundo serán cancelados mediante la cruz. La escolta de la muerte se dispone a la ejecución de la condena. Quitan de los hombros de Jesús el manto de color púrpura, y le devuelven sus vestiduras. Y le cargan la cruz. Bajo este peso debe atravesar las calles de Jerusalén. "Creció como un retoño, como raíz en tierra árida" (Is 53, 2). Jesús tiene que identificarse plenamente con la cruz, como un único signo de salvación. Los pecados del mundo serán cancelados por el Cordero de Dios. Salgamos a la calle con él. ¡Jesús Mesías y Señor, enséñanos nuevamente la verdad de tu cruz!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: Se la_acercan y presto_él la_abraza: / es cruz del pecado_y de todo dolor. / Recibir un "bautismo" le_apremia, / que_incendie las almas de_amor al buen Dios. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Octava estación:
JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRINEO A LLEVAR LA CRUZ
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«"Quien no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí" (Mt 10, 38). Simón de Cirene lleva la cruz por obligación. El hombre rehúye la cruz. No quiere probar humillaciones. Era necesario el camino de la cruz para que Jesús pudiese anunciar hasta el final el Evangelio del sufrimiento. Simón de Cirene, ¡sé solidario! ¡Compadécete! Es posible que gradualmente se desvele la verdad ante tus ojos; que te hagas "digno" de aquel junto al cual llevas la cruz. ¡Jesús, enséñanos a llevar tu cruz junto a todo hombre que sufre y que pones en nuestro camino. Obra en nosotros la conversión de los corazones!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: Por que vivo_al Calvario llegase, / a_un tal de Cirene cargaron la cruz. / Compadece,_oh Simón, al que sufre; / quizás, poco_a poco, percibas su luz. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Novena estación:
JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«Las "hijas de Jerusalén" -que, junto con María, siguen a Jesús[38]- marcan con una nota de piedad el cruel trayecto de la vía dolorosa»[39]. «"No lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos" (Lc 23, 28). Jesús alcanza con estas palabras a todos los dolores que afligirán al hombre. Todos los sufrimientos humanos, ligados a la herencia del pecado, confluyen hacia el sufrimiento de Cristo. Desde su cruz la redención se irradia a todos los hombres. Por eso sus palabras de advertencia llevan en sí la luz de la esperanza. Dice: "No lloréis". Son palabras de consuelo para el hombre sumergido en el "sequedal" del mundo» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: Compasivas lloraban por Cristo / -el verde_Árbol lleno de frutos de bien-, / que,_al abrirnos el cielo sufriendo, / las penas consuela con su «No lloréis». / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Décima estación:
JESÚS ES CRUCIFICADO
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«"Han traspasado mis manos y mis pies, se pueden contar mis huesos" (Sal 22, 17s). Cuando Jesús caía en su camino al Gólgota, la cruz era un peso que lo aplastaba. Ahora ha sido "levantado" (Jn 12, 32). "Mi amor es mi carga", exclamó san Agustín. La cruz pesaba sobre el Cuerpo; ahora pesa el Cuerpo sobre la cruz. En ambos casos es un peso de amor. Es necesario que todo lo que es fruto del pecado sea contrarrestado por el peso de este amor. En este peso misterioso es redimido irreversiblemente el mundo. ¡Espíritu de Verdad, concédenos sentir siempre el peso salvífico de la cruz de Cristo!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: Más que_el clavo_es su_amor quien le clava, / que_anhela_inmolarse y_a todos salvar. / Es amor que_a los cielos asombra, / que_excede_infinito del mundo su mal. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Undécima estación:
JESÚS PROMETE SU REINO AL BUEN LADRÓN
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«"Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino" (Lc 23, 42). El malhechor profesa su fe en el Redentor, pone en él toda su esperanza. La transformación de sus sentimientos, que tiene como causa inmediata la impresión recibida del ejemplo de Jesús que sufre y muere perdonando, tiene su raíz misteriosa en la gracia del Redentor. Los hombres pueden obtener el perdón de todas sus culpas, incluso en el último instante, si se rinden a la gracia del Redentor que los convierte. "Hoy estarás conmigo" (Lc 23, 43)»[40]. ¡Jesús, "entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación" (Rm 4, 25), llévanos contigo!
Padrenuestro
Cántico: Oh cuán dulce_es, Jesús, tu promesa: / «Conmigo_has de_estar y mi cielo gozar». / Qué consuelo saber nos esperas / en gloria y_anhelas allí nos llevar. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Duodécima estación:
JESÚS EN LA CRUZ, SU MADRE Y EL DISCÍPULO
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«Una nueva palabra desde lo alto de la cruz. Completa en cierto modo todo el Evangelio. Qué profundamente nace de su centro. "Mujer, he ahí a tu Hijo; he ahí a tu Madre" (Jn 19, 26s). La Madre pierde al Hijo y, al mismo tiempo, recibe un hijo; recibe muchos hijos e hijas. Todas y todos aquellos a quienes el Hijo ha dado el poder de "llegar a ser hijos de Dios" (Jn 1, 12): hijos en el Hijo. El discípulo recibe a la Madre. La Iglesia recibe a la Madre. La humanidad recibe a la Madre. Es maravillosa la riqueza con la que nos enriquece el que por nosotros se hizo pobre»[41]. ¡Jesús, que nos has dado a tu Madre, enséñanos a amarla como la amas tú!
Padrenuestro
Cántico: Oh cuán dulce_es, Jesús, tu palabra: / «Tu Madre,_oh discípulo; tu hijo, Mujer». / Todo_el mundo_a la Madre recibe, / Jesús, y nos logra de ti todo bien. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Decimotercera estación:
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«"Se hizo obediente hasta la muerte. No retuvo ávidamente el ser igual a Dios" (Flp 2, 6-8). Siendo igual al Padre en la divinidad, aceptó en la humanidad la muerte como herencia de Adán. Y fue perfectamente obediente, salvíficamente obediente. Cuando grita: "Padre, ¿por qué me has abandonado?" (cf Mt 27, 46), los sufrimientos penetran hasta el fondo de su alma, hasta donde ha llegado el poder destructor del pecado. La desobediencia del hombre es rescatada por la inmensidad de la obediencia y del amor del Hijo. ¡Oh Jesús, que vivamos de la Vida a la que nos has introducido mediante tu muerte!» (VC 84).
Padrenuestro
Cántico: Oh Jesús, Verbo_eterno, que mueres / cual hombre_obediente_a tu Padre, tu Dios; / el orgullo del hombre compensas, / mereces podamos ser fieles a Dios. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
Decimocuarta estación:
JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO
¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo!
«"No abandonarás mi alma en el sepulcro ni dejarás que tu Santo vea la corrupción" (Sal 16, 10). Tomemos parte en su sepultura. Esta sepultura es la realización plena de su obediencia. Las tumbas protegen de las miradas. El sepulcro de Jesús encubre su bajada a "los infiernos"» (VC 84) «a dar a los difuntos la noticia de la Redención»[42]. «Con su muerte redentora ha redimido al hombre. Le ha sacado fuera de la perspectiva de ser rechazado por Dios. ¡Oh Jesús, todos caminamos hacia la tumba. Concédenos detenernos en espíritu junto a tu sepulcro. Que el poder de Vida manifestado en él traspase nuestros corazones!» (VC 84).
Padrenuestro. Avemaría. Gloria.
Cántico: Un sepulcro, Jesús, te recibe / cual trigo_enterrado que_anhela brotar / para vida divina_en la gloria: / en ti Dios en todos amor, don y paz. / ¡Dulce Redentor!, / nos amaste_hasta_el fin, y_amor nos pides. / Nos quieres ver santos, sed tienes de_amor. / Madre_afligida, de pena_hondo mar, / logradnos la gracia de nunca pecar.
ORACIÓN CONCLUSIVA
«¡Cristo Jesús! Te suplicamos que permanezcas con la Iglesia mediante tu cruz. Quédate, pues, con nosotros en este penetrante misterio de tu muerte, con la que has revelado cuánto "ha amado Dios al mundo" (cf Jn 3, 16). Quédate con nosotros y atráenos hacia ti (cf Jn 12, 32), tú que caíste bajo el peso de la cruz. Quédate con nosotros por medio de tu Madre, a quien desde la cruz has encomendado particularmente cada hombre (cf Jn 19, 27). ¡Quédate con nosotros!»[43]. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
CÁNTICOS PARA EL VÍA CRUCIS INSPIRADOS EN TEXTOS DE LOS PAPAS
EN CADA CÁNTICO SE INDICA LA MÚSICA CON LA QUE PUEDE CANTARSE
Y, SALVO ERROR U OMISIÓN, SE SEÑALAN LAS SINALEFAS
«En el canto la fe se experimenta como exuberancia de alegría,
de amor, de confiada espera en la intervención salvífica de Dios»
(Juan Pablo II, Carta a los Artistas 4-4-1999, 12)
1. TU AMOR NOS GRITAN TUS LLAGAS
Música: «Perdona a tu pueblo, Señor»
Jesús, tu sagrada pasión / nos mueve_a_adorarte, / nos urge_a darte_amor.
1. Porque tu_amor nos gritan tus llagas, / porque nos dejan ver tus entrañas, / nos urge_a darte_amor. / Porque_en la cruz, por todos, te tiendes, / crucificar te dejas paciente, / nos urge_a darte_amor.
2. Porque_el perdón del Padre nos pides / y_al Padre_a todos tú nos excusas, / nos urge_a darte_amor. / Porque_aseguras gloria contigo / al que_a tu_amor se_entrega confiado, / nos urge_a darte_amor.
3. Porque_a tu Madre_a todos confías, / porque_inefablemente nos ama, / nos urge_a darte_amor. / Porque sentir de Dios tú quisiste / el abandono que merecimos, / nos urge_a darte_amor.
4. Por tu gran sed de_amor y del agua, / porque Dios Padre quiere te_amemos, / nos urge_a darte_amor. / Porque, Testigo fiel, has cumplido / el plan del Padre para salvarnos, / nos urge_a darte_amor.
5. Porque, contigo,_al Padre confías / la vida_y muerte de cada uno, / nos urge_a darte_amor. / Porque todo_hombre puede decirte: / «Me_amaste_y te_entregaste por mí», / nos urge_a darte_amor.
6. Porque, Pastor amante, tú_anhelas / vida_abundante tengan tus fieles, / nos urge_a darte_amor. / Porque la_herencia_en Dios nos mereces, / porque_a tu gloria_anhelas llevarnos, / nos urge_a darte_amor.
2. LAS SIETE PALABRAS
Música: «Stábat Máter»
Cuanto_en vida nos amabas, / en la cruz lo confirmabas. / Siete luces, oh Jesús:
O bien:
Cruz del Hijo_y de la Madre. / Cruz que nos retorna_al Padre. / Siete luces, oh Jesús:
1. En la cruz te son presentes / los pecados aun ausentes, / ¡oh del mundo_el Redentor! / Ves el mal, y_a nadie_acusas, / oh Jesús, tú todo_excusas: / «Padre,_ignoran, da_el perdón».
2. Un ladrón, en cruz contigo, / que te ve cual Dios-Amigo, / te rogó_en tu Reino_estar. / Oh cuán justa confianza; / nos amaste, Dios del alma, / y tu Reino_anhelas dar.
3. De todo_hombre Cristo dijo: / «Oh Mujer, he_ahí tu hijo; / a tu_amor lo_entrego yo». / Y_a todo_hombre Cristo habla: / «Es tu Madre, Toda Santa; / ámala cual la_amo yo».
4. En dolor y_en abandono / bien compensas todo_encono / del pecado_y de su_horror. / Oh Jesús, te_observa_el Padre / complacido; ¡cuál te_invade / el Espíritu de_Amor!
5. En Sicar, Jesús, el agua... / -sed de la samaritana-; / sed, en cruz, también de_amor. / Sed del don de_amor del alma, / cual nos pide Dios sin pausa / ¡para ti, oh Redentor!
6. Para_el Padre tú viviste, / oh Jesús, y siempre fuiste / de su_amor testigo fiel. / Tu sin par misión cumplida / nos otorgue ser en vida / de tu_amor imagen fiel.
7. A tu Padre,_oh Hijo_amado, / alma_y cuerpo_has confiado: / cierto de resucitar. / Cual Cabeza, que_eres nuestra, / en tu muerte das la nuestra, / y nos resucitarás.
3. DE PIE JUNTO A LA CRUZ
Música: «Stábat Máter»
La que_al lado fue_en su vía, / en la cruz, fiel, condolía: / toda_el alma_en su Jesús.
O bien:
Es la Madre dolorosa, / junto_al Hijo_en cruz, piadosa, / toda_el alma_en su Jesús.
1. A sus ojos lo clavaron / y con saña se mofaron / del que_a todos hizo_el bien. / Los tormentos que sufría / tu_Hijo_en cruz, danos, María, / junto_a ti los condoler.
2. ¡Qué pesar se mediría / con la pena de María / ver morir a su_Hijo Dios! / Con materno sacrificio / participa del suplicio / y del don del Redentor.
3. Le ve, dócil, cómo_expira / y, confiado, que suspira: / «En tus manos, Padre_Amor». / Oh Jesús, Verdad y Guía, / ilumina, por María, / nuestra_entrega_al Padre Dios.
4. Corazón de_Esposa_y Madre, / que_en el Gólgota_ante_el Padre, / por su_Espíritu de_Amor, / en inmenso_amor ardías / por Jesús, que_en cruz veías, / y_hacia_el hombre pecador.
5. Por tu Corazón, que llora, / en el nuestro_haz tú, Señora, / el amor a Dios crecer / y_el dolor por el pecado / por Jesús, tu Dios Amado, / que nos hizo tanto bien.
6. Cuando llegue nuestra hora, / sé, oh Madre,_Auxiliadora, / para_a Dios la vida dar. / Y_al morir, por ti,_en el Hijo, / Dios, que_al mundo,_en él, bendijo, / vida_eterna,_en él, dará.
4. «DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS»
Música: «Stábat Máter»
Tu_Hijo, Madre, sepultaron. / ¡Cuál tus ojos lo miraron! / Crees que_ha de resucitar.
O bien:
Dijo Cristo,_y cree María, / que,_al llegar tercero día, / él ha de resucitar.
1. Cristo, cual Verbo_humanado, / solidario_es con los hombres: / se_encarnó por nos salvar. / Nuestra suerte, pues, comparte / hasta_el más extremo nuestro: / muere y_en sepulcro_está.
2. «Descendió a los infiernos», / dice_el Credo,_y significa: / al «lugar de muertos» ir. / Toda su_alma_es ya gloriosa, / mas su cuerpo_es cual cadáver: / desuniolos el morir.
3. En espíritu_a los muertos / la gran Buena Nueva_anuncia: / cual de todos Salvador. / Cuerpo_inerte y_alma_en gloria, / a los muertos justos que_halla / comunica_el ver a Dios[44].
[1] Del texto del Vía Crucis del Viernes Santo de 1984, elaborado por Juan Pablo II y presidido por él en el Coliseo de Roma. Lo citamos -parcialmente o en su integridad- con las siglas VC 84. En la ilación de los párrafos seleccionados se evitan, por comodidad en la lectura, los puntos suspensivos entre uno y otro. Por otra parte, he aquí lo que el mismo Papa dice del valor de sus palabras: «Junto a la infalibilidad de las definiciones ex cáthedra, existe el carisma de asistencia del Espíritu Santo concedido a Pedro y a sus Sucesores para que no cometan errores en materia de fe y de moral y para que, por el contrario, iluminen bien al pueblo cristiano» (Audiencia general 24-3-1993).
Pablo VI, A la Clausura del Congreso Internacional sobre la Teología del Concilio Vaticano II 1-10-1966: «El mayor honor de los teólogos será interpretar fiel e inteligentemente la doctrina del Magisterio -que en la Iglesia representa a Cristo Maestro-, sabiendo que nada ayuda tanto al pueblo cristiano y a todo el género humano como el conocimiento cierto de las verdades de la salvación».
Juan Pablo II, Carta Enc. Redemptoris Mater 25-3-1987 28: «En cierto modo la fe de María, sobre la base del testimonio apostólico de la Iglesia, se convierte sin cesar en la fe del Pueblo de Dios en marcha».
Benedicto XVI, Homilía en la Misa de inicio oficial del pontificado 24-4-2005: «Por tres veces nos ha acompañado en estos días tan intensos el canto de las letanías de los santos: durante el funeral de nuestro Santo Padre Juan Pablo II; con ocasión de la entrada de los cardenales en el Cónclave, y también hoy, cuando las hemos cantado de nuevo con la invocación: Tu illum adiuva, asiste al nuevo Sucesor de San Pedro. He oído este canto orante, cada vez de un modo completamente singular, como un gran consuelo. ¡Cuán abandonados nos hemos sentido tras el fallecimiento de Juan Pablo II, el Papa que durante 26 años ha sido nuestro pastor y guía en el camino a través de estos tiempos! Él ya cruzó el umbral hacia la otra vida, entrando en el misterio de Dios. Pero no dio este paso en solitario. Quien cree, nunca está solo; no lo está en la vida ni tampoco en la muerte. En ese momento invocamos a los santos de todos los siglos, sus amigos, sus hermanos en la fe, sabiendo que serían el cortejo viviente que lo acompañaría en el más allá hasta la gloria de Dios. Sabíamos que allí se esperaba su llegada. Ahora sabemos que él está entre los suyos y se encuentra realmente en su casa».
Benedicto XVI, Palabras de saludo ante el santuario de Kalwaria, a 12 km de Wadowice, Polonia, 27-5-2006: «Espero que la Providencia conceda pronto la beatificación y la canonización de nuestro amado Papa Juan Pablo II».
[2] Al término del Vía Crucis del Viernes Santo 13-4-1979.
Cf Al término del Vía Crucis 4-4-1980: «El hombre que... sigue las huellas del Vía Crucis de Cristo... El Vía Crucis de Cristo y su cruz... Padre, acógenos a todos en la cruz de tu Hijo. Acoge a cada uno de nosotros en la cruz de Cristo... ¡Acepta al hombre! La cruz de tu Hijo permanezca como signo de la aceptación del hijo pródigo por parte del Padre. Permanezca como signo de la Alianza, de la Alianza nueva y eterna».
Al término del Vía Crucis 4-4-1981: «Hemos meditado sobre el Vía Crucis de Jesús de Nazaret y su muerte de cruz... Junto a esta cruz hemos meditado sobre la historia del Vía Crucis de los cristianos... ¡Te adoramos, Cristo Jesús! Te adoramos, nos ponemos de rodillas. No hallamos palabras ni gestos suficientes para expresarte la veneración con la que nos sentimos compenetrados ante tu cruz..., ante el don de la redención ofrecido a toda la humanidad, a todos y cada uno, mediante la sumisión total e incondicional de tu voluntad a la voluntad del Padre... Por esto precisamente te has convertido en el Señor de nuestras almas: Redentor del mundo... Has revelado el amor del Padre en tu amor. Desde lo alto de tu cruz tienes el derecho de hablar a los hombres de todos los tiempos: "Quien me ve a mí ve al Padre" (cf Jn 14, 9)».
[3] Cf Juan Pablo II, Homilía 6-1-1979: «En la noche de Navidad..., aquí, en esta basílica, pedí a todos que se encontraran con el pensamiento y el corazón más "allí" que "aquí", más en Belén, en el lugar del nacimiento de Cristo, en aquella gruta-establo en la que "el Verbo se hizo carne" (Jn 1, 14). Y hoy os pido a vosotros lo mismo».
Carta 22-5-1988: «"Cumplido es el tiempo" (Mc 1, 15). Dios ha puesto en Jesucristo la plenitud de todas las cosas, y él en su tiempo ha acogido todos los tiempos y todas las generaciones».
Pío XII, Alocución 17-7-1954: «Leed los Evangelios, donde vive para siempre el divino Maestro, en sus palabras de verdad, en sus gestos de misericordia, en la sublime simplicidad de su Corazón dulce y humilde».
Juan Pablo II, Ángelus 11-3-1979: «Jesús nos mira a los ojos... Y quiere que también nosotros le miremos a él a los ojos: "Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Jn 14, 9). Estamos llamados a ver a Dios. Estamos llamados continuamente a mirar a Cristo. A mirarlo con mayor perspicacia, con amor más intenso, con esperanza más firme».
[4] Cf Juan Pablo II, Oración del Año Mariano 1987: «¡Madre del Redentor! Exultantes te proclamamos bienaventurada. Dios Padre te ha elegido antes de la creación del mundo para realizar su providencial designio de salvación; tú has creído en su amor y obedecido a su palabra. El Hijo de Dios te ha querido como Madre suya cuando se hizo hombre para salvar al hombre; tú lo has acogido con pronta obediencia y corazón indiviso. El Espíritu Santo te ha amado como a su mística Esposa y te ha colmado de dones singulares; tú te has dejado modelar dócilmente por su acción escondida y poderosa. Sostén, oh Virgen María, nuestro camino de la fe y consíguenos la gracia de la eterna salvación. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Madre de Dios y Madre nuestra María!»; Pío XII, Discurso 1-11-1954 Dm 923: «Reinad, Madre y Señora, mostrándonos el camino de la santidad, dirigiéndonos y asistiéndonos para que nunca nos apartemos de él».
[5]. Como puede deducirse, estos cánticos, todos de texto nuevo, se cantan con la música «Acompaña a tu Dios». Su parte segunda es igual en las catorce estaciones.
[6] Cf Homilía en la Misa del Jueves Santo 8-4-1982: «Sucedió "antes de la fiesta de Pascua". Aquella fue la hora de Cristo, la hora "de pasar de este mundo al Padre". En aquella hora, "habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin" (Jn 13, 1). "Los suyos que estaban en el mundo". ¿Acaso sólo los que estaban con él en la hora de la última Cena? No sólo ellos. Amó a todos "los suyos". A todos los que iba a redimir. A todos desde el principio del mundo hasta el fin. A todos y en todos los sitios. Y entonces les lavó los pies... Y les deseó pureza... El amor le obliga a desear pureza a todos y en todos los sitios».
[7] Cf Homilía en Notre Dame, París 30-5-1980: «Qué elocuencia la de la pregunta de Cristo a Pedro: "¿Me amas?" (Jn 21, 15). Es una pregunta que Dios hace al hombre. Y el hombre debe hacérsela continuamente a sí mismo. La vida tiene valor y sentido sólo en la medida en que es una respuesta a esa pregunta: ¿Amas? ¿Me amas? ¿Me amas cada vez más?»; Discurso a los jóvenes de Malta 27-5-1990: «Recordáis la parábola de los talentos (cf Mt 25, 14-30)... Aquí el Señor enseña una ley que está en el corazón del mensaje evangélico: Si no hay un compromiso serio en la vida hacia lo que es verdadero y bueno; si no hay una voluntad de pagar el precio de la victoria; si no hay una determinación de conquistarse a sí mismo y ser verdaderamente útil a los demás, la vida misma se esfuma sin orientación ni sentido».
[8] Cf Homilía en Santiago de Compostela 20-8-1989: «¡No tengáis miedo a ser santos. Ésta es la libertad con la que Cristo nos ha liberado! (cf Ga 5, 1)»; Mensaje para la XV Jornada mundial de la juventud (en Roma, en el año 2000) 29-6-1999: «Dios nos ha creado para compartir su misma vida; nos llama a ser sus hijos, miembros vivos del Cuerpo místico de Cristo, templos luminosos del Espíritu de Amor. Nos llama a ser "suyos": quiere que todos seamos santos... Tened la santa ambición de ser santos, como él es Santo... No os dirijáis más que a Jesús... No tengáis miedo de ser los santos del nuevo milenio»; Carta Enc. Redemptor hominis 4-3-1980 22: «Cristo quiere siempre una sola cosa: que tengamos vida y la tengamos abundante (cf Jn 10, 10)».
[9] Cf Homilía 14-3-1993: «Jesús tiene sed de las almas, busca la fe y el amor que el Padre invita a los hombres a ofrecerle con plena libertad acogiéndole como su Salvador, reconociendo en él al Mesías prometido que da el Espíritu Santo, la "fuente de agua que brota para la vida eterna" (Jn 4, 14)».
[10]. Cf Ángelus 5-3-1989.
[11]. Audiencia general 16-8-1987.
[12]. Cf Audiencia general 19-10-1988: «Hecho casi "pecado", es decir, víctima del pecado».
[13]. Pablo VI, Al término del Vía Crucis del Viernes Santo 16-4-1965.
[14]. Juan Pablo II, Al término del Vía Crucis 4-4-1980.
[15]. Al término del Vía Crucis del Viernes Santo 1-4-1983.
[16]. Al término del Vía Crucis del Viernes Santo 13-4-1979.
[17]. Al término del Vía Crucis del Viernes Santo 1-4-1983.
[18]. Homilía 1-1-1992. El Papa continúa: «Desde hace quinientos años el misterio de Cristo, Salvador del hombre, está presente entre los pueblos del continente americano, totalmente desconocido para el viejo mundo hasta el año 1492. El Descubrimiento de América coincide con el inicio de la evangelización de aquellas tierras nuevas. Desde entonces, el misterio de la salvación, revelado para toda la humanidad en el Verbo hecho carne, comenzó a ser anunciado a nuevos pueblos, con los cuales, hasta entonces, Europa no había tenido ningún contacto. Sin embargo, aquellos pueblos eran conocidos por Dios desde toda la eternidad, y abrazados siempre con la paternidad que el Hijo ha revelado "en la plenitud de los tiempos" (cf Ga 4, 4)».
[19] «Con respecto al texto tradicional, el Vía Crucis (presidido por el Papa Juan Pablo II en el Coliseo de Roma el Viernes Santo) de 1991 presentó algunas variantes.
No figuran las estaciones que carecían de una precisa referencia bíblica, como las tres caídas del Señor (III, VII, IX), los encuentros de Jesús con su Madre (IV) y con la Verónica (VI). En cambio, se introdujeron estaciones como la agonía de Jesús en el huerto de los olivos (I), el juicio inicuo de Pilato (V), la promesa del paraíso al buen ladrón (XI), la presencia de María y del discípulo junto a la cruz (XII).
Monseñor Piero Marini, maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias, explicó que las estaciones ahora introducidas, consideradas a la luz de la historia, no pueden juzgarse como novedades, pues ya fueron utilizadas en otros tiempos, y que constituyen episodios de gran alcance salvífico y de notable significado teológico en el drama de la pasión de Cristo. Con el Vía Crucis de 1991 no se ha pretendido cambiar el texto tradicional, que sigue siendo plenamente válido. Sólo se pretendía poner de relieve algunos momentos de la pasión de Cristo que no se hallan recogidos en el Vía Crucis tradicional, para subrayar así la extraordinaria riqueza de esta devoción, que ningún esquema logra expresar con plenitud» (ĹOsservatore Romano, edición semanal en lengua española, 1991, 175).
Las lecturas se componen de la suma de textos seleccionados del Papa, en cuya ilación, por comodidad en la lectura, se omite poner puntos suspensivos entre uno y otro.
[20]. Las notas de la Consideración están en la primera vez que ésta se dice.
[21]. Audiencia general del Miércoles Santo 11-4-1979.
[22]. Como puede deducirse, estos cánticos, todos de texto nuevo, se cantan con la música «Acompaña a tu Dios». Su parte segunda es igual en las catorce estaciones.
[23]. Cf Mt 26, 50; Lc 22, 48.
[24]. Audiencia general 10-2-1988.
[25]. Ángelus 9-7-1989.
[26]. Audiencia general 13-4-1983.
[27]. Audiencia general 26-8-1987.
[28]. Audiencia general 30-10-1985.
[29]. Audiencia general 26-8-1987.
[30]. Audiencia general 2-12-1992.
[31]. Homilía a la Conferencia Episcopal Italiana 15-5-1979: «"Confirma" (Lc 22, 32) significa "refuerza", "vuelve más fuerte"; pero significa también esto: ayuda a encontrar de nuevo las fuentes de esta energía... Y este "confirma" se apoya para todos nosotros... en el "confía" (Mt 9, 2) y en el "confiad" (Jn 16, 33) evangélicos. Es necesario confiar en Cristo, es necesario fiarse de Cristo, que ha vencido por medio de la Cruz... Oremos a su Madre Santísima para que nos enseñe a tener siempre esta confianza sin límite».
[32]. A los miembros de la Penitenciaría apostólica y a los penitenciarios ordinarios, 27-3-1993.
[33]. Audiencia general 28-9-1988.
[34]. Ángelus 19-2-1989.
[35]. Ángelus 26-2-1989.
[36]. Ángelus 19-2-1989.
[37]. Ángelus 26-2-1989.
[38]. Cf Ángelus 5-3-1989.
[39]. Audiencia general 16-8-1987.
[40]. Audiencia general 16-11-1988.
[41]. Al término del Vía Crucis del Viernes Santo 15-4-1985.
[42]. Pablo VI, Al término del Vía Crucis del Viernes Santo 16-4-1965.
[43]. Al término del Vía Crucis del Viernes Santo 13-4-1979.
[44]. Cf Juan Pablo II, Audiencia general 11-1-1989.
Bibliografía: Libros y Artículos Carmelitanos
Catalogo bibliografico cumulativo degli utenti ISIS (Catálogo Bibliotecas Teología)
Peregrinación virtual a Tierra Santa
Comentarios y otros recursos